Usuario:Dolores Romero López/Taller

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MUJERES TRADUCTORAS EN LA EDAD DE PLATA

El listado de mujeres de la Edad de Plata que traducen no es extenso, pero sí significativo. La traductora es una mujer que lucha por su autonomía personal y profesional, de esmerada educación y que mantiene relaciones sociales con otras mujeres intelectuales y con la vida cultural y política de este momento [1]​.

ANTECEDENTES En el siglo XIX, con la incorporación de la mujer a la escritura gracias al desarrollo de la prensa escrita, pasan de la treintena las que, junto a su obra de creación, realizan la labor de traducción[2]​. Figuras de primer orden como Gertrudis Gómez de Avellaneda, traduce del francés a Dumas padre, Gustave Lemoine o Víctor Hugo. Fernán Caballero traduce a Goethe, Madame Stael, La Mennais y Hagen. Emilia Pardo Pardo Bazán traduce del alemán a Heine y del francés a Edmond Goncourt y Auguste Vitu. Faustina Saez de Melgar, traduce a Pierre Zaccone o F. Brener. Julia Asensi a Gautier. Pilar Sinués traduce del francés a Mauricio Barr. Madame de Boisgontier, Madame Bourdon, Enrique Conscience. Algunos diarios como La Correspondencia de España, insertan en su parte interior folletines de autores, franceses la mayoría, y así, Joaquina García Balmaseda traduce diecisiete obras en diez años de Daudet, Dumas, Paul Feval y Feydeau, y adapta novelas de George Sand y las policíacas de Emile Gaboriau. El resultado es que, como se ha demostrado, estas mujeres dieron a conocer las únicas versiones en español de algunas obras de escritores franceses[3]

TRADUCTORAS DE LA EDAD DE PLATA

Sofía Casanova (1861-1958)

Debido a su amplio conocimiento de idiomas: francés, inglés, italiano, polaco, portugués y ruso su labor como traductora es muy estimable; entre las obras traducidas por Sofía Casanova destaca la traducción al castellano de Bartek, el vencedor (1886) y Quo Vadis? (1896) del polaco, premio Nobel de Literatura en 1905, Henryk Sienkiewcz. Del ruso traduce la novela Una nihilista de Sofía Kowalewska, la primera mujer que consiguió un puesto como profesora universitaria en Suecia. Sofía Casanova en su compromiso y defensa de la mujer moderna es parodiada por Victorien Sardou en su comedia titulada Las superhembras.

Francisca A. de la Barella

No tenemos datos sobre su vida, pero sí sabemos que tradujo la 'Historia de mi vida de George Sand' (1804-1876) hacia el año 1909. También traduce a Marcel Prévost (1862-1941), escritor francés estudioso del carácter de la mujer. Publicó sus ''Lettres de femmes'' (1892) y posiblemente este sea el libro del que se extrae la traducción Cartas a Paquita. Su obra de teatro denominada Les Demi-vierges, traducida al castellano como ''Las vírgenes locas'', narra el daño de la educación moderna en las jóvenes francesas.

Teresa Mañé i Miravet, Soledad Gustavo (1865-1939)

Teresa Mañé, maestra de profesión, fundadora de la escuela laica de Reus, que firma sus escritos anarquistas y sobre el amor libre con el seudónimo de Soledad Gustavo, y madre de Federica Montseny, también fue traductora. Soledad Gustavo se nutre de ideas traduciendo libros del filósofo francés y teórico del sindicalismo revolucionario Georges Sorel. También traduce la narración ''El abate Julio'' del escritor anarquista francés Octave Mirbeau (1848-1917), novela que desmitifica la vocación de los sacerdotes y que pone en evidencia la rebelión de la carne contra la castidad de la Iglesia y la hipocresía burguesa. También traduce la novela del P. Praycourt La moral del cura. Y de la misma época es la traducción de una obra de la anarquista francesa Louise Michel titulada El nuevo mundo.

Carmen de Burgos, Colombine (1867-1932)

La labor de Carmen de Burgos como traductora ya ha sido estudiada en el artículo de Carmen Simón Palmer (2010). Es traductora de Giacomo Leopardi, John Ruskin, Leon Tolstoy, Saint Georges de Bouhélier, Leon Deutsch, Ernest Renan, Emilio Salgari, Helen Keller, conde Gera Mattachich, Gerard de Nerval, Madame de La Fayette, Rachilde (seudónimo de Marguerite Vallette- Eymery), Saint Georges de Bouhélier, H. Besser y Rose Nicolle.

