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La Guerra Civil en Balmaseda y Las Encartaciones[editar]

El 18 de julio de 1936, un grupo de generales del Ejército español da un golpe de Estado contra de la Segunda República Española y su legítimo gobierno. Con el apoyo de las derechas, de las clases pudientes y de la iglesia, la sublevación tiene éxito en varias provincias, entre ellas Navarra y la mayor parte de Álava, en cuyas capitales había importantes cuarteles del Ejército y donde el tradicionalismo tenía más arraigo. Por el contrario, Gipuzkoa y Bizkaia, incluidas las Encartaciones, permanecen fieles a la República y junto a Santander y Asturias quedan rodeadas de territorios controlados por los militares rebeldes. Comienza la guerra civil española. Conviene aclarar que cuando se habla de Las Encartaciones se hace referencia al territorio que abarcan en la actualidad. Si bien es cierto que durante la guerra civil la comarca también comprendía las poblaciones de la margen izquierda del Nervión, así como la Zona Minera, de ahí que puntualmente puedan aparecer pequeñas referencias a esos lugares.

Antecedentes[editar]

Ilustración y guerras carlistas[editar]

Desde la Ilustración y la Revolución Francesa un nuevo mundo con ideales más humanistas e igualitarios tratará de ir abriéndose paso, generando un constante choque entre tradición y modernidad y dando lugar a numerosos conflictos. Con el paso del tiempo ese enfrentamiento irá adoptando nuevas formas y sus protagonistas recibirán distintos nombres. Durante el siglo XIX la pugna será entre conservadores y liberales y en el caso del estado español las posturas llegarán a extremarse tanto que desembocarán en las guerras carlistas. Guerras que también se dejarán sentir en Las Encartaciones, por ejemplo, en la conocida Batalla de Somorrostro de 1874[1]​. También en Balmaseda, donde su viejo castillo medieval[2]​ se reconvirtió en un fuerte Isabelino [3]​ que fue atacado por los carlistas y que cambió de manos en varias ocasiones. O en Zalla, concretamente en la Sierra de la Celadilla, que fue testigo de varias batallas entre 1875-1876 y en la que aún se conservan huellas de emplazamientos defensivos, de plataformas para artillería y de trincheras.[4]

Revolución industrial y lucha obrera[editar]

Con la llegada de la Revolución Industrial nace un nuevo sistema llamado capitalismo y también nuevas clases sociales como la burguesía y el proletariado. Estos cambios generan grandes tensiones. Primero entre los viejos poderes y la pujante burguesía que reclama su sitio, y después por el crecimiento de la lucha obrera, del sindicalismo y de nuevas ideologías de izquierdas que reivindican mejores condiciones de vida para una clase trabajadora fuertemente explotada. Este proceso tuvo sus particularidades en la zona encartada que por entonces abarcaba margen izquierda y Zona Minera. Mientras que, a los pueblos de La Ría, Santurtzi, Portugalete, Sestao, Barakaldo llegaron las grandes fábricas de siderurgia y construcción naval. En la cuenca del río Cadagua, Balmaseda, Aranguren, Sodupe, se fueron implantando empresas más modestas como La Papelera Española y Boinas La Encartada en 1892, el ferrocarril de La Robla en el 1894, o la Conchita en 1903. Con el descubrimiento de enormes filones de hierro en los Montes de Triano en 1865[5]​, municipios como Trapagaran, Gallarta, Muskiz, Sopuerta, Galdames, o el barrio de Saratxo en Zaramillo, convirtieron en importantes núcleos mineros. Sin embargo, Carranza, Trucíos, Arcentales o Lanestosa continuaron teniendo un perfil más rural. Otro hito que impulsó notablemente el movimiento obrero en la zona fue la construcción del Pantano de Ordunte en el cercano valle burgalés de Mena[6]​. El proyecto arrancó en 1929 y empleó a 400 trabajadores venidos de diferentes puntos del estado, muchos de ellos militantes de nuevas organizaciones, que no dudaron en convocar varias huelgas ante los accidentes mortales que se sucedían al ir levantando la presa. La inauguración en 1933 corrió a cargo de Indalecio Prieto.

Los nacionalismos[editar]

Sin duda, el choque entre nacionalismos fue un elemento de tensión importante que contribuyó al estallido de la guerra civil. El nacionalismo surgió en el siglo XVIII junto a un nuevo concepto de nación y en sus inicios fue un pensamiento liberador, que reclamó soberanía para el pueblo y que abogó por la conformación de estados democráticos frente al poder de las monarquías. Posteriormente fue evolucionando y dando lugar a muchas y muy distantes corrientes de pensamiento que abarcarán desde sensibilidades más humanistas, incluyentes o solidarias hasta otras más reaccionarias, o incluso totalitarias.

La aparición del nacionalismo en España estuvo inicialmente vinculada a posiciones liberales y a intentos modernizadores del país. Sin embargo, el paso del tiempo hizo que las posturas más conservadoras, más cercanas a la tradición y a lo religioso, fuesen imponiéndose y configurando un nacionalismo español excluyente, centralizador y a menudo beligerante con las minorías nacionales. Posiblemente esa deriva autoritaria, esa falta de sensibilidad hacia las diferentes nacionalidades del Estado fueron las que precipitaron el nacimiento de nacionalismos periféricos. En el caso vasco el punto de inflexión llegaría con la fundación del PNV de Sabino Arana en 1865. Un partido que nació con planteamientos raciales pero que en poco tiempo evolucionó hacia planteamientos más abiertos e integradores y del que fueron saliendo militantes, corrientes y escisiones cada vez más la izquierda y de carácter menos religioso. Como, por ejemplo, ANV.

