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18 El Códice Xolotl es uno de los manuscritos pictográficos Mexicanos conservado por la Biblioteca Nacional de París.[1]

Este abarca casi cuatro siglos de la historia de la ciudad de Texcoco y de las ciudades contiguas como Huexotla, Cohuatepec, Cohuatlichan y Tenochtitlan. Los relatos que contiene este documento empiezan en 1068 y terminan en 1429. Los personajes principales de esta historia son los soberanos que se sucedieron en la cidudad de Texcoco conocidos como: Xolotl, Nopaltzin, Tlotzin, Quinatzin, Techotlalatzin, Ixtlilxochitl y Nezahualcoyotl.

Descripción del Códice[editar]

63 Antes de entrar plenamente en el desglose del Códice y al análisis de uno de sus componentes, que son los glifos, es conveniente hacer una presentación material del conjunto.

64 Precisamente, el Códice Xolotl está constituido por diez láminas y tres fragmentos. Todas estas partes están hechas de papel que sirve de soporte para los esquemas y de colores a los que se le añadieron comentarios, sellos y etiquetas.

El papel[editar]

6 Los análisis que se efectuaron recientemente en veintidós códices Mexicanos de la Biblioteca Nacional, como en el Xolotl, confirman que el soporte está hecho de un papel fabricado a partir de fibras de Moráceas, familia de las moreras y de las higueras. “Todas las muestras de las fibras sacadas de los papeles de corteza, cualquiera que sea el aspecto del soporte fino o grueso, claro o coloreado, suave o áspero, presentaron tener características de las Moráceas... Como las fibras tienen un aspecto morfológico similar, no pudimos determinar de qué tipo de especie de Moráceas se trataba”.[2]​ En cualquiera de los casos se trata de un papel de corteza molido 8 comúnmente llamado papel de amatl. Este presenta una superficie un poco áspera y las fibras son bastante visibles. No parece ser que la superficie del papel de color café claro haya sido barnizada.

8 Quizás pudiéramos decir que el papel del Códice Xolotl se fabricó a partir de fibras de un amacuahuitl: “árbol del papel”, si suponemos que ese término designa una familia de árboles, que a groso modo correspondería al Ficus y tal vez a las Moráceas. J. de Durand Forest en su estudio del Códice Borbonicus acerca del papel pone a disposición una síntesis de informaciones históricas sobre este tema.


Las Dimensiones[editar]

87 El conjunto de láminas tiene dimensiones muy parecidas. Las dimensiones máximas de anchura son de 49 y 47.5 cm y de altura de 41 y 41.7 cm. Sólo los fragmentos tienen una anchura que es inferior a la norma.[3]​ Mientras que cada lámina representa una unidad gráfica, las dos últimas forman un conjunto que tienen una parte suplementaria que está separada por dos líneas pequeñas, en la parte de la derecha. Este conjunto mide 96 cm de ancho por 48 de alto.

Presentación. 89 Las láminas del Códice se presentan de dos maneras; algunas son independientes y tienen una sola parte que está cubierta de dibujos mientras que otras las emplearon al derecho y al revés constituyendo páginas que están ensambladas con una costura hecha en su lado más corto. Como lo ha advertido C. Dibble cada página encuadernada está formada por la unión de dos láminas.[4]​ El Códice está encuadernado desde la cuarta hasta la décima lámina, las tres primeras láminas y los fragmentos son independientes. Pero no siempre ha sido así ya que hubo una época en la que los fragmentos se encontraban entre pegados al recto de la primera lámina. Este hecho es visible gracias a los rastros de pintura que subsisten en la parte posterior de esta lámina y que se corresponden con los fragmentos 11.

 11 El fragmento X.011 había sido pegado en la parte izquierda de la primera lámina (X.010) mientras que X.012 se encontraba en la parte de la derecha. El emplazamiento de X.013 no se pudo determinar.

