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Exploración y conquista de Chiapas[editar]

La conquista de la actual Chiapas comenzó en 1523. Pedro de Alvarado fue el primero en incursionar cuando iba en ruta de la conquista de Guatemala en diciembre de 1524. En enero de 1525, después de someter Tehuantepec en Oaxaca, llegaron hasta el Soconusco, una de las provincias tributarias de la Triple Alianza. Según relata Bernal Díaz del Castillo, Alvarado fue bien recibido “y le dieron presente oro y se dieron por vasallos de su majestad.”[1]

El Soconusco era también una guarnición militar de Moctezuma. Además, fue una región rica productora de cacao que enviaba a Tenochtitlan como tributo, ámbar y plumas de quetzal.  En esta primera expedición Alvarado no exploró o conquistó ningún pueblo y señorío de las montañas de Chiapas. Sin embargo, a pesar de que encontró poca resistencia, según fray Antonio de Remesal, causó muchos estragos y sometió a toda la región por las armas.[2]​  Este episodio fue el preámbulo para las siguientes incursiones. A partir de ahí, otras tres grandes expediciones intentaron conquistar Chiapas. Primero fue el capitán Luis Marín, segundo, Pedro Portocarrero y tercero, Diego de Mazariegos.

Luis Marín (1524)[editar]

La segunda expedición salió desde la villa del Espíritu Santo (Coatzacoalcos) en la primavera de 1524.[3]​ Estaba comandada por Luis Marín, uno de los soldados que llegaron con Hernán Cortés en 1519. El grupo estuvo conformado por 30 de a caballo, cien peones y dos tiros de artillería.[4]​[4] Además, se incorporaron Alonso de Grado y algunos vecinos de la villa del Espíritu Santo con la misión de fundar una villa y pacificar a la provincia de Chiapa que estaba en guerra.[5]​[5]

Adelante del grupo iban cuatro exploradores; entre ellos, Bernal Díaz del Castillo. Partieron hacia las montañas zoque pasando por el poblado de Tepuzuntlán (en lo que hoy es Tabasco). Cuando alcanzaron el pueblo de Quechula (ya en la actual Chiapas), convencieron a algunos indios y al cacique de que los acompañasen para abrir camino.[1] Durante la cuaresma de 1524, continuaron el camino, no sin antes intentar cobrar tributo a los pueblos alrededor de Quechula. Al dejar el poblado llegaron a Estapa (futura parcialidad de Chicoasén). Según relata Díaz del Castillo, sus pobladores lo habían abandonado recientemente, por tanto, descansaron allí y encontraron comida para abastecerse. Durante la noche, el grupo fue alertado por dos de los exploradores españoles sobre la presencia de guerreros chiapaneca.[2]

Díaz del Castillo comenta que el aviso les permitió adelantarse y librar batalla toda la tarde hasta que anocheció. El enfrentamiento dejó trece soldados heridos, entre ellos a Luis Marín. Además, murieron dos de los conquistadores y cuatro caballos. Al anochecer, los chiapaneca ya se habían retirado, pero tuvieron quince muertos y muchos heridos.[3]

Después de la confrontación en Estapa hubo dos enfrentamientos más. En el primero la inexperiencia de algunos españoles impidió que le sacaran ventaja a la habilidad de sus adversarios. Los chiapaneca eran capaces de organizarse en grupos pequeños y amarrar a los caballos, tirando por el suelo a los españoles.[4] El segundo enfrentamiento se dio en el camino hacia Chiapan. Díaz del Castillo relata que fueron atacados por varios flancos. De igual forma, por la premura y continuidad de los embates, un esclavo negro artillero que los acompañaba no supo disparar ni prender fuego al tiro y, en la desesperación, apuntó mal e hirió a tres españoles.[5]

A diferencia de los españoles, el terreno dificultoso y pedregoso le daba ventaja a los chiapaneca. Los exploradores españoles supieron advertirlo y se mantuvieron alerta todo el tiempo. Las fuertes arremetidas asombraban a los conquistadores, sin embargo, los enfrentamientos continuaron todo el día hasta que, nuevamente, los chiapaneca se replegaron a los montes y escapando por un río.[6]

La conquista de Chiapan[editar]

Chiapan (hoy Chiapa de Corzo), era la ciudad más grande del señorío chiapaneca. Se ubicaba a en una de las márgenes del río Grande (ahora conocido como Grijalva). Sus guerreros eran muy conocidos por la feracidad con la que peleaban. Su territorio abarcaba una zona restringida fronteriza con las montañas zoque, Los Altos y la Depresión Central.  Además, tenían como esclavos a varios pueblos cercanos, entre ellos a un poblado zoque llamado Jaltepec.

