Usuario:Ruben52f/Taller/Abrigos del Pozo

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Abrigos del Pozo
Patrimonio Mundial ARAMPI
Localización
País España
División Comunidad Autónoma de Murcia
Subdivisión Murcia
Localidad Calasparra
Dirección Cañón de Almadenes

Abrigos del Pozo (Calasparra, Murcia): arte rupestre postpaleolítico[editar]

Con este nombre se conoce un conjunto de abrigos rocosos con vestigios de arte rupestre prehistórico y con evidencias materiales de ocupación humana en el subsuelo. El nombre le viene del paraje “Tendida del Pozo” y también es conocido vulgarmente como “Cueva de los Monigotes”.

Mapa
La región de Murcia en la Cuenca Hidrográfica del Segura (Según Mínguez y San Nicolás, 2020)

El sitio era de acceso difícil hasta la colocación de pasarelas de madera que facilita la visita a la vez que ha recuperado el primitivo recorrido a nivel del río, tras descender un desnivel de más de 20 metros desde la cota superior. Esto no ha sido obstáculo para que ciertos excursionistas y pescadores lo visitaran, al menos desde principios de siglo. Actualmente uno de los rasgos de la singularidad de este enclave es que puede ser visitado por vía terrestre y fluvial.

Los primeros estudios y trabajos comenzaron en la década de los años 80 por Miguel San Nicolás, centrados principalmente en el arte rupestre, a partir de la información suministrada por Juan Abellán Hernández, vecino de Calasparra. A estos le han seguido otros más extensos con ocasión de las obras de acondicionamiento del lugar para la visita pública entre 2004 y 2011 dirigidos por Consuelo Martínez[1]​. Un nuevo impulso ha sido dado en 2019 con la puesta en valor del Abrigo 3. 

Entre los resultados de las investigaciones recientes ha sido el conocimiento y la transmisión de uno de los sitios de arte rupestre más destacados de Europa, con la singularidad de contener tanto pinturas prehistóricas de amplia cronología como los vestigios de la ocupación de la población que las realizó. 

El lugar[editar]

Vista aérea de la entrada a los Abrigos del Pozo.

Tras un largo recorrido por una pasarela de madera, se accede al interior del denso bosque galería, instalado en el sedimento aportado por las crecidas recurrentes del río Segura y constituido por vegetación arbustiva y arbolado.

El conjunto lo constituyen tres abrigos rocosos diferenciados. El primero es de pequeñas dimensiones y casi una pared, inmediatamente anterior a Abrigo 2 y más espacioso, que tiene tres grupos de pinturas o paneles bien distintos, un lugar que fue habitado por el hombre durante los últimos diez mil años. Más alejado, y aguas abajo del río, se llega al Abrigo 3 también con pinturas en las paredes.

Las excavaciones arqueológicas[editar]

Las excavaciones arqueológicas se han centrado en una parte del Abrigo 2, bajo un panel de pinturas y han llegado hasta una profundidad de tres metros bajo el suelo actual. La estratigrafía de los sedimentos muestra continuas alternancias entre capas de tierra oscuras con objetos, que son niveles de ocupación humana, y otras tierras claras y estériles. Es un ejemplo de las diferentes hojas de una parte del gran libro de la Prehistoria que atesora el yacimiento en los últimos milenios.

Excavación arqueológica de los niveles neolíticos.

Las primeras ocupaciones humanas documentadas corresponden al final de los grupos cazadores-recolectores que habitaron las tierras del Noroeste al final de la época fría, con una economía basada en la caza de conejos, corzos y ciervos. Unas vivencias depredadoras que darán paso a otras productoras del Neolítico.

Desde los primeros tiempos del Neolítico la excelencia del sitio favorece la ocupación del abrigo. Ya se puede hablar de sociedades sedentarias basadas en una economía predecible con especies domésticas y de caza combinadas con especies vegetales cultivadas. Las excavaciones han proporcionado muestras de varios tipos de trigo y cebada, junto a cabra y oveja, a la que se sumarán en fechas posteriores el cerdo y la vaca: muestras de un largo trasiego de personas y ganados trashumantes desde finales del VIII a principios del V milenio.

