Usuario:Marcelo/Historiografía argentina

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El período colonial[editar]

En tanto que iletrados, los pueblos originarios de la actual República Argentina no produjeron ninguna historiografía ni texto de historia. Las crónicas del Imperio Inca reunidas por los conquistadores españoles prácticamente no nombran al actual territorio argentino.

Las primeros textos históricos escritos sobre la Conquista no pasan de crónicas de los participantes en las distintas expediciones. Así, el texto de Ulrico Schmidl sobre la primera fundación de Buenos Aires, o la crónica en verso de Martín del Barco Centenera, conocido como La Argentina, de indudable valor histórico, no son exactamente textos de historia: el primero es una crónica de aventuras y el segundo un poema épico.

Ya avanzado el siglo XVIII, aparece el primer texto con pretensiones históricas, la ’’Historia de la Compañía de Jesús de la Provincia del Paraguay’’, del padre Pedro Lozano, publicada en 1755 y dedicada al estudio de la provincia jesuítica del Paraguay, se extiende en cuestiones que exceden largamente los límites de esta provincia. Por caso, relata con bastante profundidad la rebelión del falso inca Pedro Bohórquez en el noroeste de la actual Argentino. Más específicamente referidas a la historia del Paraguay y el noreste argentino son sus otras dos obras, ’’Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán’’ y ’’Historia de las Revoluciones de la Provincia del Paraguay 1721-1735’’.

La mayor parte de la historia del período colonial ha obligado a los historiadores posteriores al mismo a una reconstrucción a base de documentos oficiales, comunicaciones internas de la poderosa Compañía de Jesús y poco más. Las memorias personales de participantes en hechos históricos, y las cartas entre hombres de figuración son muy escasas y excepcionales. Algunos documentos públicos aunque no oficiales, como testamentos de habitantes prominentes por razones políticas o comerciales, son la otra única fuente de información disponible.

En cualquier caso, aún la Historia de la Provincia del Paraguay es apenas una crónica – extensa en el tiempo, en ese caso particular – que no llega a intentar análisis de los procesos históricos. Aún en fechas tan tardías como durante la existencia del Virreinato del Río de la Plata no existen otras cosas que crónicas oficiales o semioficiales.

En suma, durante el período colonial no existió historiografía propiamente dicha para la actual Argentina o sobre ella.

La independencia: crónicas y primeros análisis[editar]

En general, la mayor parte de los historiadores están de acuerdo en que las Invasiones Inglesas fueron un hito fundacional de la historia argentina, que permitió a los criollos tomar conciencia de su propia identidad. Las invasiones produjeron no sólo una aceleración de la evolución política, sino también una explosión de crónicas y textos épicos. Dejando de lado la poesía épica tan abundante del período – en que sobresalen Saturnino Segurola y Vicente López y Planes – se producen las primeras crónicas detalladas de la acción del pueblo porteño. Destaca particularmente en este aspecto la crónica de Juan Manuel Beruti en sus ‘’Memorias Curiosas’’.

Existen varias crónicas contemporáneas a la Revolución de Mayo, entre las cuales cabe destacar el ‘’Diario de un soldado’’, de autor desconocido, escrito por un miliciano semi iletrado.

Casi todas las producciones historiográficas de las cuatro décadas posteriores a la Revolución fueron territorio de las autobiografías y memorias.

Una excepción notable fue el "Ensayo de Historia Civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán", escrito por el Deán Funes entre 1814 y 1816. Se trató de un ambicioso proyecto, en que historiaba el desarrollo político del territorio del Virreinato del Río de la Plata hasta la Revolución de Mayo y los primeros años de vida independiente. En 1819 lo continuó con una "Historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata 1816 a 1818". En cualquier caso, Funes centraba su historia en las relaciones entre las autoridades civiles y las eclesiásticas, deteniéndose en la historia de los jesuitas en el territorio rioplatense. A diferencia con casi todos sus sucesores por casi un siglo, no hacía demasiado hincapié en la supuesta inutilidad de todo el proceso colonial hispánico.

