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Rama de la filosofía que estudia el desarrollo y las aportaciones de las teorías científicas de la evolución, que comprende una noción ontológica de progreso social y su comparación con el progreso biológico, donde los organismos pueden organizarse desde lo más sencillo a lo más complejo, naciendo así el concepto de evolución orgánica y con ello los efectos de la migración y distribución de las especies en su proceso de transmutación. Se plantea algunas preguntas como ¿qué propósitos cumple la evolución?, ¿Cómo surge y que etapas tiene?, ¿Existe una ley que rija a la evolución?...


Antecedentes de la teoría de la evolución[editar]

La doctrina evolutiva establece que la realidad o parte de ella, como las especies, no son inmutables o inamovibles, Aristóteles y Platón promovieron los principios de diversidad y las múltiples formas de vida en la Tierra, dando con ello las bases para el desarrollo de teorías del origen de las especies de los naturalistas.

En los siglos XVI-XVIII nacieron las doctrinas evolucionistas, sobre todo, referentes al desarrollo del universo y la evolución del sistema solar; así fue como, la astronomía e incluso la geología y la paleontología contribuyeron a la fundamentación de las ideas evolucionistas.

Las doctrinas ontogenéticas anteriores al siglo XIX postulaban que un organismo entero puede desarrollarse de un germen. Al respecto, Leibniz hizo énfasis en que la diferencia entre el germen y el organismo adulto parece descomunal cuando no se observan todas las fases intermedias por las que se atravesó según la ley de continuidad.

Los trabajos de Carl von Linné, Cuvier y Buffon generaron variedad de ideas acerca de la evolución. Linné, en su obra Systema naturae, extendió la clasificación que había realizado para las plantas al reino de los animales, y fue el primero en colocar a los humanos en una clasificación junto a otros primates. Por su parte, Cuvier se basó en datos paleontológicos para crear un sistema de clasificación zoológica en su obra Règne animal distribué d’après son organisation sentando las bases de su clasificación en la morfología. Aunque estos autores no trataron directamente el concepto de la evolución sino exclusivamente sobre taxonomía, fueron las ideas planteadas en estos trabajos las que dieron paso al cuestionamiento de si habían existido cambios en las especies a lo largo del tiempo. Además, las ideas del desarrollo, evolución y progreso generadas por los filósofos de la ilustración en el siglo XVIII favorecieron al surgimiento de la doctrina de la evolución.

Retrato de Spencer.

Finalmente, es preciso señalar el concepto de evolución de Herbert Spencer. Siguiendo las ideas de Lamarck, Spencer define el concepto de evolución como la integración de la materia y la disipación conjunta del movimiento, por medio de la cual la materia puede pasar de un estado incoherente de homogeneidad indeterminada a un estado coherente heterogéneo y determinado. Esta idea era válida para la naturaleza y la sociedad, de esta forma, se podía hablar de evolución cósmica o universal en lugar de solo evolución biológica. Herbert basa entonces su cosmovisión en la idea de que la evolución cósmica lleva al incremento de la complejidad y la heterogeneidad de los sistemas a lo largo del tiempo. Concepto que más tarde aplicó al ámbito social, razón por la cuál es considerado el padre del darwinismo social.

Sin embargo, el evolucionismo orgánico o transformismo fue desarrollado mayormente durante el siglo XIX. La noción de la evolución ha jugado un papel central en la filosofía de muchos autores como Nietzsche, Peirce o Dewey, quienes han entendido el concepto en un sentido más bien orgánico.

Jean-Baptiste Lamarck desarrolla en 1809 una doctrina evolucionista en su obra Philosophie zoologique, la cual influye en numerosos autores, sobre todo en Francia. Lamarck entiende la evolución como un proceso que no está sujeto al azar, por medio del cual se incrementa la complejidad y la perfección de los sistemas. Posteriormente, en 1830 se suscita una controversia entre Cuvier y Saint-Hilaire donde se discute sobre si existía o no un plan orgánico en la formación de las especies. Geoffroy defendió su idea sobre el plan orgánico en su obra más famosa Filosofía anatómica. Defendía la idea del llamado “uniformismo” por medio del cual los procesos naturales que actuaron en el pasado son los mismos que actúan en el presente. Cuvier, por su parte se oponía a estas ideas y defendía el llamado catastrofismo, hipótesis que propone que la Tierra en sus inicios se formó de manera súbita y catastrófica. Tal paradigma tuvo vigencia durante los siglos XVII y XVII. Cuvier consideraba la historia geológica como una marcada por “catástrofes”. Dichos eventos producían la extinción de las especies existentes y su sustitución por otras nuevas se hacía posible mediante la migración de especies procedentes de otras regiones del planeta que consiguieron salvarse de las catástrofes. Esta idea explicaba los vacíos estratigráficos de los registros fósiles que parecía contradecir la posibilidad de una continuidad de las formas orgánicas. Para el desarrollo de este debate, cobraron protagonismo los registros geológicos y paleontológicos por sobre la taxonomía orgánica. En 1830, Charles Lyell publica el primer tomo de su obra Principles of Geology donde defiende y promueve el uniformismo (este libro más tarde influirá importantemente sobre Darwin, cambiando su cosmovisión y siendo una inspiración esencial para El Origen de las Especies). Con esta obra, Lyell derrota los partidarios del catastrofismo y establece que las especies orgánicas no son fijas, sino que probablemente tienen su origen en formas de vida más primitivas.

