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MUERTE DE JUAN PABLO I

Deceso y anuncio[editar]

El 29 de septiembre a sus 65 años, fue hallado el Papa sin vida en la cama de su apartamento dentro del Palacio Apostólico por la hermana Vincenza. Desesperada, salió a avisar al secretario John Magee, quien constató la muerte y llamó al cardenal Villot. Se habían cumplido solo 33 días de pontificado y nada hacía presagiar el súbito desenlace. Hay diversas visiones o versiones sobre las causas de su muerte.

Versión oficial[editar]

Afirma que Juan Pablo I murió de forma natural debido a un infarto. A las 7:27 el director de la Sala de Prensa vaticana, Romeo Panciroli, dio el siguiente comunicado oficial: [1]

«Esta mañana, 29 de septiembre de 1978, hacia las 05:30 h el secretario particular del Papa Rev. P. John Magee, entró en el dormitorio de S.S. Juan Pablo I al no hallarlo en la capilla, como tenía por costumbre, y le encontró muerto en su cama, como si estuviera leyendo; la luz de la habitación estaba encendida. El médico, que acudióinmediatamente, constató el deceso, ocurrido presumiblemente hacia las 23 horas de ayer, por muerte imprevista referible a infarto agudo de miocardio»".

Oficialmente se dijo que fue John Magee quien descubrió el cadáver y dio el aviso. En 2017, la periodista Stefania Falasca,[Nota 1]​ publicó el libro "Papa Luciani. Cronaca di una morte" con testimonios que apuntan a que Juan Pablo I murió probablemente a causa de un infarto de miocardio fulminante y no supuestamente por envenenamiento.

El cuerpo de Luciani fue directamente embalsamado, sin extirparle las vísceras, mediante inyección de sustancias anti-pútridas; nunca pasó por una autopsia. La denegación de la autopsia está recogida en una carta que el 9 de octubre de 1978 escribe el doctor Renato Buzzonetti “en forma del todo reservada” a la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Alega el propio Buzzonetti:

«la legislación vigente en el Estado de la Ciudad del Vaticano, conforme a la de muchísimos Estados, no permite formular la causa de muerte con anotaciones que expresen probabilidad, duda, reserva o sospecha” - como hacía el comunicado oficial - “antes de escribir el diagnóstico de muerte, al que escribe, le fue autoritariamente excluida la práctica posibilidad de pedir la autopsia por parte del abogado Vittorio Trocchi”...“en base a las anteriores consideraciones, formulé el diagnóstico de muerte imprevista por infarto agudo de miocardio».[2]

El abogado Vittorio Trocchi era Secretario General de Gobernación del Vaticano. En estas condiciones, sin autopsia oficial y sin avisar al doctor Da Ros, médico personal del Papa, Buzzonetti formuló el certificado de muerte que se dio a conocer diez años después, por el estudio del periodista británico John Cornwell y diciendo lo siguiente:

«Certifico que Su Santidad JUAN PABLO I, ALBINO LUCIANI, nacido en Forno di Canale (Belluno) el 17 de octubre de 1912, ha fallecido en el Palacio Apostólico Vaticano el 28 de septiembre de 1978 a las 23 horas por ‘muerte imprevista’ de infarto agudo de miocardio».[3]

Se observa que en este nuevo comunicado no están las expresiones que expresan probabilidad (presumiblemente, referible) que aparecían en el comunicado oficial. El día 4 de octubre tuvo un funeral correspondiente al de un pontífice y fue depositado en las grutas vaticanas.

Otras versiones[editar]

El investigador David Yallop es el primero en aclarar que no fue el secretario Magee quien descubrió el cuerpo; lo hizo sor Vincenza Taffarel, la religiosa que atendía a Luciani. [4]​ Ella también confesaría poco después a Camilo Bassotto: “Su muerte ocurrió entre las dos y las tres de la madrugada del 29 de septiembre. La tibieza encontrada por mí sobre el rostro del Papa y sentida también por don Diego Lorenzi al vestirle, podría ser una confirmación de ello”.[Nota 2][5]​  Lorenzi era también secretario. Incide esta monja en que “todo estaba en orden en la cama y en la habitación”. [6]​  Es decir, no hubo lucha contra el dolor y la muerte, lo cual, para algunos investigadores no encaja con el cuadro típico del infarto. [7]