El PNV recogió las aspiraciones políticas de buena parte de la población vasca que hasta entonces habían sido representadas por el foralismo de los carlistas y arraigó rápidamente y con gran fuerza en tierras encartadas. Ejemplo de ello fueron las aperturas de grandes batzokis o sedes como la de Zalla en 1932[7]​, que además de contar con un bar, cine y bolera, organizaba clases de euskera, teatro, cursos de danzas, etc. O también la fiesta de inauguración de Juventud Vasca en Balmaseda con un extenso programa, en el que no faltaron mitin, comida, o romería.

Así, la España previa a la guerra vivía un enfrentamiento entre diferentes sentimientos de pertenencia nacional, que se materializaba en un nacionalismo español que ponía todo tipo de trabas a las aspiraciones de las minorías nacionales y que alarmaba constantemente con la desmembración del país y, por otra parte, con unos potentes nacionalismos como el vasco, el catalán y en menor medida el gallego, que reivindicaban cada vez más activamente sus derechos políticos, culturales y lingüísticos.

Revolución de Octubre[editar]

En 1931 llega la Segunda República y el final de la monarquía de Alfonso XIII. Para los anales de la historia ha quedado que Eibar fue la primera población del Estado en proclamar la nueva República, sin embargo, recientes investigaciones han descubierto que la pequeña localidad encartada de Galdames se adelantó a la localidad armera.[8]​ Con el final de la monarquía de y proclamación de, las posiciones políticas se polarizaron y la inestabilidad política dio pie a episodios cada vez más violentos. Como dato curioso, durante el llamado bienio negro en el que la derecha gobernó la República y revirtió los avances anteriores de la izquierda, se desencadenó la “Revolución de Octubre” o “Revolución de Asturias” (1934), un movimiento huelguístico protagonizado por los partidos y sindicatos de izquierdas que fue duramente reprimido por el Ejército, especialmente en Asturias donde el futuro dictador Francisco Franco comandó las tropas. Dicho intento revolucionario tuvo su momento más destacado en Enkarterri cuando muchos de los mineros de Sopuerta y Galdames se unieron al mismo y cuando tras fracasar (solo Asturias, la zona minera de Bizkaia y algunas localidades como Portugalete llegaron a estar en manos de los huelguistas) los militares enviaron a la aviación para bombardear La Arboleda y mataron a un vecino de Galdames, tomaron varios ayuntamientos como el de Sopuerta, inhabilitaron muchas corporaciones, cerraron Casas del Pueblo e incluso algún batzoki y reprimieron y encarcelaron a militantes de izquierdas.[9]

Con todos esos elementos colisionando la alternancia entre periodos conservadores y progresistas e incluso los cambios de sistema fueron constantes, tanto en España como en el resto de Europa. Así llegaron la Iª Guerra Mundial, derrocamientos de monarquías y gobiernos, restauraciones, revoluciones como la rusa, nuevas constituciones, dictaduras al estilo de la de Primo de Rivera, o el auge de los fascismos y de sus ideas totalitarias y de extrema derecha. En el Estado español, las diferencias de mentalidad, sociales y políticas lejos de igualarse, fueron creciendo y conformando poco a poco dos bandos antagónicos, que, generalizando, presentaban el siguiente perfil. Por un lado, existía una clase más apegada a la tradición, más conservadora y religiosa, con mayor implantación en el mundo rural, más cercana a las elites gobernantes y con fuerte sentimiento nacionalista español. Y por el otro lado había un sector más urbano, de extracción más humilde y popular, vinculado al trabajo industrial, con planteamientos más modernos, con valores más democráticos, más igualitarios, con una sensibilidad laica, que exigía más derechos sociales y laborales, que defendía otro rol para las mujeres, y que mostraba mayor respeto hacia las minorías nacionales, su lengua y su cultura. La guerra estaba servida.

La guerra en Euskadi[editar]

El 18 de julio del 1936, los militares dan un golpe de Estado, pero no consiguen hacerse con el control de todo el país y la situación desemboca en una guerra. Gipuzkoa y Bizkaia, junto a Santander y Asturias quedan rodeadas de provincias sublevadas. Las tropas acantonadas en Navarra, comandadas por el general Mola, parten desde Pamplona hacia el norte y el 5 de agosto se hacen con el control de la frontera y cierran el paso con Iparralde (zona norte de Euskal Herria bajo administración francesa). El 7 de octubre de ese mismo año Euskadi constituirá el primer Gobierno provisional del País Vasco presidido por el nacionalista José Antonio Aguirre. Una de las primeras decisiones del nuevo Lehendakari será formar el Eusko Gudarostea o Ejército Vasco que un mes más tarde, en noviembre del 36, lanzará una ofensiva fallida en Villareal. Los golpistas pasan al contraataque y con muchas más dificultades de las esperadas debido a la resistencia de gudaris y milicianos, van tomando todo el territorio gipuzkoano y posteriormente el bizkaino. En abril del 37 Gernika es arrasada por la Legión Cóndor de Hitler y esa misma fecha se comienza a construirse el anillo defensivo de Bilbao, bautizado por los sublevados como “El Cinturón de Hierro”. Su responsable, el ingeniero Alejandro Goicoechea, entrega los planos de la fortificación a los facciosos y gracias a esa traición consiguen forzar las defensas. El Gobierno huye hacía Enkarterri y en un primer momento se refugia en la casa Marco Gardoqui, excalde nacionalista de Bilbao que vivía en Otxaran, Zalla, para trasladarse después a Trucios.[10]​ La capital cae definitivamente el 19 de junio del 37 y no es raro que muchos historiadores y publicaciones salten directamente desde esa fecha hasta el Pacto de Santoña, olvidándose de dos meses de cruenta guerra en Las Encartaciones.