Estado[editar]

91 El Códice en su conjunto se encuentra en buen estado. Las partes que más sufrieron fueron los contornos de las láminas así como una banda central vertical, probablemente debido a que se conservó doblado en alguna época. Unas partes fueron dañadas muy recientemente y esto se puede demostrar al comparar la parte superior derecha de la quinta lámina con las fotos que se publicaron en el Atlas de Boban.[5]

Conservación. 93 Las tres primeras láminas así como los fragmentos están actualmente conservados bajo rhodoïd mientras que los otros, los que están encuadernados, se encuentran en una carpeta. La parte posterior de la segunda y de la tercera lámina no son visibles ya que fueron pegadas sobre dos hojas, una gris y otra blanca.[6]​ El conjunto forma parte de los documentos de la Reserva de Manuscritos Orientales de la Biblioteca Nacional de París, bajo el código 1-10.

94 Estas láminas sirven de soporte a grafismos, colores, anotaciones, firmas, sellos y etiquetas.

Grafismos[editar]

96 Todas las líneas están trazadas con una tinta, de la que no conocemos su composición, de un negro muy denso, cuya apariencia se asemeja a la tinta china. Estas líneas se elaboraron para trazar marcos, personajes, glifos o incluso lazos.

97 Alrededor de las láminas, cuyos extremos no están muy dañados, se distinguen líneas finas rectas que forman un cuadro al interior en donde se asientan los dibujos, algunos de estos pueden estar adosados. Aunque normalmente este cuadro es más fino en la segunda lámina, forma un verdadero marco porque la línea está duplicada al exterior por otra linea de 3 mm de grueso.[7]

98 Al interior de este límite, en todas las láminas se dibujaron personajes, glifos y lazos. Los personajes y los glifos están colocados en la superficie de cada lámina de manera que forman grupos de los cuales algunos están unidos entre ellos por medio de lazos gráficos o plásticos determinando de este modo toda una red de relaciones y creando de tal forma relatos.[8]

Colores. 100 Las formas que crean los personajes y los glifos funcionan como receptáculo de color, sin embargo, no están presentes en todas las láminas. Sólo las dos primeras laminas así como los fragmentos son totalmente de colores, básicamente con diez colores (infra). La tercera, cuarta, novena y décima lámina están coloreadas muy parcialmente mientras que de la quinta a la octava no hay ni una huella de color. Como no se realizó un análisis profundo, no se conoce la naturaleza de los colorantes.

Anotaciones. 102 Los grafismos y los colores son los dos elementos del documento original. Al lado de algunos de los glifos se añadieron anotaciones, de una o aparentemente varias manos desconocidas, tal vez en el siglo XVI. Estas anotaciones en náhuatl son por lo general muy breves, sin embargo, en las dos primeras láminas aparece algo más de texto. Detrás de la última lámina es el único lugar donde hay una frase que no se asocia con ningún dibujo.[9]

Firmas. 104 Por otra parte tiene firmas de los diferentes coleccionadores que en algún momento dado tuvieron este Códice en su poseción: detrás del segundo fragmento se encuentra la firma de J.M.A. Aubin hecha en México en 1832 que fue tachada y remplazada por la de E. Eug. Goupil, París, 1889. Atrás de la segunda lámina, aquella de J.F. Waldeck y de E. Eug. Goupil. Se pueden observar las mismas firmas en la parte trasera de la tercera lámina. En la parte posterior de la última lámina E. Goupil escribió “Appartenant à E. Eug. Goupil, París 1889” (Perteneciente a E. Eug. Goupil, París 1889) y puso su firma.

105 Además de estas firmas se encuentran algunos datos manuscritos que hacen referencia a la integración del Códice en una vasta colección o, constituye un remitente a otros documentos. Se encuentra indicado detrás del primer fragmento: “1er Volumen f. 95”, “1er Volumen f. 98 a 111” a espaldas de la segunda lámina, “1er Volumen f. 114 a 124” a espaldas de la tercera y en la parte de enfrente de la última “1er Volumen f. 198 a 204”.

