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RUSIA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Pese a que en 1917 la Entente gozaba ya de notable ventaja en hombres y armamento frente al enemigo, apenas hubo combates durante ese año en el frente ruso.[1]​ El hartazgo de la población acabó con la monarquía en la Revolución de Febrero.[1]​ La fallida Ofensiva de Kérenski de julio dio paso a un contraataque alemán en agosto y septiembre que les permitió apoderarse de la Galicia oriental y de Riga.[1]​ En noviembre los bolcheviques se hicieron con el poder en la Revolución de Octubre; en diciembre firmaron un armisticio con los Imperios Centrales y, en marzo de 1918, el Tratado de Brest-Litovsk que puso fin a la participación de Rusia en el conflicto mundial.[1]

Prusia Oriental[editar]

Operaciones en el otoño de 1914 en el frente oriental: la fracasada invasión rusa de Prusia Oriental y el descalabro austrohúngaro en Galicia.

El 1.er Ejército ruso contaba con seis divisiones y media de infantería y cinco y media de caballería, con un total de ciento cuatro batallones y ciento veinticuatro escuadrones, provistos de cuatrocientos noventa y dos cañones, la mayoría agrupados en baterías de ocho.[2]​ Por su parte, el 2.º Ejército era bastante mayor: lo formaban catorce divisiones y media de infantería y cuatro de caballería, repartidas en trescientos cuatro batallones y ciento once escuadrones, con un total de mil ciento sesenta cañones.[2]​ Sin embargo, solo desplegó una parte de estas fuerzas: nueve divisiones y media de infantería, tres de caballería y setecientos treinta y ocho de los cañones.[2]​ El mal despliegue de las tropas redujo notablemente la superioridad numérica rusa.[2]

Las desavenencias entre mandos que aquejaban al Ejército también afectaron a los encargados de la campaña prusiana.[2]​ Como era habitual, se mezclaban oficiales de las diferentes camarilla militares: Zhilinski —al mando del frente alemán— era partidario del ministro de Defensa Sujomlínov, su subordinado al frente del 1.er Ejército, Rennenkampf, contrario, Samsonov, que dirigía el 2.º Ejército era también partidario del ministro, pero no lo eran sus jefes de Estado Mayor.[2]​ Más al sur, el 9.º Ejército concentrado alrededor de Varsovia estaba al mando de un seguidor del ministro, mientras que su jefe del Estado Mayor, con el que no se trataba, debía su nombramiento al gran duque Nicolás.[2]​ Las relaciones no solo eran malas entre partidarios y detractores del ministro, también entre estos, lo que complicaba la coordinación de las unidades.[2]​ El control de Zhilinski sobre sus subordinados, especialmente sobre Rennenkampf era casi nulo, de manera que los ejércitos operaban de manera cuasiindependiente.[2]

El plan ruso consistía en eliminar las fuerzas enemigas en Prusia Oriental mediante un movimiento de pinza, acometido por el 1.er Ejército desde el este y el 2.º de Samsonov desde el sur.[3]​ La maniobra dependía de la buena coordinación entre las dos unidades, ya que la gran separación entre ellas, casi cien kilómetros cuando llegasen a las principales defensas alemanas, podía permitir que las fuerzas enemigas se enfrentasen por separado a cada una de ellas si no era así.[3]​ Para evitar ataques en sus flancos, los mandos rusos debilitaron las columnas principales de los dos ejércitos para guardarlos y para evitar brechas entre ellos.[3]​ El 2.º Ejército empleó más de un cuerpo en proteger su flanco occidental y otro en evitar una posible brecha entre sus posiciones y las del 1.º.[3]​ Este retiró parte de sus fuerzas de la línea de ataque para cubrir su flanco derecho de un posible ataque desde la costa.[3]​ Así, la principal columna del 1.er Ejército quedó reducido a seis divisiones y media de infantería y el 2.º a nueve y media.[3]​ Las dos quedaban separadas por seis días de marcha y eran inferiores a las fuerzas que podían reunir los defensores alemanes: estos podían concentrar sus unidades contra uno de los brazos de la pinza rusa, derrotarlo y luego enfrentarse al otro.[3]

El movimiento de los ejércitos rusos decidió en cuál de los dos ejércitos rusos se concentraría el primer ataque alemán: el 1.er Ejército cruzó la frontera el 15 de agosto, mientras que el 2.º tardó cinco días más en hacerlo.[4]​ El comandante alemán, Prittwitz, atacó a las fuerzas de Rennenkampf con nueve divisiones el 20 de agosto, que sorprendieron a las dieciocho de este, que no habían sido alertadas a tiempo por la caballería.[4]​ Aunque las dos divisiones de Von François lograron rechazar a los rusos en el norte, las unidades alemanas más al sur tuvieron menos suerte en diversos ataques frontales a las líneas rusas y sufrieron varios miles de bajas.[4]​ La batalla de Gumbinnen terminó con la victoria rusa.[5]

La victoria rusa alarmó tanto a Prittwitz que solicitó a sus superiores la evacuación de la región y la concentración de las fuerzas más allá del Vístula, a pesar de que la derrota en Gumbinnen no había sido grave y los rusos no habían aprovechado la ventaja obtenida para perseguir a las unidades alemanas.[5]​ Moltke decidió relevarlo del mando y nombrar en su lugar a Paul von Hindenburg, con Erich Ludendorff, uno de los mejores expertos técnicos del Ejército, como jefe de su Estado Mayor.[5]​ Estos decidieron aplicar una maniobra prevista ya antes de la contienda: atacar el 2.º Ejército ruso desde el oeste, para lo que retiraron un cuerpo del este por ferrocarril.[5]​ Al mismo tiempo, otros dos cuerpos de ejército se retiraron hacia el suroeste a pie, pero acabaron por formar el brazo de una pinza que desde el este aisló a las fuerzas de Samsonov que habían avanzado hacia el norte desde Polonia.[5]​ Mientras un reducido número de unidades contenía el lento avance de Rennenkampf en el este, los alemanes concentraban el grueso de sus fuerzas contra Samsonov.[6]

El 1.er Ejército ruso permaneció pasivo, convencido de que su siguiente tarea tras la victoria en Gumbinnen era tomar la fortaleza de Königsberg, donde creía erróneamente que se habían refugiado los dos cuerpos de ejército que en realidad avanzaban contra el flanco derecho de Samsonov.[6]​ El 26 de agosto, Rennenkampf ordenó comenzar el asedio de la ciudad, en el que debía emplear gran parte de sus fuerzas, mientras el resto avanzaba muy lentamente hacia el oeste.[6]​ Los rusos esperaban que el 2.º Ejército cortase la retirada de las fuerzas que no se hubiesen atrincherado en Königsberg, pero el día 27 aquel comenzó a sufrir los embates de las divisiones de Von François desde el oeste.[6]​ Ante la pasividad del 1.er Ejército en socorrer a Samsonov, los alemanes contaron con cuatro días para enfrentarse a este sin tener que combatir también a Rennenkampf.[6]​ Samsonov, con información incorrecta sobre la posición de las unidades alemanas, malas comunicaciones y serios problemas de abastecimiento, se dirigía a la trampa dispuesta por el mando enemigo, avanzando hacia el noroeste.[7]

El tardío ataque de Von François al retrasado flanco izquierdo de Samsonov tuvo una consecuencia beneficiosa para los alemanes: separó aún más el cuerpo de ejército del flanco izquierdo de Samsonov del centro de este, facilitando que sus divisiones aislasen a los dos y cortasen la principal línea de retirada del centro de Samsonov.[8]​ Ignorando que había perdido la protección del flanco izquierdo, este continuó avanzando en una serie de choques favorables al sur de Allenstein, que Ludendorff trató en vano de detener.[9]​ Desobedeciendo las órdenes de este, que deseaba sostener el centro acuciado por los rusos, Von François continuó avanzando hacia el este hasta embolsar al centro de Samsonov al tomar contacto el día 29 con los dos cuerpos de ejército que habían llegado desde el noreste.[9]​ Estos habían vencido a las dos divisiones que formaban el flanco derecho de Samsonov el día 26, en una serie de combates en los que las cuatro divisiones alemanas les infligieron grandes pérdidas a pesar del cansancio de sus hombres por las marchas de los días anteriores.[10]​ Nuevamente, el comandante de las divisiones rusas había recibido información incorrecta sobre las unidades enemigas: suponía que no las había en su sector y que las unidades que avanzaban hacia él eran rusas.[9]​ Samsonov, convencido que las unidades alemanas no podían ser de importancia, continuó avanzando, mientras que el 28 Ludendorff ordenaba a Mackensen, al mando de uno de los cuerpos de ejército, que cerrase la bolsa desde el este, y avanzase hacia Von François.[10]

Aunque el cerco alemán no era recio, la falta de suministros de los cien mil rusos atrapados en la bolsa, las malas comunicaciones entre las distintas unidades, el desconocimiento del terreno por los mandos y la imposibilidad de entrar en contacto con las fuerzas al sur aseguraron la victoria de Ludendorff.[10]​ Solo unos diez mil hombres escaparon del cerco, mientras que los alemanes capturaron casi cien mil prisioneros.[11]​ Samsonov se entregó a los alemanes y a continuación se suicidó.[11]​ Aunque Zhilinski logró que los flancos de Samsonov contraatacasen a los alemanes el 29, lo que causó el pánico pasajero de estos, la maniobra pronto se abandonó.[11]​ Rennenkampf también ordenó un efímero ataque de caballería hacia Allenstein, pero también abandonó pronto todo auxilio a las fuerzas cercadas.[11]​ La batalla de Tannenberg se convirtió pronto en una victoria legendaria para los alemanes, que habían tomado cerca de cien mil prisioneros y cuatrocientos cañones a los rusos y, aparentemente, salvado a Prusia Oriental de la invasión.[11]​ Ludendorff adquirió un enorme prestigio como estratega, a pesar de la que la victoria se debía en parte a la suerte y a los defectos del mando ruso.[12]