La guerra en las Encartaciones[editar]

Tras la caída de Bilbao los golpistas continuaron su avance y entre el 21 y el 25 de junio tomaron Barakaldo, Sestao, Portugalete, Santurce, después, Ortuella, Trapaga, Gallarta]], luego los montes de Triano y desde ahí se ocupó Galdames. Gordexola fue atacada desde el sur y el general Dávila encabezando una columna de varios tanques fue remontando la cuenca del río Cadagua. Enfrente y tratando de frenar el avance de los facciosos se encontraban los restos del Ejército Vasco y del Ejército Republicano del Norte que para entonces eran una amalgama de combatientes de distintos batallones exhaustos, sin armamento, sin el equipamiento necesario y con una moral muy baja por el devenir de la guerra y la pérdida reciente de la capital.

En los días posteriores se sucederán las reuniones. El Euzkadi Buru Batzar se junta el 20 de junio en la iglesia de Santa Isabel, en La Herrera. Al día siguiente, será el Estado Mayor del Ejército republicano del Norte con Mariano Gamir al frente, quien se reúna en Sopuerta. Y el día 22, el Presidente del PNV en Bizkaia, Ajuriaguerra anima a resistir a los comandantes del Euzko Gudarostea en los salones de la Casa de Juntas de Avellaneda (actual Museo de Las Encartaciones), aunque parece que para entonces el partido ya negociaba la rendición con los italianos. Ese mismo día la aviación italiana bombardea la cercana estación de Traslaviña, en Arcentales.[11]​ Recibidos refuerzos desde Asturias y Santander se fija una nueva línea de defensa a lo largo del río Barbadun hasta Sopuerta, pasando por Güeñes y, de ahí, por la carretera hasta Balmaseda. Esta línea fue rota el día 27 con la consiguiente caída de Güeñes, Aranguren y Zalla.

Es importante recordar que el Cinturón de Hierro que en parte transcurría por suelo encartado resulta inútil ante los progresos de los rebeldes, dado que estaba ideado para repeler ataques desde fuera, desde el oeste, y no desde el interior como finalmente ocurrió. El 28 de junio los leales a la República y al Gobierno de Euskadi contraatacan duramente en el Pico de La Cruz y en el monte Ubieta pero a pesar de su determinación tienen que acabar retrocediendo. El 29 cae Balmaseda y, más al norte, toda la línea Zalla-Otxaran-Abellaneda-Mercadillo-Arenao. Pasando Sopuerta y Muskiz a manos de los sublevados. A medida que las tropas leales a la República se van retirando van volando buena parte de los puentes que dejan atrás, como por ejemplo el del barrio del Arenao en Sopuerta.[12]

Otra de las consecuencias del empuje de los franquistas fue el éxodo de los miles de refugiados que ya abarrotaban Bilbao, que inundaron las carreteras encartadas y que fueron insistentemente ametrallados y bombardeados por el enemigo. Se calcula que los refugiados en Las Encartaciones pudieron llegar a duplicar o triplicar la población local, lo que supuso grandes problemas para los ayuntamientos que no conseguían alojarlos y atenderlos como es debido.[13]​ Por poner un ejemplo, para principios de 1937, Zalla duplicaba su población habitual, unas 2500 personas.

Respecto a los bombardeos aéreos parece que en Enkarterri rondaron los 300 y que prácticamente ninguna localidad encartada se libró de ellos. Fue la Aviazione Legionaria de Benito Mussolini quien más se prodigó en el oeste de Bizkaia, aunque también hubo participación de la Legión Cóndor.[14]​ Los pueblos que fueron bombardeados mayor número de veces y con más intensidad fueron Alonsotegi, Trucios y Balmaseda y sobre todo Zalla que estuvo dos semanas soportando las acometidas de los aviones golpistas. La campaña se cobró la vida de decenas personas, muchos de ellos niños y la gran mayoría civiles.[15]

La/s Batalla/s de Kolitza[editar]

Aunque la conocida como Batalla de Kolitza tuvo lugar a finales de julio de 1937, la cima de este monte y sus alrededores fueron escenario de duros combates prácticamente desde el mismo día que Balmaseda fue ocupada. Tras la toma de la Villa encartada, los sublevados conquistaron el monte Sabugal y Kolitza con relativa facilidad, sin embargo, sufrieron numerosas bajas cuando el comandante Saleta atacó frontalmente La Garbea que al parecer estaba fortificada por zapadores de ANV. Los días 1, 2 y 3 de julio hubo constantes contraataques de republicanos y nacionalistas para recuperar las cotas arrebatadas por los rebeldes. Aunque con menor intensidad los intentos se repitieron a lo largo de varias jornadas. Al fracasar, el bando republicano barajó la posibilidad de volar la presa de Ordunte para inundar Balmaseda y obligar a los franquistas a abandonar el pueblo, pero por miedo a causar una catástrofe el plan se cambió y mineros asturianos realizaron una pequeña voladura que solo consiguió vaciar lentamente parte del pantano.[16]

El 6 de julio del 37 la República contraataca en Madrid, en la famosa Batalla de Brunete. Armamento, aviones y tropas franquistas del norte se envían allí para contener la ofensiva y debido a ello el frente se estabiliza en Enkarterri durante mes y medio. Durante ese tiempo el intercambio artillero será muy intenso y prácticamente diario. Por ejemplo, el 17 de julio, los republicanos cañonearán unas 20 veces la ermita y los franquistas dispararán unas 60 veces hacia las posiciones circundantes. A final de julio, en parte debido al estancamiento del avance sublevado y en parte para distraer de otra ofensiva de mayor envergadura en Asturias, la República y el Gobierno Vasco deciden lanzar una ofensiva que irá desde Ontón (Cantabria), pasando por el monte Alen (Sopuerta), hasta La Garbea y Kolitza. El oficial al mando será Ángel Lamas Arroyo, nombrado jefe del estado mayor del ejército vasco en junio del 37. Acabada la guerra varios mandos franquistas intervinieron para que este oficial no fuese condenado y años más tarde el propio Lamas escribió un libro llamado “Unos y otros” en el que se reconocía abiertamente franquista, con lo que su compromiso en aquel proyecto y el resto de la contienda queda en entredicho.[17]