Peregrinaciones del Códice[editar]

110 Dos grandes periodos pueden distinguirse en los desplazamientos del Códice: aquel que empieza desde el momento de su creación hasta que llega a manos de Alva Ixtlilxochitl, luego el periodo que separa a este primer poseedor conocido de la Biblioteca Nacional. El primer periodo está lleno de incertidumbres, el segundo incluye ya un poco menos.

111 El Códice fue redactado en un momento y en un lugar dado antes de pasar de mano en mano.

Origen[editar]

113 Hablar del origen del Códice conlleva a evocar la fecha y el lugar de su redacción: si es difícil pronunciarse sobre este tema por lo menos es posible fijar límites lógicos. El Códice no puede ser anterior a la última fecha mencionada por el documento, es decir, 1429, y no puede ser posterior al momento cuando Alva Ixtlilxochitl comenzó a redactar sus diversos escritos, es decir, según el estudio de O'Gorman, 1608.[10]​ Ciento ochenta años separan estas dos fechas, además, aproximadamente a la mitad de este periodo se sitúa la conquista española. ¿Se le podría asignar una fecha precisa a la escritura del Códice dentro de este lapso de tiempo?

114 Según el primer poseedor conocido del Códice, este fue redactado durante la época que correspondería con el final de los relatos. Alva Ixtlilxochitl atribuye en efecto su paternidad a dos personajes que figuran en la última lámina del Códice,[11]​ por otro lado, cuando este autor se refiere a este documento emplea muy seguido la expresión “original y antigua historia”.[12]​ El hecho que los autores se encuentren entremezclados a eventos datados en 1429 no significa necesariamente que ellos hayan redactado el Códice durante esta misma época. Muy bien podían haber sido jóvenes cuando actuaban en la historia y haberlo escrito únicamente durante su vejez. Si se toman en cuenta las indicaciones de Alva Ixtlilxochitl esto nos da un periodo aproximado que va de 1429 a alrededor de 1480.

115 Para C. Dibble “Es lógico pensar que el Códice fue pintado a mediados del siglo dieciséis; puesto que conserva un estilo muy semejante al Mapa Quinatzin y al Mapa Tlotzin. A excepción de las características europeas ya mencionadas, el Códice conserva admirablemente el estilo del arte indígena de la región de Texcoco”.[13]​ Este autor considera una hipótesis complementaria, después de W. Lehmann: el Códice Xolotl podría ser una copia de un documento más antiguo que debía haber sido redactado, como lo indica Alva Ixtlilxochitl, durante la época de Nezahualcoyotl.[14]​ El único argumento hecho por C. Dibble para darle al Códice una fecha posterior a la conquista es de tipo estilístico: “Se nota la influencia europea en la manera de representar el sol y la bandera, y se ve también cómo las estrellas y los árboles muestran esa misma influencia”.[15]​ Nada en el análisis de los cuatro elementos mencionados (tonatiuh: “sol”, pantli: “bandera”, citlalin: “estrella” y cuahuitl(01): “árbol” (infra) nos parece que justifique tal afirmación. Por otro lado para que tal argumento sea aceptado habría que explicar la razón por la cual solo el 1% de los elementos había conocido una influencia externa a la tradición autóctona e indicar de qué tipo de protección tan misteriosa beneficiaron los otros.

116 A partir del momento en que no compartimos la idea de C. Dibble, y que pensamos que nada en el documento nos puede ayudar a establecer su fecha de elaboración, solo nos quedan tres soluciones:

117 - renunciar a datar el Códice. Es un poco lo que hace D. Robertson cuando después de haber estudiado desde un punto de vista estilístico no solamente el Códice Xolotl sino también otros dos documentos pictográficos de “la escuela de Texcoco”, el Mapa Quinatzin y el Mapa Tlotzin. Para él la fecha del Xolotl es desconocida, únicamente piensa que su elaboración es anterior a la de los dos Mapas, que ubica entre 1542-1546.[16]

118 - adoptar el punto de vista de Alva Ixtlilxochitl y decir que fue escrito hacia la mitad del siglo XV.