La primera ocupación humana en el abrigo 2 hay que remontarla al Epipaleolítico, en un periodo que abarca aproximadamente entre el 8200 y el 6400 antes del presente o BP, con una fecha absoluta de C14 de 8140±130 B.P. La ocupación parece estacional y permitiría un buen resguardo, cuando no hubiera crecidas del río Segura, frente a las condiciones climáticas adversas y facilitar así una economía basada en la caza y en la recolección de alimentos. Estos grupos del final del Paleolítico estaban bien asentados en el territorio próximo, como lo demuestran tanto los restos arqueológico como las pinturas Paleolíticas de la zona ciezana del Cañón de Almadenes. Es en esta parte del Cañón en donde podemos apreciar el arte Levantino, especialmente en la Cueva de los Pucheros y en el Barranco de los Grajos.

El cambio económico y social vinculado al Neolítico surgirá en diversos puntos del planeta en fechas no muy distantes. Además del “Creciente Fértil”, se han advertido otros puntos en la India y China, México, Perú y norte de África. Este nuevo horizonte que se extenderá por todo el Mediterráneo entre el 8000 y el 7000 B.C., se constata en los yacimientos una serie de materiales comunes como las espátulas, las puntas de flecha de sílex y la cerámica con superficies lisas y decoradas. Unos nuevos materiales para nuevas necesidades, azadas, azuelas, molinos, etc.

Sobre una población local epipaleolítica instalada en el territorio, la influencia neolítica pudo asentarse en un proceso de aculturación temprana del Neolítico, favorecida por las evidentes mejoras que aportaban a las sociedades depredadoras. Además de los poblados, como es el caso del Campo de Cagitán en Mula orientado a la práctica agrícola principalmente, la actividad ganadera toma auge favorecida por la introducción de la oveja y la mayor seguridad en el tránsito de las rutas para los movimientos ganaderos.

Interior del Abrigo 3.

Las cuevas y abrigos se utilizarán como rediles y también de hábitat ocasional, aunque tenemos el caso de la cueva-sima de La Serreta con grandes vasijas de almacenaje y un taller de elaboración de brazaletes de piedra con hallazgos igualmente en los Abrigos del Pozo. En otros abrigos y cuevas levantinas se ha constatado la utilización especializada del espacio de las cuevas-rediles con separación por estacas de la zona de habitación de la ocupada por los animales. 

Tras el cambio medioambiental producido en el Paleolítico final y que da paso al Holoceno, el clima experimenta una mejora considerable a valores más cercanos a los actuales. Hay que considerar también la progresiva mayor presión antrópica sobre el territorio y fundamentalmente con el continuado proceso de deforestación, por causas naturales y de explotación, que alcanzará su momento de mayor intensidad durante época romana.

Por su parte, los estudios geológicos han ampliado el conocimiento del Abrigo 2 y apuntan a que el uso del refugio pasó de ser esporádico a un hábitat permanente durante el Neolítico, cuando el ambiente fluvial cambió de ser un canal secundario a depósitos de aguas estancadas, por lo que se volvió más cómodo y seguro. La estratigrafía y tectónica realizadas en el abrigo, junto con el análisis arqueológico de ese nivel Neolítico, plantean la posibilidad de que esta acumulación de piedras desprendidas de la cavidad fuera ocasionada por un terremoto. Las piedras descansan directamente sobre el suelo de ocupación Neolítico, así que los desprendimientos de bloques se fracturaron una vez desprendidos y tuvo que suceder inmediatamente después de que se produjera el abandono de este lugar y ya no volvió a ocuparse. Se constata así uno de los episodios más interesantes de la ocupación del Abrigo 2, el que corresponde al citado terremoto fechado por C14 en el 5820±50 B.P., con una magnitud entre 5.5 y 6.5, tal vez debido a una rotura de placa de la falla de Socovos.

Nivel neolítico del Abrigo 2. Se aprecian los restos de hogar.

El asentamiento Neolítico tendría probablemente un carácter estacional y de corta duración. Se han documentado diversas zonas de combustión que aportaron numerosas cenizas, vinculadas a zonas de hogar. Los objetos recuperados en ese nivel han sido abundantes y muchas de ellos muestran signos de uso. Los arqueólogos pudieron observar la presencia de cantos rodados de cuarcita quemados y fracturados, localizados preferentemente junto a la pared de abrigo, que debieron de ser aprovechados quizás para preparar, calentar o cocinar alimentos y posteriormente agrupados en una zona del abrigo.

