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AUSTRIA-HUNGRÍA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Austria-Hungría durante la Primera Guerra Mundial[editar]

Penuria[editar]

El Imperio austrohúngaro era el Estado europeo más complejo culturalmente, ya que albergaba alrededor de una docena de nacionalidades.[1]​ La guerra aumentó las tensiones internas del país.[1]

En 1917, la escasez de alimentos se había vuelto preocupante, en especial en aquellos lugares que dependían del suministro externo, como las ciudades.[1]​ Desde mayo, parte del pan que se vendía pasó a contener maíz, en vez de los tradicionales trigo y centeno.[1]​ La mala alimentación agravó las enfermedades la población: en 1917, el número de muertos por tuberculosis en la capital sobrepasó los diez mil, más del doble de la cifra normal en los años anteriores a la contienda.[2]​ A la escasez de alimentos se unió la de carbón, surgida en el invierno de 1916-1917 que limitaba tanto el transporte (ferrocarril) como la electricidad.[3]​ Un año más tarde el problema había aumentado tanto que ni siquiera las fábricas de municiones habían recibido más del 40 % del carbón que necesitaban para su funcionamiento; los hospitales, por su parte, carecían de calefacción adecuada.[3]​ Los hogares no solo carecían del carbón necesario para los crudos inviernos centroeuropeos, sino que tampoco podían contar con ropa de abrigo suficiente: escaseaban también la ropa y el cuero.[3]

En enero de 1918, la continua penuria desató una protesta entre la clase trabajadora de la capital, bien organizada políticamente.[4]​ El suceso que desencadenó la crisis fue una nueva reducción en la exigua ración de pan y las duras condiciones que Alemania deseaba imponer al Gobierno comunista ruso en las negociaciones de paz.[3]​ La huelga se extendió por los centros industriales de Austria y Bohemia y únicamente la promesa de que la paz se firmaría pronto en el frente oriental, que el suministro de alimentos mejoraría y que se suavizaría la disciplina militar que imperaba en las fábricas de municiones permitió al Gobierno imperial ponerle fin.[5]

A pesar de las promesas gubernamentales, la paz con Rusia y Ucrania no trajo la ansiada mejora del abastecimiento de alimentos.[5]​ La cosecha de ese año —con el agro carente de fertilizantes, maquinaria y mano de obra suficientes—, no mejoró la situación.[5]​ En 1918, el imperio contaba únicamente con el 48 % del trigo, el 45 % y el 39 % de patatas de lo recolectado en 1914.[5]​ Esta escasez originó grandes disturbios en varios puntos del país, incluida la capital, en septiembre.[5]​ La debilidad de la población facilitó la extensión de las enfermedades y epidemias: en la capital, el índice de mortalidad casi se duplicó.[6]

Tensión política[editar]

La crisis avivó el nacionalismo magiar, que defendía una mayor autonomía de Transleitania —también la formación de un Ejército separado— e incluso, en ocasiones, la secesión.[7]​ La estructura dual establecida en el Ausgleich se encontraba muy debilitada por las consecuencias de la contienda.[8]​ A las disensiones entre Cisleitania y Transleitania se unieron las internas de cada mitad del imperio, en las que las que aumentó también notablemente el nacionalismo de los distintos grupos culturales.[9]​ Especialmente activo era el checoslovaco, que llegó a defender en el Parlamento —reunido por primera vez en el periodo bélico en mayo de 1917— la disolución del imperio.[9]​ Los diputados polacos exigían la formación de una Polonia independiente; los rutenos, de una unidad administrativa propia en el imperio, reivindicación que compartían con los diputados de Dalmacia y Eslovenia, unidos en un grupo parlamentario yugoslavo.[9]​ La agudización paulatina del nacionalismo en las Cortes austriacas hizo que la idea de conservar el imperio contase cada vez con menos apoyo político.[10]

Derrota[editar]

El fracaso de la última ofensiva militar, emprendida contra Italia en junio, empeoró la situación.[10]​ El embate no logró objetivo alguno y costó ciento cuarenta mil bajas.[10]​ Las autoridades, convencidas de la imposibilidad de sobrevivir a otro invierno en guerra, comunicaron a sus aliados alemanes el 14 de agosto su deseo, dada la desesperada situación, de que se solicitase un armisticio.[10]​ El propio Erich Ludendorff había informado el día anterior a su Gobierno sobre la imposibilidad de que los Imperios Centrales alcanzasen la victoria, y había recomendado que se buscase la firma de una paz negociada.[10]​ A pesar de los deseos alemanes de posponer la solicitud de negociar, los austrohúngaros, de forma independiente, decidieron comunicar su decisión a los Gobierno búlgaro y otomano, aliados.[11]​ Debido exclusivamente a la coerción alemana, los austrohúngaros aceptaron retrasar la petición a los Aliados hasta el 14 de septiembre.[11]​ La propuesta de Viena de reunir una conferencia internacional para tratar la paz en la capital de alguno de los países neutrales contó de inmediato con el refrendo otomano y búlgaro, a pesar del rechazo alemán.[11]​ Los Aliados rechazaron de plano la sugerencia, y lograron debelar a las fuerzas búlgaras en los Balcanes: el 26 del mismo mes, Bulgaria solicitó la paz.[11]​ Incapaz de sostener este frente, Ludendorff recomendó la petición inmediata de un armisticio por parte del Gobierno alemán.[11]​ El 4 de octubre, Viena y Berlín solicitaron conjuntamente un armisticio basado en los Catorce Puntos.[12]

La disgregación del imperio siguió a esta petición con gran celeridad.[12]​ El día anterior, los socialdemócratas austriacos habían exigido la autodeterminación de todas las nacionalidades del Estado, incluida la alemana.[12]​ Entre el 29 y el 30 de octubre, el Gobierno imperial perdió toda autoridad en Bohemia y Moravia, donde un Consejo Nacional Checo se hizo con el poder.[12]​ Los territorios con población polaca y eslovena renegaron también del dominio vienés.[12]​ El 20 de octubre, el presidente Wilson indicó que el punto que garantizaba el mantenimiento del imperio ya no era válido.[12]​ El 21, los diputados de lengua alemana exigieron en las Cortes la autodeterminación de sus correligionarios de cultura.[13]​ No abogaban por una unión con Alemania, sino por la creación de una confederación que sustituyese al imperio; solo en caso de que esta fracasase, se proponía la unión de los territorios con población de lengua alemana con el Reich.[13]

Con las fuerzas armadas en plena desintegración tanto por la presión militar italiana como por la crisis política interna, el alto mando solicitó un armisticio el 3 de noviembre, que equivalió en la práctica a una rendición incondicional.[13]

Referencias[editar]

  1. a b c d Schmidt, 1977, p. 1.
  2. Schmidt, 1977, pp. 1-2.
  3. a b c d Schmidt, 1977, p. 2.
  4. Schmidt, 1977, pp. 2-3.
  5. a b c d e Schmidt, 1977, p. 3.
  6. Schmidt, 1977, pp. 3-4.
  7. Schmidt, 1977, p. 4.
  8. Schmidt, 1977, pp. 4-5.
  9. a b c Schmidt, 1977, p. 5.
  10. a b c d e Schmidt, 1977, p. 6.
  11. a b c d e Schmidt, 1977, p. 7.
  12. a b c d e f Schmidt, 1977, p. 8.
  13. a b c Schmidt, 1977, p. 9.

Bibliografía[editar]

  • Schmidt, Peter Edwin (1977). The relief of Austria, 1919-1922 (pdf) (Tesis) (en inglés). Case Western Reserve University. OCLC 846271572.