Cuando el grupo de Luis Marín al fin pudo llegar cerca de Chiapan después de los enfrentamientos en Estapa, encontraron un aliado no esperado. Durante la noche aparecieron unos indios de Jaltepec. Este pueblo que luego se convertirá en una parcialidad de Quechula, ofreció apoyo para cruzar el río a cambio de que los liberasen. A raíz de la respuesta afirmativa de Marín, los indios de Jaltepec tomaron el riesgo e informaron que los chiapaneca vigilaban constantemente el área. Seguidamente, dos indios se quedaron con los españoles para apoyar. Los demás regresaron a conseguir veinte canoas que habían prometido para cruzar el río.

Los indios de Jaltepec fueron de mucha ayuda. Al amanecer les llevaron las canoas que habían prometido y los guiaron por un vado donde el río no era muy profundo. Cuando al fin pudieron cruzarlo, fueron nuevamente atacados; pero dos pueblos más esclavos de los chiapaneca se rebelaron y se unieron a los españoles. Así lograron entrar en Chiapan.

Según describe Díaz del Castillo, llegaron por una parte de la ciudad donde las casas y oratorios estaban muy cerca uno del otro. Por tanto, decidieron acampar fuera, en una parte donde los chiapaneca no pudieran hacerles daño. Seguidamente, Luis Marín envió a tres mensajeros, uno de ellos de Jaltepec y a seis capitanes chiapaneca que habían apresado anteriormente.[7]

El mensaje los invitaba a rendirse: “que vengan luego de paz, y se les perdonará lo pasado, y que, si no vienen, que los iremos a buscar y les daremos mayor guerra que la pasada.”[8] La respuesta de los chiapaneca fue de capitular, enviaron un presente de oro y, según Bernal Díaz del Castillo, se disculparon por haber salido a la guerra. A cambio, Luis Marín ordenó a los de Zinacantán y Quechula que no hiciesen nada en contra de los chiapaneca. Inmediatamente, Marín mandó llamar a todos los pueblos para que “vengan de paz a dar obediencia a su majestad.”[9] Los primeros fueron Zinacantán, Copanaguastla, Pinola (hoy villa Las Rosas), Huixtán y Chamula.

Luis Marín y sus tropas dejaron Chiapan y acamparon cerca de Huixtán el 29 de marzo de 1524.[10] Ese mismo día dos españoles Diego Godoy y Francisco de Medina fueron con un grupo de indios a explorar el área de Los Altos. Godoy relata que Medina le hizo tomar un camino distinto. Cuando llegó a un paraje despoblado cercano a Zinacantán, advirtió la presencia de un grupo de indios de Chamula alzados. Al percatarse que había demasiados indios armados, envió a uno de Zinacantán a preguntar qué habían hecho mal. La respuesta de los indios chamula fue que “no querían venir, ni que fuésemos allá; que qué los queríamos; que no volviésemos; sino, que allí estaban con sus armas apercibidos para recebirnos.”[11]

Si bien Godoy no se dio cuenta hasta el 6 de abril, que el causante de la rebelión había sido Medina. Pero, según Bernal Díaz del Castillo, Medina había tomado ocho indios mexicanos y fue a exigir tributo, asegurando que Luis Marín lo demandaba. Cuando los chamula vieron el atrevimiento intentaron matarlo, haciendo que también Huixtlán se rebelara.[12] 

El 30 de marzo decidieron pacificar la rebelión. Se juntaron en un paraje cercano a Zinacantán y planificaron la incursión. Durante los dos días que el enfrentamiento duró, tanto el terreno, las lluvias y el clima de la zona los retrasaron.[13] Partieron hacia Chamula por un camino distinto. El poblado se ubicaba en la cima de un cerro protegido por una albarrada de piedras y una palizada. Con los refuerzos de los indios amigos, pudieron llegar hasta el poblado. Cuando al fin entraron, el pueblo estaba vacío. Habían colocado sus lanzas en la albarrada y en las puertas de las casas para que pensasen que estaban defendiéndose aún.

