Usuario:Ciberaj/Problema del lenguaje religioso

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Desafíos al lenguaje religioso[editar]

David Hume[editar]

En la conclusión de su Investigación sobre el entendimiento humano, el filósofo Escocés David Hume argumentó que las declaraciones que hacen afirmaciones sobre la realidad deben ser verificadas por experiencia, y descartó aquellas que no podían ser verificadas como sin sentido. Hume consideró la mayoría del lenguaje religioso como no verificable por experimentación por lo que lo descartó.[1]

Hume criticó la visión de que no podemos hablar sobre Dios, y propuso que su visión no es diferente de la visión escéptica de que no puede hablarse de Dios. Él no estaba convencido de la teoría de la analogía de Aquino y argumentó que los atributos de Dios deben ser completamente diferentes de los atributos humanos, haciendo que las comparaciones entre los dos sean imposibles. El escepticismo de Hume influenció el movimiento positivista lógico del siglo veinte.[2]

Positivismo lógico[editar]

El movimiento positivista lógico se originó en el Círculo de Viena y fue continuado por el filósofo Británico A. J. Ayer. El Círculo de Viena adoptó la distinción entre proposiciones analíticas y sintéticas: las proposiciones analíticas son aquellas cuyo significado está contenido dentro de las palabras mismas, como las definiciones, tautologías o proposiciones matemáticas, mientras que las proposiciones sintéticas hacen afirmaciones sobre la realidad.[3]​ Para determinar si una proposición sintética tiene significado, el Círculo de Viena desarrolló una teoría del verificacionismo del significado, la cual propone que una proposición sintética tenga significado cognitivo, su veracidad debe ser verificable empíricamente.[4]​ Debido a que afirmaciones acerca de Dios no pueden ser verificadas empíricamente, los positivistas lógicos argumentaron que las proposiciones religiosas carecen de significado.[3]

En 1936, Ayer escribió Lenguaje, Verdad y Lógica, en el cual el aseguró que el lenguaje religioso carece de significado.[5]​ Él presentó una fuerte posición empírica, argumentando que todo el conocimiento debe venir de las observaciones del mundo o ser necesariamente verdad, como las declaraciones matemáticas.[6]​ Al hacer esto, el rechazó a la metafísica, la cual considera la realidad de un mundo más allá del mundo natural y la ciencia. Debido a que está basado en la metafísica y es por esto no verificable, Ayer calificó al lenguaje religioso, así como también a las declaraciones sobre ética o estética, como carentes de sentido .[7]​ Ayer desafió el significado de todas las declaraciones sobre Dios – teístas, ateas y agnósticas – argumentando que todas son igualmente carentes de sentido porque todas discuten la existencia de un ser metafísico y no verificable.[3]

El filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein finalizó su Tractatus Logico-Philosophicus con la proposición de que "sobre aquello que no puede ser expresado debemos guardar silencio." Beverly y Brian Clack han sugerido que debido a ésta afirmación, Wittgenstein fue tomado por un positivista por muchos de sus discípulos porque hizo la distinción entre lo que puede ser hablado y lo que no. Ellos argumentan que su interpretación es inexacta porque Wittgenstein mantuvo lo místico, lo cual no puede describirse, como importante.[8]​ Más que rechazar lo místico como carente de significado, como hicieron los positivistas lógicos, Wittgenstein creía que mientras los hechos del mundo se mantienen iguales, la perspectiva desde la cual son vistos variará.[9]

Falsificación[editar]

El principio de la falsificación ha sido desarrollado como una teoría alternativa por la cual puede ser posible distinguir entre aquellas declaraciones religiosas que potencialmente pueden tener significado, y aquellas que carecen de significado. Éste propone que la mayoría del lenguaje religioso es infalsificable porque no hay manera de que podría ser comprobado como falso empíricamente. En un artículo hito publicado en 1945, el filósofo analítico Antony Flew argumentó que una declaración significativa debe simultáneamente afirmar y negar una situación; por ejemplo, la declaración "Dios nos ama" afirma que Dios nos ama y niega que Dios no nos ama. Flew mantuvo que si un creyente religioso no podía decir qué circunstancias deberían existir para que sus declaraciones sobre Dios sean falsas, entonces éstas eran infalsificables y carentes de sentido.[6]