Comienzan los preparativos de la operación y el Balneario de Carranza se habilita como hospital con 165 camas, 18 ambulancias, 35 coches, 23 mulos y más de 300 camilleros. En sus instalaciones morirán cerca de 90 milicianos y gudaris. EL ataque comienza a media tarde del día 27, llueve mucho y la artillería y algunos aviones vasco republicanos inician el bombardeo de las posiciones franquistas. Estos responden cañoneando desde el Sabugal, la Herbosa y desde la carretera de Antuñano. De Pando, en Carranza, salen los batallones anarquistas Durruti, Sacco y Vanzetti y Celta (llamado así porque lo integraban vecinos de Trintxerpe de origen gallego). Más tarde les seguirá el nacionalista Avellaneda. Bajo el Burgüeno, concretamente en los Ilsos de Ribacoba se instala el puesto de mando para coordinar la operación y en la zona de Cerro Cuchillo, se excava el pequeño refugio aún visitable. Después se alcanza el monte Terreros donde se aprovechará una pequeña cueva natural para hacer un segundo refugio. Por otra parte, desde el barrio de Górgolas, en Arcentales, parte el Rosa Luxemburgo con militantes socialistas y comunistas en sus filas,[18]​ que atacará sin éxito en la zona de El Pastizal con intención de continuar hacia La Garbea.

El Celta y atacará la cima del Kolitza desde la zona donde actualmente está refugio. El Durruti cruzará por Campa los Tueros y acometerá desde la subida que parte del Portillo del Gato, mientras el Sacco y Vanzetti se lanzará a por el Sabugal. La batalla será encarnizada. Milicianos y gudaris pelearán ferozmente y a pesar de la falta de medios y de sufrir incluso algún bombardeo de su propia aviación, llegarán varias veces a escasos metros de la ermita. Después de tres intentos nocturnos más, agotados, muy castigados por las ametralladoras enemigas y sin cizallas para cortar las alambradas que protegían a los sublevados, tendrán que retirarse dejando atrás muchos compañeros muertos.[19]​ Durante el día, aviones republicanos bombardean la retaguardia franquista y confunden a un grupo de gente con soldados, matando en el barrio de Pandozales a tres mujeres y tres niños de la familia Vela Hormazabal.

El 28 el batallón Avellaneda se niega a atacar. Las grandes bajas del día anterior, varias causadas por “fuego amigo”, la falta de apoyo artillero y aéreo, y la persistente lluvia desembocan en ese conato de rebelión.[20]​ El tercer día, el 29, son el Durruti y del Sacco y Vanzetti quienes se niegan a combatir, aunque finalmente no tienen otro remedio. Se retoma la operación y los aviones republicanos vuelven a bombardear la ermita. Después se suceden hasta seis ataques para tomar la cumbre del Kolitza y otras tantos para llegar al Sabugal. A la tarde aparece la aviación franquista lo que precipitará el fracaso del plan y el abandono del mismo. En total, se estima que en las batallas de Kolitza pudieron morir unos setecientos gudaris y milicianos, doscientos de ellos en los tres últimos días de combate. Al menos 80 muertos del bando franquista fueron enterrados en el Valle de los Caídos. (Balmaseda es la segunda localidad vasca, después de Vitoria-Gazteiz, que más soldados fallecidos envió al valle).[21]​ La ermita quedó destruida y los montes circundantes arrasados.

Con el fracaso de la ofensiva en Las Encartaciones y también en Brunete y la consiguiente vuelta de efectivos a la zona norte, los sublevados retoman la iniciativa y en agosto de 1937 los rompen el frente montañés por el sur, avanzando rápidamente hacia Santander. Otro tanto sucede en Enkarterri donde las unidades vascas reciben orden de retirarse de sus posiciones y los últimos pueblos bizkainos libres acaban siendo sometidos. El día 23 Artzentales, Turtzioz, Villaverde, y Karrantza y Lanestosa el 24 de agosto. La mayor parte de las tropas nacionalistas se entregarán en Santoña y parte de las republicanas continuarán la guerra en Asturias.

La guerra pueblo a pueblo[editar]

La guerra en Balmaseda[editar]

Al estallar la guerra, el Ayuntamiento crea una Junta de Defensa Local presidida por el teniente alcalde José de los Heros, miembro PNV y máximo responsable municipal ante la ausencia desde el principio de la contienda del alcalde Luis González de Taramona. La Junta se completará con los nacionalistas Agirre y Jaime Salazar y los socialistas Manolín Puente y José Cordeiro. Más adelante se incorporarán la Unión Republicana e incluso la CNT (19). La Junta requisa armas de fuego, coches, burros, mulas, radios y máquinas de coser para hacer ropa a los milicianos. Se interrumpe el curso escolar, se suspende el baile de los domingos y la banda de música se disuelve al ser sus instrumentos confiscados. Las calles quedan vacías por el miedo a la guerra, porque algunas familias abandonan el pueblo y porque muchos jóvenes se enrolan en diferentes batallones y empiezan a recibir instrucción militar en otras poblaciones. El mercado deja de hacerse y tiendas, bares y talleres cierran por falta de género y materiales. En noviembre se termina el pan blanco y el vino, y apenas hay pescado fresco. Con el paso del tiempo la comida empieza a escasear y su precio se dispara. Debido a ello surgen huertas por doquier, incluso en el centro del pueblo. El Ayuntamiento inicia el racionamiento repartiendo azúcar, aceite, patatas, arroz y garbanzos y también El Socorro Rojo entrega comida. A pesar de ello la gente llega a comer alimentos destinados a los animales y se ve forzada a trapichear y a veces hasta a robar.[22]​ La Junta también manda instalar puestos de vigilancia en la torre de la iglesia de San Severino y en el monte Arbalitza hasta donde se lleva una línea de teléfono para alertar a los talleres de la Robla ante la llegada de aviones o tropas enemigas y que hagan sonar sus sirenas.[23]