119 - dividir el problema adoptando la hipótesis de W. Lehmann. Es decir, considerar el Códice como una copia de un original desconocido. La falta de homogeneidad del Códice, en relación con los colores, algunas láminas tienen colores, otras un poco o casi nada, y el hecho de que algunas páginas estén encuadernadas, son los únicos argumentos que pueden hacernos creer que en este caso se trataría de una copia inacabada de un original. Pero el problema se complica aún más ya que entonces tendríamos que suponer que un “original” siempre tiene que ser homogéneo y contar con todos los colores además que los códices nunca eran encuadernados. Probar estas dos afirmaciones no nos parece algo posible. Por otro lado, tenerlo por una copia no nos indica nada ya que durante la fecha de su realización como lo indica J. Galarza “originales y copias existían antes como después de [la conquista].”[17]

120 Frente a la imposibilidad de resolver la doble interrogante de la fecha de realización y de la naturaleza del Códice consideramos, tomando en cuenta el punto de vista de Alva Ixtlilxochitl, que el códice data más o menos directamente, según se trate de un original o de una copia del siglo XV o del siglo XVI, del siglo XV como lo dijo su primer dueño conocido.

121 A decir verdad, la pregunta sobre la datación, con respecto al objetivo fijado en este trabajo, tiene poca importancia. Supongamos que el documento utilizado por Alva Ixtlilxochitl, y hoy día por nosotros, fue concebido a principios del siglo XVII. La única interrogante que surge es la de saber si el ejemplar que se conoce, es fiel, es decir si se trata de una concepción plenamente tradicional. Nada en el análisis de los glifos nos permite pensar lo contrario y además Alva Ixtlilxochitl no disimula la confianza que le inspira este documento.

122 En lo que concierne al lugar de redacción del códice todo nos hace pensar que se trata de Texcoco y que su primer lugar de conservación eran los archivos Reales de esta ciudad. Tres razones nos incitan a creer en esto:

123 - la primera es que el tema evocado se centra alrededor de Texcoco y de la descendencia de sus soberanos.

124 - la segunda razón es que el primer dueño privado conocido del documento, Alva Ixtlilxochitl, era descendiente de Nezahualcoyotl. Su tatarabuelo, Fernando Cortés Ixtlilxochitl, él mismo era hijo de Nezahualpilli, y nieto de Nezahualcoyotl.[18]

125 - y por fin porque Alva Ixtlilxochitl, sin designar sin embargo expresamente este documento, indica que: “en la ciudad de Tetzcuco estaban los archivos reales.... y de lo que escapó de los incendios y calamidades referidas, que guardaron mis mayores, vino a mis manos, de donde he sacado y traducido la historia que prometo..”.[19]

126 H.B Nicholson ha formulado una hipótesis según la cual el códice hubiera sido creado en, o por un tlacuilo de, Cohuatlichan, según una citación de Torquemada[20]​ quien evoca dos documentos pictográficos, uno de Cohuatlichan y otro de Texcoco. Se desechó esta posibilidad porque Alva Ixtlilxochitl, quien cita sus fuentes, nunca mencionó ni documentos escritos ni mucho menos contactos que hubiera podido tener con personajes de esta ciudad.[21]

Del siglo XVII al siglo XX[editar]

