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Expropiación ferroviaria en México[editar]

La expropiación ferroviaria en México fue el proceso de nacionalización de la industria e infraestructura ferroviaria decretado por el presidente Lázaro Cárdenas del Rio y llevado a cabo el 23 de junio de 1937, con base en el artículo 27 de la Constitución Política de 1917 y en la defensa de los intereses nacionales enmarcados en el Plan sexenal.

Antecedentes[editar]

El gobierno mexicano siempre deseo la independencia en materia de comunicaciones, en 1903 el ministro de hacienda de Porfirio Díaz, José Yves Limantour, sugirio que México tomase el control completo de los ferrocarriles. Pero, esta acción nunca fue llevada a cabo debido a las dificultades que pasaba el país.

En el periodo revolucionario y post-revolución, la visión sobre el progreso economico y social del país tenía como base la creación de riqueza, puesto que las pérdidas economicas que provocó la revuelta significaron un atraso en el desarrollo del nuevo estado mexicano. La prioridad fue crear un escenario atractivo para atraer inversiones extranjeras para obtener ingresos para proseguir con la industrialización, por ello, los grandes sectores economicos de mayor crecimiento en la economía estaban en manos de capital extranjero.[1]

Bases legales y motivos[editar]

En la constitución de 1917, se expresa el derecho de la nación sobre los recursos en el espacio nacional, siendo tanto la tierra, como el agua y el subsuelo, propiedad absoluta e irrevocable de la nación, contemplando ahí los recursos naturales como los minerales o bienes que en vetas, capas, masas, o yacimientos y cualquier recurso de natural distinto a la superficie del suelo. Además, de definir a la propiedad privada de la tierra como "patrimonio de la nación", la cual depositaba en manos de privados en reserva de sus derechos y obligaciones. Con ello, la nación poseía el derecho de enajenar y de imponerse sobre cualquier riqueza que estuviese en el territorio nacional, si lo consideraba beneficioso para la nación y el interés público.

Nacionalismo económico[editar]

Ya sentado el espiritu nacional en la carta magna, y con algunos años de cierto crecimiento y desarrrollo económico, la crisis mundial del 'crack del 29', (nacida del jueves negro), provocó un ambiente propicio para el nacionalismo económico, debido a que, esta crisis provoco una recesión en la economía estadounidense, y con ello una reducción en las importaciones de ese país; su efecto se recintio en todas las economías participantes del mercado mundial.

La economía mexicana de ese periodo, era sumamente dependiente de las exportaciones hacia el extranjero, además, más del 50% del recaudo fiscal provenia de gravamenes sobre las exportaciones, «La recesión externa hizo disminuir el volumen y el valor de las exportaciones y, en consecuencia, el superávit de la balanza comercial disminuyo de 96.9 millones en 1929 a solo 39.2 millones en 1932.»[2]

Esta crisis obligo a que las economías se cerraran, debido a la recesión interna provocada por la caída en los ingresos, este efecto, provocó que el gobierno volteara a ver al mercado interno, como principal via del crecimiento economico y del bienestar social. Por ello, los lideres del partido dominante, el PNR, decidieron que la nación debía de reducir su dependencia del mercado mundial, reorganizando sus actividades económicas en favor del interés nacional, decisión que quedaría plasmada en el Plan sexenal.[3]

El mismo Cárdenas dejaría clara la nueva postura nacional diciendo: «El espíritu nacionalista de nuestra filosofía política no quiere decir que sea una postura de puerta cerrada o de hostilidad hacia el capital nacional o extranjero... Si dicho capital se esfuerza por el engrandecimiento de nuestro país, utilizando nuestros recursos naturales, obedece las leyes que la revolución ha decretado, respesta a nuestro gobierno, y busca solo la protección en la seguridad que nuestro país ofrece, entonces se le permitirá establecer un hogar aquí y compartir nuestro destino».[4]