Inicialmente, se especuló sin base documental, tanto con la CIA como con la KGB soviética.[8]​ En los años sucesivos, el devenir de los acontecimientos políticos y económicos del Papado, ha cuestionado posturas oficiosas postulándose otras fuentes críticas que señalan a la masonería de la Logia P2 y a mafiosos ligados por oscuros negocios con el Banco Vaticano. Con el beneplácito de altos miembros de la institución financiera de la Santa Sede, se blanqueaba dinero de los crímenes, algo que el Papa tenía bajo sospecha.[9]

Según las indagaciones de otros autores, Juan Pablo I murió asesinado. El mencionado investigador inglés David Yallop, en su libro En nombre de Dios ( In God’s Name 1984) recoge el testimonio de sor Vincenza, la cual encuentra el cadáver a las cinco menos cuarto de la mañana y llama a los secretarios y busca a las otras hermanas. Ella explicó:

“lo primero que hizo el padre Magee fue telefonear a Villot, que residía dos plantas más abajo”; “alrededor de la cinco, Villot ya estaba en el dormitorio del papa”, “junto a la cama del papa, en la mesilla de noche, estaba el frasco con el medicamento que Luciani tomaba contra la tensión baja. Villot se lo embolsó en la sotana y arrancó de las manos yertas de Luciani los apuntes sobre los desplazamientos y las designaciones que el papa había comunicado la víspera. También los papeles se los guardó”. [10]

El cardenal Jean-Marie Villot impuso un voto de silencio a la hermana Vincenza y ordenó que no se dijera nada sobre la muerte del papa hasta que él dictaminara lo contrario. David Yallop cuestiona: “Si la muerte de Luciani se produjo por causas naturales, entonces las subsecuentes acciones e instrucciones de Villot resultan inexplicables”. [11] El sacerdote y teólogo español Jesús López Sáez,[Nota 3]​ en su último libro El papa que mataron, denuncia un encubrimiento oficial y una trama oculta. Señala al cardenal Villot porque facilitó este ocultamiento en aspectos tan fundamentales como el hallazgo del cadáver, los papeles que Juan Pablo I tenía en la mano, el certificado de defunción (conocido diez años después) y la denegación autoritaria de la autopsia. [12]

En julio de 2019 Anthony S. Luciano Raimondi, gánster integrante de la Familia Colombo y primo del obispo Paul Marcinkus, publica un libro del que se hacen eco los medios de comunicación (When the Bullet hits the Bone). Requerido por este, confiesa haber participado en el asesinato de Juan Pablo I utilizando valium y cianuro. El móvil habría sido encubrir un fraude masivo de títulos financieros.[13]​ Confiesa el mafioso Anthony Raimondi que le pusieron Valium en el té; “el papa se bebió el té y cayó dormido”, a continuación, le pusieron cianuro en la boca. [14]​ Raimondi asegura que fue su primo Marcinkus[Nota 4][15][16]​quien lo hizo, él sólo le acompañó. Pero realmente no precisaba Marcinkus de un mafioso como simple acompañante. Más bien, el obispo banquero necesitaría que un mafioso le hiciera el trabajo sucio, mientras él, si estaba en su residencia de Villa Stritch, tendría una coartada. [17]​ Por tanto, concluye López Sáez en su libro que “Raimondi es el presunto autor material del asesinato de Juan Pablo I y Marcinkus es el presunto autor intelectual. Las decisiones tomadas por Juan Pablo I le hacían vulnerable a las leyes italianas y estadounidenses”.[18]

Para estos autores, Albino Luciani resultaba incómodo a ciertos sectores del Vaticano que veían peligrar sus puestos y los asuntos que se traían entre manos. La trama oculta contra el Papa comenzó a primeros de septiembre cuando el secretario irlandés John Magee, amigo del cardenal Marcinkus, destituyó a los dos mayordomos de confianza de Luciani (los hermanos Gusso) y puso en el cargo a Ángelo Gugel, [19]​ estrecho colaborador de aquél. El llamado “dolor en el pecho” formaría parte del guion; así como que el mayordomo Gugel, le dio una pastilla al Papa “antes de que se acostara”.[20]​ Y esto, a espaldas de sor Vincenza que, en realidad, era la enfermera.