Los materiales prehistóricos hallados están constituidos por piezas de sílex y otras de cuarcita. La cerámica está fragmentada, por lo que resulta difícil precisar la forma de los recipientes. Con la cerámica lisa se hallaron otras donde predominan las decoraciones incisas con motivos geométricos. En cuanto a los objetos de adorno destacan los brazaletes de caliza y otros realizados sobre conchas, elaborados y semejantes, en el caso de los de piedra, a los documentados en la cueva-sima de la Serreta, donde además se registraron varios ejemplares en proceso de elaboración.

La ganadería[editar]

La vinculación de las pinturas y del propio abrigo a los movimientos agropecuarios, nos permite tratar más detalladamente este fenómeno para la comprensión de los Abrigos del Pozo y que tanta importancia ha tenido en el Noroeste de Murcia hasta nuestros días. Nos ocupamos ahora de las dos especies de animales domésticos tal vez representados en las paredes rocosas del abrigo 2. Nos referimos a las ovejas/cabras y los perros domésticos (Canis lupus familiaris)

En España los primeros indicios de cabras domesticadas parece que se remontan al Neolítico antiguo, datado por C14 en la vecina Andalucía entre el 6.300 y el 5.980 B.P.

Por su parte, los perros domésticos tienen una antigüedad al menos del Mesolítico europeo (11.000 a 9.000 BP), marcados por una alta variabilidad en tamaño. Ciertos datos sugieren que todos estos animales provienen de los mismos linajes principales, ya presentes en Europa al final de las últimas glaciaciones, donde eran muy propensos a haber sido domesticados del lobo local en algún momento durante el Paleolítico superior. Algunos de estos perros mesolíticos fueron consumidos, como así se aprecia por las marcas de corte y quemaduras observadas en sus huesos.

Los estudios de ADN antiguo apuntan a un reemplazo casi completo de las poblaciones de perros en el inicio o durante el Neolítico en el Sudeste de Europa. Es muy probable que este fenómeno esté ligado al proceso de neolitización, con nuevas poblaciones de perros que tal vez se extienden junto con otras especies domésticas (ovejas, cabras, cereales y guisantes) y el resto del paquete Neolítico procedente del cercano Oriente, aunque estas nuevas poblaciones de perros nunca reemplazaron por completo a las poblaciones nativas. Los perros eran escasos en el Neolítico de Europa.

En este contexto europeo, los hallazgos excepcionales en el sepulcro múltiple del Camino del Molino (Caravaca) con una fecha de C14 del 3850 ± 40 BP, en donde además de inhumados se hallaron perros, lleva a pensar a los investigadores a que existió un posible control humano sobre la reproducción de estos cánidos durante el periodo Calcolítico, con el fin de seleccionar perros para diversas tareas como ayudante de caza, pastoreo, vigilancia, guarda o defensa. Uno de ellos, muerto a una avanzada edad y con problemas de movilidad, hace suponer que los hombres del Calcolítico mostraron un aprecio por alguno de sus animales y que pudo recibir a algún tipo de cuidado o tratamiento que le ayudara a superar su lesión.

Otro hallazgo excepcional se produjo durante las excavaciones arqueológicas en el casco urbano de Lorca. Se exhumó un enterramiento individual de un inhumado fechado en el Calcolítico con fecha de 4075±30 BP, que iba acompañado de una escápula, decorada con un motivo de arte esquemático, y de un perro. Los estudios anatómicos del esqueleto humano nos hablan de unas potentes inserciones musculares que evidenciaba una gran actividad de caminar, lo que sugiere que nos encontramos ante los restos óseos del primer pastor de la Región de Murcia.

En la cueva de Pedreguer en Alicante[2]​, próxima a límites murcianos, los recientes trabajos de excavación han documentado manchas de combustión de la quema de los excrementos de los rebaños de ovejas y cabras, que los pastores neolíticos guardaban en la cueva y han permitido datar con precisión cuándo estuvo ocupada. Se ha constatado que la cavidad estaba dividida en dos espacios, uno de habitación para los pastores y otro que hacía la función de establo, separados por una empalizada. También se constata las evidencias de un terremoto acaecido en el Neolítico medio.

