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En esta página anotaré información de su libro "Yaganes del Cabo de Hornos".

Temas[editar]

  • Pueblo yagán : 29-32-33-37-81-154-155-184-288-745-746

Introducción[editar]

Los yaganes: Los primeros navegantes o bien los ignoraron o los trataron con desprecio. Incluso el gran Darwin se refirió a ellos como "desdichados, miserables, atrofiados", "salvajes miserables y degradados", "las criaturas más abyectas y miserables que yo haya visto en ninguna parte", que "matan y devoran a sus mujeres viejas antes que matar a sus perros". Y agrega, "al ver a esos hombres, difícilmente creería uno que sean nuestros prójimos y habitantes del mismo mundo".

Eran cazadores de mamíferos marinos y recolectores de mariscos.

Conocían bien su territorio y las estaciones y sabían dónde y cuándo encontrar focas, mariscos, peces, ciertas aves y otros alimentos. Muy conscientes del peligro de los repentinos cambios climáticos, tanto ellos como sus vecinos, los kawesqar, eran consumados navegantes en sus canoas de corteza.

Como Darwin lo hiciera notar, veían mucho más lejos en el horizonte que los europeos.

Tenían un temperamento alegre, hasta que sus vidas fueron trastocadas por los afuerinos.

Con certeza, en el futuro habrá más gente de todo el mundo que admires a los yaganes por su vigor físico e ingenio para hacer frente a un entorno tantas veces impredecible, por sus creativas ceremonias; su talento para la mímica y oído musical; su mordaz y a menudo divertida literatura oral; sus pinturas geométricas semejantes a un código; su sociedad dinámica, generada por una sutil combinación de cooperación y competencia; su lengua asombrosamente rica y su sociabilidad. Era habitual que a los navegantes europeos se les diera una alegre bienvenida, aun cuando los hombres fueguinos no siempre resistieran la tentación de echarse al bolsillo trozos de hierro de la cubierta de los barcos.

En 2010, solo había una persona, Cristina Calderón, que hablaba la lengua yagana en forma fluida.

1578-1775: Drake; las primeras masacres de europeos; el capitán Cook inaugura una nueva era[editar]

El 7 de septiembre de 1578, los barcos de Drake, el Golden Hind, el Marigold y el Elizabeth salían del estrecho de Magallanes para dirigirse al norte, cuando fueron lanzados a mar abierto por esa tremenda tempestad.

El 30 de septiembre el Marigold se hundió con toda su tripulación. El Elizabeth logró refugiarse en un lugar cercano donde esperaron hasta el 8 de octubre la llegada del buque insignia. Al no producirse este encuentro su capitán estimó que también había naufragado por lo que decidió reingresar al Estrecho y navegarlo hacia el este con rumbo a Inglaterra donde llegó nueve mes después. El Golden Hind fue zarandeado en las latitudes australes durante cincuenta y dos días, desde el 7 de septiembre hasta el 28 de octubre, llegando hasta unos 57° latitud sur. Mucho más allá del cabo de Hornos que se encuentra en 55°de latitud sur. Drake había llegado más al sur que ningún otro navegante europeo. Entonces se supo que Tierra del Fuego no era la terra incognita.

Durante la segunda semana de octubre, y habiendo amainado algo las tormentas, Drake y sus agotados hombres hicieron escala más al norte, en una de las islas a lo largo del Pacífico (posiblemente en bahía Desolada, a unos 54° 40' latitud sur). Durante esta semana, los nativos fueguinos surgieron de ese lugar remoto para subir al escenario de la historia. Así, Drake y sus hombres se convirtieron en los primeros extraños que se encontraron con los habitantes del lugar más austral del mundo. Bajaron a tierra a buscar agua dulce y a descansar sus cuerpos débiles y aquejados de enfermedades. Durante una estada de tres días, vieron que los habitantes nativos viajaban de una isla a otra, en sus canoas, para conseguir el sustento, tanto hombres como mujeres y niños pequeños envueltos en pieles y colgados a la espalda de sus madres. Hicieron trueque con esos fueguinos (alacalufes o yaganes).

El segundo encuentro ocurrió más o menos una semana más tarde, probablemente en la isla Henderson, a 55°35' latitud sur. Drake y sus hombres se quedaron allí del 24 de octubre al 1 de noviembre. A la isla y a algunas otras a su alrededor, Drake les dio el nombre de islas Elizabethides. Se parecían a los alacalufes que habían visto unas siete semanas antes en las orilla continental del estrecho de Magallanes.

