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Usuario:Adolfobrigido/Taller2

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Cuestión sobre el ayuno de los discípulos de Jesús[editar]

La cuestión sobre el ayuno de los discípulos de Jesús surgió cuando los escribas y fariseos preguntan a Jesús porqué sus discípulos no ayunan miemtras que ellos lo hacen con frecuencia. Este pasaje está inmediatamente después del de la llamada de Mateo e inmediatamente antes de la parábola del vino nuevo en odres viejos y aparece en los Santos evangelios en Mateo 9; 14-15, Marcos 2,18-22 y Lucas 5; 33-39 formando una cierta unidad entre las diversas enseñanzas de Jesús según le van preguntando los discípulos de san Juan Bautista.

Textos bíblicos[editar]

Entonces se le acercaron los discípulos de Juan para decirle: —¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia y, en cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les respondió: —¿Acaso pueden estar de duelo los amigos del esposo mientras el esposo está con ellos? Ya vendrá el día en que les será arrebatado el esposo; entonces, ya ayunarán.[1]
Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno; y vinieron a decirle: —¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan y, en cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les respondió: —¿Acaso pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Durante el tiempo en que tienen al esposo con ellos no pueden ayunar. Ya vendrán días en que les será arrebatado el esposo; entonces, en aquel día, ya ayunarán.[2]
Pero ellos le dijeron: —¿Por qué los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones, y lo mismo los de los fariseos; y en cambio, los tuyos comen y beben? Jesús les respondió: —¿Acaso pueden ayunar los invitados a la boda, mientras el esposo está con ellos? Ya vendrán los días en que les será arrebatado el esposo; entonces, en aquellos días, ayunarán.[3]

Interpretaciónde la Iglesia católica[editar]

Jesús da a conoces una forma nueva de relación con Dios. Su mensaje es tan nuevo y pujante que no puede amoldarse a las viejas formas. Jesucristo no suprimió el ayuno, sino que apuntó a la sencilles de corazón frente a la muy complicada casuística de entonces que deformaba la sencillez de la verdadera piedad. Jesús dice claramente que sus discípulos «ya ayunarán» cuando corresponda. En ese momento será la Iglesia la que dirá en cada momento, apoyándose en los poderes que Dios le dio, la manera y forma de ayunar, según el espíritu del Señor. San Agustín comenta:

Ésta es la causa de que ayunemos antes de la solemnidad de la Pasión del Señor y de que abandonemos el ayuno durante los cincuenta días siguientes. Todo el que ayuna como es debido, o bien busca humillar su alma, desde una fe no fingida, con el gemido de la oración y la mortificación corporal, o bien deja de lado el placer carnal hasta pasar hambre y sed, porque movido por alguna carencia espiritual su mirada está puesta en el goce de la verdad y la sabiduría. De ambas clases de ayuno habló el Señor cuando le preguntaron por qué sus discípulos no ayunaban. (…) Así pues, una vez que se nos ha quitado el esposo, nosotros, sus hijos, tenemos que llorar. (…) Nuestro llanto es justo si ardemos en deseos de verle».[4][5]

Al poner de manifiesto con acusaciones a los discípulos de rebajar el nivel de exigencia en las prácticas de la penitencia, acusan a la vez a su Maestro. La respuesta del Señor, bajo la imagen del esposo, insinúa que Él es más que un maestro: es el Mesías, pues una de las figuras con las que el Antiguo Testamento caracterizaba al Mesías era precisamente la del esposo [6][7]​ Con esa imagen Jesús resalta sobre todo la alegría que supone su venida. No significa que las prácticas penitenciales hayan de cesar, sino que ante la presencia del Mesías quedan en un segundo plano. Como ya anunciaba Tertuliano «Lo que había permanecido de antes debía ser cambiado, como la circuncisión, o completado, como el resto de la Ley, o cumplido, como la profecía, o perfeccionado, como la misma fe. Con la venida del Evangelio, la nueva gracia de Dios renovó todo lo carnal en espiritual, limpiando completamente todo lo antiguo» [8][9]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 2154). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  2. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 2209). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  3. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (pp. 2264-2265). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  4. San Agustín Sermones 210,4
  5. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 7181). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  6. Oseas 2,18-22;
  7. Isaías 54,5ss
  8. Tertuliano, De oratione 1,1.
  9. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 7308). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.

Bibliografía[editar]

  • Casciaro, Aranda, Ausín, García-Moreno, Belda, José María, et all (1990). Comentarios a la Sagrada Biblia (cuarta edición). Navarra: Eunsa. p. 397. ISBN 84-313-0434-0. 

Enlaces externos[editar]