La ocupación Calcolítico/Edad del Bronce[editar]

Durante dos momentos diferenciados, uno situado entre el Calcolítico y la Edad del Bronce, y otro durante una fase plena de la Edad del Bronce, se producen en los abrigos dos nuevas ocupaciones, con carácter muy distinto. Indicamos que entre el 5.800 y 5.600 B.P. climáticamente nos encontramos con una fase fría y húmeda que se corresponde con el Subboreal (según la terminología aplicada para las fases climáticas del Holoceno), un momento frío identificado a nivel global y que coincide con un brusco cambio en las condiciones del clima.

Vasijas de la Edad del Bronce.

La época calcolítica en los Abrigos del Pozo podría interpretarse como una ocupación doméstica de la cavidad, un lugar de habitación y tal vez con un carácter estacional. Hallazgos de objetos y otros orgánicos, se vinculan directamente con las actividades que debieron realizar los habitantes del lugar, como el posible acondicionamiento del abrigo para mejorar su habitabilidad. Las vasijas corresponden en su mayor parte a cuencos de mediano tamaño y acabados de buena calidad, junto a objetos de adorno sobre conchas marinas, lo que afirma la continuidad de los contactos a largas distancias de estas poblaciones de los inicios del metal. La mayor parte de las conchas se encontraron perforadas, y algunas de ellas con señales muy evidentes de haber sido trabajadas.

Con posterioridad, y ya dentro de un momento claramente correspondiente a la Edad de Bronce (3800 B.P.), nos encontramos con una ocupación cuya interpretación resulta más controvertida, pues se trata de un momento en el cual son las vasijas exclusivamente los hallazgos, con una tipología claramente argárica, colocadas boca abajo sobre un nivel sedimentario de origen natural y sin señales de actividad humana, que sugiere a los investigadores una ocupación puntual quizás de tipo ritual, cultual, muy definida a nivel temporal: varios recipientes de cerámica prácticamente completos muy semejantes y otros fragmentados, que la mayor parte de ellos fueron realizados para un uso doméstico. Posteriormente, estos recipientes podrían haber sido separados de la vida cotidiana y depositados en el abrigo. Los recipientes completos aparecen boca abajo y debieron colocarse así por causas naturales tras nuevas crecidas del río Segura poco violentas, ya que la mayor parte de los recipientes solamente fueron volcados.

La hipótesis de una función ritual la da la propia forma de la vasija y su pequeño tamaño, hallazgo semejante al producido en la Cueva del Calor de Cehegín[3]​.

La ocupación tardorromana[editar]

Finalmente, las dos últimas ocupaciones del Abrigo 2, mucho más próximas a nuestro tiempo, se produjeron durante época tardorromana, un periodo climático conocido como Subatlántico y que se extiende hasta la actualidad a lo largo de más de dos milenios. La fase cálida se extendería desde el siglo VI-V B.C, hasta el siglo XIV de nuestra era y en muchos momentos ofrecería caracteres climáticos muy similares a los actuales.

Ahora, los abrigos del Pozo serán ocupados estacionalmente, en relación con actividades de carácter ganadero, donde el abrigo sirvió nuevamente de refugio y lugar de habitación en las trashumancias o transtermitancias que debieron seguir realizándose por estos parajes del Cañón de Almadenes, y que documentalmente están constatadas desde época medieval.

Ha sido identificado el suelo de habitación con hogueras. Se han hallado fragmentos de recipientes de diversas cerámicas toscas, con señales de haber estado expuestos al fuego, fundamentalmente ollas de cocina donde prepararían los alimentos. Otras evidencias arqueológicas son los fragmentos de hueso de animal y las deposiciones de animales, lo que confirma el tipo de ocupación a que fue sometido este abrigo.

El arte rupestre[editar]

Tramo de pasarela sobre el río Segura.

Las pinturas encontradas en los “Abrigos del Pozo” tienen una notoria singularidad respecto a la mayoría de las pinturas rupestres del arco mediterráneo, en tanto que aparecen vinculadas a restos arqueológicos, lo que permite aproximarnos, con mayor certeza, al contexto cronológico y cultural de la época.