Sea como sea estos encuentros marcaron el comienzo de un futuro que ni los nativos ni nadie más podrían haber imaginado.

Se habría sentido orgulloso que todos los mapas del mundo aún llevan su nombre en el paso Drake, una extensión de mar agitado de unas 600 millas de largo entre el cabo de Hornos y las islas periféricas de la Antártica.

El paso de Drake por el estrecho de Magallanes enfureció a la corona española. Un año después, en 1579, Felipe II proveyó a Sarmiento de Gamboa con dos navíos y le ordenó que se asegurara que los ingleses no volverían a cruzar el Estrecho. A continuación de la primera exploración, Felipe II lo envió nuevamente al estrecho de Magallanes con órdenes de fortificarlo en su entrada desde el Atlántico y colonizarlo. Esta segunda flota salió de España en septiembre de 1581 con veintitrés naves y con 4.600 voluntarios. Llegaron a la entrada del Estrecho en febrero de 1584 después de dos años y medio, sólo 5 naves con cerca de 400 sobrevivientes, el resto había desertado o muerto. Algunos meses más tarde Sarmiento partió a España asegurándoles a los sobrevivientes que regresaría con ayuda, pero nunca lo hizo. Luego de tres años, en 1587 Thomas Cavendish, un bucanero inglés, rescató a un tal Tomé Hernández uno de los dieciocho o veinte que aun seguían con vida, los demás rehusaron ser rescatados. El relato de Tomé sobre este desastre se publicó unos treinta años después. El monumento a la mala suerte y a la ineficiencia de Sarmiento de Gamboa culminó con la muerte por hambre de todos menos uno de los 400 sobrevivientes.

Después del increíble fiasco de Sarmiento, Isaac Le Maire, un rico comerciante de los Países Bajos, hizo su ingreso en la historia. Buscaba un paso libre hacia el Pacífico para que sus barcos pudiesen comerciar con el Lejano Oriente. Tenía la certeza de que el estrecho de Magallanes no era el único paso para cruzar al Pacífico. Equipó dos barcos, el Eendratch (Armonía) y uno más pequeño, el Hoorn, llamado así por uno de los principales puertos de los Países Bajos. Contrató a su hijo Jacques y al almirante Willem C. Schouten, un navegante de gran experiencia para que comandaran su expedición.

A su derecha vieron la punta de la isla Grande y a la izquierda una isla que llamaron Statenland - isla de los Estados - en honor del organismo que gobernaba los Países Bajos -los Estados Generales - y que respaldaban la expedición.

Pero quedaron asombrados por las grandes bandadas de pingüinos y los "miles" de ballenas. El 29 de enero, llegaron a un "acantilado siniestro" en el extremo austral de la tierra. Habían descubierto una segunda ruta marítima que desde Europa cruzaba América al Pacífico, y así, el monopolio de España de la ruta marítima al Pacífico terminó para siempre. Al acantilado siniestro lo llamaron cabo Hoorn, para honrar el lugar de nacimiento de Schouten, la ciudad portuaria de Hoorn.

Si bien Drake había navegado por el estrecho de Magallanes en solo dieciséis días, era una ruta riesgosa para los barcos de vela, en especial su sección occidental "la más angosta, más tortuosa, más sinuosa de todos los estrechos que conectan dos grandes masas de agua".

A pesar de su fama terrorífica, a las rutas del cabo de Hornos y otras que circundan el cabo que está más al sur, se las prefirió durante casi 250 años, hasta que los barcos de vapor hicieron más navegable el estrecho de Magallanes.

Aunque en 1616 los holandeses no se encontraron con nativos yaganes, ese viaje marca el comienzo del tráfico europeo a través de su territorio.

A pesar de todo, España planeaba tomar posesión de la ruta del cabo de Hornos mediante la fortificación del estrecho de Le Maire. En 1619 la corona española despacho dos carabelas comandadas por dos hermanos de apellido Nodal. A comienzos del año siguiente las naves fondearon en muy buena bahía que llamaron Buen Suceso en honor de uno de los navíos el Nuestra Señora del Buen Suceso. Quedaron impresionados por la abundancia de gordas sardinas y focas a lo largo de todo el estrecho.