Las tropas acamparon y se abastecieron con lo que habían dejado los chamula.  Permanecieron en el lugar hasta el 3 de abril. Entre el 4 y 5 de abril intentaron comunicarse con los caciques enviando mensajeros. Según Díaz del Castillo, habían apresado a seis indios con sus mujeres y Luis Marín decidió soltarlos. Les mandó decir que entregarían a todos los prisioneros. Al siguiente día regresaron por los demás, quedando nuevamente pacificados.[14]

Así, el día 6 decidieron partir por el camino a Cimatan. Chamula había quedado en paz, pero Huixtlán seguía alzado y, de igual forma, Luis Marín dejó ir a los prisioneros. Según Diego Godoy, los españoles ya no quisieron continuar porque todos los pueblos que se habían pacificado se rebelaban porque habían más españoles en la zona intentando cobrar tributo[15]

Hacia el 11 de abril tomaron camino hacia Tapilula, y bajaron por los pueblos tabasqueños de Solosuchiapa, Coyumelapa, Ixtapangajoya y Teapa.[16] Cuando llegaron al pueblo de Tapilula, se quedaron dos días. No obstante, después de un ataque sorpresa de flechas donde resultaron heridos veinte soldados y mataron dos caballos, decidieron regresar a Coatzacoalcos (Espíritu Santo), pasando por el camino del pueblo de Nacajuca.[17]

Diego de Mazariegos y Pedro Portocarrero[editar]

Dos años después de la expedición de Luis Marín, dos conquistadores más incursionarían en Chiapas. El primero fue Pedro Portocarrero que salió de Santiago de los Caballeros el 22 de noviembre de 1527, por orden del teniente de gobernador de Guatemala Jorge de Alvarado.[18]  El segundo fue Diego de Mazariegos, primo hermano del gobernador de la Nueva España Alonso de Estrada. Su viaje partió desde la ciudad de México el 27 de noviembre de 1527 con el cargo de teniente de gobernador de Chiapa y los Llanos. [19]

Ambas incursiones salieron casi al mismo tiempo de sus puntos de partida. Aparentemente, ninguno de los dos conquistadores tenía conocimiento de ello. De igual forma, las dos incursiones tenían como objetivo pacificar la provincia de Chiapa y de fundar una villa. Cada cual por su lado logró su cometido, pero solo uno conseguiría el control de la región. En consecuencia, Portocarrero fundó San Cristóbal de los Llanos (cerca de Comitán de Domínguez) a principios de 1528, y Mazariegos fundó Villa Real cerca de Chiapan a principios de abril de 1528.

Cada expedición tomó rutas aparentemente conocidas. La de Portocarrero siguió el camino que pasaba por el pueblo de Huehuetenango, cruzó el río Grande de Chiapa en Aquespala y pudieron haber atravesado la llanura de Copanaguastla hasta llegar a los Llanos de Comitán. Gudrun Lenkersdorf sostiene que no hubo enfrentamientos de consideración. “Los habitantes evitaron los grandes enfrentamientos frontales como resultado de las expediciones sufridas”[20]

En cambio, la expedición de Mazariegos salió desde la ciudad de México y atravesó Oaxaca. Si bien encontraron resistencia y vencieron a los zapotecas de Tehuantepec en Suchitepec, continuaron el camino hacia Xiquipilas. Cuando arribaron fueron recibidos por un grupo de zinacantecos quienes fueron hasta allí para darles la bienvenida.[21]

Mazariegos iba acompañado de 80 españoles y por su hijo menor Luis, algunos esclavos negros y un notable grupo de indios auxiliares mexicanos. En febrero de 1528 arribaron a Chiapan y no encontraron resistencia. Una de las primeras noticias que recibió fue que había presencia de otros conquistadores en la región. Algunos eran parte de los encomenderos de Espíritu Santo y los otros, el grupo de Portocarrero.[22]

