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Sotera de la Mier (Portugalete, 22 de abril de 1821 – Portugalete, 8 de diciembre de 1900) fue una empresaria y benefactora española.
Biografía[editar]
Pertenecía a una familia vizcaína pionera de la revolución industrial del siglo XIX, siendo su padre José Antonio de la Mier que fue uno de los fundadores, en Guriezo, de la sociedad Ibarra, Mier y Cía, el primer alto horno del norte de España.[1][2] No se dedicó solo a la fundición sino que controló también la materia prima apareciendo como dueño de varias minas como Sotera (probablemente el origen del nombre de su hija), Orconera o la Primavera.
Su hija Sotera se casó con otro acaudalado industrial, el sestaotarra José de Gorostiza. Gorostiza se dedicaba también al negocio de las minas que poseía en el concejo del valle de Somorrostro y en terrenos de Portugalete que hoy en día pertenecen a otras localidades.
Sotera de La Mier se quedó en 1876 viuda y sin descendencia.[2] Siendo la mayor rentista de fincas urbanas de Portugalete, una de las mayores propietarias de Bilbao, con acciones en diversas empresas del grupo Ibarra, socia-fundadora de Altos Hornos de Bilbao y accionista del Banco de Bilbao, se dedicó a partir de entonces a invertir en labores de beneficencia.
Consciente de la problemática que surgía con las hijas o huérfanas de los trabajadores de las minas y de la industria, levantó un edificio en el “monte Abacholo” para dedicar a Colegio de Educandas (hoy en día, Colegio del Carmen de Portugalete), que regentarían las Hermanas Carmelitas.[2] Empezó a funcionar en 1885 siendo destruido por un incendio siete años después. Lo volvió a reedificar, encargando el proyecto al arquitecto Julio Saracibar, incluyendo una capilla donde colocar el mausoleo de su esposo. En esta ocasión la dirección del centro recayó en las Hermanas de la Caridad de Santa Ana que siguen gobernándolo hasta la actualidad[2].
Tras la III Guerra Carlista contribuyó a la reconstrucción de la torre de la basílica de Santa María en Portugalete. En 1894 costeó el proyecto y obras de los coros, en 1895 reparó la capilla de su propiedad dotándola de una artística verja sobre la que se lee su nombre y el de su marido y, junto a Félix de Chavarri, financió el actual órgano Cavaillé-Coll.[2] Legó así mismo diversas cantidades de dinero para paliar epidemias como las 5000 pesetas que donó para atender los gastos producidos por el cólera que asoló Portugalete en 1893.
Si en Sestao había fundado la residencia de ancianos de Rebonza y Mello,[2] en memoria de su esposo, en la villa de Portugalete encabezó la lista de benefactores del Hospital Asilo de San Juan Bautista, que no llegaría a ver inaugurado.
Su esquela pareció en portada de los periódicos vizcaínos de la época durante varios días y formaron parte de su cortejo fúnebre público, el 10 de diciembre, los representantes más importantes de la burguesía vasca del momento. Entre otros destacan Dionisio de Unzurrunzaga, director del Banco de Bilbao; el vicepresidente de la Diputación Foral de Bizkaia, Fernando de Carranza (portugalujo y político ilustre del momento); varios miembros de la familia Chávarri, otra gran saga ilustre de la burguesía vizcaína y portugaluja, destacando Benigno de Chávarri, diputado a Cortes, y Félix de Chávarri, albacea de su testamento.
Referencias[editar]
- ↑ Martínez, 1999, p. 277.
- ↑ a b c d e f Pagoeta, Juan de. «Sotera de la Mier». En Ayuntamiento de Portugalete, ed. Portugalete y su gente. p. 96. Consultado el 10 de mayo de 2019.
Bibliografía[editar]
- Martínez, Inmaculada; Iturbe, Mercedes; Suárez, Begoña (1999). Portugalete en la Revolución Industrial, 1850-1936: biografías. Eusko Ikaskuntza. ISBN 84-8419-980-0. Consultado el 10 de mayo de 2019.