Entre las memorias se encuentra una muy particular, la primera de todas en ser terminada y publicada, la "Vida y memorias de Mariano Moreno", escrita por Manuel Moreno, hermano del recientemente fallecido secretario de la Primera Junta. Historia tanto la vida de Mariano Moreno como el proceso independentista hasta fines del año 1811, en que fue terminado, y pretendía justificar la Revolución como resultado inevitable de los errores de la administración hispánica que había sucedido al reinado de Carlos IV. Sus dos principales objetivos eran: elevar a su hermano a la categoría de máximo líder de la Revolución desde mucho antes de iniciarse el proceso revolucionario, y justificar el accionar de los independentistas ante el resto de Europa, especialmente Gran Bretaña. Sutilmente, condicionaba el reintegro de las Provincias Unidas a la Corona española a que Fernando volviera al trono y también a que se respetara la autonomía gubernamental alcanzada hasta ese momento.

La mayor parte de las Memorias de la época de la Revolución fueron escritas entre finales de la década de 1820 y mediados de la de 1850. Entre las más interesantes por la importancia política de sus autores se cuenta la de Manuel Belgrano, muy incompleta y estilísticamente bastante primitiva. Se limita a historiar muy rápidamente el proceso de sus conflictos en el Consulado de Comercio de Buenos Aires, de las Invasiones Inglesas y la Revolución. escribió también dos continuaciones, con carácter de crónica militar, una que historiaba la Expedición Libertadora al Paraguay y la otra la Batalla de Tucumán; Belgrano había sido el comandante de las tropas argentinas en ambas.

Después de la de Belgrano, la siguiente memoria de cierta importancia fue la de Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta. Claramente se trata de un texto justificatorio del accionar de su autor, intentando librarse de la acusación de haber provocado los procesos que más tarde serían repudiados por los porteños, sobre todo de la revolución del 5 y 6 de abril de 1811.

Las memorias de Ignacio Álvarez Thomas y algunas otras revelan cientos de detalles sobre la política de esos primeros años del nuevo país. Pero fueron escritas muchos años más tarde.

Otras memorias están centradas en la fase militar de la Guerra de Independencia, y generalmente continúan con la etapa de las guerras civiles argentinas; entre ellas son especialmente ricas las de José María Paz, Gregorio Aráoz de Lamadrid, Tomás Guido, Tomás de Iriarte y Manuel Alejandro Pueyrredón. Ricas en detalles, brindan generosas menciones al punto de vista de actores entonces secundarios del proceso revolucionario. No obstante, escritos muchos años después por personajes que alcanzaron importante y controvertida actuación militar y política, están escritas principalmente para ensalzar y justificar la actuación de sus autores.

Entre los personajes relativamente secundarios que escribieron este tipo de memorias, dos de las más valiosas fueron las de Ignacio Núñez y de Francisco Saguí.

En cualquier caso, a diferencia de las Memorias de Belgrano y Moreno, todas éstas están fuertemente mediatizadas por el cambio del modo de ver los hechos históricos ocurridos mucho tiempo antes de su escritura. Las Memorias Curiosas de Beruti – que continúan ininterrumpidamente hasta fines de la década de 1820 – son especialmente valiosas, justamente, por hacer evidente este cambio de punto de vista.

Los años de las guerras civiles[editar]

Durante los años posteriores a la Anarquía del Año XX, no hubo casi labor historiográfica de ningún tipo en el territorio de lo que comenzaba a llamarse la República Argentina.

Esta situación comenzaría a revertirse recién hacia fines de la década de 1830, cuando los miembros de la generación del 37 se vieron obligados a reflexionar sobre el camino andado por la política y la sociedad argentinas hasta la época en que vivían. Decididos admiradores de la civilización de la Europa central y septentrional, inevitablemente rechazaron la totalidad de la herencia española. De modo que inauguraron una forma de hacer historia que perduraría hasta el día de hoy, consistente en una mera descripción de todos los aspectos negativos de la dominación hispánica, y comenzando todo el discurso histórico, y todos los análisis históricos a partir de la Revolución de Mayo, o – como excepción – de las Invasiones Inglesas.

De todos modos, excepto ciertos añadidos de Esteban Echeverría a sus escritos de filosofía política, no hubo historiografía propiamente dicha. Ni tampoco hubo realmente investigaciones históricas, sino que se limitaron a examinar los procesos y los hechos conocidos de todos.

Dos pasos muy importantes en el progreso de la historiografía se produjeron a mediados de la década de 1840, de la mano de Domingo Faustino Sarmiento. Enterado de la muerte de su enemigo, el general Aldao, editó en un periódico chileno su "Vida de Aldao", para lo cual indagó con cuidado lo que sabían de él los emigrados. Resultó, como era lógico, un cúmulo de datos de muy dudosa exactitud, aportados exclusivamente por sus enemigos.

