Postrimerías

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Imagen donde se representan los siete pecados capitales y las cuatro etapas de las Postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria.
Mesa de los pecados capitales. El Bosco, 1500. Imagen donde se representan los siete pecados capitales y las cuatro etapas de las Postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria.

Las cuatro Postrimerías son, según el Catecismo de la Iglesia Católica: muerte, juicio, infierno y gloria.[1]​Etapas que debe pasar cualquier ser humano después de terminar su vida. Otros sustituyen en esta enumeración el juicio por el Purgatorio.

Su iconografía ha inspirado a los artistas como a Juan de Valdés Leal y El Bosco, además de poetas y escritores, como Dante Alighieri en su poema La Divina Comedia.

Una de las principales referencias para comprender estas cuatro etapas y el Purgatorio se pueden encuentran en los apéndices de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.[2]

Muerte
Es en esencia la extinción del proceso homeostático, por ende el fin de la vida; según el catolicismo, una consecuencia del pecado; termina con nuestra existencia mortal y nos pasa a la inmortal, como es el destino común de los hombres; trae tristeza y debe ser temida, aunque Cristo ha conquistado a la muerte y todos los que mueren en Cristo vivirán con él (Romanos 6:5), (Romanos 8:17), (2Timoteo 2:11)
Juicio
El alma del ser humano es juzgada por su Creador después de la muerte. Debe distinguirse entre el juicio particular y el juicio universal. El primero se refiere al juicio inmediato del alma después de la muerte. Se dicta la sentencia de eterna consecuencia: Infierno o Gloria (paraíso). En caso de necesidad, el alma deberá primero ser purificada antes de entrar a la eterna bienaventuranza, esto es el Purgatorio. Todas las almas del purgatorio pertenecen a los salvados y verán a Dios, sin embargo el estado de condenación del infierno es eterno. El segundo juicio se refiere al Juicio Final en el que se juzgará al mundo entero y se confirmarán las sentencias de Dios, este será al fin de los tiempos (Mateo 25).
Purgatorio
Purificación necesaria para el paraíso y consiste en un estado intermedio de purificación en que hay diversos grados de expiación de pecados; puede ayudarse con la oración y es una agonía temporal. El término purgatorio se inventó en el siglo XII y fue a partir del siglo XV cuando este tercer lugar pasó a formar parte de la doctrina católica tras el Concilio de Trento.[3]
Infierno
Sitio donde el gusano no muere (Marcos 9:47-48), preparado para el Diablo y sus ángeles, donde son el llanto y el crujir de dientes e imperan las tinieblas y el silencio de la ausencia de Dios (Mateo 13:49-50); se lo compara a un abismo y a una prisión donde hay aflicción y tormento y se excluye de la presencia de Dios. El fuego del infierno es la retribución del pecado y el castigo por rechazar voluntariamente la gracia de Dios; ahí ya no es posible el arrepentimiento y no hay esperanza posible.
Paraíso
Lugar donde habita Dios y de donde vino y a donde volvió Jesús. Es el hogar de la especie humana y Cristo nos conduce a él, pues es un lugar destinado a toda la humanidad que lo desee. No es fácil de lograr sin esfuerzo y también allí hay grados diversos de felicidad y cosas nuevas.

Referencias[editar]

  1. Ripalda, Jerónimo (1800). Catecismo y exposicion breve de la doctrina cristiana. Imprenta de Ruiz y Hermanos. Consultado el 5 de noviembre de 2023. 
  2. «Suma Teologica, de Santo Tomas de Aquino - Versión web». hjg.com.ar. Consultado el 5 de noviembre de 2023. 
  3. Le Goff, Jacques (1986). The birth of purgatory. University of Chicago Press. ISBN 978-0-226-47083-2.