Traductoras vinculadas al Liceum Club Femenino Español

A partir de 1918 la concienciación de la mujer en defensa de sus derechos y su compromiso con los valores públicos se ve reforzada gracias a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, en la que destacan Clara Campoamor y Victoria Kent como dos de sus dirigentes más representativas. También Carmen de Burgos apoya la Cruzada de Mujeres Españolas y La Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, ambas fundadas 1921. Las asociaciones fortalecen el deseo femenino de diseñar una España moderna, en sintonía con la defensa de sus derechos que se estaba llevando a cabo en otros países europeos. Por lo que al ámbito de la traducción se refiere, es curioso observar, que muchas de las traductoras de los años veinte son socias del Lyceum Club Femenino Español. 

Evidentemente, la naturaleza internacional del Club Lyceum determinó que algunas mujeres que se hicieron socias fueran además traductoras. La propia María de Maeztu, siempre atenta a los nuevos métodos didácticos dada su formación dentro de la institución krausista, publicó un Curso de pedagogía del pedagogo alemán de la escuela de Marburgo, Paul Natorp, fundador de la pedagogía social, progresista, con valores de verdad, belleza, bondad, justicia, salud y utilidad que tanto nos recuerdan al krausismo. También tradujo la Historia de la pedagogía del profesor norteamericano Paul Monroe que investigaba sobre la historia de la educación e impartió numerosas conferencias de gran impacto en China y los países árabes. El interés de María de Maeztu por la nueva ciencia pedagógica europea se completa con la traducción del libro de Paul Natorp: Religión y humanidad: la religion dentro de los límites de la humanidad: contribución a la fundación de la pedagogía social.

En su autobiografía Carmen Baroja cita como traductoras a Margarita Nelken y su hermana Carmen Eva Nelken y Mausberger conocida con el sobrenombre de Magda Donato. También habla de Gertrude Graa conocida con el nombre de Trudy que solía firmar sus trabajos bien con el nombre de su marido, bien como obra conjunta, por lo que es difícil precisar su labor traductora. Fue una de las socias fundadoras del Lyceum Club, al igual que su hermana, Luisi Graa. Otra traductora y una de las primeras universitarias inscritas en la Facultad de Letras de Madrid, junto con María Goyri, es Carmen Gallardo Martín-Gamero (1874-1951), viuda de Enrique Mesa que firma algunas traducciones con el nombre de su marido. A estas mujeres traductoras se suman la traductora de Charles Dickens y Daniel Defoe, Carmen Abreu de Peña (1898-1981), la primera traductora del Premio Nobel de Literatura indio Zenobia Camprubí y quizá la primera traductora de la lengua rumana, María Teresa León. Al menos otras cuatro traductoras figuran en la nómina de socias del Lyceum: la poetisa, cineasta, campeona de natación, colaboradora y compañera de Manuel Altolaguirre, amiga de Ernestina de Champourcín, de Consuelo Berges y de María Zambrano, entre otras, Concha Méndez; la poeta, amiga y discípula de Juan Ramón Jiménez, Ernestina Champourcín; la poeta Carmen Conde Abellán (1907-1996) que se dedicaba plenamente a su trabajo intelectual, a escribir y obtener algún dinero de sus colaboraciones en revistas y de las traducciones que caían en sus manos y, por último, el caso aparte de Hildegart Rodríguez Caballeira.

María de la O Lejárraga García [Seud.: María Martínez Sierra] (1874-1974)

Afortunadamente, como ocurre con Carmen de Burgos y Zenobia Camprubí también tenemos un artículo científico sobre la labor traductora de María Martínez Sierra (Aguilera Sastre 2012). Cuando María Martínez Sierra tuvo que salir al exilio, se dio cuenta de que debía ganarse la vida con la escritura (O’Connor 2003). Perdió el contacto con su público y quizá por ello decidió recurrir a la traducción como modus vivendi. Firmó contratos con casas editoriales que editaban libros en español y comenzó a traducir del inglés a Shakespeare, del francés a Musset y a Maeterlinck y del italiano a Dante. No le parece la traducción género de inferior categoría a la escritura y aduce como ejemplo las maravillosas traducciones que Carlyle hizo de Goethe. Además es consciente de que el mercado en España había decaído, pero el de Sudamérica estaba vivo. María Martínez Sierra solo exigía que la pagaran decentemente y que los libros que le dieran a traducir fueran buenos.