Ludendorff se volvió entonces contra Rennenkampf que, como él, había recibido refuerzos.[13]​ El 8.º Ejército de Ludendorff contaba entonces con dieciocho divisiones y media de infantería y dos de caballería, algunas llegadas del frente occidental gracias a la petición cursada por Prittwitz antes de su relevo.[13]​ Ludendorff concentró lo principal de sus fuerzas en el débil flanco izquierdo de Rennenkampf, esperando repetir la maniobra de Tannenberg: aislar esa sección del centro y luego rodear este por la retaguardia.[13]​ Ludendorff reunió sus fuerzas con gran celeridad, sorprendiendo así a los mandos enemigos, a pesar de que algunos previeron su ataque.[14]​ El 7 de septiembre, las tres divisiones de Von François atacaron el flanco izquierdo de Rennenkampf, al que superaban ampliamente en número y armamento.[14]​ Los mandos del 10.º Ejército ruso, que debían haber sostenido desde el sureste este sector pero aún estaban organizando sus fuerzas, se negaron a auxiliarlo, lo que permitió que Von François lo avasallase y luego virase hacia el norte.[14]​ Los siguientes choques de la batalla de los Lagos Masurianos favorecieron a los rusos, que lograron rechazar los embates de los alemanes, mantener a raya a la caballería de Von François y realizar una prudente retirada para evitar quedar rodeados como los había sido Samsonov.[14]​ El 13 de septiembre, terminó la retirada rusa de territorio prusiano, que se realizó con habilidad.[14]

Aunque los alemanes penetraron en territorio ruso, el 20 de septiembre sufrieron los primeros reveses y el 25 una contraofensiva rusa los rechazó hasta la frontera y luego permitió avanzar en territorio prusiano.[14]​ Estos combates no resultaron tan favorables a los alemanes que, si bien capturaron treinta mil prisioneros, sobre todo en los primeros días de la batalla de los lagos a comienzos de mes, perdieron cien mil de sus doscientos cincuenta mil soldados.[15]

Polonia meridional[editar]

Al comienzo, los rusos gozaban de superioridad numérica frente a los austrohúngaros: reunieron cincuenta y tres divisiones y media de infantería y dieciocho de caballería, mientras que los austrohúngaros apenas contaban con unas treinta y nueve de infantería y diez de caballería.[16]​ Las divisiones rusas tenían además más artillería que las austrohúngaras.[16]

Los combates comenzaron cuando los ejércitos 4.º y 5.º rusos marcharon hacia el sur hacia la frontera y chocaron con el 1er y 4.º ejércitos austrohúngaros, que avanzaban en sentido contrario.[16]​ Cada bando contaba con unos trescientos cincuenta mil hombres en este sector del frente.[16]​ Más al este, donde se encontraban el 3.er Ejército austrohúngaro y el 3.º y 8.º rusos, estos contaban con gran superioridad numérica.[16]​ Sin embargo, el mando ruso esperaba que fuese en el este y no en el norte de la zona donde se concentrasen los austrohúngaros y no ordenó el inmediato ataque del 3.er y 8.º ejércitos, desperdiciando así su ventaja.[16]​ A pesar de los informes que indicaban que los austrohúngaros estaban reuniendo el grueso de sus unidades en el norte y de la petición del mando del 4.º Ejército de que se acelerase la ofensiva desde el este, Alekséyev lo descartó.[16]​ El propio comandante del 3.er Ejército, Ruzski, que contaba con veintidós divisiones entre las suyas propias y las del 8.º frente a las nueve del enemigo, se comportó como si las expectativas rusas de una gran concentración de fuerza enemiga en el sector oriental del frente austrohúngaro fuesen correctas a pesar de los indicios que indicaban lo contrario.[17]​ Con una precaución innecesaria, avanzó lentamente y cruzó la frontera el 20 de agosto.[17]​ Como ya había sucedido en la campaña prusiana, la estructura de mando en el frente sur era deficiente: en el cuartel general del grupo de ejércitos Alekséyev se disputaba el mando efectivo con Ivánov, mientras que en el del 3.er Ejército, Ruzski —perteneciente a la camarilla del ministro de Defensa— mantenía tensas relaciones con su jefe del Estado Mayor, el general Dragomirov.[17]​ El 3.er Ejército finalmente entró en contacto con el enemigo no por propia iniciativa, sino porque los austrohúngaros finalmente lo atacaron el 26 de agosto.[17]

Mientras, en el sector norte del frente austrohúngaro, el 4.º Ejército ruso cruzó la frontera.[17]​ Estorbado por el terreno boscoso y pantanoso y con nulo apoyo de su caballería que debía explorar en vanguardia, los tres grupos de ejército que lo formaban chocaron inesperadamente con el 1.er Ejército austrohúngaro, que los rodeó por los flancos y los obligó a replegarse al sur de Lublin el 25 de agosto.[17]​ El pánico que desató esta derrota local hizo que el Estado Mayor ruso enviase al 9.º Ejército desde Varsovia para reforzar esta sección del frente, que temía que los austrohúngaros pudiesen quebrar y amenazar incluso el frente prusiano.[18]​ Los austrohúngaros lanzaron una serie de ataques que empujaron a los rusos hasta Lublin, pero facilitaron así la defensa y complicaron su propio abastecimiento.[18]​ El 1 de septiembre, los atacantes contaban con quince divisiones y media de infantería y cuatro de caballería, mientras que los defensores tenían ya veintiséis y media de infantería y nueve y media de caballería.[18]

El 4.º Ejército ruso solicitó al 5.º de Plehve, más al este, que virase hacia el suroeste para atacar al 1.er Ejército austrohúngaro en el flanco oriental.[18]​ Al tratar de realizar la maniobra, se topó con el 4.º Ejército enemigo, que marchaba hacia el norte para reforzar al 1.º en los alrededores de Lublin el 26 de agosto.[18]​ Los confusos combates tuvieron resultados desiguales: al oeste los austrohúngaros repelieron a los rusos y tomaron Zamość, pero más al este los rusos desbarataron a la caballería austrohúngara y derrotaron a una división cerca de Lasczów.[18]​ Los austrohúngaros consiguieron desbaratar el flanco derecho de Plehve, lo que puso en peligro su centro.[19]​ Su flanco izquierdo, que se hallaba alejado del centro de la formación y mal comunicado con este, sufrió el asalto del flanco izquierdo del XIV Cuerpo de Ejército del 3.er Ejército austrohúngaro, que comenzó el 28 de agosto.[19]​ Lanzado con el objetivo de aislar el centro de Plehve y rodearlo, este ataque contra el flanco izquierdo comenzó favorablemente para los austrohúngaros, que hicieron prisioneros a un tercio del cuerpo de ejército enemigo y con abundante armamento.[19]​ El V Ejército de Plehve corría el riesgo de quedar embolsado y eliminado como lo habían sido antes las fuerzas de Samsonov en la campaña en Prusia Oriental; sin embargo, la prudencia de Plehve, que ordenó la retirada para evitarlo, y la indecisión de los mandos de la pinza austrohúngara, que prefirieron retroceder antes que cerrarla y arriesgarse a ataques en sus flancos salvó a la unidad.[19]​ Así, la batalla de Komarów, acabó con la retirada de los dos bandos pero victoria austrohúngara.[19]​ Plehve perdió el cuarenta por ciento de sus efectivos y el 4.º Ejército austrohúngaro capturó veinte mil prisioneros y casi cien cañones.[19]

Galicia[editar]

Para evitar el avance austrohúngaro en la Polonia rusa, Alekséyev ordenó al 3.er y 8.º ejércitos avanzar contra ellos en apoyo de Plehve y penetrar en la Galicia oriental de inmediato.[20]​ Ruzski, empero, desoyó estas órdenes y realizó un avance lento tras cruzar la frontera el 20 de agosto: esperaba tener que enfrentarse al grueso de las fuerzas enemigas.[20]​ Sus cuatro cuerpos de ejército marchaban tan pausadamente que el comandante austrohúngaro del sector creyó encontrarse ante una débil avanzadilla y los atacó.[20]​ El primer choque se produjo a lo largo del río Zolota Lipa, al este y sureste de Leópolis y terminó con una estrepitosa derrota de los atacantes, ampliamente superados por los rusos en hombres y material —noventa y un batallones y trescientos cañones austrohúngaros frente a los ciento noventa y dos y seiscientos ochenta y cinco rusos—.[20]​ Los rusos contraatacaron a las ocho divisiones enemigas y les infligieron graves pérdidas: algunas de las divisiones perdieron dos tercios de sus efectivos en los combates.[20]​El 3.er Ejército austrohúngaro, debilitado por el envío de su XIV Cuerpo de Ejército al norte para apoyar la campaña polaca, se vio en dificultades para frenar a los rusos.[20]Ivánov ordenó en vano a Ruzski que avanzase en dirección noroeste para auxiliar a Plehve, pero este continuó desdeñando las órdenes y concentró su interés en la toma de Leópolis, manteniendo aún la lentitud en el avance que permitió finalmente a los austrohúngaros retirarse y formar una nueva línea defensiva a lo largo del río Gnila Lipa.[20]​ Esta recibió refuerzos de los Balcanes y el apoyo en el sector meridional del 2.º Ejército.[20]​ Los austrohúngaros contaban con catorce divisiones y ochocientos veintiocho cañones frente a las veintidós divisiones y mil trescientos cuatro cañones de los rusos.[20]​ La pasividad de los rusos a pesar de su superioridad numérica hizo pensar al alto mando austrohúngaro que las informaciones del frente sobre el tamaño de las fuerzas rusas eran exageradas y ordenó que se las atacase.[20]​ El resultado fue el ataque el 29 y 30 de agosto que terminó de manera similar al anterior en Zolota Lypa.[20]​ Las agotadas unidades austrohúngaras perdieron veinte mil hombres y setenta cañones en el infructuoso asalto de las posiciones rusas.[21]

Tras la derrota, Conrad decidió aprovechar la victoria en Polonia para recuperarse: ordenó la retirada del 2.º y 3.er ejércitos hasta el río Wereszyca, al oeste de Leópolis, para atraer a los rusos.[21]​ Al tiempo, ordenó al 4.º Ejército que, cuando el enemigo hubiese avanzado lo suficiente en dirección a la ciudad, se abalanzase sobre su flanco derecho desde el noroeste.[21]​ El plan no contaba con el agotamiento del 4.º Ejército, que había pasado las dos semanas anteriores en intensos combates en Polonia.[21]

