Sesgo de negatividad

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El sesgo de negatividad[1]​ o efecto negativo se refiere al concepto de que en grados de la misma intensidad, las cosas de naturaleza negativa (pensamientos desagradables, emociones, interacciones sociales o eventos traumáticos) tienen un peso mayor en los estados y procesos psicológicos de las personas que las cosas neutrales o positivas.[2][3][4]​ Es decir, algo muy positivo normalmente tendrá menos impacto en el comportamiento y en pensamiento de las personas que algo igualmente emocional pero negativo. El sesgo de negatividad se ha investigado desde muchos campos diferentes, incluyendo la formación de tales como: atención, aprendizaje, memoria, toma de decisiones y riesgos.

Conceptos[editar]

Paul Rozin y Edward Royzman crearon cuatro elementos del sesgo de negatividad para explicar su formación: potencia negativa, desigualdad negativa, dominio negativo y diferenciación negativa.[4]

La potencia negativa se refiere al concepto de que ante la posibilidad de igual magnitud, los elementos, eventos, etc. positivos y negativos no destacan de igual forma. Rozin y Royzman indican que esta característica del sesgo de negatividad solo se puede demostrar empíricamente en las situaciones que son medibles, tales como comparar la temperatura ante una emoción positiva o negativa.

En la desigualdad negativa, los eventos negativos se perciben como más negativos respecto a los eventos positivos se perciben como más positivos cuanto más cercano (en tiempo o espacio) es el evento en cuestión. Por ejemplo, la experiencia negativa de una intervención dental se percibe más negativa cuanto más se acerca la fecha de la intervención (en este ejemplo se asume que el evento es igualmente positivo y negativo). Rozin y Royzman indican que esta característica es distinta de la potencia negativa porque hay evidencia de desigualdades negativas respecto a las positivas incluso en los casos en los que la potencia negativa es baja.

El dominio negativo describe la tendencia de la combinación de elementos o eventos positivos y negativos hacia una interpretación global más negativa de la que cabría esperar si se analizaran los elementos positivos y negativos de forma individual. En términos de Gestalt, el todo es más negativo que la suma de las partes.

La diferenciación negativa es consistente con las evidencias que sugieren que la conceptualización de la negatividad es más elaborada y compleja que la de la positividad. Por ejemplo, la investigación indica que el vocabulario negativo es más rico describiendo experiencias afectivas que el positivo.[5]​ Además, parece que se emplean más términos para describir emociones negativas que positivas.[6][7]​ El concepto de diferenciación negativa es consistente con la hipótesis movilización-minimalización[8]​ que postula que los eventos negativos, debido de su complejidad, requieren movilizar más recursos cognitivos para tratar la experiencia afectiva y un mayor esfuerzo para minimizar sus consecuencias.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Kanouse, D. E., & Hanson, L. (1972). «Negativity in evaluations.» En E. E. Jones, D. E. Kanouse, S. Valins, H. H. Kelley, R. E. Nisbett & B. Weiner (Eds.), Attribution: Perceiving the causes of behavior. Morristown, NJ: General Learning Press.
  2. Baumeister, Roy F.; Finkenauer, Catrin; Vohs, Kathleen D. (2001). «Bad is stronger than good» (PDF). Review of General Psychology 5 (4): 323-370. doi:10.1037/1089-2680.5.4.323. Consultado el 19 de noviembre de 2014. 
  3. Lewicka, Maria; Czapinski, Janusz; Peeters, Guido (1992). «Positive-negative asymmetry or "When the heart needs a reason"». European Journal of Social Psychology 22 (5): 425-434. doi:10.1002/ejsp.2420220502. Consultado el 19 de noviembre de 2014. 
  4. a b Rozin, Paul; Royzman, Edward B. (2001). «Negativity bias, negativity dominance, and contagion». Personality and Social Psychology Review 5 (4): 296-320. doi:10.1207/S15327957PSPR0504_2. Consultado el 19 de noviembre de 2014. 
  5. Peeters, Guido (1971). «The positive-negative asymmetry: On cognitive consistency and positivity bias». European Journal of Social Psychology 1 (4): 455-474. doi:10.1002/ejsp.2420010405. Consultado el 19 de noviembre de 2014. 
  6. Averill, J. R., (1980). «On the paucity of positive emotions.» En K. R. Blankstein, P. Pliner & J. Polivy (Eds.), Advances in the study of communication and affect, Vol. 6 (p. 745). New York: Plenum.
  7. Carlson, Earl R. (1966). «The affective tone of psychology». Journal of General Psychology 75 (1): 65-78. doi:10.1080/00221309.1966.9710350. Consultado el 19 de noviembre de 2014. 
  8. Taylor, Shelley E. (1991). «Asymmetrical effects of positive and negative events: The mobilization-minimization hypothesis» (PDF). Psychological Bulletin 110 (1): 67-85. PMID 1891519. doi:10.1037/0033-2909.110.1.67. Archivado desde el original el 6 de octubre de 2013. Consultado el 19 de noviembre de 2014.