Tal y como recoge el periodista Camilo Bassotto en su libro Juan Pablo I: Venecia en el corazón (Il mio cuore è ancora a Venezia, 1990) el Papa asumió decisiones importantes y arriesgadas como reformar totalmente el Instituto para las Obras de Religión (IOR, el Banco Vaticano), destituir a su presidente, Marcinkus, y hacer frente a la masonería y a la mafia. [21]​ La agencia de noticias ANSA publicó que el cuerpo tenía en sus manos unos papeles considerados importantes; según vio sor Vincenza eran hojas con nombramientos.[22]​ El periodista Juan Arias desde El País también aportó detalles sobre la última tarde de Juan Pablo I y lo que tenía en las manos: unos folios con notas de una conversación de dos horas con el Secretario de Estado, Villot, para hacer cambios en la curia romana y en diócesis italianas. “Se pudo saber también que aquella tarde el papa Luciani había tenido una discusión muy dura con algunos cardenales, probablemente en relación a estos cambios que deseaba hacer. Algunos empleados del Vaticano oyeron las voces desde los pasillos”. [23]​ Igualmente, en su artículo El fin del papado vuelve sobre el mismo tema: “Los gritos de la discusión se escuchaban desde fuera”, “me lo contó la monja que cada mañana despertaba al Papa llevándole un café”, “la religiosa que lo encontró muerto con apuntes de la acalorada discusión desparramados en la cama”.[24]

El 12 de septiembre de 1978 el periodista Mino Pecorelli publicó en su revista "Osservatore Político (OP)" una lista de 121 masones vaticanos entre los que se encontraban Marcinkus y Villot. [25]​ El 26 de septiembre, Pecorelli se hacía eco en OP del ambiente hostil al Papa por los cambios que ya se avecinaban. Le preguntaba de forma enigmática en un artículo: Santitá, come stá?. [26]​ El enviado especial del periódico El País se fijó en el “tono rosáceo” que tuvo el rostro del Papa y que luego desapareció. [27]​ No hace mucho tiempo, el periodista catalán Vicens Lozano, como experto vaticanista, ha recogido otras fuentes no oficiales en su libro Intrigas y poder en el Vaticano (Intrigues y poder al Vaticà) y aporta el testimonio secreto del primer doctor que pudo revisar el cadáver la mañana del 29 de septiembre. Lo considera un testigo de primer nivel. “Observé -dice- que los labios y la lengua del Papa tenían un sospechoso color morado”. [28]​ En el mundo forense, se sabe que el tono rosáceo y el color morado aparecen en intoxicaciones, por ejemplo, de monóxido de carbono y de cianuro. [29]

Algunos antecedentes[editar]

Siendo patriarca en Venecia en 1972, se encontró con el escándalo de la venta de la Banca Católica del Véneto al Banco Ambrosiano. Este estaba administrado por el banquero milanés Roberto Calvi y el IOR del cardenal Marcinkus dirigió la operación. La Banca Católica daba préstamos a bajo interés a sectores de la sociedad sin peso político, como los discapacitados. Los obispos de la región pidieron al patriarca de Venecia que fuera a Roma. Con prudencia, el obispo Luciani se puso a indagar sobre Roberto Calvi y el también banquero Michele Sindona descubriendo que ambos gozaban de la confianza de Pablo VI. Se quedó sorprendido y en señal de protesta, por no haber sido consultados sus obispos, la diócesis de Venecia trasladaría sus cuentas al banco de San Marcos. [30]​ Es conocido el trágico final de ambos en 1982 y 1986 respectivamente. [31]

Tres años después, sería testigo de una dolorosa tragedia familiar. El sobrino del Patriarca (Moreno Luciani) el mayor de los diez hijos de su hermano Eduardo, desapareció sin dejar rastro en un lago-embalse de Trentino. Se dijo que murió ahogado, pero vaciaron el lago y nunca encontraron el cuerpo. Este testimonio [32]​ lo recoge López Sáez que tuvo acceso a la noticia en prensa (“Il Gazzettino” de Trento 3 de mayo 1975) Luciani lo relacionó con su intervención sobre la Banca Católica del Véneto y dijo entre los suyos: “Me la han querido hacer pagar”. [33][34]​ Ya como Papa, Albino Luciani decidió cortar de raíz los negocios entre el Banco Vaticano y el Banco Ambrosiano. Tras la trama del Ambrosiano y su posterior juicio, las principales condenas cayeron sobre los jefes de la Logia Propaganda Due (P-2) [35]