Después del siglo XVIII, todo el pensamiento quedó marcado por las nociones de la evolución, tanto la filosofía, la sociología, la psicología y evidentemente, las ciencias de la naturaleza. La forma más influyente del concepto de evolución biológica nace en 1859 con la publicación de On the Origin of Species de Charles Darwin. Según Darwin, todos los seres vivientes mantienen una relación evolutiva, por lo que las nuevas especies en el reino de los seres vivos se desarrollan a partir de las especies precedentes. De tal forma, existen dos fuerzas que impulsan la evolución: la selección y la mutación o cambio hereditario. Al luchar por la sobrevivencia se impone una selección de carácter natural. Las especies que mejor logren adaptarse a las condiciones ambientales, son las que presentan una mayor posibilidad de supervivencia, y con una descendencia mejor adaptada. Esto significa, que las propiedades potenciadas por selección se heredan, y de este modo, toda una especie termina por adquirir estas propiedades. En la obra El Origen del Hombre, Darwin defiende la evolución humana desde la evolución animal. De este modo, las mismas ideas de selección aplicadas en los animales, también aplican para el hombre.

Aunque la teoría de Darwin no termina de explicarlo todo, muchos hicieron uso de sus ideas para fortalecer las ideas pre-darwinianas. Tal es el caso de Hebert Spencer y Ernest Haeckel, , quienes abogaron desde el inicio por una evolución mecanística; Nietzsche,Marx, Bergson, Dewey y Mead, quienes interpretaron a la evolución en términos idealistas; o Alfred Whitehead y Lloyd Morgan, quienes propusieron la evolución emergente, resultado de la crítica analítica de estas concepciones.[1]

Filosofía zoológica de Lamarck[editar]

Retrato de Jean-Baptiste Lamarck.

Jean Baptiste fue el primero en plantear la doctrina del transformismo biológico de forma científica. En la obra Philosophie zoologique, Lamarck fundaba la evolución de los organismos, donde hablaba de las diferencias producidas por el uso de los órganos, sin embargo, esto más adelante se le atribuyó a la herencia. Más adelante se supo que los cambios provocados por hábitos no pueden ser hereditarios, no obstante, a Lamarck se le reconoce por haber insistido en la adaptación al medio ambiente.

Según Lamarck, los seres vivos tienen dentro una tendencia a aumentar su complejidad con el paso del tiempo. De que de las formas más simples surgen especies mucho más complejas.

Lamarck pensaba que el linaje al que pertenecemos los seres humanos es el más complejo y antiguo comparado con las otras especies. Según él, las actuales lombrices no están relacionadas con los seres humanos actuales, ya que los humanos actuales descienden de las lombrices de tierra que vivieron hace mucho tiempo.


Cuvier y el catastrofismo[editar]

Retrato de Cuvier

El principio primario de la historia natural de Cuvier establecía que, dado que ningún animal sobreviviría sin las condiciones que hicieron posibles que existiera, todas las partes del animal aseguraban su armonía interna y con el entorno.[2]

Considerando la visión de Cuvier, el carnívoro necesitará dientes y garras, un estómago e intestino adecuados para sobrevivir. Si alguien descubriera por la forma de los dientes que un animal es carnívoro, Cuvier podría deducir la forma de todas sus partes.[3]

En paleontología, el principio de correlación de partes permitió recrear a partir de un hueso a un animal entero deduciendo estructuras de las necesidades, explicando así las propiedades que los animales poseían.[4]




Uniformismo de Saint-Hilaire[editar]

Etienne Geoffroy Saint-Hilaire se preguntó "¿Se puede reducir la organización de los vertebrados a un tipo uniforme?" El creía que siempre los materiales orgánicos en una familia estarán en otras, designando así, la teoría de los análogos. [5]​ En el principio de las conexiones, Geoffroy proporcionó la clave para determinar las homologías.