Utilizando la parábola del jardinero invisible de John Wisdom, Flew intentó demostrar que el lenguaje religioso es infalsificable. La parábola cuenta la historia de dos personas que descubren un jardín en una isla desierta; una cree que es atendido por un jardinero, la otra cree que fue formado naturalmente, sin la existencia de un jardinero. Los dos buscan al jardinero pero nunca lo encuentran; el no-creyente consecuentemente mantiene que no hay jardinero, mientras que el creyente racionaliza su no aparición al sugerir que el jardinero es invisible y no puede ser detectado.[10]​ Flew sostuvo que si la interpretación del creyente es aceptada, no queda nada del jardinero original. Él argumentó que los creyentes religiosos tienden a adoptar racionalizaciones homólogas en respuesta a cualquier desafío aparente a sus creencias por parte de evidencia empírica; y éstas creencias consecuentemente sufren una "muerte por mil calificaciones" al ser calificadas y modificadas tanto que terminan aseverando nada significativo.[11]​ Flew aplicó sus principios a las declaraciones religiosas como el amor de Dios para los humanos, argumentando que si son aserciones significativas éstas negarían una cierta situación de los hechos. Él argumentó que cuando son afrontados con evidencia en contra de la existencia de un Dios amoroso, como la enfermedad terminal de un niño, los teístas calificaran sus aserciones para permitir tal evidencia; por ejemplo podrían sugerir que el amor de Dios es diferente al amor humano. Tales calificaciones, Flew argumentó, hacen que la proposición original carezca de sentido; él cuestionó lo que el amor de Dios realmente promete y lo que no garantiza, y propuso que el amor calificado de Dios no promete nada y se vuelve inútil.[12]

Flew mantuvo en muchas de sus publicaciones subsecuentes el criterio de falsificabilidad para el significado; pero más tarde en su vida se retractó de ésta aserción en específico en su trabajo de 1945 que dice que todo el lenguaje religioso es infalsificable, y por lo tanto carente de sentido. Enfocándose específicamente en la ciencia emergente de la genética molecular (la cual no existía al momento de su trabajo original), Flew eventualmente se convenció de que la complejidad que ésto revelaba en los mecanismos de la reproducción biológica podrían no ser consistentes con el tiempo que se conoce que estaba disponible para que la evolución en la Tierra ocurriera; y que ésto potencialmente sugería una prueba válidamente empírica por la cual la aserción "no hay un Dios creador" puede ser falsificada; "el último trabajo que he visto muestra que el universo físico presente da muy poco tiempo para que éstas teorías de la abiogenesis logren hacer el trabajo." [13]

Es una presuposición para aplicar el principio de falsificación al lenguaje religioso que algunas aserciones de las creencias religiosas o no creencias podrían potencialmente haber sido establecidas puramente desde la evidencia empírica, incluso si ninguna lo hubiera sido. Cuando el escéptico reta al creyente a aplicar una prueba de falsificación a sus aserciones de una creencia, hay una implicación subyacente de que si esa prueba lograra pasarse, el escéptico estaría entonces persuadido de acceder a esas aserciones particulares del creyente –  incluso si el creyente no hubiese abandonado sus creencias de haber fallado la prueba. En cuyo caso, las creencias del escéptico persuadido tendrían significado. Flew, en sus últimos años, se consideró a sí mismo tal escéptico persuadido, y por lo tanto aceptó el término Deísta como una descripción válida de su punto de vista religioso. Flew no obstante mantuvo que la no falsificabilidad de las aserciones religiosas supuestamente derivaron de la revelación divina presentada por los creyentes dogmáticos, a los cuales el calificó de carentes de sentido.

Notes[editar]

  1. Clack & Clack 2008, p. 98
  2. Jones 2006, pp. 171–2
  3. a b c Evans 1985, p. 142
  4. Weinberg 2001, p. 1
  5. Attfield 2006, p. 11
  6. a b Tracy 1996, p. 120
  7. Oppy & Scott 2010, p. 8
  8. Clack & Clack 1998, p. 110
  9. Clack & Clack 1998, p. 111
  10. Lumsden 2009, p. 44
  11. Jones 2006, p. 172
  12. Allen 1992, pp. 283–284
  13. Flew, Antony (2007), There is a God: How the World's Most Notorious Atheist Changed His Mind, New York: Harper One, p. 124 ..

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