El 5 de septiembre de 1978, murió súbitamente el arzobispo ortodoxo Nikodim de Leningrado, mientras hablaba con Juan Pablo I a quien había solicitado la audiencia con cierta insistencia y urgencia. Según se dijo, murió de infarto, tras tomar una taza de café. No se comunicó si hubo o no autopsia. En el mismo mes y en el mismo lugar morían de forma extraña el número uno de la iglesia católica y el número dos de la ortodoxa rusa. Tras la muerte de Nikodim, hubo una “reacción anticatólica” en la iglesia rusa que duraría muchos años. [36]

Su estado de salud[editar]

Como sucede con su muerte, los informes sobre la salud de Juan Pablo I son discordantes; hay versiones distintas.

Versión oficial[editar]

Apunta a que el Papa ya estaba enfermo. El 9 de octubre de 1978, el Dr. Renato Buzzonetti envía el mencionado informe médico al Sustituto de la Secretaría de Estado, Giuseppe Caprio”:

“Le transmito la adjunta relación sobre la constatación de la muerte de Su Santidad Juan Pablo I”, “la rapidez del hecho-muerte aparece acompañada por datos circunstanciales”, “estos me han sido comunicados en parte por el Dr. Da Ros el 23 de septiembre”, “y en parte por el padre J. Magee delante del lecho de muerte del S. Padre”. [37]

Su médico personal, el doctor Da Ros aportó el dato de “un pasado espasmo (o tromboembolia) de la arteria central de la retina del ojo izquierdo” que se trató sin problemas con “suaves sedativos”. Y el padre Magee relata, según publica en 2017 la periodista Stefania Falasca un “episodio de dolor localizado en el tercio superior de la zona esternal, sufrido por el S. Padre hacia las 19.30 del día de la muerte”. [38]

La Biografía Oficial (2018) presenta un condicionante que recoge López Sáez: “si este síntoma, subestimado de momento, fue acusado por el Papa en las horas de la noche, fue tal de ser notado sólo por los secretarios y no por las religiosas, que no hicieron mención en la citada conversación telefónica con el doctor Da Ros y en los sucesivos encuentros con los familiares. En cualquier caso, si la indisposición se manifestó, el Papa después de cenar lo pasó tranquilo, como señala el mencionado testimonio de sor Marin”. [39]​ Por lo tanto, ninguna de las religiosas que le cuidaban tuvieron constancia del hecho. A partir de dicho texto sobre una posible indisposición, el vaticanista Andrea Tornielli[Nota 5][40]​ está convencido de que hubo un dolor en el pecho: “Fin de la intriga: una indisposición subestimada llevó a la muerte al Papa Luciani. La misma noche del fallecimiento el Pontífice sufrió un fuerte dolor en el pecho. Pero el mismo Juan Pablo I no quiso advertir a un médico”.[41]

Otras versiones[editar]

Para otros autores, el Papa estaba bien de salud. David Yallop aporta un historial clínico de Luciani : extirpación de amígdalas y vegetaciones nasales en la infancia, un malestar pulmonar diagnosticado como bronquitis, un coágulo en la vena central de la retina de su ojo izquierdo en diciembre de 1975 que no precisó de intervención quirúrgica sino unos días de descanso hospitalario con una recuperación completa de la vista y una mejoría general.[42]​ Su salud era bastante estable.

En 1993 el entonces periodista Tornielli entrevistó al doctor Da Ros, médico personal de Luciani. Este, rompiendo quince años de silencio, aseguró que el Papa estaba bien: “Aquella tarde yo no le prescribí absolutamente nada, cinco días antes le había visto y para mí estaba bien. Mi llamada fue rutinaria, nadie me llamó a mí”. Eran las nueve de la noche. [43]​ Si hubiera existido el supuesto dolor en el pecho, Luciani le habría dicho algo al doctor Da Ros. “Es un invento” comentaría Camilo Bassotto. [44]​ Por parte de la familia, la sobrina Pía Luciani declara lo siguiente: “Al volver de Brasil, en 1975, el tío me dijo que en el avión hubo problemas de presurización y le apareció un punto rojo en el ojo”. Tanto la periodista S. Falasca como la Biografía Oficial coinciden según indica López Sáez en que “con el tratamiento se resolvió rápida y positivamente con la recuperación de la vista y no dejó secuelas”.[45]​ Cuando los dos secretarios, Lorenzi y Magee, hablan de un supuesto dolor en el pecho, muestran discrepancias entre ellos. Este dato lo recoge la propia Biografía oficial (2018) analizada por López Sáez: “las versiones dadas por los secretarios no parecen verdaderas”, añadiendo también que “evidencian la inadecuada credibilidad de ambos secretarios en relatar objetivamente la secuencia de los acontecimientos en la inminencia de la muerte del papa”.[46]