En efecto, esto generó alerta entre el grupo de Mazariegos. En el mes de marzo partieron hacia Huixtán para encontrarse con Portocarrero.[23] En la reunión ambos conquistadores se dieron cuenta que actuaban bajo órdenes de sus propios jefes. Por tanto, llegaron a la conclusión de que el problema se solucionaría ante una instancia superior. En consecuencia, acordaron que la decisión quedaría en manos de Alonso de Estrada.[24]

Después de ese encuentro, antes de que llegara la decisión de Estrada, Mazariegos decidió trasladar la Villa Real al campo de Hueyzacatlán. Si bien sostenían que la razón principal fue que la tierra era muy caliente, el objetivo era “quitarle a la Villa del Espíritu Santo sus encomiendas en las tierras altas y juntarlas con los pueblos controlados por San Cristóbal para formar la provincia de Chiapa.”[25] Así, el nuevo asentamiento se erigió como una cuña entre San Cristóbal de los Llanos y la Villa del Espíritu Santo.[26]

Algunas semanas después llegó la respuesta del gobernador. Estrada falló en favor de Mazariegos y mandó que Portocarrero despoblase la villa que había fundado. El 9 de mayo de 1528, Mazariegos envió al alcalde de Villa Real Pedro de Orozco a encontrarse con Portocarrero en Comitán, y éste decidió que acataría la orden de Estrada.[27]

Ante esta nueva situación, algunos de los conquistadores que llegaron con Portocarrero decidieron quedarse con Mazariegos. Sin embargo, en agosto de 1528 Mazariegos sustituyó a gran parte de los anteriores encomenderos en favor de sus parientes y allegados. Esto generó tensiones entre los indios y los nuevos señores. Los españoles les exigían además de alimentos, que entregaran leña, zacate y que construyeran sus casas. En consecuencia, los pueblos se negaron a obedecer y se alzaron en contra de los españoles.[28]

Rebeliones (1528-1532)[editar]

Después del traslado de Villa Real, los cambios en las encomiendas y la orden de que los habitantes de San Cristóbal de los Llanos de mudarse a Villa Real, Mazariegos decidió suprimir la villa que fundó Portocarrero. En consecuencia, con estos reacomodos territoriales llegaron nuevos problemas. Por consiguiente, hubo dos grandes problemas. Los nuevos repartos de indios y la negativa de los pueblos de obedecer a los recién llegados señores.

Así, ese año los pueblos sometidos se negaron a seguir enviando alimentos y a servir en la construcción de las casas de Villa Real. La villa comenzó a sufrir hambruna y los conquistadores decidieron atacarlos. Al verse agredidos, “los indios decidieron abandonar los poblados, se retiraron a los peñoles, escondieron a mujeres y niños en las cuevas y se defendieron con gran valentía.”[29] Después de someter a los indios apostados en el peñol de Quezaltepeque, Mazariegos enfermó y se retiró a Copanaguastla. En consecuencia, la región seguiría sin pacificarse varios años más.

Los pueblos que se rebelaron en 1528 continuaron así hasta el año de 1532. De hecho, ese año se desarrollaron dos batallas que tuvieron como escenario el Cañón del Sumidero.  A partir de ahí según Jan de Vos surgió la leyenda de la “Batalla del Sumidero.” No obstante, la historia que se originó en los relatos de los cronistas del siglo XVI Antonio de Herrera, fray Antonio de Remesal y fray Franciso Ximénez, se contó como un solo evento, pero, en realidad fueron dos.[30]

La primera tuvo lugar después de la llegada del nuevo teniente de gobernador de Chiapa Baltasar Guerra. Al tomar posesión de su cargo, Guerra logró someter a algunos pueblos rebeldes con la ayuda de algunos indios amigos y españoles, En cambio, los chiapanecas rebeldes en vez de enfrentarse, huyeron hacia el Cañón del Sumidero. Se refugiaron en un antiguo centro ceremonial, pero, presionados por los españoles abandonaron pronto el sitio. Después de huir a una pequeña ciudadela, la abandonaron y se escondieron en las cuevas que servían de refugio a sus mujeres en las paredes del cañón.[31]