Mientras los austrohúngaros disponían sus plan de contraataque, Ruzski tomó Leópolis el 3 de septiembre, de nuevo tras un prudentísimo avance —empleó dos días en investigar las inexistentes defensas de la ciudad antes de decidirse a capturarla—.[21]​ Persuadido finalmente para acudir en socorro del 5.º Ejército de Plehve, ordenó avanzar al noreste y chocó de lleno con el 4.º Ejército austrohúngaro que marchaba al sureste para cortar su retirada según los planes del Estado Mayor.[21]​ El resultado fue un choque frontal al noroeste de Leópolis que acabó con algunas victorias menores para los austrohúngaros que no modificaron sustancialmente la situación.[21]

Más al sur, el 2.º y 3.er ejércitos austrohúngaros sí que lograron notables avances de acuerdo al plan de embolsamiento de los rusos entre el 7 y el 9 de septiembre.[21]​ Finalmente, Conrad se vio obligado a abandonar el plan, aunque logró reunir suficientes fuerzas para detener a los rusos, aunque a costa de debilitar el frente polaco, al que los rusos no dejaban de enviar nuevas unidades.[21]

Avances rusos en Polonia meridional y Galicia[editar]

La llegada de refuerzos al 9.º y 4.º ejércitos rusos y la retirada de fuerzas austrohúngaras para reforzar el frente de Galicia otorgaron a los rusos una gran superioridad en este sector del frente: contaban con novecientos cañones frente a los quinientos cincuenta y ocho del enemigo y más tropas.[22]​ Las veintiséis divisiones y media rusas empujaron a las quince y media austrohúngaras hacia el sur.[23]​ Los intentos de cubrir la retaguardia del 4.º Ejército que se dirigía a embolsar a los rusos en Leópolis fracasaron, desbaratados por las nuevas divisiones rusas enviadas a este sector.[23]​ Ante la amenaza de hundimiento del frente polaco, Conrad solicitó ayuda a los alemanes.[23]​ Estos indicaron que no contaban con fuerzas que poder enviar a la zona y Conrad decidió tratar de contraatacar a los rusos en el sur, mediante una nueva pero estéril ofensiva del 2.º y 3.er ejércitos.[23]​ Esta fracasó y el 11 de septiembre Conrad tuvo que ordenar la retirada, que se realizó con extrema incompetencia.[23]​ Únicamente la lentitud de las unidades rusas para aprovechar la confusión austrohúngara permitió que Conrad organizase una nuevo línea de defensa a lo largo del río San y más tarde a lo largo del Dunajec y el Biala.[24]​ A mediados de septiembre, cuando se estabilizó la situación, los dos ejércitos enemigos se hallaban agotados por los combates: los austrohúngaros habían perdido la mitad de sus fuerzas, unos cuatrocientos mil hombres, de los que los rusos capturaron cien mil; por su parte, estos habían sufrido doscientas cincuenta mil bajas, cuarenta mil de ellas, prisioneros.[24]​ Conrad perdió la iniciativa y quedó a merced de la ayuda de Berlín.[24]

Problemas del Ejército ruso[editar]

Inferioridad numérica y problemas de reclutamiento[editar]

La limitada capacidad de abastecimiento rusa hacía que las unidades desplegadas en el frente fuesen más reducidas que lo que permitía el alistamiento.[25]​ Esto, junto con la disposición de las unidades —dieciséis de las noventa y ocho divisiones rusas desplegadas en octubre de 1914 se enviaron a proteger el Báltico y el mar Negro—, hacía que los rusos no pudiesen disfrutar en la práctica de la ligera ventaja numérica con la que contaron durante los primeros meses de la contienda.[25]​ En 1915 los Imperios Centrales obtuvieron superioridad numérica: en enero contaban con setenta y nueve divisiones frente a las ochenta y tres rusas; en mayo, con ciento nueve y media frente a las cien rusas —Petrogrado había tenido que enviar trece divisiones y media de infantería y nueve de caballería al frente del Cáucaso—.[25]​ A mediados de 1916, la situación se invirtió: los rusos lograron concentrar ciento cincuenta divisiones frente a las cien del enemigo.[25]

Problemas de organización en el mando[editar]

A la debilidad numérica rusa durante los primeros años de la guerra se unían otros importantes defectos: el Ejército ruso no contaba con un mando unificado efectivo y se encontraba dividido en camarillas rivales que complicaban cualquier coordinación o movimiento efectivo de las unidades.[26]​ El Estado Mayor era incapaz de imponer su criterio a los dos frentes, el septentrional empeñado en el conflicto con Alemania y el meridional en la lucha contra Austria-Hungría, que a menudo seguían sus propios deseos como si combatiesen en guerras distintas.[26]​ El principal motivo de existencia del Estado Mayor, con malas comunicaciones al comienzo del conflicto con los mandos regionales y un personal reunido a toda prisa al comienzo de la guerra, era la coordinación con el mando francés, no el control de las unidades rusas.[26]​ Privado de reservas con las que imponer sus prioridades a los mandos de cada frente e incapaz de obligar a los mandos de uno y de otro a cooperar en las operaciones, el Estado Mayor quedó impotente ante la iniciativa de cada uno de ellos y no logró traspasar medios de uno a otro cuando resultó necesario, a diferencia de los alemanes, capaces de desplazar unidades con rapidez y eficacia de un punto a otro del frente.[27]

Comunicaciones y abastecimiento[editar]

En la gestión de los ferrocarriles, vitales para el abastecimiento de las tropas, los alemanes mostraron una gran superioridad frente a los rusos.[28]​ Estos carecían de suficiente personal —a pesar de tener que mantener una red mayor— y este era de menor calidad que el del enemigo: abundaban los operarios analfabetos, consecuencia del atraso del país.[28]​ Los alemanes eran incluso capaces de gestionar con mayor eficacia las líneas férreas rusas cuando caían en sus manos, a pesar de las dificultades técnicas.[28]​ Los rusos carecían además de un control centralizado de sus ferrocarriles: dos tercios dependían del Ministerio de Ferrocarriles, mal administrado, y otro tercio de los militares, que a los que les faltaba un mando centralizado efectivo.[28]​ Cada sector contaba con un mando en la práctica cuasiindependiente del resto y el encargado de los ferrocarriles del Estado Mayor apenas contaba con tres subordinados y nula influencia.[28]

Otro importante problema que se unía al de la mala gestión de los ferrocarriles era la necesidad de mantener una enorme cantidad de caballos, tanto por las malas comunicaciones en algunas partes del frente que los hacían imprescindibles como medio de transporte como por la insistencia rusa de conservar un gran número de divisiones de caballería.[29]​ Mientras que la mayoría de los ejércitos se habían deshecho de estas inútiles unidades, los rusos las mantuvieron.[30]​ Los rusos contaban con alrededor de un millón de caballos cuyo cuidado acaparaba la mitad del tráfico férreo ruso, mientras que los alemanes solo dedicaban a esta tarea un quinto del suyo.[30]​ Esto estorbaba, entre otras cosas, el movimiento de unidades de un sector al otro del frente, maniobra que los alemanes realizaban con mucha mayor rapidez.[30]

La insuficiencia de la red ferroviaria impedía también la distribución de las importaciones solicitadas por Rusia al resto de aliados.[31]​ Solo un tercio de las diez millones de toneladas de productos que los distintos representantes rusos solicitaron a los británicos en diciembre de 1916 podían en realidad transportarse a través de los ferrocarriles rusos.[32]​ El enemigo había bloqueado los puertos del Báltico y del mar Negro, y las importaciones solo podían llegar a través del transiberiano y del puerto ártico de Arcángel, cerrado cinco meses al año por los hielos y mal comunicado con el resto del país.[32]​ Lo exiguo de la red ferroviaria para distribuir el material importado produjo el apilamiento de enormes cantidades de este en los puertos de desembarco.[33]​ La apertura de un nuevo puerto en Múrmansk en marzo de 1917 fue tardío, parcial e insuficiente.[33]

Escasez de armamento[editar]

Las primeras quejas por falta de munición en las unidades del frente se habían producido en septiembre de 1914, pero el problema se agudizó en la primavera del año siguiente.[34]​ Para entonces los Imperios Centrales gozaban de una gran ventaja en munición para la artillería: en la ofensiva de mayo den Gorlice, el 11.º Ejército alemán contaba con un millón de proyectiles, mientras que el 3.er Ejército ruso al que se enfrentaba apenas contaba con cien mil.[35]​ La escasez de munición tuvo un impacto considerable en las derrotas rusas de la primavera y el verano de 1915.[35]

La escasez de munición y de armamento se debía a varios factores.[35]​ Por ahorro presupuestario y suponiendo que la guerra no sería larga pues de lo contrario habría un hundimiento económico de los contendientes, el Gobierno había decidido antes del conflicto aumentar las reservas de munición en vez destinar el dinero a construir nuevas fábricas de armamento que aumentasen la producción durante la contienda.[35]​ Esta escasez de fábricas y un cálculo erróneo de las necesidades de munición causaron un importante déficit en la producción nacional de proyectiles, situación que se repitió con los fusiles.[36]​ En julio de 1915, el número de soldados que en principio se había calculado en cuatro millones y medio ascendía a ocho millones y medio y las necesidades de munición del Ejército eran cinco veces mayores de lo previsto.[36]​ Las autoridades tardaron en apreciar la gravedad del problema en parte por las exageraciones de los mandos, que inflaban la ventaja alemana, desperdiciaban las existencias que se les estregaban.[37]​ Hasta la primavera de 1916, el Estado Mayor ruso careció de un departamento dedicado a la artillería y los mandos del frente fueron incapaces de justificar ante los responsables de la producción en qué empleaban la munición que se les entregaba, además de mostrar una tendencia notable a exagerar sus necesidades.[38]​ Las autoridades trataron infructuosamente de compensar la exigua producción nacional mediante la importación de armamento y munición de los países aliados, principalmente de Gran Bretaña y Estados Unidos, pero las empresas extranjeras que aceptaron los pedidos rusos no cumplieron los plazos de entrega.[39]​ En parte esto se debió a la falta de cooperación de los representantes rusos, que en vez de coordinarse entre sí a menudo competían, pero más importante fue la falta de capacidad de las empresas contratadas para satisfacer las necesidades rusas y el escaso interés por hacerlo frente al de cumplir otros encargos.[40]​ Los enormes gastos del Estado ruso en pedidos de armamento no surtieron el efecto deseado y Rusia apenas recibió armamento durante 1915 y 1916 comparable a los pedidos que realizó.[41]​ Aun en marzo de 1917, menos de un 15 % de los millones de rifles encargados a importantes empresas de armamento estadounidenses habían llegado a Rusia.[41]​ Otros encargos de munición y artillería se entregaron con meses o incluso años de retraso.[41]​ El imperio apenas consiguió importar durante 1915 una décima parte de los proyectiles necesarios para cubrir las necesidades que no satisfacía la industria rusa.[41]​ Hasta noviembre de 1916, Petrogrado había encargado en el extranjero cuarenta millones y medio de proyectiles, pero no había recibido ni siete millones y cuarto.[41]​ La confianza indebida en la capacidad industrial aliada tuvo otro efecto pernicioso para Rusia: el abandono del desarrollo de la industria nacional en favor de las importaciones.[42]​ El aprovechamiento, en ocasiones descarado, de los extranjeros para aprovecharse de los apuros rusos en oscuras operaciones financieras tampoco mejoró la imagen de los capitalistas extranjeros en el país.[43]