La obra Philosophie anatomique se fundamentó con demostraciones fisiológicas explicando la metástasis de estructuras, para intercalaciones de huesos distintos en otras especies y desaparición o atrofia de los huesos.[6]​ Geoffroy también ofreció una base fisiológica en el principio de conexiones[7]​:

“Suponiendo que los vasos sanguíneos distribuyen moléculas de sangre para formar cada hueso en secuencia, argumentó que como las ramas vasculares más pequeñas estaban unidas a la rama principal en un orden fijo, los huesos formados por cada rama también retendrían un orden fijo.”[8]

Uniformismo según Charles Lyell[editar]

Charles Lyell se esforzó por explicar la forma de su distribución geográfica, y la afinidad de las formas vivas con los tipos fósiles más cercanos a ellos en los estratos terciarios de la misma parte del mundo, suponiendo que el poder creativo, que originalmente se adaptan ciertos tipos a condiciones acuáticas y otros a condiciones terrestres, tiene, en sucesivas geologías las épocas introdujeron nuevas formas más adecuadas para cada área y clima, a fin de llenar los lugares de los que pueden haberse extinguido.[9]

En ese caso, aunque las nuevas especies diferirían de las antiguas (para estos no ser revivido, habiendo sido probado por el hecho de su extinción, ser incapaz de manteniendo su posición), aun así, se parecerían genéricamente a sus predecesores.

Según Charles Darwin en el origen de las especies: “La unidad de tipo que recorre todo el mundo orgánico, y por qué a veces hay un acuerdo fundamental en la estructura en la misma clase de seres que es bastante independiente de sus hábitos de vida, para dicha estructura, derivada de la herencia de un progenitor remoto, ha sido modificado, a lo largo de los siglos, de diferentes maneras, de acuerdo con las condiciones de existencia. También explicaría por qué todos los seres vivos y extintos están unidos, por complejas líneas de afinidad radiantes y tortuosas entre sí, en un gran sistema”[10]​.

Gracias a Charles Darwin y al origen de las especies Charles Lyell llega a la conclusión en donde también, ha habido una extinción continua de razas y especies antiguas en progreso, y una formación de los nuevos por variación, por qué en algunas épocas de géneros que están representadas en gran medida, o a las que pertenecen una gran cantidad de especies, muchas de ellas están estrechamente pero desigualmente relacionadas; también, por qué hay distintas provincias geográficas de especies de animales y plantas, ya que, después de un largo aislamiento por barreras físicas, cada fauna y flora, al variar continuamente, debe diferenciarse de su tipo ancestral y de las nuevas formas asumidas por otros descendientes que han divergido de la misma población.[11]

Influencia de la filosofía de la ciencia en Darwin[editar]

Charles Darwin

Según Michael Ruse, la filosofía de la ciencia en la Inglaterra de los años 30 del siglo XIX fue un factor importante en el desarrollo de la teoría de la evolución por selección natural de Darwin. Uno de los filósofos ingleses más influyentes fue el astrónomo John F. W. Herschel. Él anticipó la escuela filosófica moderna del empirismo lógico. A las teorías científicas, Herschel las creía como sistemas hipotético-deductivos. Con base en lo anterior él escribió:

"La totalidad de la filosofía natural consiste enteramente en unas series de generalizaciones inductivas (…) elevadas a leyes universales, o axiomas, los cuales comprenden en sus estatutos cada grado subordinado de generalidad, y en unas series correspondientes al razonamiento a la inversa, de lo general a lo particular, por las cuales estos axiomas se remontan a sus consecuencias más remotas, y todas las proposiciones particulares son deducidas de ellos… "

Herschel distinguía las leyes fundamentales de las leyes empíricas. La meta de un científico son las leyes fundamentales, sin embargo, las leyes empíricas tienen un papel indispensable en la ciencia.


Teoría de la evolución y el evolucionismo[editar]

