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Ley Avellaneda[editar]

Para la ley de inmigración, véase Ley de Inmigración y Colonización Nº 817 .

Ley Avellaneda
Ley Número 1597
Sanción 25 de junio de 1885
Presidencia Nicolás Avellaneda
Nombres Ley Avellaneda

Estatutos de las Universidades Nacionales

Ley Avellaneda, en respuesta al sostenido crecimiento que experimentaron las universidades en Argentina entre 1870 y 1880, se promulgó la Ley Avellaneda o también llamada Estatutos de las Universidades Nacionales a mediados de 1885.

Esta primera Ley Universitaria fijó las bases a las que debían ajustarse los estatutos de las universidades nacionales; se refería fundamentalmente a la organización de su régimen administrativo, y dejaba los otros aspectos liberados a su propio accionar.

En 1886 se modificaron los estatutos de la Universidad para adaptarlo a las prescripciones de la Ley Avellaneda.

A comienzos del siglo XX, la Universidad extendía múltiples influencias, pero fue a partir de 1918 cuando su carácter rector adquirió una fuerza inusitada. En estrecha vinculación con los acontecimientos que vivía el país y el mundo, en junio de 1918 la juventud universitaria de Córdoba inició un movimiento al que rápidamente adhirieron voces de todo el continente en lucha por una genuina democratización de la enseñanza. El movimiento se llamó Reforma Universitaria.

Historia[editar]

Universidad de Buenos Aires y los efectos de la sanción de 1885[editar]

La sanción en 1885 de la "Ley Avellaneda" (Nº 1597/85), la primera norma universitaria de alcance nacional en el país, basada en el texto redactado y propuesto por el Dr. Nicolás Avellaneda, ex presidente de la República y a la sazón Senador Nacional y Rector de la UBA.[1]

En el transcurso del debate parlamentario del proyecto, se produjo un valioso intercambio de ideas en torno a la conveniencia o inconveniencia del sistema de concursos para la provisión de cátedras, triunfando la posición opuesta a los concursos, en contra del deseo de Avellaneda.

En virtud de esa Ley, queda en manos de las Universidades Nacionales (Buenos Aires y Córdoba) el derecho exclusivo de expedir títulos. Si bien aseguraba la autonomía universitaria y organizaba su autogobierno, integraba los Consejos Académicos con profesores en ejercicio de la docencia y con notables ajenos a la enseñanza, convirtiendo a tales cuerpos en Academias dotadas de autoridad y de la misión de proponer ternas para ocupar las Cátedras que, finalmente eran ocupadas por profesores designados por el Poder Ejecutivo Nacional, sin concurso de antecedentes ni de oposición. En 1886, la Universidad de Buenos Aires reformó sus Estatutos para adecuarse a lo dispuesto por la nueva ley.

Este régimen, de carácter conservador, no impidió la actualización universitaria por mérito de quienes lo aplicaron, pero no establecía ninguna garantía de renovación y supeditaba la vida universitaria a las decisiones del poder político. Fue un sistema bastante estable mientras fue hegemónico el pensamiento positivista, pero hacia fines de siglo empezó a agotar su vitalidad por el surgimiento de nuevos movimientos intelectuales, como aquellos que llevaron a la creación de la Facultad de Filosofía y Letras en 1896 y a la primera reforma del Estatuto de la UBA en 1906.

En 1905 y 1906 se habían producido en la Universidad de Buenos Aires reclamos estudiantiles referidos a aspectos de su organización directiva. Como consecuencia de ellos, y basándose en un proyecto elaborado por el diputado Cantón en 1898, las Facultades dejaron de ser gobernadas por las “academias” -que se constituyeron en entes científicos independientes y quedaron como cuerpos asesores- y pasaron a ser dirigidas por “Consejos Directivos”, integrados por profesores, renovados periódicamente y electos no sólo por el Claustro sino también con moderada participación estudiantil, pasando los alumnos avanzados a ser electores aunque no elegibles.

A estas modificaciones se sumaron el establecimiento del régimen de concursos para la provisión de cátedras -algo propuesto en 1883 por Avellaneda y rechazado entonces por el Congreso, luego de un complejo debate-, y el establecimiento de la “docencia libre”, o “cátedra paralela”. Era Rector, Eufemio Uballes.

Así, luego del largo rectorado de Leopoldo Basavilbaso y siendo Rector Uballes, llegó a Buenos Aires el influjo de la revolución universitaria cordobesa de 1918. Heredera del progresismo liberal y laicista del Siglo XIX, la Reforma Universitaria era, sin embargo, una vanguardia democratizadora del Siglo XX, y fue alentada por pensadores liberales, conservadores y socialistas provenientes de diversos espacios ideológicos pero de afín preocupación por la renovación universitaria; tuvo su Manifiesto Liminar, redactado por Deodoro Roca, y sus grandes cronistas como Julio V. González y Gabriel Del Mazo. [2]



  1. «Historia de la Universidad de Buenos Aires». 
  2. «La Reforma Universitaria de 1918 en Argentina».