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Influencia en otras tradiciones[editar]

Posible influencia en el Cristianismo[editar]

Los misterios de Isis, como aquellos de otros dioses, se siguieron realizando hasta finales del siglo cuarto DC. Aunque a finales del siglo, los emperatdores Cristianos incrementaron la restricción de la práctica de regiones no cristianas, las cuales condenaron como "paganas".[1]​ Los cultos de los Misterios, por lo tanto, desaparecieron gradualmente cerca del inicio del siglo V.[2]​ Estos coexistieron con el cristianismo por siglos antes de su extinción y algunos elementos de su iniciación se parecieron a creencias y práctias cristianas. Como resultado, la posibilidad de que el cristianismo fuera influenciado directamente por los cultos de los Misterios ha sido considerada.[3]​ Evidencia de interacciones entre cristianismo y los cultos de los Misterios es pobre, haciendo que la cuestión sea difícil de resolver.[4]

La mayoría de las tradiciones religiosas en el mundo grecorromano se centraron en una ciudad o grupo étnico particular y no requerían devoción personal, solo ritual público. En contraste, el culto a Isis, como el cristianismo y otros cultos de los Misterios, se componía por personas que se unían voluntariamente, por compromiso personal a una deidad que consideraban superior a las otras.[5]​ El cristianismo tiene su propio ritual de iniciacion, el bautismo, y empezando en el siglo IV, los cristianos iniciaron a referirse a sus sacramentos, como el bautismo con la palabra mysterion, el término griego que también se utilizaba para un rito del Misterio[6]​ En este caso, la palabra significaba que los cristianos no discutían acerca de sus ritos más importantes con no cristianos que podrían no entenderlos o faltarles al respeto. Sus ritos, entonces, adquirieron un aura de secretismo que rodeaba a los cultos del misterio[7]​ Además, si se pensaba que los iniciantes de Isiac se beneficiaban en la vida después de la muerte de la muerte y resurección de Osiris, esta creencia hubiera sido paralela a que la muerte y resurrección de Jesús permitían la salvación de aquellos que se convertían en cristianos.[8]

Aún en tiempos antiguos estas similitudes eran controversiales. Los no cristianos en el Imperio Romano en los primeros siglos DC creían que el cristianismo y los cultos del misterio se asemejaban entre sí. Reaccionando a estas declaraciones por foráneos, los primeros cristianos apologistas negaron que estos cultos hubieran influenciado su religión.[9]​ El protestante académico del siglo XVII Isaac Casaubon volvió a poner en juego la cuestión al acusar a la Iglesia Católica de derivar sus sacramentos de los cultos del misterio. Charles-François Dupuis, a finales del siglo XVIII, aún fue más lejos al clamar que todo el cristianismo se basó en los cultos del misterio. Intensificada por las disputas religiosas entre protestantes, católicos y no cristianos, la controversia ha permanecido hasta la actualidad.[10]

Algunos académicos han comparado el bautismo con la iniciacion Isiaca descrita por Apuleius específicamente. Antes de los inicios del siglo IV DC, el bautismo era la culminación de un proceso largo, en cual el convertido al cristianismo ayunaba por los 40 días de la cuaresmaSantes de ser sumergido en Pascua en una cisterna o cuerpo de agua natural. Como los misterios de Isis, entonces, el bautismo cristiano involucraba un ayuno de días y un ritual de lavado. Tanto el ayuno como el lavado eran tipos comunes de purificación ritual encontrados en las religiones del Mediterráneo, el bautismo cristiano se derivó específicamente de el bautismo de Jesús y los rituales de sumersión judíos. Por lo tanto, de acuerdo con Hugh Bowden, estas similitudes vienen de el trasfondo religioso del cristianismo y el culto a Isis, no de la influencia de una tradición sobre la otra.[6]

Similarmente, los alimentos sagrados compartidos por los iniciados de muchos cultos del misterio han sido comparados con el ritual cristiano de la comunion.[11]​ Por ejemplo, el clasicista R. E. Witt llamó al banquete que concluía la iniciación Isiaca "La Eucaristía pagana de Isis y Sarapis"[12]​ Sin embargo, banquetes en los cuales los devotos comían la lo que había sido sacrificado a una deidad era una prácticna casi universal en las religiones mediterráneas y no prueban un enlance directo entre el cristianismo y los cultos del misterio. El rasgo más distintivo de la comunión cristiana— la creencia de que Dios mismo fue la victima de un sacrificio se encontraba presente en los cultos del misterio. .[11]