Theodosius Dobzhansky

Es fundamental marcar la diferencia entre Teoría de la evolución, considerando que es puramente científica y evolucionismo, la ciencia es inherente al método científico, que se basa en una serie de reglas operativas, que incluyen una reducción del tema estudiado que abarca la realidad, esto es necesario para controlar la realidad de alguna manera, empíricamente hablando. La reducción metódica que determina la manera en que percibimos con esa ciencia la realidad, lo que observamos y lo que dejamos fuera de nuestra consideración, es completamente necesaria para alcanzar los objetivos de la actividad científica. En esas condiciones se creará una situación propicia para que se ofrezcan respuestas ideológicas a los problemas, la disciplina que intenta explicar la totalidad desde su método particular se basa en el reduccionismo y, entonces, con propiedad se le puede añadir al nombre de dicha disciplina el sufijo “ismo”. Evolucionismo significaría, en este sentido, una cosmovisión en la cual el mundo natural se contempla y explica en su totalidad a través del método desarrollado por la teoría de la evolución. Podemos analizar esta situación de manera análoga con el nacimiento de la mecánica, la física del siglo XVII formo parte de una gran novedad en la manera de entender la realidad natural, y también trajo muchos beneficios para la humanidad. Junto con esta disciplina se desarrolló un pensamiento global y de carácter filosófico que recibió el nombre de mecanismo o filosofía mecánica. El mecanicismo ejerció una gran influencia en el pensamiento durante tres largos siglos. Entró en crisis como consecuencia del avance de la misma ciencia física. El evolucionismo, como reduccionismo, también ejerce en la actualidad gran influencia en muy diversos ámbitos y está presente en los escritos de algunos divulgadores científicos que han conseguido hoy en día gran audiencia.

Si se pretender explicar con la teoría de la evolución todos los fenómenos de nuestra experiencia, incluyendo realidades humanas significaría constituir a dicha teoría en una especie de filosofía, la confusión de la teoría de la evolución con el evolucionismo es frecuente y ha dado lugar a controversias como la que ha enfrentado el darwinismo con el creacionismo. Algunos argumentos en contra de la teoría de la evolución son que no es propiamente ciencia sino filosofía, sin embargo, otros autores como Artigas dicen que toda ciencia tiene una serie de presupuestos filosóficos, es decir que las afirmaciones que caen dentro del tema de dicha ciencia son de ámbito filosófico y no están sustentadas por un método propiamente científico.

La primera mitad del siglo XX, la filosofía se tuvo que enfrentar a un problema relacionado con la determinación de si algo es ciencia o no lo es, esto ha llevado a adoptar criterios más amplios en la delimitación de lo que constituye a una disciplina como ciencia. Si para que una disciplina fuera científica, fuera indispensable poseer capacidad predictiva, como ocurre con la Física, entonces habría que poner entre paréntesis o negar la cientificidad de la teoría de la evolución. Dobzhansky afirma: «Los que pretenden que la predicibilidad es esencial para una teoría científica pueden burlarse de la teoría de la evolución por considerarla anticientífica» [12]​. Hoy se pone más bien el énfasis en la sistematicidad como peculiaridad de la ciencia [13]​, y no se pretende establecer una demarcación de sus límites tan precisa que se niegue la consideración científica a disciplinas que sí lo son, aunque su método no responda a un paradigma tan neto y bien establecido como el de las matemáticas o la física, por ejemplo.

El debate sobre el naturalismo surge también porque defiende que toda la realidad se resuelve y se explica por leyes naturales: naturalismo ontológico. Algunos articulistas de la teoría de la evolución la han acusado de ser naturalista. Por otra parte, parece justificado defender que sólo se puede recurrir a leyes naturales cuando se quieren explicar fenómenos que no se salen del ámbito de la naturaleza material. Defender esto último sería defender lo que podría llamarse naturalismo metodológico. La ciencia es legítimamente naturalista en este último sentido, es decir, cuando no se erige a sí misma como un conocimiento de carácter global, lo cual es específico de la filosofía.

Evolución y su finalidad[editar]

La teoría de la evolución ha sido un aliciente para la reflexión filosófica desde sus primeras formulaciones. Actualmente existen numerosos estudios que llevan la etiqueta de filosóficos y que se centran en el ámbito de la biología. El problema de la reductibilidad de la teoría de la evolución, y de la biología en general, a otras disciplinas como la física. Este tema también tiene implicaciones ontológicas. La adaptación, el papel de la selección natural y su legitimidad como noción no tautológica, el azar, la noción de función, cuáles son las unidades de selección, la emergencia de propiedades, el concepto de progreso en biología y la continuidad evolutiva del hombre respecto al resto de los animales, son algunas de las otras muchas cuestiones relacionadas con la evolución que son objeto de la reflexión filosófica en la actualidad.

La reflexión sobre las causas, especialmente cuando se centra en las causas más radicales o primeras de cualquier realidad, es genuinamente filosófica y obliga a adoptar un enfoque que es global, el propio de la filosofía.