Los partidos del Frente Popular y los sindicatos ocupan y convierten en su sede el Palacio Horcasitas, también conocido como Palacio de Buniel o Casa del Marqués. Comienzan a organizarse batallones, casi siempre en función de las ideologías. Los militantes izquierdistas lo harán en el Meabe con sede en Bilbao e integrado mayoritariamente por las Juventudes Socialistas Unificadas (socialistas y comunistas) y en el Batallón Octubre que se instalará en el colegio de los Maristas y estará compuesto por jóvenes balmasedanos y del Valle de Mena. Los nacionalistas se agrupan principalmente en el Avellaneda y el Muñatones, con sede en el Ayuntamiento de Gueñes, antiguo chalet de Urrutia. Unos 450 vecinos partirán al frente y cerca de 50 morirán.[24]

En los primeros días de la sublevación, golpistas de Villarcayo y Medina intentan dividir en dos el territorio de la República en el norte, atacando en la zona de Los Tornos (Cantabria) y de El Cabrio (Burgos) para llegar a la costa cántabra. La Columna Villarías, con numerosos balmasedanos del Octubre en sus filas, será una de las que rechace el ataque permitiendo que el Valle de Mena y Enkarterri permanezcan en territorio leal al gobierno durante meses.[25]​ Una Junta Investigadora del Ayuntamiento elabora una lista de personas de derechas sospechosas de conspirar contra la República. 29 personas serán acusadas y algunas serán enviadas en la prisión bilbaína de Larrinaga. Salvador Ródenas, Faustino Armentia Aguado, y Juan Bautista Rodet son encarcelados en la cárcel-barco Cabo Quilates, en Bilbao. Tras un duro bombardeo franquista la multitud asalta diferentes prisiones y acaba con la vida de decenas de presos conservadores, entre ellos los tres derechistas balmasedanos.

El clero también es acosado por su apoyo a la sublevación, pero algunos izquierdistas y sobre todo los nacionalistas, protegen a los religiosos y a sus edificios. Uno de los acosados es el cura de Balmaseda Pedro Asua. El religioso es nieto del acaudalado indiano Martín Mendia y miembro de una pudiente familia que le costea los estudios de arquitectura. Las Escuelas Mendia y el seminario de Vitoria, entre otros proyectos, son obra suya. Preocupado por la situación decide trasladarse a Derio en donde incontrolados de izquierdas lo detienen y asesinan en agosto del 36, en Liendo, Cantabría. En el 2014 será beatificado por el Papa Francisco.[26]

Los primeros refugiados llegados a Balmaseda serán principalmente familias republicanas venidas de la provincia de Burgos. A medida que los golpistas avanzan por Gipuzkoa y Bizkaia llegarán más gentes de esas zonas. El Ayuntamiento se ocupará de ir registrándolos, de buscarles alojamiento y recursos, y pedirá a los balmasedanos que los acojan. Muchísimos vecinos aceptarán, también algunos de ideología conservadora. El propio alcalde Heros alojará a tres familias. Por otro lado, más de 50 niños y niñas de Balmaseda, los niños de la guerra, serán enviados a Inglaterra, Francia, Bélgica y la URSS. Los primeros partirán desde Santurtzi en el trasatlántico Habana Quinoa.

José de los Heros, alcalde en funciones y miembro del partido nacionalista vasco, fue un empresario dedicado a la construcción y todo tipo de obras civiles. El faro de Matxitxako en Bermeo y la construcción del ferrocarril de La Robla en colaboración con otras empresas, fueron sus obras más destacadas. Para abastecer sus instalaciones en la calle de la Estación también construyó en Zalla las centrales eléctricas de Bolunburu y de La Herrera, que a la vez proporcionan luz a buena parte de Balmaseda y Zalla. Heros se casó con Dolores González de Taramona, sobrina de Manuel de Taramona, un indiano originario de La Herrera, Zalla, que encargó al empresario que le construyese una escuela y un cementerio familiar, el actual cementerio de La Herrera. Ante la llegada de los sublevados a Sukarrieta, el PNV decidió desenterrar los restos de Sabino Arana y esconderlos en un lugar seguro. Su presidente, Doroteo de Ziaurritz, pidió a Heros, compañero de partido y amigo personal, que buscase un lugar en la retaguardia Encartada y este le propuso precisamente, ese pequeño cementerio familiar que había construido en La Herrera. Allí fue llevado Arana en completo secreto y el misterio de su paradero no fue desvelado hasta 50 años más tarde.[27]

Forzadas por la guerra las fábricas locales se militarizan. Fabio Murga pasa a construir estabilizadores para bombas, Boinas la Encartada tejerá mantas para gudaris y milicianos y UMASSA, la empresa de Heros blinda un tren para subir hacia Bercedo, cuya resistencia se prueba en el parque del frontón con disparos de diferente calibre.[28]

El ingeniero Alejandro Goicoechea, el futuro inventor del Talgo, es contratado por el ferrocarril de La Robla en los años 20 y viene a vivir a la Plaza de San Severino. Desde su puesto hará numerosos encargos a UMASSA. Al acercarse el frente de guerra, el Gobierno Vasco decide construir El Cinturón de Hierro de Bilbao y nombra a Goicoechea director de la obra. Para levantar los forjados de búnkeres y nidos de ametralladoras el ingeniero busca hierro en diferentes lugares y con ese fin volverá a visitar la Robla y también enviará trenes desde Balmaseda a Cantabria.[29]