Ese mismo año, Baltasar Guerra emprendió una campaña para conquistar la provincia de los zoques. Después de pacificar a los pueblos Ixtacomitán, Comeapa, Solosuchiapa, Mincapa, Ostuacán, Cualpitán, Zozocolapa  y Suchitepeque, regresaron a Chiapa de los Indios. A inicios de 1533, Guerra impuso a los chiapaneca dos gobernadores indios. “Estos dos señores recibieron el encargo de controlar la recaudación de los tributos y de fomentar la conversión de sus súbditos a la religión católica.”[32] El nuevo encomendero y los gobernadores indios obligaron a pagar el tributo y a trabajar en las nuevas minas que descubrieron en Copanaguastla.

A la sazón de las nuevas exigencias, un grupo de chiapanecas se rebeló y se refugió al igual que los anteriores en las márgenes del cañón. Así, a finales de 1533, los rebeldes se retiraron a la fortaleza y a las cuevas donde libraron batalla, hasta que se rindieron. Algunos de los capturados, entre ellos el líder principal de nombre Sanguieme, fueron ajusticiados en la plaza de Chiapa de los Indios.[33]

La conquista de la Selva Lacandona[editar]

La Selva Lacandona intentó conquistarse en varias ocasiones. En 1525, Hernán Cortés intentó cruzar la Selva cuando iba a sofocar la rebelión de Cristóbal de Olid en las Hibueras.[34] De igual forma, Pedro de Alvarado quien había recibido órdenes de juntarse con Cortés, atravesó la provincia del Lacandón.[35] Entraron por Acalá (actual región de Marqués de Comillas), penetraron la Selva por el norte y evitaron contacto con la población nativa. El difícil trayecto evitó que el viaje continuara y Alvarado decidió regresar a Guatemala.[36]

En 1530, un grupo encabezado por Alonso Dávila, capitán del adelantado de Yucatán Francisco de Montejo, se adentró en la Selva Lacandona buscando un camino que los llevara hasta la provincia de Acalan. Sin percatarse, se encontraron con la laguna e islas de Lacam-Tum; a unas treinta leguas de Comitán. Después de saquear la isla, los conquistadores abandonaron el área y no regresaron.[37] Cinco años después, en 1535 por órdenes de Pedro de Alvarado, el capitán Francisco Gil Zapata salió de Ciudad Real a pacificar a los zendales y fundar una villa con el nombre de San Pedro.[38]

No fue hasta 1559 que se autorizó una nueva incursión. La audiencia de Guatemala autorizó la Guerra del Lacandón. Se reunieron dos grupos en Comitán, uno de la provincia de Chiapa y el otro de Guatemala. El contingente que salió de Ciudad Real estuvo comandado por Gonzalo de Ovalle, junto con seiscientos indios de Chiapa y doscientos de Zinacantán.[39]

Después de los enfrentamientos, y gracias a la capacidad de los indios de Chiapa, consiguieron conquistar el peñol de la isla de Lacam-Tum. Después lanzaron una incursión en el pueblo de Topiltepeque. En ese lugar sufrieron una emboscada que causó varios heridos. Tan pronto huyeron los atacantes, siguieron camino hasta Pochutla. De igual forma, los indios se escurrieron por la selva y los líderes dieron la orden de regresar por las lluvias y las deserciones de los indios.[40] El único pueblo que fue aniquilado fue el de los acalaés.

Así, estas incursiones no lograron reducir a los pueblos rebeldes y menos evangelizarlos. Esta empresa solo la consiguió el religioso dominico fray Pedro Lorenzo de la Nada. Llegó a ciudad Real asignado al convento de Santo Domingo en 1560. En 1563, fray Pedro decidió evangelizar pacificamente a los pochutlas que habían vuelto a poblar la isla lacustre en que habitaban. Acompañado solo por tres indios amigos, logró llegar a la isla y fue recibido con amabilidad por el cacique Chanaghoal.[41] Según Remesal, solo hicieron falta tres días para que fray Pedro pudiese convencer al cacique y su pueblo de irse a vivir en un pueblo bajo el control de los frailes. En 1564, el cacique y su pueblo se asentaron en Ocosingo acompañados de fray Pedro de la Cruz.