Debilidad financiera[editar]

El comercio ruso comenzó a depender pronto del aval británico, dada la escasez de las reservas de oro rusas para garantizar sus operaciones comerciales en el exterior.[44]​ Ya en octubre de 1914, el país empezó a tener problemas para pagar sus compras en rublos, divisa que los vendedores sospechaban que pronto se devaluaría.[44]​ Rusia tuvo que solicitar el apoyo financiero británico que, gracias a sus grandes inversiones en el extranjero, podía avalar las compras rusas.[44]​ Esto conllevó, sin embargo, un gran aumento de la deuda exterior rusa, en especial con Gran Bretaña: en 1917 aquella había alcanzado los dieciséis mil millones de rublos-oro, el doble de la que tenía en 1914.[44]​ Gran Bretaña era la acreedora de tres cuartos de las nuevas deudas contraídas.[44]​ Un problema añadido fue que el acuerdo de financiación entre los dos países se produjo tardíamente, en el otoño de 1915 —con algunos préstamos de emergencia anteriores—, lo que complicó la firma de contratos de suministros durante los primeros meses de la guerra.[44]​ El retraso en el acuerdo se debió en parte a la renuencia rusa a aceptar las condiciones económicas exigidas por los británicos, que consideraban excesivas.[45]​ Las autoridades rusas estimaban que el esfuerzo militar ruso, muy superior al británico en el frente occidental, les hacía merecedoras de financiación británica sin tener en cuenta los intereses comerciales británicos, favorecidos por la guerra por la eliminación de la competencia alemana.[45]​ Londres acabó financiando generosamente a Petrogrado por el peligro de que este firmase una paz separada con los Imperios Centrales, pero los mecanismos necesarios tardaron en ponerse en marcha.[45]

La descoordinación interna rusa, en la que los distintos ministerios competían entre sí y con los bancos y las industrias, tampoco favorecía la eficacia económica respecto a la guerra.[31]

Combates en Polonia[editar]

Los rusos no lograron cruzar el Vístula y tuvieron que refugiarse en Varsovia, que Ludendorff no se atrevió a asaltar al hallarse en inferioridad numérica frente a los defensores.[46]​ Los Imperios Centrales planearon una añagaza: retirarían sus fuerzas del Vístula para atraer a los rusos y, una vez que estos estuviesen cruzando el río, se abatirían sobre ellos.[46]​ La maniobra, sin embargo, no salió según lo previsto por Ludendorff y Conrad: los rusos batieron a las unidades austrohúngaras frente a Ivangorod y pudieron cruzar el río.[46]​ En contra de los planes austro-germanos, el 22 de octubre diez divisiones rusas se enfrentaban a ocho de los imperios y la desventaja de estos aumentó pronto.[46]​ Ivánov había logrado que trece divisiones del 4.º y 9.º ejércitos cruzasen el río el 26 del mes.[46]​ Atacados en el flanco, los austrohúngaros perdieron cuarenta mil hombres y tuvieron que retroceder hacia el suroeste.[46]​ La retirada simultánea de Ludendorff, de acuerdo al plan conjunto, hizo que los Imperios Centrales perdiesen todo el territorio conquistado a lo largo del mes anterior.[47]

La victoria rusa en Ivangorod y la defensa de Varsovia les habían permitido hacer retroceder al enemigo, avanzar a lo largo de la orilla norte del Vístula, expulsar a los austrohúngaros de las orillas del San y cercar la fortaleza de Przemyśl, donde ciento veinte mil hombres de la guarnición quedaron aislados.[48]​ Los austrohúngaros retrocedieron a la línea Dunajec-Biala para proteger Cracovia, contra la que avanzó el 3.er Ejército ruso.[48]​ La descoordinación entre los dos frentes rusos, nuevamente preocupados por sus sectores respectivos, y el temor desmedido a una contraofensiva alemana hicieron que los rusos desaprovechasen la ventaja obtenida.[48]

Disputa por Cracovia[editar]

En noviembre Ivánov logró derrotar nuevamente a los austrohúngaros en el sector carpático y rechazar un ataque al norte de Cracovia.[49]​ La ciudad era el objetivo de los ejércitos 9.º y 4.º, que avanzaban hacia ella desde el norte, y del 3.º, que lo hacía desde el este.[49]​ Sin embargo, los austrohúngaros lograron frenar el avance de este atacando su flanco al tiempo que la superioridad de la que gozaban en los Cárpatos por la retirada de unidades rusas para reforzar el avance hacia Cracovia les permitió también realizar diversas maniobras victoriosas en las montañas.[49]​ El avance austrohúngaro en los Cárpatos amenazó el flanco sur de las fuerzas rusas que se cernían sobre Cracovia.[49]​ Ivánov ordenó la retirada y el frente se estabilizó a finales de diciembre a lo largo de la línea Dunajec-Biala y del centro de los Cárpatos.[49]

Abandono de la invasión de Alemania[editar]

Los rusos apercibían el 2.º y 5.º ejércitos para invadir Alemania cuando Ludendorff desbarató la maniobra realizando un ataque al flanco ruso, avanzando en dirección sureste desde Toruń el 11 de noviembre.[50]​ Una y otra vez, el Estado Mayor ruso aseguró erróneamente a los comandantes del frente que el ataque alemán no era más que el débil asalto de unas pocas divisiones.[51]​ El flanco derecho del 2.º Ejército se hallaba mal protegido por el 1.er Ejército, que cubría un sector demasiado extenso y cuyas unidades no se encontraban adecuadamente distribuidas para rechazar la acometida alemana.[51]​ El cuerpo de ejército en el extremo izquierdo del sector, el V Siberiano, estaba aislado del resto de la formación, mal pertrechado y en clara inferioridad frente a los atacantes alemanes, que contaban con cinco veces más artillería que él.[51]​ En el ataque del día 11, perdió dos tercios de sus hombres mientras el grueso de la artillería escapaba del campo de batalla.[51]​ La retirada de los restos del cuerpo abrió una amplia brecha en el frente, entre el Vístula y el flanco derecho del 2.º Ejército.[51]​ La reacción del alto mando ruso consistió en apremiar a los dos ejércitos prevenidos para la invasión de Alemania para que la acelerasen, a pesar de que el 2.º Ejército estaba sufriendo ya los ataques del 9.º Ejército alemán en su flanco derecho.[51]​ Entre el 14 y el 15 de noviembre, estos embates casi acabaron con la resistencia del cuerpo de ejército situado en el extremo derecho del 2.º Ejército.[51]​ Al mismo tiempo, los alemanes rechazaron los débiles contraataques del 1.er Ejército ruso.[51]​ El 15 los comandantes rusos finalmente percibieron la gravedad de la situación, abandonaron los planes de invasión y comenzaron a replegarse hacia su centro de suministros, la ciudad de Łódź.[52]​ Alcanzaron la ciudad a marchas forzadas, poco antes de que lo hicieran las columnas alemanas que avanzaban hacia el mismo lugar desde el noroeste.[52]​ Los siete cuerpos de ejército reunidos en la ciudad evitaron que cayese en manos de los alemanes, aunque el comandante del frente norte y el Estado Mayor criticaron con dureza la retirada que permitió protegerla.[52]​ Ludendorff creyó que los rusos se retiraban hacia el Vístula y trató de cortarles la retirada capturando Łódź.[52]​ La maniobra fracasó: los defensores rusos, más numerosos y favorecidos por el terreno, rechazaron los asaltos alemanes.[52]

Un cuerpo de ejército alemán de la reserva acompañado por una división de guardias logró, sin embargo, rodear la ciudad por el este, rechazar los ataques del 1.er Ejército ruso que avanzaba hacia ella y amenazar la retaguardia rusa.[53]​ Los rusos contuvieron el ataque el 21 de noviembre, a pesar de la precipitación con la que tuvieron que formar la nueva línea defensiva oriental.[54]​ En peligro de quedar embolsados por el 1.er Ejército ruso que avanzaba por fin hacia Łódź a pesar de la resistencia alemana, las divisiones germanas lograron zafarse y regresar a sus líneas mediante una hábil retirada y gracias también al mediocre mando ruso del sector, que no impidió la maniobra.[54]​ La extrema confusión de las unidades asignadas a rodear a las unidades alemanas no solo permitieron su retirada, sino que permitió que estas lo hiciesen llevando consigo dieciséis mil prisioneros rusos.[55]

Mientras Ruzski abandonaba finalmente todo deseo de invadir Alemania sin haber tomado antes Prusia Oriental para cubrir su flanco y abogaba ante el Estado Mayor por retirarse a la línea del Vístula, Ludendorff obtuvo refuerzos —cuatro cuerpos de ejercito— para continuar la ofensiva en el este.[55]​ Los primeros ataques a comienzos de diciembre, no obstante, no obtuvieron fruto.[55]​ Nuevos asaltos a las posiciones rusas lograron, empero, que estas se retirasen finalmente de Łódź.[49]​ Los embates a la nueva línea rusa establecida a lo largo de los ríos Bzura y Rawka fracasaron y el 9.º Ejército alemán perdió cien mil hombres en los combates.[49]