Aunque, para 1935, «Cárdenas en su informe al Congreso, se quejo de que el país aún sufriera explotación y de que a pesar de su independencia e ideas sociales avanzadas estuviera perdiendo mucha de su riqueza en manos de los extranjeros, extranjeros que no dejaban nada a la nación».[5]

Base para la expropiación[editar]

En noviembre de 1936, el gobierno dio el primer paso hacia una expropiación de las principales industrias economicas en el país, ya que, con base en el artículo 27, se dio la "Ley de expropiación", que básicamente permitia al gobierno expropiar lo considerado como 'riqueza nacional' en las siguientes situaciones: para la defensa, conservación, desarrollo o uso productivo de los elementos naturales; para la igual distribución de la riqueza si estaba acumulada o monopolizada en ventaja exclusiva de una o varias personas, en detrimento de la población total o de una clase social en particular, y para la creación, promoción y conservación de cualquier empresa para el beneficio de la población en general.[6]

Expropiación[editar]

Entre 1900 y 1935 las vías ferreas mexicanas no aumentaron más de 10,000km[7]​. Posteriormente, la depresión de 1929 redujo los ingresos de la industria, y para enfrentarla, los directores redujeron los salarios de los trabajadores.[8]​ Sumado a esto, los frecuentes descarrilamientos y la agresividad con la que actuaba el sindicato ferrocarrilero, provocando huelgas, hicieron que el 23 de junio de 1937 el presidente Cárdenas decretará la completa nacionalización de los ferrocarriles, con base en que formaban parte esencial para el crecimiento y desarrollo prospero de la nación y que la responsabilidad de su buen funcionamiento recaía en el poder público.

El capitalismo, dijo Cárdenas, había fracasado en dirigir las líneas eficientemente y este fracaso había dañado a la economía nacional así como a la comidad de sus pasajeros. Los accionistas, prometió, serian indeminzados de acuerdo con el valor real de sus acciones.[6]​ Debido a que el gobierno mexicano poseía el 51% de las acciones de la industria ferroviaria, esta acción tuvo poco revuelo internacional, siendo que, ya se había comprometido en pagarle a los accionistas.

Control sindical[editar]

Posterior al decreto, el sindicato de trabajadores ferrocarrileros de la república mexicana, designó un depertamento autónomo para hacerse cargo de la administración de los ferrocarriles. Sin embargo, los primeros años de esta nueva administración fueron desastrosos, ya que, los ingresos disminuyeron y los descarrilamientos aumentaron de manera vertiginosa.[9]

El sindicato ferrocarrilero que tomó el control en 1918 creó mayor confusión que el gobierno y los accionistas privados. Aunque el gobierno de Cárdenas empezó con extraordinaria urgencia la construcción de vías férreas en el Sureste, hubo menos kilómetros de rieles en 1940 que en 1935.[6]

Referencias[editar]

  1. Ficker, S. K. (1995). Empresa extranjera y mercado interno: el Ferrocarril Central Mexicano (1880-1907). El Colegio de Mexico. https://doi.org/10.2307/j.ctv3dnpp9
  2. Enrique Cárdenas, La hacienda pública y la política económica, 1929-1958, México, FCE, 1994, Cap. 1, pp. 23-44.
  3. Partido Nacional Revolucionario: plan sexenal, México, La impresora, 1934, p. 51.
  4. El Universal 1° de julio de 1934.
  5. Diario de Debates de la Cámara de Diputados, 1° de septiembre de 1935.
  6. a b c ALBERT, Michels (1968) “Cárdenas y la lucha por la independencia económica de México”. En Historia mexicana. Vol. XVIII. Núm 1. México. Pp. 56 – 78.
  7. Nacional Financiera: 50 años de la Revolución en cifras, México, Editorial Cultura, 1963, p. 95.
  8. Alfonso Goldschmit: Tierra y libertad, México, EDIAPSA, 1940, pp. 152-153.
  9. Virginia Prewett: Reportage on Mexico, Nueva York, E. P. Dutton and Co., 1941, p. 218. Los periódicos de la época en la Ciudad de México abudan en noticias sobre los descarrilamientos.