La relación de María Martínez Sierra con la traducción comienza en 1900 cuando su marido era el responsable de la Biblioteca Nacional y Extranjera, fundada por Leonard Williams, y cuya actividad se mantuvo hasta 1905. Sus traducciones aparecen en las revistas Vida Moderna (1901), Helios (1903) y Renacimiento (1907). Para la editorial parisina Garnier publicó El rojo y el negro de Stendhal, según afirma en su biografía Gregorio y yo (2000: 268). Siempre colaboró con las traducciones tanto de la editorial Renacimiento, que contaba con una Biblioteca Selecta de Autores Extranjeros como de las Obras Maestras de la Literatura Universal. A partir de 1917 funda la editorial Estrella que publicó esmeradas traducciones de literatura extranjera y en 1925, fundará la editorial Esfinge. Esta labor editorial propició la edición de numerosas traducciones. Los Martínez Sierra tradujeron al castellano buena parte de las obras dramáticas de Santiago Rusiñol. Significativamente sus mejores traduciones fueron autores contemporáneos europeos que gozaban de éxito como Casa de muñecas de Ibsen, o clásicos como Romeo y Julieta de Shakespeare. Pero la traducción se vuelve oficio angustioso después, cuando María Martínez Sierra, ya divorciada, tiene que salir adelante económicamente en el exilio. Traduce sin descanso y no recibe mucho dinero. No tiene tiempo para componer sus propias obras, según reconoce en las cartas a sus amigos. Traduce a Shakespeare, a Ben Jonson, al profesor especialista en filosofía del teatro, Henri Gouhier, al dramaturgo François Mauriac, Arthur Adamov, Alexandre Dumas, Sartre. Pero María Martínez Sierra es también traductora de Anne Golon, Thorton Wilder, Eugène Ionesco, de varios autores de teatro norteamericano contemporáneo y hasta de Eurípides. Por último, hay que mencionar que en el Diccionario histórico de la traducción en España aparece una entrada de Laure Soubsol en el que reconoce que la traductora era fiel al texto original y su traducción está dotada de gran rigor filológico.

. Isabel Smith Oyarzábal (1878- 1974)

Escritora, conferenciante, corresponsal de prensa extranjera y traductora, firmaba con el seudónimo de Beatriz Galindo y, a partir de su matrimonio con Ceferino Palencia Tubau, como Isabel de Palencia. Militante socialista y feminista moderada, fue inspectora provincial de Trabajo en Madrid y miembro de numerosas asociaciones progresistas, como el Lyceum Club Femenino. Al estallar la Guerra Civil fue nombrada embajadora de España en Finlancia y Suecia, donde luchó contra la política de «no intervención». En 1940 se exilió primero en los EEUU, y allí publicó sus memorias, I Must Have Liberty (1940); y posteriormente en México, donde siguió escribiendo y traduciendo. Precisamente en sus memorias comenta que ha traducido a Havelock Ellis: «The translation of the fifth and sixth volumens of Havelock Ellis’s work on sexual psychology kept me busy for several months and helped to keep the pot boiling at home» (1940: 11). Esta lectura le hizo consciente de las aberraciones sexuales que se podían producir y le afectó psicológicamente. También dice que ha traducido la obra de Eugene O’Neill Anna Christie, que se había estrenado en Madrid con mucho éxito. Gracia Navas (2007) nos detalla todas las traducciones llevadas a cabo por Isabel Oyarzabal de Palencia: J. Austen, A. C. Doyle, George Eliot, H. Fielding, F. Hackett, C. Merrel, G. de Maupassant, E. A. Westermarck, y Rossi Lodome.

  1. Romero López, Dolores (2015). Mujeres traductoras en la edad de plata (1868-1939) Identidad moderna y affidamento (17). pp. 179-207. 
  2. Simón Palmer, Carmen (2002. 35-57.). Ortega, Marie-Linda, ed. «La mujer en el mundo editorial español». Visor. pp. 35-57. 
  3. Botrel, Jean François (1988.). La diffussion du livre en Espagne (1868-1814): Les libraires. Casa de Velázquez.