Intentos alemanes de forzar la evacuación rusa de Polonia[editar]

A finales de enero de 1915, Ludendorff planeó una nueva ofensiva en el norte: dos ejércitos, el 10.º y el 8.º realizarían un ataque en pinza contra el 10.º Ejército ruso desde Prusia Oriental, con la esperanza de empujar a este lo suficiente como para que los rusos se decidiesen a retirarse de Polonia al ver amenazado este territorio desde el norte.[56]​ El 7 de febrero comenzó la ofensiva, favorablemente para los alemanes dado el aislamiento del 10.º Ejército ruso del resto de unidades del sector y la desorganización del 12.º —al suroeste—, que aún se hallaba en formación.[56]​ El 10.º Ejército ruso carecía de reservas con las que poder contraatacar ya que las unidades disponibles se estaban asignando al 12.º, que se preparaba para invadir Prusia Oriental a mediados de mes.[56]​ Las medidas defensivas del 10.º Ejército eran además insuficientes: la línea de trincheras era estrecha e inadecuada para frenar la arremetida alemana, el sector que cubría era demasiado largo y la disposición de las unidades, incorrecta.[57]​ El movimiento de pinza alemán logró al comienzo desbaratar varias divisiones rusas, que creían que los ataques alemanes se dirigían contra las fortalezas de la zona y no con el objetivo de rodear al 10.º Ejército.[58]​ En los combates, en los que los alemanes consiguieron capturar un cuerpo de ejército —el 20.º—, abandonado por el resto de unidades a su suerte en medio de una retirada caótica, los rusos perdieron unos cincuenta y seis mil hombres.[59]​ La ofensiva fue una nueva victoria táctica alemana, pero sin grandes consecuencias, como otras muchas batallas similares de la guerra.[59]

El avance alemán en territorio enemigo no podía continuar con seguridad sin garantizar el flanco sur, para lo que era necesario tomar la fortaleza de Osowiec.[59]​ El asedio de esta, en el que el 8.º Ejército alemán se empleó entre mediados de febrero y principios de marzo, fracasó, debido tanto a la hábil defensa rusa como a las ventajas de la posición, situada en un terreno pantanoso.[60]​ Al oeste, los alemanes atacaron al nuevo 12.º Ejército ruso y capturaron treinta mil prisioneros, pero perdieron otros tantos en una contraofensiva rusa lanzada pocos días más tarde.[61]​ A principios de marzo, los contragolpes de los ejércitos 10.º y 12.º obligaron a los alemanes a replegarse a la frontera.[61]​ La ventaja numérica rusa —sesenta y cuatro divisiones frente a las cuarenta y dos y media de los alemanes— hizo que Ludendorff abandonase toda ilusión de continuar las operaciones en este sector.[61]​ Si bien la ofensiva alemana había fracasado como había predicho Von Falkenhayn, los rusos tampoco se sintieron con ánimo te intentar una nueva invasión de Prusia Oriental y decidieron concentrar sus esfuerzos en el sector de los Cárpatos.[61]​ Ruzski solicitó una retirada de sus unidades para acortar el frente y afianzar una línea defensiva mejor ya que las próximas operaciones se iban a realizar en el frente sur, pero el Estado Mayor se negó y lo relevó a finales de mes; ocupó su puesto Alekséyev.[61]

Combates en los Cárpatos[editar]

La inminente ofensiva franco-británica en los Dardanelos y la posible entrada en la contienda de Italia y Rumanía favorecían que las fuerzas rusas tratasen de asestar un golpe definitivo a Austria-Hungría.[61]​ La ofensiva debía facilitar las operaciones en los estrechos del mar Negro.[61]​ Aunque el objetivo final era la rendición de Austria-Hungría que debía precipitar la victoria en la guerra mundial, el alto mando ruso no otorgó los medios necesarios para lograrlo: a pesar de ordenar a Ivánov que derrotase decisivamente a los austrohúngaros, siguió concentrando dos tercios de sus fuerzas en el frente norte, que debía permanecer a la defensiva.[62]​ Alekséyev, ya al mando del frente norte, se negó a traspasar parte de sus unidades a Ivánov para reforzar la ofensiva prevista y este apenas contó con treinta divisiones para tratar de abrirse paso en los Cárpatos.[62]​ Para aumentar este grupo, Ivánov hubo de debilitar otros sectores de su propio frente, tanto en el norte frente a Cracovia como en la bolsa de Przemyśl.[62]

La acometida que los austrohúngaros lanzaron apenas una semana antes del ataque de Ivánov a sus posiciones resultó un fracaso: en el escarpado terreno, cada más complicado por el deshielo, perdieron cincuenta y dos mil hombres del 2.º Ejército y muchos otros del 3.º.[62]​ Los ánimos de estas unidades eran mínimos cuando tuvieron que enfrentarse al asalto de las unidades de Ivánov, a las que en realidad prácticamente igualaban en número.[62]​ Los rusos desencadenaron una serie de cortos ataques —debido en realidad a la dificultad de abastecer a las tropas de vanguardia, no a ningún plan— que les permitieron realizar notables avances en los valles.[62]​ El alto mando austrohúngaro solicitó ayuda a los alemanes para frenar el avance ruso, que se detuvo efectivamente a comienzos de abril tanto por la llegada de los refuerzos germanos como por las complicaciones de avituallamiento de las unidades rusas.[63]

Ofensiva alemana en Cracovia[editar]

La negativa de Alekséyev a ceder parte de sus unidades a Ivánov que había obligado a este a debilitar algunos sectores de su frente para concentrar fuerzas en el ataque en los Cárpatos permitió a los alemanes concentrarse en embestir al debilitado 3.er Ejército que cubría la líena Dunajec-Biala al sureste de Cracovia.[64]​ Diez divisiones del 11.º Ejército alemán y ocho del 4.º austrohúngaro se reunieron para asaltar las posiciones de las cinco divisiones y media del 3.er Ejército ruso que defendían los alrededores de Gorlice.[64]​ Estas unidades eran además de escasa calidad.[64]​ Los atacantes contaban con amplia superioridad, tanto de hombres como de material; a esto se sumaba la mala disposición de las formaciones rusas.[64]​ Los rusos conocían la concentración de unidades alemanas desde mediados de abril, gracias tanto a su servicio de espionaje como a la información aportada por la rusófila población rutena de la región, pero los mandos de los dos frentes no se previnieron para resistir la acometida.[65]​ El alto mando confiaba en poder contrarrestar cualquier ataque alemán mediante un avance del 9.º Ejército, situado a lo largo del Dniéster, al sureste.[65]

El 2 de mayo comenzó la embestida alemana con un bombardeo de saturación de las posiciones rusas que duró cuatro horas que desbarató las escasas defensas.[65]​ Las tropas rusas del sector, de escasa calidad, perdieron un tercio de sus fuerzas en el bombardeo y tuvieron que abandonar las posiciones y retirarse a campo abierto, donde quedaron a merced de la artillería alemana.[65]​ Uno de los cuerpos de ejército rusos perdió veintinueve mil efectivos y una división de otro quedó disuelta por el empuje alemán.[66]​ Se abrió una brecha entre el XXI Cuerpo de Ejército y el IX, que las escasas reservas, enviadas en pequeños grupos, no lograron taponar.[67]​ En los intentos por detener a los alemanes se perdieron primero dos regimientos de infantería y luego dos divisiones de caballería, enviados a toda prisa.[67]​ A continuación se perdió la mitad de la 63.ª División, enviada apresuradamente y sin mapas al mismo punto donde el resto de las escasas reservas habían sido destruidas por las unidades enemigas.[67]​ El mando ruso lanzó entonces a la última reserva, el III Cuerpo del Cáucaso, que consiguió entre el 4 y el 5 de mayo ralentizar el avance alemán.[67]​ La intervención del III Cuerpo permitió que las fuerzas rusas evitasen el embolsamiento y pudiesen retirarse hacia el puerto de Dukla.[67]

La nueva línea de defensa, de unos cien kilómetros de longitud, quedó fijada a unos setenta y cinco kilómetros al oeste del San, pero se hallaba ya expuesta por el sur a los ataques de los austrohúngaros que habían surgido de los Cárpatos, mientras que los alemanes la acometían desde el oeste.[67]​ La nueva línea no solo no había sido fortificada, sino que tampoco recibió refuerzos reseñables.[67]​ Las unidades reunidas para la defensa eran claramente insuficientes: teóricamente eran veinte, pero contenían la dotación de cinco.[68]​ A pesar de que Ivánov deseaba retirarse al San para reorganizarse, el Estado Mayor insistió en sostener el frente y confiar en la inminente ofensiva italiana y en el contraataque del 9.º Ejército en el sur para estabilizar la situación.[68]​ El ataque de este quizá persuadiese incluso a Rumanía a abandonar la neutralidad y entrar en guerra a favor de la Entente.[68]

Dimitriev lanzó un contraataque el 7 y 8 de mayo con el III Cuerpo y el XXIV, que quedó destrozado en los combates.[68]​ Al mismo tiempo, los alemanes desencadenaron un asalto al norte del sector que obligó al X y IX cuerpos rusos a emprender la retirada.[68]​ El 4.º Ejército austrohúngaro, que seguía a la punta alemana, capturó treinta mil prisioneros.[68]​ Incluso en esta situación, el Estado Mayor ruso rechazó de plano la retirada al San e insistió en mantener las posiciones.[69]​ Finalmente, el 10 de mayo se permitió que los restos del 3.er Ejército se retirasen hasta el San.[70]​ Para entonces los alemanes habían capturado ciento cuarenta mil prisioneros y casi doscientos cañones en seis días de combates.[70]​ De los doscientos cincuenta mil rusos que habían participado en la lucha —cincuenta mil de ellos, de refuerzo a las unidades—, solo unos cuarenta mil alcanzaron el San.[70]​ Los cuerpos de ejército X y XXIV habían quedado prácticamente aniquilados, el IX había perdido cuatro quintos de sus efectivos, el III, tres cuartos, el XXI apenas contaba con dos mil hombres y el XII, con unos ocho mil.[70]​ Los refuerzos enviados para sostener la línea del San seguían siendo escasos: el débil XV Cuerpo venido desde el norte cedido por Alekséyev y el V Cuerpo del Cáucaso, llegado desde Odesa.[70]