Bowden duda que las creencias en la vida después de la muerte fueran un aspecto muy importante de los cultos del los misterios y por lo tanto cree que su parecido con el cristianismo es pequeño.[13]​ Jaime Alvar, en contraste, argumenta que los misterios de Isis, en conjunto con aquellos de Mithras y Cibelesisí involucraban creencias acerca de salvación y la vida después de la muerte que se parecían a aquellos en el cristianismo. Pero, él comenta, que no fueron similares por tomar elementos entre sí, sino únicamente por adaptarse en maneras parecidas al ambiente religioso grecorromano. El dice: "Cada culto encontró los materiales que éste requería en los elementos comunes actuales d ese momento. Cada uno tomó lo que se necesitaba y adaptó estos elementos de acuerdo a su corriente y diseño general"

Influencia en tiempos modernos[editar]

La revelación de una estatua de Isis como la personificación de la naturaleza, mostrada como el momento climático de la iniciació Isiaca, en un grabado de 1803 de Henry Fuseli[14]

Los motivos de la descripción de Apuleius acerca de la iniciación Isiaca han sido repetidos y reformados en los sistemas de creencias ficticios y esotéricos en tiempos modernos, y por lo tanto, forman una parte importante de la percepción occidental de la religión egipcia. [15]​ La gente reutilizando estos motivos normalmente asume que los ritos del misterio fueron practicados en Egipto antes de los tiempos helénicos..[16]

Un ejemplo influyente es la novela de 1731 Sethos por Jean Terrasson. Terrason clamó haber traducido este libro de una obra de ficción antigua griega, basada en eventos reales. Este libro era su propia invención en realidad, inspirado por las antiguas fuentes griegas que asumían que la filosofía griega se había derivado de Egipto. En la novela, sacerdotes de Egipto mantienen un sistema de educación elaborada como una universidad Europea.[17]​ Para unir sus rangos, el protagonista Sethos es objeto de una iniciación presidida por Isis, tomando lugar en las cámaras ocultas de la Gran Pirámide de Giza. Basado en los argumentos de Lucius en Metamorphoses ncerca de que él "había sido llevado a través de todos los elementos" durante su iniciación. Terrason describe la iniciación como una serie de tareas elaboradas, cada una basándose en uno de los elementos clásicos: correr sobre barras de metal caliente haciendo referencia al fuego, nadando en un canal haciendo referencia al agua y columpiándose sobre una fosa haciendo referencia al aire.[18][Note 1]

El tratado de William Warburton acerca del Legado divino de Moisés publicado desde 1738 hasta 1741, incluía un análisis de los antigos ritos del misterio que se cirnieron sobre Sethos para su evidencia.[20]​ Asumiendo que todos los ritos del misterio se derivaron de Egipto, Warburton argumentó que la cara pública de la religión Egipcia era politeísta, pero que los misterios egipcios eran de diseñados para revelar raíces monoteístas más profundas a los inciciados de élite. Uno de ellos, Moisés, aprendió esta verdad durante su crianza Egipcia y desarrolló el Judaísmo para revelarlo a la nación Israelita .[21]

Los Francmasones, miembros de una organización fraternal Europea que tomó su forma moderna en el siglo XVIII desarrollaron muchos mitos pseudohistóricos que trazaron a la francmasonería hasta sus tiempos antiguos. Egipto se encontraba dentro de las civilizaciones que los masones clamaban haber influenciado en sus tradiciones.[22]​ Después de que Sethos fuera publicado, muchas sectas masónicas desarrollaron ritos basados en los de la novela. A finales del siglo, escritores masones aún asumían que Sethoswera historia antigua, usaron la obvia similitud entre sus ritos y la inciacion de Sethos como evidencia de su supuesto antiguo origen.[23]​ Muchos trabajos de ficción de 1790 a 1820 reutilizaron y modificaron los rasgos característicos de la inicación egipcia de Terrason: Pruebas de los cuatro elementos, frecuentemente tomando lugar bajo pirámides. El trabajo más conocido entre estos es la opera de Wolfgang Amadeus Mozart's de 1791 titulada La flauta mágica en la cual el personaje principal,Tamino, es sometido a una serie de pruebas vigiladas por sacerdotes que invocan a Isis y a Osiris.[24]