Balmaseda y sus alrededores sufrirán numerosos bombardeos aéreos. El 28 de junio la aviación de Mussolini alcanzó las vías del tren, la zona de Valdemollina y la entrada del Hospital de Sangre en La Magdalena, donde murieron un civil y dos milicianos. Otros bombardeos afectaron al barrio de El Cristo, La Calzada, la Avenida, la presa del matadero, la estación, etc. Para protegerse de ellos se construyeron refugios junto a los talleres de La Robla, en la calle Correría detrás del Ayuntamiento y al lado de la actual comisaría de la Ertzaintza. También se protegieron los bajos del Consistorio y los arcos de la plaza con sacos terreros, aunque finalmente se descartaron por inseguros. Además, también los hubo en sótanos y casas del centro del pueblo.

El 29 de junio las Brigadas Navarras entran en Balmaseda por la carretera de Antuñano. Otras columnas que llevaban días en la zona de Arbiz, bajan hacia Las Tenerías. Los militares suben al Ayuntamiento y tiran por la ventana símbolos vascos y republicanos que después queman en las escaleras del consistorio. Muchos gudaris encartados se rinden y entregan sus armas en la Plaza de San Severino. Los fascistas ocupan la cárcel, la escuela, el frontón, los Maristas, etc. y los prisioneros son encerrados en dependencias de esos mismos edificios. Horcasitas se devuelve al Marqués de Buniel. Falange se queda la Casa del Pueblo y el Batzoki cercano a la Plaza del Marqués se convierte en comedor social.[30]

Dos meses después caerán el resto de Las Encartaciones y luego Santander y derechistas locales aprovecharán para pasar por los centros de detención e identificar y traer prisioneros al pueblo. Varios serán maltratados por el camino y muchos serán interrogados y torturados en la cárcel de Balmaseda. Entre ellos serán fusilados José Cordeiro (trabajador de La Robla, izquierdista y miembro del batallón Meabe) Ángel Asensio (sargento del Batallón Octubre) Luciano Fuentes (trabajador de La Robla) y Manolín Puente. Otros balmasedanos represaliados serán Julián Eguidazu Chinchurreta (de ANV y llevado a Burgos) Emilio Cremer Arce (responsable del Frente Popular, detenido en Cistierna y desaparecido) un tal Leniz del que se desconoce el nombre (fusilado en Urbina Álava) y Nicasio Santamaría (acusado de sabotear comunicaciones franquistas).[31]

Manuel Puente, Manolín, militó en el Partido Socialista desde muy joven. Tomó parte en la Revolución de Octubre y fue encarcelado por ello. A pesar de sus convicciones izquierdistas se sabe que intervino en numerosas ocasiones para ayudar o proteger a derechistas locales y a las monjas clarisas. Al llegar la guerra fue miembro en la Junta Local de Defensa y posteriormente fue nombrado Comandante Intendente del Batallón Octubre. Detenido en Santander y trasladado en la cárcel de Balmaseda, fue duramente torturado y con la mandíbula rota, fue “paseado” hasta la estación y llevado a la bilbaína cárcel de Larrinaga. Posteriormente fue trasladado a Derio y fusilado. Como castigo final su taller de carpintería fue requisado.[32]

Final de la guerra, represión y dictadura franquista[editar]

Después de cuatro años de cruenta guerra los sublevados vencieron a una República exhausta, dividida y abandonada internacionalmente. Eso supuso el ascenso de Franco, su consolidación como dictador y la instauración de un sistema totalitario que mediante el miedo y a menudo la violencia, abolió libertades y derechos. En las Encartaciones, como en todos los territorios que los golpistas fueron conquistando, el nuevo régimen sustituyó una represión inicial más “incontrolada” por un sistema de castigo más organizado y de apariencia más legal. Para empezar las nuevas autoridades consideraron paradójicamente a todos los que se habían opuesto al golpe de estado como sublevados y no al revés. A continuación, fueron clasificando a la población entre afectos o enemigos al régimen. Y por último condenaron castigaron a muchos de los perdedores de la guerra a penas de muerte, de cárcel, al destierro, o a trabajos forzados. Algunos encartados terminaron en penales y campos de concentración como el de Orduña, el de Valdenoceda cerca de Villarcayo,[33]​ la cárcel de mujeres de Saturraran, o el campo de concentración de Miranda de Ebro. Aunque otros fueron enviados mucho más lejos, como por ejemplo al Puerto de Santamaría, en Cádiz.

Los condenados a batallones de trabajo vivieron en condiciones cercanas a la esclavitud. En Galdames se construyó un campo de prisioneros para explotar las minas de hierro que abastecían a Altos Hornos de Vizcaya. El Batallón Minero de Trabajadores nº 1, con numerosos encartados en sus filas, cumplió pena en las minas Escarpada y Berango.[34]​ También en Fabio Murga se utilizó mano de obra esclava. Y algunos maquinistas de La Robla fueron obligados a subir por los frentes guerra de Burgos para recuperar el material bélico abandonado. Alejandro Goicoechea creó una empresa a tal fin y recibió generosas adjudicaciones.

