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Camilo Millán Villanueva

Camilo Millán Villanueva (1839-1908) fue un funcionario y escritor. Siguió la carrera militar, alcanzando el grado de comandante de la Guardia Civil. Más tarde, dio el salto a la carrera administrativa en el mundo colonial, concretamente en las islas Filipinas. En 1882 fue gobernador de la provincia de Iloílo; en 1884 fue nombrado administrador general de Correos en Filipinas. Más adelante, volvió a ser gobernador provincial, en este caso, de Ilocos Norte.Tras abandonar la carrera administrativa en 1888 por ser declarado cesante, se inició en el periodismo. Dirigió La Opinión, un diario opuesto a las demandas filipinas de mayor autonomía, desde donde criticó a personajes como José Rizal, futuro líder independentista. En 1891 publicó un informe sobre la provincia de Ilocos, donde explicó su atraso, pese al potencial económico, por la “apatía de los indígenas” y el abandono administrativo​. En vísperas de la independencia reiteró esas dos ideas en una colección de artículos, publicados en El Español de Manila y reunidos en un texto denominado El gran problema de las reformas en Filipinas, planteado por El Español​, donde expuso un programa reformista. El error de la política española había residido en el empeño de asimilar a los filipinos: una ingenuidad que había propiciado el estallido de Revolución filipina de 1896. Los filipinos habían de ser regidos por leyes especiales, apropiadas a su carácter "desleal y perezoso". España debía estrechar sus lazos con la colonia. Eso incluía el reforzamiento de las relaciones económicas y el fomento de la emigración de españoles peninsulares para garantizar la españolidad. En ese sentido, lamentaba la inmigración de asiáticos que se mezclaban con los locales, pues de ese cruce “surgían traidores”. Lo más novedoso de su propuesta se encontró en la defensa de reformas administrativas. Millán propuso apartar a las órdenes religiosas de la administración y que esta funcionase con criterios de moralidad y cualificación. Por otra parte, el poder omnímodo de las autoridades había de suavizarse con una mayor presencia de la población de origen español en la toma de decisiones. En suma, Millán propuso el típico programa de corte liberal colonial modernizador con un fuerte sesgo racial. Este consistía en reforzar la integración económica con la metrópoli, convertirla en una colonia de poblamiento blanco con la llegada de inmigrantes metropolitanos, que favoreciese la postergación de la población autóctona, y conceder un mayor peso político a la población blanca. A su regreso a la península, una vez consumada la separación de las Filipinas tras la Guerra hispano-estadounidense de 1898, se afincó en Barcelona. Colaboró en semanarios, como El Mundo Latino, donde también escribieron Francisco Pi y Margall, Rosario de Acuña, Rafael Altamira o Rafael María de Labra Cadrana. Tradujo del francés a Émile Zola, León Tolstói y Máximo Gorki. Escribió relatos cortos, muchos ambientados en Filipinas, en prensa como ''Gente Vieja'' o ''La Ilustración Artística'', en ocasiones con el seudónimo Pero Nuño. Publicó obras de carácter pedagógico y moral, como El oráculo de los niños y fábulas, editado por la editorial barcelonesa Pons en 1902, donde aconsejaba a los niños honestidad, esfuerzo, esperanza y confianza en Dios, a fin de convertirlos en personas de provecho, capaces de alcanzar el éxito social. Puso letra a zarzuelas como La venta de Eritaña de Manuel Font de Anta, escribió poemas y ganó juegos florales y certámenes literarios locales. Sin duda, destacó por sus relatos de carácter histórico, recogidos en la serie Episodios históricos. Publicó, asimismo, novelas, como Los contrabandistas y Un drama en el siglo XXI, una obra de anticipación, publicada en 1903, simultáneamente, en la editorial barcelonesa Alejandro Martínez y en la bonaerense Mauci, Restelli y Cía.