Tésera

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Tésera de hospitium.

Una tésera (del latín tessera) es una pieza elaborada en materiales como la madera o el marfil, pero más generalmente en metal (hierro y bronce). Tenían formas y perfiles variados, aunque lo más común era en plancha laminada y estaban inscritas por una, dos o más caras. Fueron usadas por los pueblos antiguos como contraseña, distinción honorífica, prenda de un pacto, sello de amistad, reparto de tierras, contrato, derechos reconocidos, derechos o prestaciones y permisos de paso o pastoreo, etc. Eran reconocidas entre los romanos que entregaban tales símbolos, como prenda de vestimenta a jefes tribales, como intermediarios oficiales con otras naciones o tribus.

Téseras en la Antigua Grecia[editar]

En la Heliea, según los jueces requeridos, se sacaba un número igual de tablillas, por sorteo, del conjunto de las cien cajas. Así, cada tablilla sacada tenía asignada por sorteo un tribunal. A continuación, todas las tablillas se colocaban en la segunda serie de cajas. Todas las tablillas de jueces asignadas a un determinado tribunal eran colocadas en la caja que llevaba la letra correspondiente a ese tribunal.

Los bastones eran el distintivo del cargo de juez. Estaban marcados con el mismo color que el dintel de la puerta del tribunal asignado al juez. El juez lo entregaba al entrar al tribunal y recibía una tésera o contraseña oficial (sýmbolon) a cambio. La tésera servía para reclamar el pago del trióbolo (moneda de tres obolos).

Téseras en la Antigua Roma[editar]

Tessera, literalmente ‘cuadrado’, es el nombre que dieron en la Roma antigua a unas pequeñas planchas de diversas formas y que tuvieron usos muy variados. También fue el nombre que dieron a los dados.[1]​ Para los antiguos romanos, las téseras eran salvoconductos militares para permitir el paso de personas por lugares o ciudades concretos, pero no tenían el valor de amistad y hospitalidad como en el caso de las téseras celtíberas. Tuvieron una importante función en el ámbito militar, llevando órdenes o contraseñas. Incluso había un oficial encargado de las téseras llamado el tesserarius,[2]​ quien tenía funciones muy importantes en la estrategia de manipular, por ejemplo, en confundir al enemigo. En principio, fueron monedas quebradas y cada uno de los miembros del pacto se quedaba con un parte. Más tarde, incluso la plebe romana también podía usar tesserae, por ejemplo, para tener acceso al reparto de trigo y acceso a teatros y juegos circenses.

Informe de dos téseras de Contrebia Carbica.

Téseras en la Antigua Hispania[editar]

Los pactos de hospitalidad (hospitium) eran una costumbre muy común entre los pueblos de la Celtiberia. Eran sagrados e inviolables. Anteriormente eran sólo verbales (con testigos y con un rito de tipo druídico con los dioses como garantes),[cita requerida] pero con la elaboración de una tésera el pacto quedaba sellado, además, con un documento similar a lo que hoy son los contratos firmados ante un notario. La relación se convertía en un compromiso legal, entre un individuo y una ciudad o entre comunidades; y con ello quedaba firme el valor vinculante de la tésera, que incluso podía transmitirse a través de generaciones. El comienzo de la conquista romana de Hispania las generalizó, de ordinario en soporte de bronce y escritas en alfabeto ibérico. Este legado escrito, junto con los bronces de Botorrita (una serie de planchas de bronce del siglo I a. C. encontradas en Contrebia Belaisca, Cabezo de las Minas, cerca de la actual Botorrita, en las proximidades de Zaragoza), es una de las principales fuentes documentales para el estudio de la forma de vida, costumbres, nombres de ciudades y ritos de esas épocas.

Las formas son muy variadas: manos entrelazadas, geométricas[3]​ y, sobre todo, zoomorfas: caballo, jabalí, pez, cerdo, paloma, toro, etcétera.[4]​ También las hubo formadas por dos partes semejantes y complementarias, de tal modo que cada una de las piezas de la tésera encajaba en la otra y así, en algunos casos, se llegaba a completar la inscripción del pacto.

Algunas de las téseras más conocidas son:

Galería[editar]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Ciceron. De or., III. 58
  2. Polibio. VI, 34.7; Vegecio, II, 79
  3. [1]
  4. Ver imágenes con diferentes tipos de téseras
  5. Ver
  6. Ver
  7. «Revistas UCM: La tésera de Monte Cildá.». Archivado desde el original el 29 de marzo de 2010. Consultado el 20 de junio de 2009. 
  8. Ver

Bibliografía[editar]

  • Fernández-Guerra y Orbe, Aureliano (1816-1894):Una nueva tésera de hospitalidad en las ruinas de Clunia. Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 12 (mayo 1888), pp. 363-380. Ver en Biblioteca Virtual Cervantes.
  • Peralta Labrador, E.: La tésera cántabra de Monte Cildá (Olleros de Pisuerga, Palencia). Complutum, ISSN 1131-6993, Nº 4, 1993 , pags. 223-226 Leer en línea en Dialnet.
  • Pérez Vilatela, L.: Aspectos de la tésera latina de Fuentes Claras Alazet: Revista de filología, ISSN 0214-7602, Nº 5, 1993 , pags. 127-150 Leer en línea en Dialnet.
  • Rubio Orecilla F.J.: La tésera celtibérica de Sasamón (K14.1). Emerita: Revista de lingüística y filología clásica, ISSN 0013-6662, Vol. 72, Nº 1, 2004 , pags. 121-154 Leer en línea en Dialnet.
  • Romero Carnicero, F., & Elorza Guinea, J. C. (1990). Nueva tésera celtibérica de la provincia de Burgos. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, (56), 189-204. [2].
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