Poco después, viendo que su biografía del caudillo mendocino resultaba demasiado aislada del contexto en que se había desarrollado su carrera política, emprendió una obra mucho más ambiciosa, "Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas." En ésta, solamente la segunda parte historiaba la vida de Facundo Quiroga; la primera mitad estaba dedicada a hacer un análisis de las causas – según las veía Sarmiento – del atraso social, político y económico en que se hallaban las provincias argentinas. Establecer la clásica dicotomía entre civilización de matriz europea y barbarie, tanto la de los pueblos originarios como la de los gauchos, habitantes del campo, y acusaba a Juan Manuel de Rosas de haber permitido que los “bárbaros” del campo invadieran la ciudad e impusieran su “barbarie” a la culta Buenos Aires. Pero, en su afán de explicar el desarrollo de la política desde la Revolución hasta el gobierno de Rosas, se explayaba en reflexiones sobre el proceso histórico argentino.

Por fuera de la Generación del 37, el único historiador notable fue Pedro de Angelis, un Italiano que se dedicó sobre todo a compilar documentos públicos: entre sus obras más notables se destacaron la “Recopilación de las Leyes y Decretos promulgados en Buenos Aires desde el 25 de mayo de 1810 hasta el fin de diciembre de 1835“ y sus biografías de Rosas, Estanislao López, el general Arenales y Aimé Bonpland.

La Organización Nacional[editar]

Durante los últimos años de la época de Rosas, y los años de la división entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, fueron publicadas muchas y muy trascendentes autobiografías de personajes históricos relevantes.

A tal grado llegó el número de memorias, que comenzó a extrañarse que no todos los actores históricos las hubieran escrito. Eso creó la necesidad de biografiar a los grandes personajes históricos del país, especialmente los ya fallecidos.

Para intentar cubrir esa necesidad, el coronel y poeta Bartolomé Mitre publicó su "Galería de Celebridades Argentinas", con la colaboración de varios otros autores. Se imponía el punto de vista típico de la Generación del 37, de rechazo a toda herencia hispánica y fijando el punto de comienzo de toda historia alrededor de la Revolución de Mayo. En la biografía de Manuel Belgrano incluida en la Galería, Mitre incluyó la primera parte de la Autobiografía del general abogado, ya que las dos partes de temas militares – ya mencionadas – habían sido incluidas en la autobiografía del general Paz.

La edición de la Galería reabrió el interés por la historia argentina, aunque solamente en Buenos Aires. Comenzó a haber discusiones sobre conflictos históricos, en los que Mitre participó activamente. En medio de su gobierno provincial y en vísperas de su victoria en la batalla de Pavón, el general tuvo tiempo para mezclarse en disputas historiográficas, y recurrió a los documentos históricos disponibles para sustentar sus posiciones en una discusión con Dalmacio Vélez Sársfield. Estos aportes fueron reunidos en un tomo llamado "Estudios Históricos sobre la Revolución de Mayo: Belgrano y Güemes", en que se detenía especialmente en la figura de Martín Miguel de Güemes.

La preocupación de Mitre por documentar y "comprobar" sus aseveraciones revolucionó la historiografía argentina, que hasta ese momento se había basado en el mismo método que las autobiografías, es decir, el contraste de la memoria del autor con unos pocos interlocutores cercanos geográfica e ideológicamente. A Mitre le resultaba evidente la insuficiencia de los documentos escritos disponibles, pero valorizaba su superioridad sobre la memoria de los personajes históricos, que de todos modos estaba muy lejos de desdeñar.

Después del final de su gobierno, con la ayuda de testimonios de particulares, como el del general Gerónimo Espejo, Mitre llevó adelante un proyecto mucho más ambicioso: su "Historia del general Belgrano y de la Independencia Argentina". El mismo no se limitaba a biografiar al prócer, sino que se extendía vastamente en el análisis de todo el proceso independentista.

Después de la revolución de 1874, empleó su tiempo de arresto en su segundo gran proyecto, la "Historia del general San Martín y la Independencia Americana". En esta segunda obra estudió todo el proceso independentista sudamericano en su conjunto, analizando sus relaciones con el proceso específicamente argentino, y criticando la acción de Simón Bolívar. Era una historia más completa, con una visión de estrategia militar bastante más amplia.