Los Abrigos del Pozo, está formado por tres abrigos que contienen diferentes pinturas parietales, siendo el Abrigo 2 el mayor en proporciones que los abrigo 1 y 3, a unos pocos metros del anterior. Los Abrigos tienen unos 40 m2. Dada la dificultad de dotar de una cronología exacta a las pinturas, los restos de pigmento rojo en uno de los niveles neolíticos permiten fechar al menos uno de los paneles decorados.

Las figuras, en un número superior a las 40 que forman parte de los Abrigos del Pozo, se agrupan en varios paneles de pintura esquemática. En las tonalidades de las imágenes predominan el rojo en diversas intensidades según sea la línea de silueteado, el interior del cuerpo o ciertas partes extremas del mismo, como los tocados. En cuanto a la tipología, las más reconocibles son las representaciones humanas y las de animales.

Abrigo 1[editar]

El conocido como abrigo 1 es en realidad una pared con ligeras oquedades y superficie muy alterada por reacciones químicas de la propia roca y por algunas fogatas. Se aprecian grandes manchas de ocre diferentes de otras de la roca. Son apreciables trazos gruesos y sueltos de pintura rojiza que no permiten identificar formas concretas.

Abrigo 2[editar]

Tras el anterior, nos encontramos inmediatamente en el Abrigo 2, la enorme oquedad que aloja la mayor parte de las pinturas. Fue en este abrigo donde se descubrieron las primeras pictografías en la década de los años 80.

El Panel 1 es el situado sobre la excavación arqueológica y comprende tres subgrupos a diferentes alturas del suelo y que correspondería a tres momentos distintos.

Figuras humanas esquemáticas.

El primero y más antiguo se encontraba bajo el nivel de arenas actuales del río y ha sido puesto al descubierto en el transcurso de las excavaciones arqueológicas. Se trata de figuras muy ocultas por el carbonato que tapiza la superficie del abrigo, pero si se aprecian posiblemente dos cuadrúpedos. La circunstancia de que estas figuras de encuentren muy cubiertas de oxalatos plantea la posibilidad de datación por C14 en un futuro. A la espera de una datación absoluta, planeamos la posibilidad de que pudieran haberse pintado en una primera fase del Neolítico.

En el mismo eje vertical, el siguiente grupo de pinturas se encuentra ya fuera de la excavación y muy próxima al suelo arenoso. Son difíciles de ver a consecuencia de la pátina que las recubre, pero si son distinguibles una figura humana en forma de phi griega y otra también humana muy destacada. Llama la atención de esta última el penacho o tocado superior, a cuyos extremos se elevan trazos delineados a pincel muy fino que contrasta con el grosor del cuerpo que se resuelve con un trazo vertical, dos superiores como brazos, dos inferiores como piernas y un largo apéndice central.

El tercer grupo y más superior es el más visible y a la vez el más conocido por los visitantes. Centra la atención la figura de dos personajes con brazos en asa a modo de pareja. A ambos lados, sendos perros caminan hacia la izquierda. Una herramienta tipo azada completa el grupo.

Un poco más abajo, una nueva figura humana portadora de un bastón sigue a un perro con el cuerpo dibujado con un grueso trazo, que camina hacia la derecha. Entre ambas composiciones, una barra vertical queda aislada.

Figura esquemática en "phi" con instrumento.

Panel 2. A unos cinco metros del anterior, una nueva composición nos sorprende por la ausencia de figuras humanas. Dos perros de dibujo distinto a los anteriores del panel 1, separados por un instrumento, se dirigen hacia la izquierda del abrigo. Debajo de los cuadrúpedos, una serie de puntos tamponados y agrupados en el mismo color rojo denso, tienen un sentido desconocido para nosotros. Casi a la altura del suelo, una pequeña pintura parece recordar a un cuadrúpedo o figura en phi.

A la derecha de los anteriores, unos nuevos trazos parecen que forman parte de una composición con la presencia de algún cuadrúpedo muy deteriorado por descamaciones de la roca.

El último motivo prehistórico del Abrigo 2 es muy llamativo y difícil de interpretar. Una gran mancha de color muestra en la parte superior una decena de largas digitaciones, sobre una roca soporte muy alterada ya desde antaño.