La conquista espiritual[editar]

La conquista espiritual fue el proceso histórico que consolidó la presencia española en el Nuevo Mundo. En Chiapas fue llevada a cabo principalmente por los frailes de las órdenes de Santo Domingo y San Francisco. Sus métodos, (que no siempre estuvieron adecuados a la ortodoxia católica), fueron los que canalizaron la conversión de los caciques y de miles de indios en la doctrina cristiana. Se valieron de una pedagogía heterodoxa que incluyó: primero el aprendizaje de las lenguas nativas, segundo el uso del náhuatl como lingua franca, y tercero de la creación de herramientas pedagógicas que facilitaron el trabajo de enseñanza y conversión.[1]

Estas herramientas fueron tan diversas y múltiples, que los evangelizadores las adaptaron a una pluralidad lingüística compleja. Por consiguiente, los frailes tuvieron que hacer uso de métodos algunas veces improvisados. En un inicio, comenzaron usando intérpretes o incluso de mímica para poder comunicarse.[2] Sin embargo, según Mario Ruz, el objeto de estos instrumentos fue el de facilitar la labor evangelizadora. Por tanto, además de redactar textos, los religiosos crearon catecismos escritos, en imágenes y jeroglíficos. Además, usaron pinturas y compusieron cantos en lenguas indígenas.

Así, la conquista espiritual en Chiapas estuvo relacionada tanto con la llegada de los frailes que se encargaron de la conversión, así como de la enseñanza y reproducción de la doctrina. La evangelización comenzó en Chiapas con el arribo de fray Bartolomé y la orden de Santo Domingo en 1545.[3] Si bien en 1524 los conquistadores contaban entre sus filas con algunos capellanes; no fue hasta después de la fundación de Ciudad Real en su actual emplazamiento, que unos religiosos mercedarios fundaron un convento.[4] El encargado de erigirlo fue fray Marcos Dardón y lo nombró monasterio de Santa María.[5] Además, el primer cura de Ciudad Real fue un capellán del ejército llamado Pedro González.[6]

Las órdenes religiosas[editar]

Desde la llegada de fray Bartolomé de las Casas comenzaron algunas discusiones con los conquistadores. Las diferencias estaban relacionadas con la aplicación de las Leyes Nuevas de 1542. Estas peleas terminaron con la salida abrupta de fray Bartolomé; no sin antes -supuestamente- lanzar una maldición en contra de la ciudad. Al salir fue en búsqueda de apoyo ante la Real Audiencia de los Confines en Gracias a Dios, pero no fue escuchado. Después, se fue a la ciudad de México a participar de la Junta Eclesiástica de 1546.

Cuando terminó la Junta Eclesiástica, fray Bartolomé ya no regresó a Chiapas. Las presiones de las autoridades civiles y religiosas de Guatemala surtieron efecto.[7] Renunció en forma definitiva al obispado en 1550.[8] En consecuencia, la evangelización quedó bajo responsabilidad de los curas dominicos. Así, la primera decisión fue la de establecerse en tres de los principales poblados indios: Chiapa, Zinacantán y Copanaguastla; posteriormente se establecerían en Tecpatán.

El control de estos cuatro emplazamientos les permitiría dominar las lenguas de mayor difusión: chiapaneca, tzotzil, tzeltal y zoque. Por consiguiente, en cada uno de estos pueblos se fundaría un convento y regionalmente se administraría como un priorato y se subdividiría en vicarías. Esto haría más fácil la evangelización y, por lo tanto, crear más congregaciones de indios. Según Antonio de Remesal, en 1609 en Chiapas había seis conventos dominicos.[9]

Cada congregación establecida por los dominicos al concentrar a los indios permitió la fundación de pueblos. Esta organización no se realizó de la misma forma que en la Nueva España. Es decir, los pueblos no se fundaron sobre la base de un Altépetl. Al contrario, fueron los curas quienes los organizaron al formar las congregaciones de indios. Por tanto, cada pueblo organizado dentro de la administración del priorato, no contaba con pueblos sujetos. Al contrario, cuando en un pueblo cohabitaban tributarios de distintos encomenderos, se dividían en parcialidades.

