Wikiproyecto:Guerras Griegas/Taller miniproyecto

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Batalla de Salamina[editar]

Guerras Griegas/Taller miniproyecto
Guerras Médicas

El imperio Persa en el 490 a. C.
Fecha 23 de septiembre, 480 a. C.
Lugar Isla griega de Salamina
Casus belli Invasion persa a la isla
Resultado Victoria de Grecia
Beligerantes
Ciudades-Estado Griegas  Imperio aqueménida
Comandantes
Temístocles, almirante y arconte de Atenas;
Plistarco, rey de Esparta;
Euribíades, almirante de los navios aliados
Jerjes I, emperador de Persia;
general Mardonio;
almirante Ariabigne

La batalla de Salamina fue un combate naval que tuvo lugar en el año 480 a. C. y que forma parte de lo que se conoce como la Segunda Guerra Médica entre los persas y los griegos. Tuvo lugar en el golfo Sarónico, precisamente en el fondo del golfo donde la isla de Salamina deja dos estrechos canales que dan acceso a la bahía de Eleusis. La flota griega se ubicó en el canal oriental, canal que en su acceso sur está obstruido por la pequeña isla de Psitalea que deja dos pequeños pasos.

Antecedentes históricos[editar]

En el año 490 a. C. los atenienses lograron derrotar al ejército persa en la batalla de Maratón. Después de la batalla la flota y el ejército persa se retiraron al Asia Menor. Atenas se convirtió en la potencia predominante de la Hélade.

Darío I, rey de Persia, murió en el año 486 a. C. cuando preparaba una segunda campaña contra Grecia, le sucedió en el trono su hijo Jerjes. Este continuó con la preparación de la aplazada invasión a Grecia en la que empleó cuatro años. En esta preparación mandó construir un canal en la península Salónica para que pasaran sus naves, acumuló provisiones para el ejército a lo largo de la ruta por Tracia y construyó dos puentes de barcos en Sardes para que el ejército cruzara el estrecho de los Dardanelos.

En esa época vivía en Atenas un hombre excepcional, Temístocles, dotado de gran clarividencia pues después de la victoria de Maratón predicó que esta victoria significaba nada más que el comienzo de la guerra contra Persia y no el fin como estimaba la mayoría. Manifestó que en una guerra contra Persia lo único que podría salvar a Atenas era contar con una poderosa flota con la cual ejercer el dominio del mar.

Coincidió que en esa época, 483 a. C., se descubrió en Laurión, al sur de Atenas, un rico yacimiento de plata. Los atenienses al principio quisieron repartir la riqueza del mineral entre los ciudadanos , pero Temístocles convenció a la Asamblea de que se gastara esta riqueza en construir la poderosa flota que necesitaban. Con las ganancias se construyeron doscientos trirremes.

En el invierno del año 481 a. C., Jerjes inició su campaña contra Grecia cruzando el Helesponto por los puentes construidos con barcos.

De las Termópilas a Salamina

La flota persa sufrió grandes pérdidas en la costa de Tesalia debido al mal tiempo, pero finalmente llegó a Afetes[1]

Euribíades, alarmado ante la aproximación de tal ejército, meditó retirarse a la Grecia meridional[2]​ pero los eubeos, que temían ser abandonados en este crítico momento, sin haber podido evacuar a sus mujeres e hijos, dieron treinta talentos a Temístocles, parte de los cuales éste ofreció a Euribíades y Adimanto, el comandante corintio, induciéndoles así a permanecer en Eubea y presentar batalla.

El Congreso de las ciudades griegas conformado por 31 ciudades estado presididas por Esparta decidió enfrentar a los persas enviando su flota a Artemisio, en la costa noroccidental de la isla de Eubea y al ejército, mandado por Leónidas I, rey de Esparta, al paso de las Termópilas. El ejército persa derrotó a los griegos sacrificándose heróicamente Leónidas y sus hoplitas pues no contaba con fuerzas suficientes con las que enfrentarse a los persas.