Desde el principio, la extraña muerte de Juan Pablo I provocó reacciones y respuestas enfrentadas. Por un lado, se ha presentado en línea más conservadora, la idea de un pontificado breve con la imagen de un Papa cuya figura, aplastada por el peso del Papado,[47]​habría muerto por un infarto agudo de miocardio. Por otro lado, diversos investigadores han apostado por su firme decisión de reformar la Iglesia y en concreto, de cortar los oscuros y escandalosos negocios vaticanos que los años posteriores han sacado a la luz. En este sentido, Camilo Bassotto subrayó la falsedad de imagen de un Papa “débil e indeciso. El mismo Papa decía: "Alguien me acusa de ser una figura insignificante...entonces yo me pregunto cómo se explica que en el cónclave más de 100 cardenales me hayan elegido por unanimidad.” [48]​El cardenal Hume confesaría a Yallop que se trataba del hombre al que buscaban, lo consideraban el candidato de Dios [49]​ y López Sáez defiende que su imagen ha sido distorsionada y debe ser rehabilitada.[50]

Notas[editar]

  1. Vicepostuladora para la causa de la beatificación de Albino Luciani
  2. Bassotto fue periodista veneciano y viejo amigo del papa Luciani
  3. Sacerdote español. Licenciado en Filosofía y Letras, Psicología y Teología. Lleva 38 años investigando sobre la muerte y la figura de Juan Pablo I con diferentes publicaciones. Ha analizado y recogido aspectos de la llamada Biografía Oficial (2018) para la causa de la beatificación
  4. Marcinkus, creció en Cicero, barrio de Chicago dominado por la mafia
  5. Nombrado oficialmente por el papa Francisco a finales de 2018 Director editorial del Dicasterio para la Comunicación

Referencias[editar]