128 El Códice Xolotl hizo su primera aparición indirecta en los escritos de Ixtlilxochitl. Ciertamente no habla del Códice utilizando esta denominación moderna pero empleando varias expresiones que nos dan a pensar plenamente que hacen referencia a este documento pictográfico. Suponemos que Alva Ixtlilxochitl mantuvo en su posesión el códice hasta su muerte en 1650. Fue su hijo Juan de Alva Cortés quien lo heredó y quien a su muerte él mismo lo legó a Don Carlos de Sigüenza y Góngora. Ciertamente no se duda de esta transmisión si se toma en cuenta lo que dice un autor del siglo XVIII, Eguiara y Eguren: “Carolus (de Siguenza) logró costándole mucho y con bastantes esfuerzos reunir varios volúmenes de diferentes documentos de este tipo. El más valioso de todos aquellos que provenían de una donación poco conocida y hecha por D. Joannis de Alva (Ixtlilxochitl) indio de buena educación descendiente de la familia real de Tezcuco que había heredado de sus ancestros y que conociendo su valor lo había guardado preciadamente. Dada las estrechas relaciones que lo unían a nuestro (Sigüenza), quiso que éste último se convirtiera en su ejecutor testamentario y al mismo tiempo lo hizo heredero de sus célebres pliegos y de sus libros de predilección”.[22]​ Sigüenza muere en 1700 y como lo indica J. de Durand-Forest “Legó toda su Biblioteca y su colección de manuscritos a la Biblioteca del Colegio Jesuita San Pablo y San Pedro de México”.[23]​ De ahí, el códice pasó a manos del “chevalier Lorenzo Boturini Benaduci..”. Quien, como lo dijo J. Soustelle “llegó a México en 1736... dotado de una intensa curiosidad y de un dinamismo sin igual, Boturini se enamoró de México y de su pasado; en siete años, logró reunir una colección magnífica de documentos auténticos..”.[24]​ No sabemos con precisión cómo el códice pasa de su dueño precedente a Boturini, pero en la descripción que este último nos da, no cabe duda de que realmente formaba parte de su colección.[25]​ Después de los sinsabores por los que pasó Boturini, ya que en 1743 fue arrestado y sus bienes fueron confiscados, el Códice pasa de una institución a otra y entretanto iba diminuyendo un poco de extensión[26]​.

129 Cuando se hicieron seis inventarios sucesivos de la colección -en 1743, en 1746, en 1791, en 1804, en 1823 y en 1917-1918 35 - el Códice Xolotl fue mencionado únicamente en los dos primeros, luego se perdió su huella. Sin embargo, aparece de nuevo indirectamente entre 1771 y 1788, época en la que, según J. B. Glass, León y Gama se elaboró una copia. En la parte posterior de la primera lámina de esta copia, se indica que el Códice se encontraba en aquel entonces en la “R(eal) Universidad con el numero 3”. El hecho de que la segunda y la tercera lámina no estén en esta copia, indica que entretanto estas últimas fueron separadas del conjunto. Hubo que esperar el año 1831, fecha en la que, y siempre según J.B. Glass, Jean Frédéric Maximilien de Waldeck las adquirió en México 36, para verlas surgir de nuevo. El resto del Códice no fue localizado en el momento en que Léon y Gama hizo una copia sino hasta que “Joseph Marie Alexis Aubin, director de la Sección de Ciencias de la “Ecole Normale Supérieure” de París... encargada en 1830 de una misión científica en México.... emprendió la tarea de reunir los documentos originales, particularmente los de la colección semi dispersados de Boturini” 37. Según E. Boban, A. Aubin habría comprado el Códice Xolotl junto con una serie de documentos pertenecientes a la colección Boturini, “en el convento de San Francisco de México” 38. En 1840 este coleccionador regresó a Francia disimulando los documentos al pasar por la aduana 39, y “en París, M. Aubin supo que M. de Waldeck poseía también varios manuscritos Mexicanos. Fue a verlo y tuvo la suerte de poder comprar los dos pliegues que Faltaban...” 40. Durante esta época fue entonces cuando el Códice se completó de nuevo. El final de este peregrinaje lo cuenta J. de Durand-Forest: “En 1889, como a los dos años de su muerte, Aubin, arruinado, tuvo que vender su colección a Eugène Goupil, quien luego le encargó a Ernest Boban que elaborara el Catálogo. A la muerte de Goupil, su viuda hizo donación de la colección a la Biblioteca Nacional de París, en Junio de 1898”.