La Comisión Depuradora de Balmaseda echó de sus trabajos a todos los funcionarios públicos y exigió informes de adhesión al régimen para readmitirles. El interventor municipal, dos serenos, el director de la banda de música, el médico, el juez, los fiscales, varios maestros y cerca de una docena de trabajadores fueron despedidos definitivamente y sus posibilidades de volver a trabajar en el mismo tipo de puesto quedaron muy reducidas. A muchos de los vencidos se le obligó a presentar listados de bienes y acto seguido se les confiscó patrimonio, propiedades, o se les obligó a pagar multas o bonos de guerra, además de negárseles cualquier ayuda. A menudo esos puestos de trabajo, esos bienes incautados fueron directamente a manos de familias franquistas, que además disfrutaron de variados privilegios y favores.[35]

A algunas mujeres que se habían significado políticamente se las humilló de manera particular. En Balmaseda fueron obligadas a limpiar locales municipales y casas de gentes de derecha.[36]​ En Zalla las hicieron fregar los suelos del Batzoki entre insultos. Y otros pueblos de la comarca hay testimonios de abusos, de cortes de pelo al cero, de la ingesta a la fuerza de aceite de ricino, etc. El euskera, la cultura vasca y cualquier reivindicación nacional fueron prohibidas. Los carnavales, el 1 de mayo y algunas otras fiestas fueron eliminadas del calendario y fueron sustituidas por otras muchas de carácter religioso o adoctrinante. En homenaje a los caídos por el bando vencedor se inauguraron numerosos monumentos, uno de ellos en los bajos del Ayuntamiento de Balmaseda donde se instaló una gran placa.[37]

La Falange fue extendiendo su control sobre todos los aspectos de la vida y la Iglesia adoptó el nacional catolicismo como doctrina e impuso, mediante la educación y el control social, una visión retrógrada de la sociedad, la familia, la mujer o del sexo. En esa línea Balmaseda prohibió a las mujeres bañarse en el río para “evitar provocaciones”.[38]

En el 1940 la Alemania nazi invadió Francia. Miles de refugiados huidos al país vecino se vieron envueltos en la Segunda Guerra Mundial y no pocos milicianos y gudaris se unieron a los aliados o a la resistencia. Los exiliados detenidos por los nazis fueron ofrecidos al régimen español para que los juzgase y castigase, pero Franco se desentendió de ellos y muchos acabaron en campos de exterminio. Por ejemplo, el vecino de Galdames Julio Martínez o Juan Fraile Teresa, de Sopuerta, fueron encerrados en Buchenwald mientras que Cándido Salomón, de Sodupe, acabó en el Campo de concentración de Mauthausen-Gusen, Austria.[39]

El periplo del izquierdista de Alonsotegi, Marcelino Bilbao, requiere una explicación más amplia. Alistado en el Batallón Isaac Puente, combatió en Villarreal, Sollube, Asturias y en la Batalla del Ebro y fue condecorado varias veces por ello. Perdida la guerra pasó por varios centros de detención en Francia. Posteriormente detenido por los nazis cuando trabajaba en la línea Maginot, fue enviado al campo de concentración de Mauthausen, donde Aribert Heim, el médico conocido por “Doctor Muerte”, le usó como cobaya humana para sus aberrantes experimentos a los que por fortuna sobrevivió.[40]

Formalmente España se mantuvo “neutral” durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, secretamente, siguió vendiendo materias primas a la Alemania Nazi para su industria de guerra. Entre otras cosas, Franco surtió a los nazis de hierro proveniente de Montes de Triano. En 1944 un submarino británico HMS Sceptre P215 de la clase "S", cuyo comandante era el teniente I.S. McIntosh, torpedeó y hundió al mercante alemán Baldur que cargaba mineral en Saltacaballos, Cantabria.[41]

La vida en la posguerra fue muy dura. A la situación dictatorial se unió el hundimiento de la economía debido a la contienda y a la política de autarquía del régimen. En muchas casas se pasó hambre o al menos estrecheces, especialmente en las grandes ciudades, que disponían de muchos menos lugares de cultivo y, por tanto, de menores posibilidades de autoabastecimiento. Muchos hombres tuvieron que recurrir a segundos y hasta a terceros oficios y muchas mujeres, siempre peor pagadas, añadieron a su dura labor doméstica la realización de trabajos extra en fábricas. Por ejemplo, en el caso de Balmaseda, en Boinas La Encartada, en Manufacturas Rodet, en La Cepillera, o en el de Zalla, en Plomos. Y lo mismo ocurrió en el resto de pueblos de la comarca. Otras muchas cosieron, lavaron y limpiaron para familias acaudaladas. También muchos niños tuvieron que dejar la escuela para contribuir con algo de dinero o comida a la economía familiar. Quienes no tuvieron posibilidad de trabajar cultivaron huertas en cualquier rincón, buscaron alimentos por el monte, pescaron, o pusieron trampas para cazar. Aprovechando la línea de ferrocarril de La Robla, otra mucha gente se dedicó al famoso estraperlo que salvó a mucha gente, especialmente mujeres, de pasar hambre. A algunos, no obstante, no les quedó más remedio que robar carbón, leña, fruta, o lo que pudieron.[42]

A eso había que sumarle que las condiciones de vida eran muy precarias. El agua corriente no llegó a muchos sitios hasta finales de los 50 y la falta de ducha o de wáter repercutía en una higiene deficiente y propiciaba la aparición de piojos, sarna, tuberculosis, disentería y hasta algún brote de tifus como ocurrió en Balmaseda en varias ocasiones. También la electricidad se hizo esperar y cuando llegó era intermitente y muy débil. Sin neveras y limpiando la ropa en el rio, la cocina económica o chapa era la única fuente de calor de la mayoría de hogares.[43]

En 1946, el maqui Mateo Obra, natural de Guadalajara y combatiente en el maqui francés, organiza la Brigada Malumbres junto a media docena de comunistas vizcaínos. Con base en la mina abandonada «El Sauco», en Galdames, este grupo desarrolla tareas de propaganda, roba explosivos y armas, reorganiza las juventudes y el partido y en la estación de Carranza da fuego a varios vagones cargados de mineral. Cuando realizaban un atraco fueron descubiertos y en el tiroteo posterior uno de sus miembros de la brigada falleció y Mateo Obra quedo herido y fue detenido. Otro de los integrantes murió a causa de las torturas a las que fue sometido y el resto fue fusilado.[44]​ En 1955, los maquis José Marcos Campillo, "El Tranquilo", Pedro Marcos Campillo y Santiago Rey Roiz, de la 6ª Brigada Guerrillera "Ceferino Machado” secuestran en Balmaseda a Emilio María Bollaín, hijo del industrial y procurador en Cortes Emilio Bollaín y obtienen como rescate 1.500.000 de pesetas antes de huir a Francia. Detenidos y juzgados en Francia el gobierno franquista les reclamó como ladrones, pero lograron mostrar su condición de combatientes antifascistas y no ser extraditados.