El debate sobre las causas en la naturaleza es tan antiguo como la filosofía. Las reflexiones acerca del movimiento centran se encuentran en la doctrina Aristotélica de las cuatro causas: material, formal, eficiente y final. La evolución del pensamiento posterior a Aristóteles incide de una manera u otra en el modo en que dichas causas son entendidas. La ciencia experimental, desde su nacimiento, ha tenido una importante repercusión en esta comprensión. En el ámbito de la biología tiene una importancia particular el modo en que se ha entendido la causa final. La finalidad, su modo peculiar de causar o su inexistencia como causa es una constante en la reflexión filosófica. El nacimiento de la mecánica, por ejemplo, modificó de una manera sustancial el modo de entender las cuatro causas y, de una manera particular, la causa final. El efecto de esta modificación es importante tenerlo en cuenta para entender la orientación que han seguido muchos de los debates de carácter filosófico en torno a la teoría de la evolución.

Para Aristóteles la finalidad está en la naturaleza de las cosas, lo cual era para él especialmente patente en los seres vivos. Esta perspectiva se mantiene en los grandes maestros medievales que ven en la finalidad una vía para acceder a la existencia de Dios: el argumento de la finalidad.

La teoría de la evolución parece ofrecer un modo de explicar la complejidad sin necesidad de recurrir a agentes externos que tengan que diseñar u ordenar los diversos organismos. Esto es inmediatamente interpretado por muchos como una eliminación de la finalidad como causa de la naturaleza. La mecánica pareció borrar la finalidad del mundo inanimado y Darwin, para muchos, consiguió hacer lo mismo en el mundo vivo. Pero eliminar la finalidad es dejar sin base uno de los argumentos más importantes de acceso a Dios. La ciencia, se afirma desde estas posiciones, ha ido arrebatando el papel causal de agentes sobrenaturales a favor de la ciencia. Ayala, por ejemplo, afirma: «Los avances científicos de los siglos XVI y XVII habían llevado los fenómenos de la materia inanimada —los movimientos de los planetas en el cielo y de los objetos físicos sobre la Tierra— al terreno de la ciencia: explicación por medio de leyes naturales. Del mismo modo la selección natural proporcionaba una explicación científica del diseño y la diversidad de los organismos, algo que había sido omitido por la revolución copernicana. Con Darwin, todos los fenómenos naturales, inanimados o vivos, se convirtieron en tema de investigación científica». [14]

Las palabras de Ayala no presuponen explícitamente la expulsión de Dios de la racionalidad pero pueden dar pie a pensar que Dios queda recluido al mundo de lo subjetivo y que, por tanto, en el mejor de los casos, no hay incompatibilidad entre Dios y la ciencia porque pertenecen a ámbitos que no tienen puntos en común: la tesis del doble magisterio que defiende Ayala y también Gould, por ejemplo.

El pluralismo causal de la tradición realista es más rico que el que se deriva de la filosofía mecánica y sobre el que se apoyan todavía muchos de los debates que tienen que ver con la finalidad y las causas en general. El pluralismo causal se enfrenta a los monismos de diverso signo que han sido propuestos como explicación causal de la evolución, los más importantes de tipo materialista. La propuesta de la tradición realista no se enfrenta a un naturalismo metodológico metodológico como el que es patente en las palabras de Ayala citadas anteriormente. La filosofía de la tradición realista asume todo lo que la ciencia puede decir en su ámbito, pero encuadra la finalidad, como causa, en un contexto más amplio del que corresponde al método científico. Esto implica que el tema de Dios no deja de ser un tema plenamente racional y que el ámbito científico contribuye necesariamente a la reflexión filosófica: la ciencia, a la que pertenece la teoría de la evolución, a través de la filosofía, tiene que ver con Dios.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Casadesus, R. (2013). Philosophical Foundations of Theory of Evolution. PENSAMIENTO, 69(261), 701-715.
  2. "Conditions d'existence" volume 1, Règne Animal, Cuvier, p. 6.
  3. Leçons d'anatomie comparée de G. Cuvier. Tome 1, pág 47,55-56.
  4. Le règne animal distribué d'après son organisation. Tome 1, pág 47-53
  5. Philosophie anatomique, Tome Premier, pp. xv, xxxii
  6. Philosophie anatomique, Tome Premier, pp. xviii
  7. Geoffroy, Philosophie anatomique, p. xxix
  8. Ibid., pp. 284-304, citado en p. 289.
  9. Lyell, (1863), The Geological Evidences of the Antiquity of Man, John Murray, Londres, pág: 414
  10. Darwin, C. R. 1859-1861. On the origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the struggle for life. London: John Murray. Pág: 498.
  11. Lyell, (1863), The Geological Evidences of the Antiquity of Man, John Murray, Londres, pág: 413.
  12. Dobzhansky 1983: 405-40
  13. Hoyningen-Huene 2008
  14. Ayala 2007: 24-25