El alto mando ruso contaba con el ataque del 9.º Ejército en Bucovina para recuperarse de la derrota en Galicia.[70]​ Aunque los ciento veinte mil rusos obtuvieron una notable victoria sobre los ochenta mil austrohúngaros del 7.º Ejército y ocuparon gran parte de la región además de desbaratar los ataque alemanes en el Dniéster, esto no alivió la grave situación en el San, donde Von Falkenhayn decidió concentrarse, despreciando los problemas en el sector meridional.[70]​ Mientras Von Mackensen se preparaba para reanudar el asalto al San, mal protegido —incluso en material defensivo tomado a los austrohúngaros el otoño anterior se había vendido en vez de emplearse para fortificar la línea—, y recibía gran cantidad de munición para sus cañones, los defensores sufrían nuevamente de escasez de proyectiles.[71]

Los combates en el San fueron fundamentalmente una repetición de los de Gorlice: las escasísimas fuerzas rusas tuvieron que defender distintos tramos del río sin apenas unidades de reserva para taponar posibles brechas en el frente u organizar contraataques.[71]​ Dimitriev esperaba que un contraataque en el sector cubierto por los austrohúngaros del 4.º Ejército, pudiese servir para aguantar el ataque enemigo, aunque la escasez de proyectiles para la artillería dificultaba la maniobra.[71]​ La batalla comenzó con la eliminación del saliente ruso en Radymno, al oeste del río, entre el 16 y el 19 de mayo, en el que los rusos sufrieron miles de bajas.[71]​ A continuación, sin embargo, los rusos rechazaron el intento alemán de virar hacia el sureste y rodear Przemyśl.[71]​ Más al norte, infligieron algunas derrotas a las unidades austrohúngaras, a las que Von Mackensen tuvo que socorrer a pesar de sus propias dificultades en el avance hacia la retaguardia rusa.[72]​ Los rusos cometieron entonces un error: lanzaron un contraataque con sus refuerzos en el sector austrohúngaro, que cedió hasta que llegaron a contenerlo unidades alemanas.[72]​ Los rusos capturaron gran número de prisioneros austrohúngaros, pero perdieron gran número de hombres frente a los alemanes, que estabilizaron el sector el 25 de mayo.[72]​ Más al este, Ivánov logró varias victorias intrascendentes en el Dniéster frente a los alemanes.[72]​ Estos empujaron a las unidades rusas hacia el este y el 4 de junio retomaron Przemyśl.[72]

Frustrado por la falta de resultados de la contraofensiva en el San y en el Dniéster, Ivánov acabó por retirar el 9.º Ejército a la línea formada a lo largo de este río.[73]​ La lenta llegada de refuerzos había facilitado los sucesivos triunfos alemanes.[73]​ Alekséyev envió finalmente más refuerzos y se hizo cargo de la defensa de la parte norte del sector, pero no antes de que los alemanes lograsen enviar nuevos refuerzos a la zona y lanzar un nuevo ataque a mediados de junio.[73]​ El 20 de junio, se ordenó la evacuación de Leópolis y de la Galicia ocupada; dos días más tarde el 2.º Ejército austrohúngaro recuperaba la ciudad.[73]​ Las seis semanas de campaña de finales de la primavera resultaron una gran victoria para los Imperios Centrales que, con el empleo de apenas ocho divisiones alemanas, habían logrado capturar más de doscientos cuarenta mil prisioneros —aunque a costa de perder noventa mil hombres—.[74]

A mediados de julio, Von Mackensen repitió la táctica de concentrar una gran cantidad de artillería en un estrecho sector del frente para conseguir el aplastamiento de las defensas rusas en la zona de Lublin y Chełm, que capturó antes de finalizar el mes.[75]​ Von Mackensen rechazó primero el ataque de cuatro cuerpos de ejército rusos que Alekséyev había enviado a la zona y que habían derrotado al 4.º Ejército austrohúngaro en Kraśnik y, a continuación, logró quebrar las líneas rusas en Krasnostaw y tomar en un solo días quince mil prisioneros.[75]​ Las dificultades para mantener pertrechadas a las tropas y de reunir nuevas unidades de reserva complicaron el avance de Von Mackensen, que fue muy lento.[75]

A pesar de que los mandos rusos atribuyeron las derrotas de la primavera y el veranos a la falta de munición, esta fue un factor secundario.[76]​ Aunque en tres ocasiones los alemanes lograron concentrar una potencia artillera abrumadora (en la batalla de Gorlice de mayo, en la del Narev a mediados de julio y en la campaña de Chełm a finales del mismo mes), las derrotas se debieron más a la incapacidad del mando ruso para aplicar las tácticas que a los alemanes les permitían contrarrestar una desventaja aún mayor frente a británicos y franceses en el frente occidental.[77]​ Los alemanes, además, no necesitaron utilizar la gran cantidad de munición a su disposición para lograr las victorias de mediados de 1915.[76]​ La táctica de infligir grandes pérdidas mediante intensos bombardeos en sectores mal defendidos, resultó efectiva: a finales del verano, el 3.er y 13.er ejércitos rusos tenían ciento ochenta mil hombres menos de los necesarios y el Estado Mayor estaba preocupado por el enorme número de bajas sufrido a manos de Von Mackensen.[75]

Pinza en la Polonia septentrional[editar]

Para completar el avance en Galicia de Von Mackensen y tratar de obligar a los rusos a evacuar Polonia, los alemanes decidieron a comienzos de julio lanzar un ataque complementario en el norte de Polonia, en la zona del Narew, de nuevo tras concentrar grandes fuerzas y numerosa artillería.[78]​ Los dos ejércitos rusos que cubrían el sector, el 1.º y el 2.º, confiaban en poder rechazar la embestida alemana como habían hecho en febrero y marzo, pero no prepararon adecuadamente la defensa y se hallaban en inferioridad numérica y artillera: contaban con siete divisiones y unos trescientos setenta y siete cañones frente a las diez divisiones y media enemigas y sus más de mil cañones.[78]​ El ataque comenzó el 13 de julio, sin que los refuerzos que Alekséyev había decidido enviar a la zona hubiesen llegado aún; la batalla fue un ejemplo más de la ruptura del frente mediante bombardeos a gran escala como los que habían tenido lugar en Galicia.[78]​ Los alemanes lograron abrir una brecha entre los ejércitos rusos en Przasnysz.[79]​ Los contraataques rusos, lanzados descoordinadamente por cada uno de los dos ejércitos, no surtieron efecto; el día 17 los alemanes habían logrado avanzar algunos kilómetros pero, sobre todo, habían infligido grandes pérdidas a los defensores, empeñados en no ceder terreno al precio de sufrir los bombardeos de la artillería germana.[79]​ Los rusos se retiraron a la línea del río, pero no apercibieron correctamente la defensa en algunas zonas.[79]​ Aun así, el asalto alemán fracasó.[79]

Avance alemán en Curlandia[editar]

A mediados de abril, Ludendorff envió una gran columna de caballería a Curlandia, en el extremo septentrional del frente, un sector hasta entonces secundario para los dos bandos enfrentados, tanto por sus malas comunicaciones como por lo desierto del territorio.[80]​ El grupo recibió el nombre de Grupo de Ejércitos Lauenstein —nombre del oficial al mando— y más tarde el de Ejército del Niemen.[81]​ El desprecio de Alekséyev por la maniobra alemana, que creía que podía neutralizar en cualquier momento mediante un ataque al flanco alemán desde la fortaleza de Kovno, permitió a los atacantes debelar a las escasas unidades de segunda fila que defendían la provincia y la división de caballería que aquél envió como único refuerzo.[81]​ Debido a la confusión entre los mandos rusos, que decidieron a la vez defender Libau y evacuarlo, los alemanes consiguieron tomar esta anticuada fortaleza.[81]​ A pesar de la renuencia de Alekséyev, el Estado Mayor le obligó a reforzar el sector: a comienzos de junio los rusos contaban en él con nueve divisiones de infantería y otras tantas de caballería frente a las cinco y media de infantería y siete y media de caballería de Lauenstein.[81]​ Los alemanes lograron asentarse a lo largo de una línea que amenazaba a la vez Riga y Kovno ya que los contraataques rusos no consiguieron obligarlos a retirarse; los rusos tuvieron que formar dos débiles ejércitos encargados de defender las dos ciudades.[81]

Crisis de 1915: problemas militares y retirada[editar]

Problemas del Ejército[editar]

Los tres principales factores que influyeron en la crisis militar rusa de 1915 fue la escasez de armamento —enfatizada continuamente por las autoridades militares y parte de la opinión pública—, la de oficiales y el aumento del descontento de los soldados.[82]​ Pasado el primer arrebato patriótico, la insatisfacción de la tropa fue creciendo, al principio expresado como resistencia pasiva al reglamento militar —casos de insolencia, indiferencia a las órdenes, abuso de los permisos—.[82]​ El número de soldados registrados como enfermos aumentó notablemente, de ochenta y cinco mil en 1914 a cuatrocientos veinte mil en 1915.[82]​ La desmoralización de las tropas se extendió por el Ejército, que perdió un millón de hombres a lo largo del año, prisioneros de los Imperios Centrales.[82]​ A pesar del disgusto de los soldados con los oficiales, en 1915 los motines y problemas de disciplina fueron escasos y la actitud de la mayoría continuaba siendo «patriótica».[83]

Escasez de oficiales y suboficiales, desconfianza entre mandos y tropas[editar]