Mientras la tripulación de los Nodal cargaba agua en Buen Suceso, quince nativos bajaron al lugar del agua gritando a a a , extendiendo los brazos hacia los extranjeros, mientras agitaban en el aire sus cintillos de plumas blancas. Había comenzado el contacto europeo con los nativos a quienes más tarde se conocería como los haush. Depusieron sus armas y les ayudaron a recoger agua y leña sin dejar traslucir ni la más mínima desconfianza. La bienvenida brindada por los haush es realmente asombrosa , porque esos españoles eran los primeros forasteros que habían visto jamás. Durante los siglos venideros , los haush seguirán dando la bienvenida a los extranjeros a pesar de los grandes daños que los pescadores británicos y estadounidenses provocarían a sus recursos de focas y ballenas.

Después que los hermanos Nodal partieron de bahía Buen Suceso, descubrieron un grupo de islotes rocosos, ubicados a 60 millas al sudoeste del cabo de Hornos, y les dieron el nombre de Diego Ramírez, por su cartógrafo. La expedición navegó ṕor la costa del Pacífico, cruzó el estrecho de Magallanes y salió por el Atlántico. La corona española se convenció de que era imposible fortificar la entrada del estrecho de Le Maire y que la ruta del cabo de Hornos seguiría siendo un desafío.

Los holandeses procuran dominar el mundo: Este siglo XVII fue una época de conquistas, pero ya no para España y Portugal, y no todavía para Inglaterra, pero sí para los Países Bajos. La ruta abierta por el cabo de Hornos llevaba a las islas de las Especias, pero lo que era aún más amenazador para España, llevaba a la extensa costa occidental de América del Sur, a las grandes riquezas del recién conquistado imperio inca. Los comerciantes holandeses tenían sueños desenfrenados; una estrategia grandiosa para dominar el mundo: derrotar a los ingleses en la carrera por la colonización de América del Norte, apoderándose de sus rutas comerciales, monopolizar el lucrativo comercio europeo de las especias y derrotar a la armada española en Perú. Cuarenta y dos años más tarde y habiendo mediado dos guerras , los británicos finalmente expulsaron a los holandeses de la isla de Manhattan. Sin embargo en 1623 el panorama holandés se presentaba muy prometedor.

Con el propósito de aplastar a la armada española estacionada en la costa peruana, pedir el apoyo de los indios y de los esclavos africanos y, con su ayuda, reconquistar el Perú reunieron una flota extraordinaria: once barcos de guerra armados con cerca de 300 cañones, manejados por tripulantes que alcanzaban a los 1.637 hombres. A la escuadra se la llamó Flota Nassau, en honor del conde de Nassau, Príncipe de Orange, el jefe de estado de las Provincias Unidas de los Países Bajos. Era el principal patrocinador de la expedición. También estaba financiada por la mayoría de las provincias de la república ahora conocida como Holanda. Debía derrotarse a España antes de que ella le drenara sus riquezas al Perú.

La flota Nassau quedó al mando del almirante Jacques L'Hermite en consideración a su larga experiencia con la Compañía de las Indias Orientales Holandesas. En abril de 1623 esa enorme flota zarpó de bahía Goree (Holanda del sur) y meses más tarde cruzó sin contratiempos el estrecho de Le Maire. Finalmente, en febrero de 1624, después de bordear el cabo de Hornos, los barcos viraron hacia tierra y navegaron a lo largo de una isla a la que más tarde se llamó Hermite. Encontró una espaciosa bahía, llamada más tarde Nassau y probablemente el 18 de febrero de 1624 fondearon en una más pequeña , a la que se llamó Schapenham, por el vicealmirante segundo al mando de la expedición. pues parecía ser el mejor lugar para reacondicionar la flota. El 22 de febrero, de uno de los barcos, el Arent (Águila), se envió a tierra en chalupas a diecinueve marineros desarmados en busca de agua y leña. Los marineros establecieron comunicación por señas con los salvajes, cerca del curso de agua en la playa de la bahía, cuando estalló una tormenta que los obligó a permanecer allí durante la noche.

Al día siguiente, cuando despejó el mal tiempo, la tripulación del Arent no vio señal alguna de sus diecinueve compañeros. Preocupado, el capitán envió algunos hombres a buscarlos. Al bajar a tierra deben haber quedado horrorizados cuando vieron, desparramados por la playa, los cadáveres de cinco de sus compañeros. De los diecinueve que habían quedado abandonados en la isla, solo dos estaban vivos e ilesos, pues se habían escondido entre los matorrales durante la matanza. Los dos sobrevivientes y los marineros que los rescataron tuvieron sospechas de canibalismo, porque el cuerpo del piloto estaba extrañamente destrozado y los otros, cortados en cuatro, del resto nunca se supo nada. Así los yaganes ingresaron en la historia como caníbales, una reputación que va a durarle casi dos siglos y medio.