Estos pueblos se dotaron desde un inicio de las instituciones de la república de indios. Contaron con un cabildo, alcaldes, caja de comunidad y tierras. Además, se reemplazó la estructura sociocultural antigua por una nueva “impregnada también de símbolos, ritos y cargos religiosos, pero sujetos a una estrecha revisión.”[10]

Entre 1546 y 1595 se fundaron siete conventos, sin embargo, uno de ellos, el de Zinacantán se trasladó a Ciudad Real en 1547. Hacia 1560 los dominicos ya se habían expandido en los márgenes de la Selva. Esto fue gracias a que aún tenían pendiente evangelizar a los indios zendales. Entonces, fue fray Pedro Lorenzo de la Nada, quien “usando tan solo sus poderes de persuasión, logró que los indios insumisos abandonaran la selva y se asentaran en poblados bajo el control español.”[11] Por consiguiente, logró que estos se congregaran en algunos pueblos ya existentes como Petalcingo y Ocosingo; “dando lugar a nuevos barrios o parcialidades”.[12] Otros, fueron congregados en distintos espacios. Así fray Pedro Lorenzo fundó nuevos pueblos. Estos fueron Bachajón, Yajalón, Tumbalá, Tila y Palenque. “Solo la pequeña tribu de los irreductibles lacandones continuó viviendo en libertad hasta 1695, año en que tuvo que someterse a la avasalladora campaña lanzada en su contra por el presidente de la Audiencia de Guatemala, Jacinto de Barrios Leal, y el fraile franciscano Antonio de Margil.”[13]

Además de la orden de Santo Domingo, en 1575 llegaron los primeros frailes franciscanos. Esto se debió a que los encomenderos querían contrarrestar el poder de los dominicos quienes se empeñaban en disminuir las cargas sobre los indios. Así, ese año fundaron un convento en Ciudad Real. Tuvieron bajo su administración los barrios de indios mexicanos de la ciudad y, los de San Antonio, San Diego y el cercano pueblo de San Felipe. [14] De igual forma, se les entregaron los pueblos del valle de Huitiupán y de sus inmediaciones. Por tanto, hacia 1589 habían conformado la Guardianía de Huitiupán, cuya cabecera estuvo en Asunción Huitiupán.

Otra orden religiosa que tuvo presencia en la provincia de Chiapa, fue la compañía de Jesús. Desde un inicio tuvieron en Ciudad Real un seminario, pero no se le asignaron pueblos para administración espiritual. Si bien los curas seculares tuvieron desde un inicio la administración del Soconusco, el primer pueblo con un beneficio secular fue el de Palenque. Había sido fundado por fray Pedro Lorenzo de la Nada para congregar a los indios choles que había logrado convencer de que salieran de la Selva Lacandona. Pero a la muerte del fraile, los dominicos no quisieron hacerse cargo del pueblo y fue dejado bajo control de los curas seculares. En 1584 obtuvieron bajo mediación de fray Pedro de Feria, los pueblos del valle de Jiquipilas y, en 1595, los dominicos cedieron los pueblos cercanos a Palenque de Tila, Tumbalá, Petalcingo y Tila.


[1] Mario Humberto Ruz, ed., Diccionario de la lengua Tzeldal segun el orden de Copanabastla (México: UNAM, 1986), 15.

[2] Ibid.

[3] Juan Pedro Viqueira, «Prácticas y creencias religiosas de los indios de Chiapas», Arqueología Mexicana V, n.o 28 (1997): 55.

[4] Juan Pedro Viqueira, «Éxitos y fracasos de la evangelización en Chiapas», en La iglesia católica en México (Zamora, Michoacán: El Colegio de Michoacán, 2009), 80.

[5] Antonio de Remesal, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala de la orde de nuestro glorioso padre Santo Domingo (Madrid: Francisco de Angulo, 1619), 149.

[6] de Remesal, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala de la orde de nuestro glorioso padre Santo Domingo.

[7] Juan Pedro Viqueira, «Geografía religiosa del obispado de Chiapas y Soconusco (1545-1821)», EntreDiversidades julio-dici (2017): 151.

[8] Viqueira, «Éxitos y fracasos de la evangelización en Chiapas.»

[9] de Remesal, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala de la orde de nuestro glorioso padre Santo Domingo.