  1. Falasca (2017). Papa Luciani. Cronaca di una morte. Milano: Piemme. pp. 130, 192. ; Falasca; Fiocco; Velati (2018). Albino Luciani, Giovanni Paolo I, Biografía “ex documentis”- Dagli atti del proceso canónico (Biografía oficial). Belluno: Tipi Edizioni. pp. 829, 842. ;López Sáez (2022). El Papa que mataron. La trama oculta. pp. 119-120. 
  2. Falasca (2017). Papa Luciani. Cronaca di una morte. pp. 130, 197. ; Falasca; Fiocco; Velati (2018). (Biografía oficial). pp. 827- 829. ;López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 21, 120. 
  3. Cornwell, J. A. (1989). Como un ladrón en la noche (Raúl Ramos, trad.) (en inglés). Madrid: Aguilar. p. 235. 
  4. Yallop (1985). En nombre de Dios. p. 314. 
  5. Bassotto (1992). Juan Pablo I: Venecia en el corazón. p. 212. 
  6. Yallop (1985). En nombre de Dios. pp. 226-228. ; Bassotto (1992). Juan Pablo I: Venecia en el corazón. p. 209. ; Falasca (2017). Papa Luciani. Cronaca di una morte. pp. 95, 100. 
  7. López Sáez (1990). Se pedirá cuenta. Muerte y figura de Juan Pablo. Madrid: Orígenes. pp. 28,35. 
  8. Viale, Joaquín Espinosa (18 de marzo de 2013). «La muerte del papa Juan Pablo I: un misterio aún no resuelto». Diario El Norte.com. Consultado el 28 de octubre de 2022. 
  9. «Biografía No Autorizada Del Vaticano - 09». www.bibliotecapleyades.net. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  10. Yallop (1985). En nombre de Dios. pp. 314-315. ; López Sáez (2022). El papa que mataron. p. 56. 
  11. Yallop (1985). En nombre de Dios. p. 315. 
  12. López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 53-68, 69-72 y 119-121. 
  13. Hamilton, Brad (19 de octubre de 2019). «Meet the mobster who claims he helped whack Pope John Paul I over stock fraud» [Conozca al mafioso que afirma que ayudó a matar al papa Juan Pablo I por fraude bursátil]. New York Post (en inglés). Nueva York: News Corporation. Consultado el 5 de noviembre de 2019. 
  14. Raimondi, A. (2019). When the Bullet hits the Bone. New York: Page Publisshing. pp. 147-148. 
  15. Ariza, Gabriel (26 de junio de 2016). «Historia financiera: Marcinkus, hijo del chófer de Al Capone». Infovaticana. España. Consultado el 27 de septiembre de 2022. 
  16. González, Enric (22 de febrero de 2006). «Paul Marcinkus, “el banquero de Dios”». El País. España. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  17. López Sáez, J. (2022). El papa que mataron. pp. 153-219, 235-245. 
  18. López Sáez (2022). El papa que mataron. p. 255. 
  19. Cornwell (1989). Como un ladrón en la noche. pp. 189 y 199. 
  20. López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 91-96 y 127. 
  21. Bassotto (1992). Juan Pablo I: Venecia en el corazón. pp. 237-239. 
  22. López Sáez (2022). El papa que mataron. p. 71. 
  23. Arias, Juan (6 de octubre de 1978). «Juan Pablo I mantuvo una fuerte discusión con cardenales sobre cambios en la curia». El País. España. Consultado el 15 de marzo de 2022. 
  24. Arias, J. (6 de marzo de 2013). «El fin del Papado». El País. España. Consultado el 23 de mayo de 2022. 
  25. Pecorelli, Mino (12 de junio de 1978). / «La gran Logia Vaticana». Osservatore Politico (OP) (24). Roma. ;López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 170-173. 
  26. Pecorelli, Mino (26 de septiembre de 1978). Osservatore Politico (OP) (Roma). ;López Sáez (2022). El papa que mataron. p. 133. 
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  28. Lozano, V. (2021). Intrigas y poder en el Vaticano. Barcelona: Roca. pp. 84-87. 
  29. López Sáez (1990). Se pedirá cuenta. p. 56. ;López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 59-61 y 67-68. 
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  45. Falasca; Fiocco; Velati (2018). (Biografía oficial). pp. 823, 825. ;Falasca (2017). Papa Luciani. pp. 120,123,187. ;López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 98-99. 
  46. Falasca; Fiocco; Velati (2018). (Biografía oficial). pp. 808-810. ;López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 91-94. 
  47. Vian, Giovanni María (ed) (2022). El Papa sin corona. Vida y muerte de Juan Pablo I. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. 
  48. Arias, J. «Juan Pablo I preparaba una profunda reforma del Vaticano». El País. España. Consultado el 18 de octubre de 2022. 
  49. Yallop (1985). En nombre de Dios. p. 28. 
  50. López Sáez (2022). El papa que mataron. pp. 135-151. 

Bibliografía[editar]

  • BASSOTTO, Camilo. (1992). Juan Pablo I: Venecia en el corazón (en italiano/traducción= Gemma Galileo Rinaldis). Madrid: Ed. Orígenes). ISBN 8478250662. 
  • LÓPEZ SÁEZ, Jesús (2009). Juan Pablo I. Caso abierto. Málaga: Última Línea. ISBN 978-84-96764-54-5. 
  • ——— (2022). El Papa que mataron. La trama oculta. Málaga: Última Línea. ISBN 978-84-18492-17-4. 
  • YALLOP, David (1985). En nombre de Dios. Barcelona: Planeta. ISBN 8432043354. 

Referencias cinematográficas[editar]

  • En el filme de 1990 El padrino III, dirigido por Francis Ford Coppola, hay una referencia a la muerte de Luciani, relacionándole con una conspiración.
  • En la serie The New Pope, dirigida por Paolo Sorrentino, se hacen alusiones al asesinato de Juan Pablo I pues se da una situación similar con un papa que muere en extrañas circunstancias.
  • En el filme de 2009 Ángeles y demonios por Ron Howard se hace referencia al posible asesinato del papa tras una sobredosis de su medicación para la epilepsia.