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Carmen Cuesta del Muro (Palencia, 3 de agosto de 1890-Madrid, 28 de julio de 1968) fue una abogada española. Exponente del catolicismo social, su actividad política refleja el reformismo confesional español de la época.[1]​. Desempeñó el puesto de Secretaria de la Asamblea Nacional de la Dictadura de Primo de Rivera (1927-1929).

Biografía[editar]

El padrón municipal de Madrid de 1930 indica como fecha de nacimiento del 8 de abril de 1890 pero en otras fuentes consta el mes de agosto. Hija de un médico de Salamanca que se trasladó a Madrid antes de comenzar la década de 1920. Fue la segunda de seis hermanos, cuatro de los cuales fueron universitarios. Se licenció en Derecho, en 1924, doctorándose poco después.Después de licenciarse su carrera política y académica fue muy rápida. Cooperó en la Institución Teresiana formando parte de su Consejo Superior. Fue directora del Instituto Católico de Segunda Enseñanza y profesora de Derecho Positivo en la Escuela Social de Acción Católica de la Mujer. Posteriormente, impartió clases en la Escuela Superior de Magisterio de Teruel.

En 1926 participó en el IV Congreso de Juventudes de Santiago de Chile, como representante de la Institución Teresiana.

En 1930, Carmen Cuesta todavía residía en Madrid y no consta que tuviese cargo alguno en ninguna de las asociaciones conservadoras o católicas del período republicano. Concentró sus actividades en la Institución Teresiana de Madrid.

A finales de 1933, se marchó a Sudamérica extendiendo la Institución Teresiano por Chile, Perú, Argentina, Uruguay, Bolivia y México.

Vida política[editar]

Su labor más visible fue la que realizó desde una de las secretarías de la Asamblea Nacional creada por José Antonio Primo de Rivera en 1927 para redactar una nueva carta legal. La asamblea incorporaba a 13 mujeres. Carmen Cuesta fue designada, como 10 de sus compañeras, en representación de las llamadas "Actividades de la Vida Nacional". Sólo dos de ellas, vinculadas a la corte, la condesa viuda de Aguilar de Inestrillas y la duquesa viuda de Parcent, actuaron en representación del Estado.

Sus compañeras asambleístas tenían un perfil profesional muy similar. Formaba parte del grupo, 7 en total, que trabajaba en el ámbito de la educación María Natividad Domínguez Atalaya, María de Maeztu, Josefina Olóriz, María de Echarri, Blanca de los Ríos y Micaela Díaz Rabaneda. Coincidía con todas en sus posiciones católicas y conservadoras, en su fidelidad a la monarquía y a la Dictadura de Primo de Rivera aunque carecía de experiencia en la política municipal.

Como integrante de la sección de Educación e Instrucción de la Asamblea participó en las sesiones que se celebraron entre septiembre de 1927 y julio de 1929. En diciembre de 1928, participó en el debate del presupuesto del Ministerio de Instrucción Pública. Solicitó la creación de institutos femeninos de enseñanza secundaria y una Facultad femenina de Medicina. Reclamó aumentos de sueldo para los maestros y maestras de las escuelas públicas de primaria. Contribuyó con numerosas aportaciones a los debates sobre la reforma del Cóódigo Civil ddos en la reforma.

"En el Código Civil se hace de la mujer objeto de un desprecio y de una desconsideración verdaderamente extraordinaria. [...]el Código Civil, que es el que reconoce la personalidad y define el concepto de persona como sujeto capaz de derechos y deberes y que, por tanto, exige como condición dispensable la inteligencia y la libertad, y el Derecho Civil, tal como está actualmente redactado, no concede a la mujer esas cualidades".[2]

No obstante, sólo reivindicaba en reconocimiento de tales derechos para las mujeres solteras y vidas "Que quede bien sentado que en la familia reconozco la autoridad del marido, y que la tiene, no porque se la reconozca yo, sino porque se la otorgó Jesucristo".[2]

Terminada la dictadura de Primo de Rivera, el nombre de la mayor parte de estas mujeres desapareció de la vida política. Habían sido las primeras en formar parte de una cámara española pero fueron eclipsadas por el discurso político antimonárquico y antiprimorriverista que se impuso en la vida política española a partir de 1930 y por la limitaciones de género. En 1937, La Unión Mercantil había señalado que se trataba de un feminismo suave, tímido y de tanteo, incapaz de unir la estridencia a sus afanes reivindicativos" (cit. González Castillejo, 1994 s.p.). La presencia de estas mujeres abrió brecha precisamente en los círculos conservadores suavizando su tradicional oposición a la presencia de las mujeres y favoreciendo el tránsito a transformaciones futuras.

Obras[editar]

En 1918 publicó La Vida y el Obrero una recopilación de conferencias pronunciadas en 1914 en el Centro Obrero de Damas Catequistas de Teruel.

Entre 1932 y 1933 publicó una serie de artículos en el Boletín de la Institución bajo el título "Las mujeres y el derecho". En ellos, se abordaba la necesidad de introducir reformas en materias relativas a la patria potestad de las madres y a las capitulaciones matrimoniales. Propugnaba que las reformas dieran prioridad a la igualdad entre hombres y mujeres mediante posiciones jurídicas solidarias y no subsidiarias.

Referencias[editar]

  1. Miron, Lola, ed. (2000). Mujeres en la historia de España: enciclopedia biográfica. Enciclopedias Planeta. Serie mayor (1ª ed edición). Planeta. ISBN 840803541X. Consultado el 16 de mayo de 2018. 
  2. a b «Diario de Sesiones de la Legislatura 1927-1929». 23 de mayo de 1928. p. 873. 

Bibliografía[editar]

Martínez Pérez, C. (1993): "Carmen Cuesta del Muro. Una revolución en el pensamiento feminista durante la II República española", en "La mujer; nueva realidad, respuestas nuevas. Simposio en el centenario del nacimiento de Josefa Segovia", Sevilla, Fundación Castroverde.

Enlaces externos[editar]