En respuesta al sistema de Mitre, Vicente Fidel López hizo hincapié en la primacía de la tradición y de los testimonios directos: sus "Refutaciones a las comprobaciones históricas sobre la historia de Belgrano" iniciaron un análisis profundo, desde un punto de vista exclusivamente porteño, de los procesos históricos. En 1881 editó otras dos obras: "Introducción a la historia de la República Argentina" y "La Revolución Argentina", en que amplió su aporte histórico. La obra final de López, "Historia de la República Argentina", en diez tomos, fue la primera obra histórica que pretendía historiar todo el proceso político argentino desde poco antes de la Revolución de Mayo.

Las obras de Mitre y de López son considerados la obra fundacional de la historiografía argentina, y casi toda la historiografía posterior referida a los períodos tratados por ellos dos se haría con la vista puesta en estos "padres fundadores", tanto para extender sus aportes como para refutarlos.

  • Carlos Calvo:
    • Annales historiques de la révolution de l'Amérique latine, en 5 volúmenes.

La generación del 80[editar]

La historiografía de Mitre y López se había centrado casi exclusivamente en el proceso político porteño, más allá de analizar las relaciones de las provincias periféricas con la capital tanto como el proceso bélico.

Una innovación notable fue la que inició Antonio Zinny entre 1878 y 1882, con los cinco tomos de la "Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas". Si bien se detiene más en los gobernadores porteños que en los demás, dedicaba cuatro tomos a los gobernadores del interior, dando una importancia inaudita a la política provincial. Su punto de vista político, sin embargo, no era en absoluto distinto: enemigo declarado de todos los federales, no encontraba nada positivo en ninguno de ellos.

  • Ángel Justiniano Carranza:
    • Bosquejo histórico acerca del doctor Carlos Tejedor y la conjuración de 1839, de 1879.
    • Libros capitulares de Santiago del Estero, 1882.
    • El general Lavalle ante la justicia póstuma, 1886.
    • La Revolución del 39 en el sur de Buenos Aires.
    • Campañas navales de la República Argentina.
  • Adolfo Carranza:
    • Hojas históricas (1893).
    • Leyendas Nacionales (1894).
    • San Martín (y su correspondencia) (1905).
  • Ramón José Cárcano:
    • De Caseros al once de septiembre.
    • Del sitio de Buenos Aires al campo de Cepeda.
    • Juan Facundo Quiroga, simulación, infidencia, tragedia.
    • Guerra del Paraguay: orígenes y causas.
    • Perfiles contemporáneos.
    • Mis primeros 80 años.
  • Paul Groussac:
    • Estudios de historia argentina
    • Ensayo histórico sobre el Tucumán
    • Mendoza y Garay
    • La divisa punzó
    • Las islas Malvinas
    • Santiago de Liniers, Conde de Buenos Aires
  • Juan María Gutiérrez:
    • Noticias históricas sobre el origen y desarrollo de la Enseñanza Superior en Buenos Aires (1868).
    • Estudios biográficos y críticos de poetas sudamericanos anteriores al siglo XIX.
    • La Sociedad Literaria y sus obras
    • La Literatura de Mayo
    • Estudios históricos-literarios.
    • Nuestro primer historiador: Ulrico Schmidel.
  • Francisco Ramos Mejía:
    • El federalismo argentino (1889).
    • Historia de la evolución argentina (publicado postmortem, 1921).
  • Juan B. Terán:
    • El nacimiento de la América española
    • José María Paz
  • Estanislao Zeballos:
    • Callvucurá y la dinastía de los piedra
    • El escudo y los colores nacionales
    • Episodios en los territorios del Sur (1879)
    • Painé y la dinastía de los zorros

Primeras rupturas de la hegemonía histórica clásica[editar]

Nueva escuela histórica[editar]

  • Emilio Ravignani:
    • Una comprobación histórica, el comercio de ingleses y la Representación de Hacendados de Moreno (1914).
    • Historia del Derecho Argentino (1919)
    • Historia Constitucional de la República Argentina (1926-1930)
    • El pacto de la Confederación Argentina (1938)
    • El Virreinato del Río de la Plata. Su formación histórica e institucional (1938)
    • La información histórica y los sofismas de la generalización
    • Asambleas Constituyentes Argentinas, 7 tomos (1937-1940)

El revisionismo[editar]