El Francmason Karl Leonhard Reinhold, en los 1780s, se refirió y modificó las aclamaciones de Warburton en un esfuerzo por reconciliar la historia del origen de la Francmasonería, que lleva a la Francmasonería hasta el antiguo Israel, con su entusiasmo por la imágenes Egipcias. El clamó que la frase "Soy que soy", dicha por el dios judío en el Libro del Éxodo tenía un significado panteísta. Él lo comparo con la inscripción egipcia en una estatua con velo de Isis, registrada por los autores de la era romana Plutarco y Proclo, que decía "Soy todo lo que es, fue y será", lo que lo llevó a pensar que Isis era una personificación panteísta del la naturaleza. De acuerdo con Reinhold, era este sistema de creencias panteísta el que Moisés impartió a los israelitas, de modo que Isis y la concepción judía y cristiana de Dios compartía un origen común.[25]

En contraste, algunas personas, en los inicios de la decristianización de Francia durante la Revolución Francesa utilizaron las imágenes de Isis panteística para representar su oposición al clero y al cristianismo en general. [26]​ Por ejemplo, una organización fraternal esotérica en la Francia Napoléonica, la Orden Sofisiana, consideró a Isis como su deidad tutelar. Para ellos, ella simbolizaba ambas, la sabiduría científica —que tenía como esperanza descubrir los secretos de la naturaleza— y los secretos místicos de los antiguos ritos del misterio. El vago conjunto de creencias esotéricas que rodeaba a la diosa ofrecía una alternativa al cristianismo original.[27]​ Fue durante esta era anticlerical que Dupuis clamó que el cristianismo era vástago distorsionado de los antiguos ritos del misterio.[28][29]

Varias organizaciones esotéricas que emergieron a finales del siglo XIX y principos del silgo XX, como la Sociedad Teosóficaay la Antigua Órden Mistica Rosae Crucis, repitieron las creencias que se habían originado en Sethos: los egipcios experimentaron una iniciación dentro de las pirámides y que los filósofos griegos eran iniciados que aprendieron la sabiduría secreta egipcia[30]​ Escritores esotéricos influenciados por la teosofía como Reuben Swinburne Clymer en su libro de 1909 El misterio de Osiris y Manly Palmer Hall en La francmasonería de los antiguos egipcios en 1937, también escribieron de una antigua tradición egipcia con eras de existencia.[31]​ Un ejemplo elaborado de estas creencias es el libro de 1954, Legado Robado de George James, que clama que la filosofía griega fue sabiduría robada de los iniciados en las escuelas egipcias. James imaginó esta escuela de los misterios como una organización grandiosa con ramas en muchos continentes, de modo que el sistema Egipcio mencionado dio forma a culturas a través del mundo.[32]

  1. Bricault, 2014, pp. 327–329, 356–359
  2. Bowden, 2010, pp. 210–211
  3. Alvar, 2008, p. 13
  4. Alvar, 2008, pp. 392–393
  5. Beard, North y Price, 1998, pp. 245, 286–287
  6. a b Bowden, 2010, pp. 208–210
  7. Bremmer, 2014, pp. 161–163
  8. Alvar, 2008, pp. 133–134, 399–401
  9. Bremmer, 2014, pp. 156–160
  10. Alvar, 2008, pp. 386–392
  11. a b Alvar, 2008, pp. 228–231, 414–415
  12. Witt, 1997, p. 164
  13. Bowden, 2010, p. 24
  14. Assmann, 1997, p. 134–135
  15. Hornung, 2001, pp. 118, 195–196
  16. Lefkowitz, 1996, pp. 95–105
  17. Lefkowitz, 1996, pp. 111–114
  18. Macpherson, 2004, pp. 239–243
  19. Spieth, 2007, pp. 51–52
  20. Macpherson, 2004, pp. 244–245
  21. Assmann, 1997, pp. 96–102
  22. Macpherson, 2004, pp. 245–246
  23. Lefkowitz, 1996, pp. 116–121
  24. Macpherson, 2004, pp. 235–236, 248–251
  25. Assmann, 1997, pp. 115–125
  26. Spieth, 2007, pp. 91, 109–110
  27. Spieth, 2007, pp. 17–19, 139–141
  28. Hornung, 2001, pp. 132–133
  29. Alvar, 2008, pp. 389–390
  30. Hornung, 2001, pp. 112–113, 142–143
  31. Macpherson, 2004, p. 251
  32. Lefkowitz, 1996, pp. xiii–xv, 134–136


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