Los holandeses se encontraron con otros yaganes. L'Hermite envió al vicealmirante Schapenham en la gabarra Windhond (Galgo) a que explorara la zona norte de la bahía Nassau, antes de la masacre o un día o dos después que esta ocurriera. Llegaron a la parte sur de la isla Navarino cuyo nombre original era Wulla. Divisaron humo en una bahía que llamaron Windhond - actualmente seno Grandi - los holandeses fueron al encuentro de los nativos quienes les dieron una alegre bienvenida. Eran de aspecto fuerte y bien proporcionados. Las canoas de estos nativos (yaganes) les llamaron especialmente la atención. Las canoas de corteza de los kawesqar eran más grandes que las de los yaganes y deben haber sido más sólidas, porque las usaban para navegar por las peligrosas islas exteriores. Los yaganes se limitaban más bien a los canales interiores, aunque navegaban por la zona del cabo de Hornos y del igualmente peligroso estrecho de Le Maire.

Los tripulantes de L'Hermite estaban convencidos que se los habían comido, porque no encontraron de ellos rastro alguno y porque los cinco cadáveres que yacían en la playa habían sido mutilados, como si los hubieran cortado para que sirvieran de carne. Dos siglos y medio después los misioneros negarán enfáticamente que los yaganes fueran caníbales, a pesar de los comentarios que convencieron a Fitz Roy y a Darwin de que realmente lo eran. Según pruebas fidedignas , los yaganes no eran caníbales, aunque tal vez se hayan comido a los doce marineros holandeses. Es evidente que hay que hacer una distinción entre actos aislados de canibalismo y la caracterización de todo un pueblo como tal. Robert Fitz Roy pensaba que la masacre de los diecisiete marineros holandeses en 1624, podría haber sido una venganza por la masacre, en 1599, de otros fueguinos a manos de otra expedición holandesa, cerca de la entrada este del estrecho de Magallanes.

Los holandeses fueron los primeros que derramaron la sangre de los nativos en Tierra del Fuego. En 1599 el almirante holandés Olivier Van Noort y sus hombres sorprendieron a un grupo de Onas en la isla Pingüino, cerca del cabo Orange (actual punta Catalina) en la ribera sur de la entrada oriental al estrecho de Magallanes. El almirante fondeó su barco en las cercanías para matar pingüinos. Cuando los hombres se embarcaron los indígenas les arrojaron flechas. La tripulación les disparó y mataron a veinticinco o cuarenta onas. Hubo un sobreviviente, una mujer adulta.

En 1643 una flota holandesa de cinco navíos estuvo a punto de ingresar al estrecho de Le Maire pero su comandante Hendrick Brouwer desistió ante una feroz tormenta.

En noviembre de 1711 el jesuita francés Pére Labbé y sus compañeros pasaron cinco días en la bahía Buen Suceso. Dos años más tarde estuvo en la misma bahía Sieur de Villemarine. En 1715 el explorador francés capitán Joachim d'Arquistade y sus oficiales estuvieron un apacible con los yaganes en una bahía cercana a donde habían sido masacrados los marineros holandeses. En 1747 Le hen Brignon circunvaló el cabo de Hornos.

Desde que viniera la expedición de Beauchesne (1698-1701) comerciantes franceses y especialmente pesacadores de Saint Malo, desplegaron muchas actividades en esta región del mundo. Pero los franceses no sacaron partido de esta precedencia económica en la región.

Finalmente, en 1740, los británicos decidieron reconquistar el Perú, para triunfar donde habían fracasado los holandeses. El almirante George Anson fue escogido para este propósito.

1780-1825: Llegan los balleneros y los loberos[editar]

1826 a 1830: El primer viaje de los barcos de su majestad a Tierra del Fuego; cuatro fueguinos son llevados a Inglaterra[editar]

1830 a 1832: Fueguinos en Inglaterra; se encuentran Fitz Roy y Darwin; el Beagle regresa a Tierra del Fuego con Darwin y tres fueguinos[editar]

1833 a 1834: Los tres fueguinos con Darwin y Fitz Roy en Tierra del Fuego; Darwin y Fitz Roy visitan las islas Malvinas. Adiós fueguinos[editar]

Bibliografía[editar]

  • Chapman, Anne (2012), Yaganes del cabo de Hornos. Encuentro con los europeos antes y después de Darwin., Santiago de Chile: Pehuén editores S.A. .