Los griegos vencieron en los enfrentamientos navales junto al cabo Artemisio, y la flota persa fue dañada por otra tormenta. Pero la flota griega también sufrió en la batalla, perdiéndose la mitad de las naves atenienses.[3]

Antes de partir de Artemisio, Temístocles dejó en las rocas un mensaje para los jonios, que combatían en la flota persa, esperando que desertaran de la causa de Jerjes, si lo escrito no llegaba a conocimiento de éste, o que si el gran rey fuera informado del mensaje, sospechara de la fidelidad de los jonios y los apartara de futuros combates navales.[4]

Después de la derrota en las Termópilas, agosto de 480 a. C., en Atenas reinaba la consternación. El plan de los peloponesios consistía en retirarse al interior de la península, y en construir un muro de 6 kilómetros de longitud, de extremo a extremo del istmo de Corinto. La flota se retiró a Salamina para dar tiempo a los atenienses de evacuar a sus mujeres a hijos del Ática. El oráculo de Delfos fue consultado, y aconsejó a los griegos refugiarse tras muros de madera. Temístocles, que pudo hallarse detrás de la consulta, interpretó su respuesta como una alusión a su flota, en la que debían confiar para protegerse.

De este modo, recomendó que Atenas debía ser dejada a la tutela de su diosa. La Acrópolis fue fortificada, Atenas y el Ática evacuadas, y sus familias trasladadas a Egina, Salamina y Trecena. Las gentes de Trecena recibieron a los refugiados con hospitalidad, manteniéndoles con fondos públicos. La flota griega unificada se reunió en Salamina, y a los barcos supervivientes de Artemisio se unió la armada, fondeada en Trecena: en total 378 naves, pentecónteros aparte.[5]

Mientras, el ejército persa avanzaba a través de Beocia, y penetró en el Ática, arrasándolo todo a su paso. Atenas fue ocupada, y la Acrópolis incendiada. Los aliados griegos en Salamina quedaron alarmados, y muchos de ellos se prepararon para escapar en sus embarcaciones.

Fuerzas participantes[editar]

  • Fuerzas persas: Iban al mando del propio rey Jerjes. El jefe del ejército era el general Mardonio. El número de hombres van desde los 2.641.610 que indica Heródoto hasta los 150.000 que indican historiadores modernos. El jefe naval era el almirante Ariabigne. Las naves de guerra eran 1.207 y los transportes 3.000 proporcionadas por sus aliados: egipcios, jonios, griegos y fenicios. En Salamina no se sabe cuantas naves de guerra participaron, pero diremos que el contingente egipcio en esa oportunidad fue de 200 naves.
  • Fuerzas griegas: armada griega estaba compuesta por 366 naves proporcionadas por 12 ciudades estado confederadas de las cuales 180 pertenecían a Atenas al mando de Temístocles. Aunque nominalmente el mando de toda la flota lo tenía Esparta bajo el general Euribíades, es muy posible que las tácticas usadas fueran de origen ateniense.

Movimientos previos a la batalla[editar]

Trirreme griega

Temístocles sabía que la simple unión de los griegos no vencería a los persas, así que envió un esclavo llamado Sicino al campamento de Jerjes para engañarle. El mensaje que portaba el esclavo decía que los griegos no estaban de acuerdo en cuanto al emplazamiento donde debían presentar batalla y que muchos, temerosos, huirían antes de llegar la flota persa. Además, le dijo que si Jerjes ordenaba el ataque, las naves atenieses (la mayor parte de la flota griega) se volverían y atacarían a los demás griegos.

Jerjes creyó el engaño de Temístocles, por lo que cercó la salida de la isla de Salamina. La opinión de sus consejeros estaba dividida en cuanto a qué debía hacer ahora que la isla estaba cercada. Su general Mardonio prefería iniciar un ataque contra las posiciones griegas, mientras que Artemisia I de Caria, aliada de los persas, creía que las pesadas naves persas maniobrarían mal en las recortadas costas de Salamina, por lo que aconsejó a Jerjes que esperara a que los griegos quedaran sin suministros y se rindiesen. Jerjes hizo caso al consejo de Mardonio.

Es curioso señalar que esta reina de Halicarnaso, Artemisia, fue la primera mujer almirante de la historia y que tuvo el mando de una flota de 400 buques en la batalla que estaba a punto de comenzar.

Jerjes, estaba seguro de su victoria, por lo que ansiaba contemplar la batalla para lo cual mandó construir un trono en lo alto de un monte situado al norte del Pireo.

