Quita a su vez al realengo lo que a él pasó de las behetrías, solariegos y abadengos.
Quita lo que se dio sin permiso de los reyes a las cofradías y hospitales.
Quita las demandas que contra ellos tenía la corona que había arrendado en Valladolid a don Abraham por 1.400.000 mrs, excepto las que se reserva en la carta
Quita las cuentas y pesquisas así a cogedores como a a sobrecogedores, arrendadores, hacedores de padrones, sesmeros (encargados de una agrupación de pueblos asociados), jurados, pecheros que quedaren por coger y pechos encubiertos con las circunstancias que allí se establecen.
Quita todas las deudas que se debían a él y a su Padre desde que éste otorgó el perdón en Toledo, salvo lo que don Sancho prestare o le debieran fuera del reino.
Quita todas las penas, emplazamientos y demandas por razón de las tafurerías (casas públicas de juegos de azar).
También las que incurrieron por entregas de los judíos.
Las demandas contra los que debían llevar el diezmo en plata y contra sus fiadores.
Quita también las demandas y penas contra los que sacaron cosas vedadas fuera del reino, plata, vino, bermellón, excepto caballos y ganados.
Quita la mañería (permiso del señor para apropiarse de parte de los bienes de un siervo que hubiese muerto sin descendencia) para el rey en los pueblos realengos.
La demanda de la décima que el Papa concedió a su padre por seis años para ayuda de la guerra con ciertas salvedades.
Las penas que se debían al rey por los privilegios y cartas quebrantadas.
Las demandas contra aquellos que algo recaudaron por don Sacho del robo de Talavera.
Lo que se debía dar al rey por los derechos de las sacas de las rentas de los almojarifazgos.
Quita las demandas y penas contra los que hicieron alfolis (recipientes para la ofrenda) de sal en perjuicio de él y de su padre.
Quita lo que llevaron los cogedores de los caballeros y de los otros hombres por baratas o por galardones.
Quita a los ricos-homes, infanzones y mesnaderos las soldadas que le debían desde que reinó hasta el primero de marzo de la Era de esta carta.
Que no se abatan la moneda nueva que mandó hacer, los sesenes, meaias salamanquesas y las pujezas ni se labran otras desde el septiembre próximo venidero, ni se saquen del reino, excepto las que fuesen extranjeras y los novenes que él mandó fabricar.
Promete no arrendar ningún pecho sino que hombres buenos y abonados los cojan, que cada año se harán padrones nuevos, que no se cojan por cabeza sino que peche cada pechero cuanto solía pechar en la moneda forera.
Promete no hacer a ningún judío cogedor, sobrecogedor, recaudador, ni arendador de ningún pecho y servicio.
Que ningún hombre abonado sea preso ni se le tome de lo suyo hasta que sea oído con el acusador y que pueda dar fiadores mientras se libra el negocio.
Que no se haga peyndra ni nade sea pyndrado sino según su fuero.
Que no se saque del reino conejura ni cera.
Que no pechen en todos los servicios los caballeros, las dueñas, los clérigos y demás privilegiados.
Que no dan los maravedís de los cohechamientos que hicieron con el Barchilon.
Que quita todas las demandas que podría tener contra ellos hasta la fecha excepto las que se reserva que son los cogedores e los sobrecogedores y lo que recaudaron de dos años acá y las cosas vedadas.