Referencias[editar]

  1. El Códice Xolotl forma parte del fondo Mexicano de la Biblioteca Nacional de París. Está conservado en el departamento de manuscritos orientales bajo los números 1-10.
  2. F. Leclerc, 1984, p. 84, 14, 39.
  3. El fragmento X.011 (o 1.A) mide solo 20 cm de ancho por 42 cm de alto, el X.012 (o 1.B) 28 cm de ancho por 41,5 cm y el X.013 (o 1.C) 22 cm de ancho por solo 13 cm de alto.
  4. C. Dibble, 1948, pp. 377-378.
  5. E. Boban, 1891, Atlas pl. 5 y también C. Dibble,1980, v.2, Pl. V.o Los clichés en negro y blanco son idénticos a los de la edición de Boban mientras que los de color son recientes.
  6. La hoja blanca de la lámina X.030 se trata de hecho de un programa de espectáculo que fue recuperada.
  7. Podríamos preguntarnos si esta línea gruesa del exterior del marco ha sido añadida. Por uno lado este marco existe solo en esta lámina, que en algún momento dado se separó del resto del Códice y, por otro lado, la copia de Santiago de Chile no posee esta línea.
  8. J. Galarza, 1972, p. 84.
  9. Esta frase desafortunadamente no está en parte esclarecida y está borrada al principio: ixhua... inachcocol.. Ixtlilxochitzin... yhiniachcocol..Chichimeca Xolotl ihuan Nopaltzin: “...... Ixtlilxochitzin... Los Chichimecas de Xolotl y Nopaltzin”. A la frase la preceden algunas palabras casi completamente borradas de las que solo se distinguen: mic...... y acan......
  10. A. Ixtlilxochitl, E. O'Gorman, p. 229.
  11. A. Ixtlilxochitl, 1977, p. 76: “la Historia general del imperio de los Chichimecas” cuyos autores se decían el uno Cemilhuitzin y el otro Quauhquechol”.
  12. A. Ixtlilxochitl, 1975, p. 371.
  13. C. Dibble, 1951, p. 12.
  14. Ibíd. pp. 11-12.
  15. Ibíd. p. 11.
  16. D. Robertson, 1954.
  17. J. Galarza y R. Maldonado Roja, 1986, p. 52.
  18. O'Gorman en Alva Ixtlilxochitl, 1975, pp. 9-10.
  19. Alva Ixtlilxochitl, 1975, p. 527.
  20. H.B. Nicholson, 1972, pp. 163-64 y Torquemada, 1969, I,126.
  21. Alva Ixtlilxochitl, 1975, pp. 285-86.
  22. Eguiara y Eguren: “Bibliotheca Mexicana, Tomus Primus, Mexiccii, 1755, fol. 471-472, citadela par E. Mengin “Corpus Codicum Americanorum”, Vol III, 1949, p. 16.
  23. J. de Durand-Forest, 1976, p. 9.
  24. J. Soustelle, 1968, p. 40.
  25. Este texto fue citado E. Boban, 1891: “Historia Chichimeca Original: un mapa de exquisito primor en papel indiano, como de marca mayor, donde se vén, con figuras y caracteres, historiados los principios de el Imperio Chichimeco, desde Xolotl, hasta Nezahualcoyotl después que recuperó el Imperio del poder del Tirano Maxtlaton. Tiene 6 fojas y 10 paginas útiles en uno todo pintadas, cuyas dos primeras llevan insertos unos renglones en lengua nahuatl casi borrados de la antigüedad. Tuvo este mapa en Liberia (sic) el mencionado don Fernando Ixtlilxochitl, y le sirvió para escribir la historia del mismo imperio, como consta de testimonio”.
  26. Según R. García Granados, en el Prefacio que consagró en la obra de C. Dibble, en 1951, de la colección de Boturini el Códice Xolotl había pasado entre las manos de Don Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, pero como él mismo lo anota, así como C. Dibble (p. 13), este último no parece haberlo utilizado. Es entonces muy probable que Veytia no sea un eslabón de esta cadena que va de Alva Ixtlilxochitl a la Biblioteca Nacional de París.