Desarrollo de la batalla[editar]

La batalla de Salamina

Mientras Jerjes tomaba la Acrópolis ateniense, pasando a cuchillo a sus defensores. La flota griega reunía un consejo de guerra en el que Temístocles convenció a Euribíades de enfrentar a la flota persa en el canal del este de Salamina en lugar de hacerlo en el mar frente al istmo de Corinto. Según Temístocles combatir en mar abierto representaba una gran desventaja para los griegos en cambio luchar en el estrecho brazo de mar de acceso a Salamina les daría la victoria pues ellos podrían maniobrar mejor que las pesadas naves persas.

En la mañana del 22 de septiembre se reunió nuevamente el consejo de guerra para tratar el tema del lugar donde enfrentar a la flota persa, ante lo cual Temístocles salió en secreto del consejo enviando un mensajero a la flota de los medos para comunicarles que debido al miedo, los griegos estaban considerando emprender la fuga, por lo que si los atacaban ahora los griegos no opondrían resistencia.

Jerjes creyó el mensaje enviado por el ateniense, pues sabía de las disputas que existían entre los griegos. Por lo que decidió bloquear los estrechos oriental y occidental de Salamina, embotellando a la flota griega. Para ello envió a la armada egipcia compuesta por 200 navíos a bloquear el estrecho occidental mientras el resto de su flota la formó en una triple línea que iba desde el sur del promontorio Cinosura en Salamina hasta el Pireo. La isla de Psitalea fue ocupada por tropas persas poco antes del amanecer del día 23.

Los griegos supieron que los persas habían cerrado los dos canales que rodean Salamina. Ante esto formaron sus naves en una línea de batalla en el canal oriental, entre la ciudad de Salamina y la playa del monte Heraclión, alineándose las 16 naves espartanas a la derecha, a la izquierda las naves atenienses compuestas por más de la mitad del total de la flota y en el centro el resto de de las naves aportadas por las otras ciudades estado.

Las naves persas comenzaron a ingresar al canal, los fenicios a la derecha y los jonios a la izquierda. Apenas iniciado este movimiento debido al gran número de naves persas, las columnas comenzaron a deshacerse siendo fáciles presas de las naves griegas. Luego de encarnizados combates las naves persas optaron por retroceder en medio de una gran confusión. La batalla duró entre siete y ocho horas.

Los griegos no persiguieron a los persas. Arístides acabó con las tropas persas que habían ocupado la isla de Psitalea, las naves persas regresaron a Falero y los griegos a Salamina. Temístocles fue considerado por toda Grecia el héroe de la jornada. La propia Esparta le discernió, como recompensa, una corona de olivo.

Consecuencias[editar]

Salamina en el aspecto táctico no fue una gran victoria, pero estratégicamente tuvo un caráter decisivo para ambos pueblos. Los griegos perdieron 40 barcos, mientras que 200 de los persas fueron destruidos y otros muchos, capturados. Sin embargo, lo peor fue el gran golpe sufrido en su prestigio. Presagió las revueltas que tendría que afrontar en el futuro cercano, especialmente entre los griegos de Jonia. Hasta Salamina, el dominio del mar Egeo había sido indiscutible para Persia, pero después de la batalla se le hizo muy difícil mantener el abastecimiento de su numeroso ejército en la Grecia.

Terminada la batalla, Jerjes se preocupó especialmente de la suerte que podían correr sus puentes en el Helesponto por lo que envió inmediatamente la flota a Asia para proteger la costa oriental del Egeo y pocos días después se puso en marcha hacia el norte con su ejército, dejando en Grecia un ejército de ocupación de 300.000 hombres al mando de Mardonio.

Bibliografía[editar]

  • FULLER, J.E.C (1963). Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia. Barcelona, Luis de Caralt. 
  • National Geographic Society (1967). «Lands of the Bible Today». National Geographic Magazine 1967 (12). 
  • HERÓDOTO DE HALICARNASO (1968). Los nueve libros de la historia. Barcelona. Editorial Iberia S.A. 
  • KINDER Y HILGEMANN (1972). Atlas histórico mundial. Madrid. Ediciones Istmo. 


  1. Herodoto 7.190
    Se dice que no menos de 400 naves fueron destruidas en este puerto, con innumerables riquezas a bordo (...)
  2. Herodoto 8.4
    Plutarco, Vidas Paralelas: Temístocles 7
  3. Herodoto 8.18
  4. Herodoto 8.22
  5. Herodoto 8.48