Abrigo 3[editar]

Es más alejado, aguas abajo del río y de reciente adecuación para el acceso de los visitantes.

En la pared derecha del abrigo se extienden diversas manchas de color rojo no identificables con figuraciones. Al fondo, sobre una formación calcítica vertical, se dibujan diversos trazos paralelos superpuestos.

El arte esquemático en Murcia[editar]

Mientras que el Arte Levantino se circunscribe a un territorio concreto de la fachada mediterránea, el arte o pintura esquemática se extiende por toda la Península Ibérica y parte de la Europa mediterránea y atlántica. Bajo esta denominación encontramos pinturas y grabados muy heterogéneos y de gran amplitud cronológica, pues se representan desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce.

Utilizamos el convencionalismo “esquemático” para definir pinturas supuestamente antagónicas al arte levantino, caracterizadas por la reducción formal de los motivos representados a sencillos esquemas opuestos al realismo, buscando la idea frente a la realidad. Primaría el significado simbólico por encima del realismo.

Dentro de este gran conjunto de pinturas catalogadas como esquemáticas, observamos diferencias formales en el Cañón de Almadenes. Aquí encontramos paneles pintados formalmente en estilo esquemático que conserva ciertos convencionalismos del arte levantino, como la composición en escenas de caza, los detalles anatómicos y los trazos muy finos y el silueteado previo para ciertos motivos.

Lo más frecuente es que el grado de abstracción sea tal que se llega a representar la figura humana tan sintetizada mediante una barra vertical, o a plasmar un animal con una barra horizontal de la que penden cuatro trazos paralelos a modo de patas y otros dos superiores en un extremo para representar las orejas o los cuernos. Así, para los investigadores, se llega definir la figura humana como “antropomorfo” en sus figuraciones como en forma de cruz, en T, de X, de doble Y, en forma de áncora, de golondrina, de salamandra, con brazos en asa, etc. Más fácil es la lectura con los animales a los que se les denominan genéricamente “cuadrúpedos”, salvo que, por su tamaño en relación con el hombre, por algún detalle anatómico (astas de ciervo), o por asociación con otras figuras, se pueda precisar un poco más.

La simplificación de las formas parece motivar la austeridad de la pictografía. Una vez elaborado el pigmento rojizo con tierras ocres de óxidos ferrosos y productos lácteos, se aplicarían con pinceles gruesos e incluso directamente con las manos. El paso del tiempo fijará y “fosilizará” estos trazos hasta perpetuarlos a nuestros días.

El significado de las representaciones suele ser muy discutible y deben ser propuesto en función de la propia pintura y del lugar en donde se plasmaron, como nos ocurre en la supuesta interpretativa de los Abrigos del Pozo.

En cuanto a la ubicación topográfica de los abrigos con arte esquemático, en algunos yacimientos llegan a compartir el espacio, aunque ahora no es tan importante la elección del lugar, sino que predomina los abrigos con una mayor amplitud física y con tendencia a lo cuadrangular, incluso si la apertura es al norte; orientación que no solía ser del agrado por los pintores levantinos. De hecho, los yacimientos con arte rupestre esquemático en la Región de Murcia suelen tener un tamaño medio de unos 45 m2, mientras que los levantinos son algo menores (32 m2). En cualquier caso, se suele situar en valles fluviales, ríos, cimas montañosas de mediana altitud en donde afloran las estructuras geológicas de calizas y dolomías.

El artículo termina aquí.


Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Martínez Sánchez, Consuelo (2005). «Intervención arqueológica en los Abrigos del Pozo (Calasparra)». XVI Jornadas de Patrimonio Histórico: intervenciones en el patrimonio arquitectónico, arqueológico y etnográfico de la Región de Murcia, 2005, ISBN 84-7564-318-3, págs. 239-240 (Servicio de Patrimonio Histórico): 239-240. ISBN 978-84-7564-318-2. Consultado el 10 de noviembre de 2021. 
  2. «La Cova del Comte». 
  3. «Ocupación argárica de la Cueva del Calor». 

Bibliografía[editar]

  • San Nicolás del Toro, Miguel (2019). Arte rupestre en los Abrigos del Pozo. Calasparra (Murcia). Ayuntamiento de Calasparra. p. 124. 

Enlaces externos[editar]