Más que la actividad de los agitadores revolucionarios que preocupaban a los mandos, uno de los motivos del creciente desapego de la tropa hacia la oficialidad era el enorme tamaño del Ejército —nueve millones en julio de 1915—, que hacía necesario el aumento del número de oficiales y suboficiales para garantizar la disciplina.[84]​ El número de oficiales, cuarenta mil en 1914, casi todos caídos en los primeros meses del conflicto, era insuficiente incluso para el tamaño de las fuerzas armadas en tiempos de paz y las academias militares eran incapaces de suministrar nuevos oficiales al ritmo necesario —apenas treinta y cinco mil se graduaban cada año—.[83]​ Hasta julio de 1915, los oficiales habían sufrido sesenta mil bajas, lo que obligó, ante la escasez de oficiales de carrera, a nombrarlos de entre los hombres con educación secundaria, incluso si carecían de experiencia militar o adiestramiento de ningún tipo.[83]​ La falta de oficiales limitaba la cantidad de nuevas unidades que se podían crear en la retaguardia, pues escaseaban los oficiales para adiestrarlas y mandarlas.[83]​ El Ejército solo podía adiestrar a ciento sesenta y dos batallones a la vez, cada uno con unos mil o dos mil hombres, lo que obligaba a cientos de miles de reclutas a esperar su turno para recibir la instrucción.[83]​ En las unidades del frente, la cantidad de oficiales también era insuficiente: un regimiento de tres mil hombres solía contar con apenas una docena de oficiales.[83]​ A la insuficiencia de oficiales de carrera se unió la reticencia del alto mando a ascender a los soldados a puestos de oficiales, medida que se tomó tardíamente a finales de 1915 y siempre de manera muy limitada: los nuevos oficiales nunca alcanzaron los grados más altos del escalafón militar.[83]​ Muchos de los militares que más tarde tuvieron una carrera brillante en el Ejército Rojo no lograron pasar de suboficiales en el zarista.[83]​ Otra importante deficiencia era la escasez de suboficiales, la baja estima de los mandos por estos y la falta de una clase social de baja burguesía de tamaño suficiente como para suministrar este puesto —clave para asegurar la disciplina y la cohesión de las nuevas unidades— en cantidad suficiente, como sí sucedía con los Ejércitos de otros países beligerantes como Alemania, Francia o Gran Bretaña.[85]​ Con pocos oficiales y aún menos suboficiales para el enorme Ejército, las relaciones entre los mandos y los soldados empeoraron considerablemente a lo largo de 1915.[85]​ Los oficiales, que a menudo perdieron la confianza en sus subordinados en los que en ocasiones veían poco más que salvajes primitivos, reaccionaron extremando la represión, con buenos resultados a corto plazo.[86]​ Por su parte, la tropa también tenía en poca consideración a los mandos, tanto por su mala dirección del conflicto —escasez de armamento, inadecuada gestión de las operaciones militares, inmenso número de bajas— como por su indiferencia por la suerte de los soldados —la atención sanitaria era mala, los permisos, excesivamente cortos, se enviaba a los heridos rápidamente de vuelta al frente, los víveres y suministros eran insuficientes—.[87]​ El Ejército sufría una creciente polarización entre las tropas cada vez más desafectas y los mandos.[80]

Problemas de abastecimiento[editar]

El reglamento, que exigía un abastecimiento excesivo de comida para los soldados —cuatro mil calorías diarias, entre las que se incluía un cuarto de kilogramo de carne al día y medio de azúcar—, no se correspondía con la capacidad de la intendencia del Ejército: de las quince mil cabezas de ganado necesarias para mantener el suministro diario de carne preceptivo, los transportes militares apenas podían enviar cinco mil.[88]​ Los problemas de transporte hacían que las unidades recibiesen víveres de forma intermitente: podían pasar días con raciones muy reducidas para, de repente, recibir una cantidad excesiva de comida a punto de pudrirse.[88]​ Los centros de abastecimiento, con demasiadas existencias que no podían enviar al frente, en ocasiones tenían que venderlas antes de que se echasen a perder y en otros simplemente robaban la mercancía.[88]

Retirada y estabilización del frente[editar]

Reveses en Curlandia y creación del frente norte[editar]

Con las derrotas en Curlandia y en Galicia el alto mando ruso se reunió el Chełm el 17 de junio para evaluar la situación.[81]​ Se consideró que para sostener el frente se necesitaba medio millón más de hombres, la cantidad que se había perdido en los combates en Galicia durante el mes y medio anterior.[81]​ La pérdida de esta región dejaba además a las tropas en Polonia expuestas a una maniobra de pinza con fuerzas debilitadas por el traslado de tropas que Alekséyev se había visto obligado a realizar desde el norte para sostener el frente sur.[89]​ Si bien en mayo Alekséyev contaba aún con dos tercios de las unidades del frente, las sucesivas derrotas en el sur hicieron que se concentrasen allí gran número de unidades y que a comienzos de julio apenas contase con cuarenta y tres divisiones de infantería y trece y media de caballería de un total de ciento dieciséis de infantería y treinta y cinco y media de caballería.[89]

Las primeras sugerencias de abandonar Polonia se presentaron a mediados de junio, pero por razones tanto políticas —pérdida de prestigio ante los Aliados, inminentes ofensivas en el frente occidental y en el italiano— como militares —necesidad de sostener las carísimas fortalezas polacas que albergaban una enorme cantidad de artillería y municiones y habían resultado útiles en algunos combates anteriores—, el Estado Mayor rechazó inicialmente la propuesta.[90]​ Un número cada vez mayor de altos oficiales, no obstante, expresó su preferencia por realizar una retirada que acortase el frente, evitase los embolsamientos de tropas, acortase las líneas de suministro y permitiese crear unidades de reserva.[91]

El 17 de agosto, el Estado Mayor creó un nuevo frente, el frente norte, para dotar al sector, que creía amenazado, de su propio mando separado.[92]​ El puesto se otorgó a Ruzski, que mandó desde entonces veintiocho divisiones, mientras que Alekséyev quedaba al frente de sesenta y una más al sur y el frente sur de Ivánov concentraba veinticinco.[92]

Los alemanes aprovecharon la reorganización del norte para lanzar una ofensiva en Curlandia, donde el 5.º y el 10.º Ejércitos rusos no lograron cooperar para detenerla ni conseguir el concurso de la enorme fortaleza de Kovno —con mil trescientos sesenta cañones, un cuarto de ellos pesados— en los combates.[92]​ Esta cayó en manos de los alemanes tras un duro bombardeo y la huida de su comandante, que fue condenado a trabajos forzados por ello.[93]​ A continuación, los alemanes fingieron preparar un desembargo en el Báltico para marchar hacia Petrogrado y consiguieron que Ruzski concentrase las fuerzas del 5.º Ejército en Dvinsk y Friedrichstadt y permitiese que la unión con el 10.º Ejército que cubría Vilna se debilitase.[94]

Crisis militar y política: reorganización del Estado Mayor[editar]

La caída de la fortaleza precipitó la reforma del Estado Mayor ruso: el zar relevó del mando al gran duque Nicolás, al que nombró virrey del Cáucaso, tomó el mando de las operaciones el 1 de septiembre y nombró lugarteniente a Alekséyev con el cargo de jefe del Estado Mayor.[94]​ El mando del frente occidental ruso, hasta entonces dependiente de Alekséyev, se entregó al general Evert.[94]

La crisis militar precipitó una efímera alianza entre altos mandos militares hostiles al ministro de Defensa y a sus protegidos, que la aprovecharon para conseguir su destitución y arresto, políticos deseosos de poner en marcha una reforma política que limitase los poderes del monarca y les otorgase el dominio político mediante la creación de un Gobierno nombrado y supervisado por la Duma e industriales que anhelaban eliminar las limitaciones de gasto militar y la preferencia del ministro por las industrias capitalinas y extranjeras en el abastecimiento de pertrechos.[95]​ Los magnates industriales moscovitas, arrinconados por el Sujomlínov, contaban en pretensiones de cambio con la de los pequeños empresarios, deseosos también de hacerse con contratos militares para sus fábricas.[96]

Los industriales moscovitas y los de las pequeñas empresas crearon los comités de industrias de guerra en la primavera, que debía permitirles participar en la asignación de los contratos bélicos estatales.[96]​ Los consejos electos apoyaron la medida y formaron una unión nacional, el Zemgor, para participar en la gestión de la guerra; la unión recibió el apoyo de algunos ministros, que propugnaban una moderada reforma política.[96]

A la retirada militar y la escasez de armamento se unieron los problemas económicos y sociales: creciente inflación, escasez de algunos productos básicos, insuficiencia del abastecimiento que detenía la producción en algunas fábricas y dificultades del asentamiento de los cientos de miles de refugiados de los territorios evacuados.[96]​ Estos, junto con el estallido de un escándalo de espionaje de uno de los protegidos de Sujomlínov —acusaciones que resultaron falsas pero sirvieron para desprestigiar al ministro—, hicieron que el zar finalmente accediese a relevarlo en junio de 1915.[97]​ En mayo el Gobierno había accedido a las reivindicaciones de políticos e industriales y había creado la Junta Especial para el Examen y la Armonización de las Medidas Necesarias para la Defensa del País, que incluía entre sus miembros a diputados de la Duma e industriales.[97]​ El organismo debía encargarse de coordinar todos los pedidos estatales relativos a la guerra.[97]​ La ilusión de que la alianza de políticos, altos mandos militares e industriales pudiese impulsar reformas políticas se esfumó pronto: el descrédito del Estado Mayor por la retirada militar, los reveses en el Báltico y la mediocre gestión del traslado de los refugiados y la toma del mando por el propio soberano a finales del verano eliminó a los militares.[97]​ Los industriales pronto se enzarzaron en disputas internas por la asignación de los contratos estatales que anularon su actividad; sin estos y los militares los políticos de la Duma, sin apoyo popular reseñable, cayeron en la impotencia.[98]​ La crisis política se solucionó temporalmente cuando el zar suspendió las sesiones de la Duma, carente ya de aliados de importancia.[99]

Crecimiento económico ruso (1913-1917).