[10] Jan de Vos, Vivir en frontera. La experiencia de los indios de Chiapas (México: CIESAS, 1994), 114.

[11]Viqueira, «Éxitos y fracasos de la evangelización en Chiapas.»

[12]Ibid.

[13]Ibid.

[14] Viqueira, «Geografía religiosa del obispado de Chiapas y Soconusco (1545-1821).»


[1] Ibid.

[2] Ibid.

[3] Ibid., 949.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Ibid.

[7] Ibid., 956.

[8] Ibid.

[9] Ibid.

[10] Diego Godoy, «Relación hecha por Diego Godoy a Hernando Cortés», en Biblioteca de autores Españoles. Historiadores primitivos de Indias, ed. Enrique de Vedia (Madrid: M. Rivadeneira, 1858), 465.

[11] Ibid.

[12] Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, 957.

[13] Godoy, «Relación hecha por Diego Godoy a Hernando Cortés», 466.

[14] Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, 962.

[15] Godoy, «Relación hecha por Diego Godoy a Hernando Cortés», 467.

[16] Ibid., 466.

[17] Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, 966.Bernal, 966

[18] Lenkersdorf, Génesis histórica de Chiapas 1522-1532. El conflicto entre Portocarrero y Mazariegos, 154.

[19] Jan de Vos, La batalla del sumidero. Historia de la rebelión de los chiapanecas. 1524-1534. A través de los testimonios de españoles e indígenas (México: Instituto Nacional Indigenista, 1985), 73.

[20]  Lenkersdorf, Génesis histórica de Chiapas 1522-1532. El conflicto entre Portocarrero y Mazariegos, 157.

[21] Ibid., 177.

[22] Ibid., 178.

[23] Gudrun, 183

[24] Ibid., 184.

[25] Gudrun Lenkersdorf, «La resistencia a la conquista española en Los Altos de Chiapas», en Chiapas los rumbos de otra historia, ed. Juan Pedro Viqueira y Mario Humberto Ruz (México: UNAM-CIESAS, 2002), 80.

[26] Lenkersdorf, Génesis histórica de Chiapas 1522-1532. El conflicto entre Portocarrero y Mazariegos, 186.

[27] Ibid., 190.

[28] Lenkersdorf, «La resistencia a la conquista española en Los Altos de Chiapas», 81.

[29] Ibid..

[30] de Vos, La batalla del sumidero. Historia de la rebelión de los chiapanecas. 1524-1534. A través de los testimonios de españoles e indígenas, 36.

[31]Lenkersdorf, «La resistencia a la conquista española en Los Altos de Chiapas», 81.

[32] de Vos, La batalla del sumidero. Historia de la rebelión de los chiapanecas. 1524-1534. A través de los testimonios de españoles e indígenas, 37.

[33] Ibid., 39.

[34]de Vos, La paz de Dios y del rey. La conquista de la Selva Lacandona, 1525-1821, 48.

[35] Ibid.

[36] Lenkersdorf, «La resistencia a la conquista española en Los Altos de Chiapas», 76.

[37] de Vos, La paz de Dios y del rey. La conquista de la Selva Lacandona, 1525-1821.

[38] Ibid.

[39] Ibid.

[40] Ibid.

[41] Ibid.

  1. Castillo, Bernal Diaz del. Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España. Cambridge University Press. p. 930. ISBN 9780511705816. Consultado el 14 de mayo de 2019. 
  2. Remesal, Antonio de (1988). Historia general de las Indias Occidentales y particular de la gobernación de Chiapa y Guatemala.. Ed. Porrúa. p. 4. ISBN 9684522827. OCLC 836401657. Consultado el 11 de mayo de 2019. 
  3. Vos, Jan de. (1988). La paz de Dios y del Rey la conquista de la Selva Lacandona (1525-1821). Fondo de Cultura Económica. p. 46. ISBN 9789681630492. OCLC 984805684. Consultado el 11 de mayo de 2019. 
  4. Lenkersdorf, Gudrun (1993). Génesis histórica de Chiapas 1522-1532: el conflicto entre Portocarrero y Mazariegos. Universidad Nacional Autónoma de México. p. 93. ISBN 9683632386. OCLC 902558567. Consultado el 11 de mayo de 2019. 
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