Las estrecheces irán pasando y al tener más medios y más tiempo libre, nuevas inquietudes irán despertando en la población. Con la llegada de la televisión y del turismo también se conocerán sociedades más democráticas y modernas y, poco a poco, la oposición al régimen se irá extendiendo y consolidado. Especialmente entre muchos jóvenes encartados que no habían conocido la guerra y que comenzaron a militar en distintos partidos y sindicatos clandestinos, a la larga determinantes para la llegada de una democracia formal.

  1. «Muskiz.Bizkaia. Las batallas de Somorrostro, 1874.». 
  2. «National Geograhic, El castillo de Balmaseda y su importancia en la historia». 24 de enero de 2022. 
  3. Castresana, Elixane (26 de julio de 2020). «Balmaseda desentraña la huella del pasado en sus muros». 
  4. «Mikelatz, Guerra en el Occidente de Bizkaia: 1ª Batalla de la Celadilla». 
  5. «Patrimonio Industrial Vasco, Encartaciones». 
  6. «Ordunte: el agua que no has de beber...». 
  7. «La guerra del 37 en Zalla. Plaza de Euskadi». 
  8. «Historia y memoria de la Guerra Civil en Sopuerta». 
  9. «Historia y memoria de la Guerra Civil en Sopuerta». 
  10. «La guerra del 37 en Zalla. Barrio Otxaran.». 
  11. «Combatiendo en el límite: La resistencia vasca en el frente de Las Encartaciones (1937)». 
  12. «El Museo de las Encartaciones. Enkarterri 1937. Los últimos meses de la guerra civil en Euskadi. Itxaropena iñoiz ez da galtzen». 
  13. «Los 300 bombardeos de Las Encartaciones». 22 de junio de 2017. 
  14. ««Arrasaré Vizcaya» 2000 bombardeos aéreos en Euskadi (1936-1937). Xabier Irujo Ametzaga.». 
  15. «Gogora. Lugares bombardeados en Euskadi 1936-1937». 
  16. «Enkarterri Museoa. Memoria Histórica Balmaseda 1925-1940». 
  17. «Los crímenes de Franco en Euskal Herria, 1936-1940. Iñaki Egaña». 
  18. Etxebarria Mirones, Txomin. Ediciones Beta, ed. La Guerra Civil en Balmaseda. 1936-1939.. ISBN 84-96009-46-7. 
  19. Etxebarria Mirones, Txomin. Ediciones Beta, ed. La Guerra Civil en Balmaseda. 1936-1939.. ISBN 84-96009-46-7. 
  20. Etxebarria Mirones, Txomin. Ediciones Beta, ed. La Guerra Civil en Balmaseda. 1936-1939.. ISBN 84-96009-46-7. 
  21. «Gogora. Informe sobre los traslados desde Euskadi y de vascos trasladados desde otras CC.AA. al Valle de los Caídos.». 
  22. «Harresi Kultur Elkartea. El comienzo de la Guerra Civil en Balmaseda.». 
  23. «Harresi Kultur Elkartea. El comienzo de la Guerra Civil en Balmaseda.». 
  24. «Deia. Balmaseda se compromete con la memoria histórica.». 
  25. «Las Merindades en la Memoria. En marcha la Columna Villarias». 
  26. «Auñamendi Eusko Entziklopedia. Asúa y Mendia, Pedro». 
  27. Castresana, Elixane (17 de junio de 2021). «El Museo de las Encartaciones aumenta su legado patrimonial». Deia. 
  28. Castresana, Elixane (17 de junio de 2021). «El Museo de las Encartaciones aumenta su legado patrimonial». Deia. 
  29. «Mugalari. 80 años del paso del elorriano Alejandro Goicoechea al bando faccioso.». 
  30. «Harresi. 29 de junio de 1937, «La toma de Balmaseda»». 
  31. Etxebarria Mirones, Txomin. Ediciones Beta, ed. La Guerra Civil en Balmaseda. 1936-1939.. ISBN 84-96009-46-7. 
  32. «Fundación Pablo Iglesias, Puente Ruibal, Manuel.». 
  33. «El confidencial. El 'gulag' más extremo de la posguerra está a punto de derrumbarse». 
  34. «Crónicas a pie de fosa. Los presos del Batallón Minero nº 1 de Vizcaya.». 
  35. «Balmaseda memoria histórica. 1940-1950.». 
  36. «Balmaseda memoria histórica. 1940-1950.». 
  37. «Balmaseda memoria histórica. 1940-1950.». 
  38. «Balmaseda memoria histórica. 1940-1950.». 
  39. «Gogora. La deportación de los vascos a los campos del tercer Reich (1940-1945).». 
  40. «El País. Marcelino Bilbao, conejillo de indias en Mauthausen.». 
  41. «Se cumplen 72 años del ataque de un submarino inglés al Baldur alemán frente al cargadero de Saltacaballo». 
  42. «Balmaseda memoria histórica. 1940-1950.». 
  43. «Balmaseda memoria histórica. 1940-1950.». 
  44. «Abertzale Komunista. Mateo Obra Lucia».