Según Stone, p. 209.[100]

Los principales industriales de la capital pronto se enfrentaron a los moscovitas y a los de las pequeñas fábricas: tomar el control de la Junta Especial, que utilizaron para otorgarse grandes pedidos a precios excesivos.[101]​ Las protestas del segundo grupo de industriales, muy dependientes de los encargos estatales en el caso de los pequeños y medianos industriales, les permitió ingresar en la Junta con el apoyo de los comités de industrial bélicas y del Zemgor, pero la principal contribución a la producción siguió debiéndose a la gran industria de Petrogrado.[102]​ Se formó en todo caso una organización piramidal de comités de industrias bélicas encargado de distribuir los contratos estatales: un comité central en Moscú con dos mil trabajadores coordinaba la actividad de otros treinta y tres regionales y doscientos veinte locales, encargados de informar sobre la capacidad y necesidades de las industrias en cuanto a material y trabajadores.[102]​ En general, el rendimiento del sistema fue escaso: no solo las industrias que contrataban a través de los comités rara vez cumplían los encargos recibidos, también solían ser menos eficientes que otras fábricas independientes o parte de los grandes oligopolios rusos.[103]​ Con el únicamente el diez por ciento de los encargos estatales se gestionaron a través de los comités y solo fueron capaces de cumplir la mitad de estos.[103]​ A finales de 1916, los comités, arrinconados por la gran industria, abandonados por el Estado y por los octubristas, apenas contaban con el apoyo político de los kadetes y habían quedado relegados a un papel marginal.[103]​ La evolución del Zemgor fue similar: adalid de los pequeños industriales para que estos obtuviesen contratos estatales y gestor de gran parte de la red de hospitales, las dos actividades se sostuvieron solo gracias a enormes dispendios estatales.[104]​ Los pequeños industriales agrupados en el Zemgor fueron incapaces de producir en grandes cantidades a precios competitivos y en ocasiones se limitaron a aceptar encargos estatales, embolsarse los pagos por adelantado y comprar la mercancía en los Estados Unidos.[99]​ A pesar de que recibió solo una proporción minúscula de los contratos estatales de abastecimiento, el Zemgor se mostró ineficaz en su gestión.[99]​ Finalmente, los grandes industriales prefirieron estrechar sus lazos con el Gobierno y abandonar las pretensiones de reforma de la Duma y centrarse en controlar la Junta Especial.[105]

Aumento de la producción
de maquinaria
en millones de rublos (1913-1916).

Según Stone, p. 209.[100]

Esta quedó dominada en efecto por los grandes industriales y los oligopolios: dos mil doscientas noventa grandes empresas, con un total de más de dos millones de trabajadores.[106]​ El poder de la Junta Especial era enorme: administró un tercio de los gastos estatales realizados ente agosto de 1914 y septiembre de 1917, quince millardos de rublos.[106]​ La inversión estatal en este periodo fue superior a la realizada durante todo el siglo anterior.[106]​ Con el tiempo, se formó una alianza entre la gran industria y el Estado que comenzó a gestionar el grueso de la producción de manera omnímoda, pero con considerable eficacia: la Junta Especial estableció once territorios a cuyo frente nombró un delegado plenipotenciario, con potestad para fijar los precios de venta al Estado y los salarios de los obreros.[106]​ Los oligopolios parte de la Junta controlaban además la asignación de materias primas y combustible a las distintas fábricas.[106]​ A pesar de las desavenencias, la cooperación entre la Junta y el Estado surtió efecto: la producción de carbón creció en un 30 %, aumentó también la de petróleo para satisfacer la necesidad de combustible, se desarrolló notablemente la industria química —duplicó la producción y casi el número de obreros—, el número de obreros metalúrgicos creció de 386 000 en 1913 a 546 000 en 1917, la producción de maquinaria se acrecentó también enormemente, tanto por la desaparición de Alemania, suministradora tradicional, como por el alto precio de las máquinas británicas y estadounidenses.[107]​ El sistema también permitió a las empresas obtener extraordinarios beneficios, en parte mediante la especulación de bienes de consumo.[108]​ El Estado tuvo que aceptar los abusos ya que no estaba dispuesto a nacionalizar la industria, único método para ponerles fin dada la renuencia de los industriales.[109]​ Parte de los grandes beneficios empresariales sirvieron para desarrollar la industria nacional gracias a su reinversión: el número de empresas y su capital creció notablemente durante la contienda.[109]​ Aunque parte de las nuevas empresas tenían simplemente un carácter especulativo, el capital invertido en el país creció en un tercio entre 1914 y marzo de 1917.[109]​ La mitad de la nueva inversión se realizó en nueva maquinaria.[109]​ Paradójicamente, la crisis de crecimiento en casi todos los sectores no ayudó al perpetuar el zarismo, incapaz de resolverla, sino que desencadenó la crisis final que condujo a su desaparición.[110]

Crecimiento de la artillería rusa
(1914-1917)

Según Stone, p. 210.[111]   1,2   Cañones ligeros   3,4   Morteros ligeros   5,6   Cañones pesados
  7,8   Cañones mayores   9,10   Cañones antiaéreos   11,12   Total

El impulso industrial sirvió tanto para acabar con la crisis de armamento como para mejorar el abastecimiento nacional de este: a comienzos de 1917 la industria rusa sobrepasaba la producción artillera francesa y británica, la producción de proyectiles se había multiplicado por veinte, la de cañones por diez, algo menos que la de fusiles.[111]​ La mayoría de los nuevos cañones y en especial de los más modernos, eran de fabricación propia.[112]​ En 1916 Rusia había superado la crisis de armamento gracias a un titánico esfuerzo industrial y contaba con amplia ventaja de hombres y armamento frente a los Imperios Centrales.[112]

Retirada de Polonia[editar]

A pesar de que Alekséyev había logrado frenar la embestida alemana en el Narew, el Estado Mayor decidió que los reveses en otras zonas del frente —en la zona de Kovno, en Galicia y en el Vístula—, obligaban a evacuar finalmente Polonia.[113]​ El 22 comenzó la retirada de las unidades del Narew, que se desplegaron a lo largo de la línea Lomza-Siedlce-Kock, mientras que las de Galicia se retiraron a la de Ivangorod-Opalin-Kowel.[114]​ La retirada rusa, llevaba a cabo ordenadamente en general, permitió a los alemanes tomar Varsovia el 4 de agosto.[114]​ A finales de agosto, mientras la fortaleza de Osowiec protegía aún el repliegue en el norte (se rindió el 26 de agosto), Novogeorgievsk en el sur caía tras una mediocre defensa rusa.[115]

La retirada a la nueva línea del frente, notablemente más corta, duró desde principios de agosto hasta finales de septiembre.[116]​ Los rusos cedieron Bialystok, Brest-Litovsk (el 26 de agosto, a pesar de estar fortificado) y Pinsk.[115]​ A pesar de los deseos del alto mando alemán, los comandantes de los dos brazos de la pinza que debía atrapar a las unidades rusas desplegadas en Polonia no lograron embolsarlas y frustrar la retirada enemiga.[116]

Aunque militarmente la retirada se realizó con habilidad, tuvo importantes consecuencias políticas y sociales: la administración militar se extendió a zonas antes bajo control civil, lo que disgustó al Gobierno, nada satisfecho con la gestión de los militares; generó además alrededor de un millón de refugiados, que marcharon al este junto con las tropas en retirada y que quedaron dispersos en misérrimas condiciones en las ciudades del país.[117]

Últimas operaciones de 1915 y paralización de las operaciones militares[editar]

A comienzos de septiembre y los deseos de Von Falkenhayn, que deseaba detener las operaciones en el frente oriental para concentrarse en acabar con la resistencia serbia, los distintos comandantes lanzaron varios ataques en los distintos sectores del frente.[118]​ En el central los embates resultaron estériles por la dificultad del terreno: los Imperios Centrales habían alcanzado las marismas de Pinsk.[118]​ En el norte, Ludendorff realizó un ataque en dos direcciones: directamente hacia Vilna, que el 10.º Ejército rechazó infligiendo varias decenas de bajas a los atacantes, y hacia el norte de la ciudad, que prosperó y permitió a los alemanes tomar la ciudad el 18 de septiembre mediante un movimiento de flanqueo.[119]​ El envío de refuerzos rusos a la región impidió que los alemanes realizasen nuevos progresos en este sector.[119]​ Los contraataques rusos obligaron a Ludendorff a ceder algunas localidades y a abandonar toda pretensión de continuar avanzando; los alemanes construyeron entonces una línea de trincheras para reforzar sus posiciones en el sector.[120]​ En el sur, Conrad trató en vano de emular a Ludendorff y marchar sobre Rovno y Kiev mediante una ofensiva que debía aniquilar a las divisiones rusas del frente sur.[120]​ Los austrohúngaros atacaron en el Seret y Volinia y al comienzo avanzaron y tomaron Lutsk el 31 de agosto.[120]​ Después de perder cuatro divisiones, que tuvieron que marchar al sur para participar en la nueva campaña contra Serbia, el 4.º Ejército sufrió un serio revés al avanzar hacia Rovno y sufrir la acometida rusa en su flanco norte.[120]​ Brusílov tomó setenta mil prisioneros austrohúngaros en la contraofensiva que le permitió recuperar Lutsk el 22 de septiembre, aunque se retiró de la ciudad nuevamente poco después.[120]​ Las grandes pérdidas austrohúngaras en Volinia y en Galicia entre el 1 y el 25 de septiembre alcanzaron los trescientos mil hombres, gran parte de ellos desaparecidos en combate.[121]

A comienzos del invierno, con los rusos enfrascados en su reorganización interna y los Imperios Centrales concentrados en derrotar a Serbia, se puso fin a la mayoría de las operaciones militares en el frente oriental.[122]​ A lo largo del año, los rusos habían perdido dos millones de hombres, la mitad capturados por el enemigo.[122]​ A pesar de contar con amplia ventaja numérica frente a los alemanes, Von Falkenhayn había logrado neutralizarla temporalmente.[122]

Crisis política y social[editar]

La oposición liberal del Bloque Progresista, temerosa de enfrentarse al Gobierno y, desde finales de 1916, de facilitar involuntariamente un alzamiento popular, nunca llegó a desempeñar un papel destacado.[123]

En el campo, donde el 80 % de los campesinos aún pertenecía a las comunas, la falta de mano de obra, de repuestos y de fertilizantes debida a la guerra acentuó el deseo de los labradores de obtener nuevas fincas.[123]​ En las ciudades, la población sufría desabastecimiento, inflación y falta de calefacción durante el invierno de 1916-1917, especialmente frío.[123]​ Las huelgas de octubre de 1916 y enero y febrero de 1917 por la escasez de alimento y combustible precedieron a la Revolución de Febrero, que acabó con la monarquía.[124]

Referencias[editar]

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Bibliografía[editar]

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