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Esclavitud en Mallorca

El mercado de esclavos, de Jean-Léon Gérôme (c. 1885).

La esclavitud en la isla de Mallorca se remonta a tiempos inmemoriales, y al igual que en la península ibérica con su historia esclavista consistió en una práctica habitual durante la edad media. No obstante, cabe destacar que los primeros escritos en los que se tiene constancia de la presencia de esclavos en una gran civilización es en Mesopotamia durante la época sumeria.[1]

Dicho esto, los primeros registros sobre actividad esclavista en Mallorca se remontan a la cultura talayótica, época en la que se estima que junto a Ibiza consistió en una importante zona desde donde los piratas púnicos o romanos proporcionaban esclavos a los traficantes.[2]​ No obstante, durante la época musulmana, cuando la isla era llamada mayurqa, no consistía en un centro importante de tráfico de esclavos.[2]

La Antigüedad fue un periodo esclavista por excelencia, haciendo hincapié en la sociedad romana, que a lo largo de toda la historia de su dominio sobre el Mediterráneo, fue esencialmente esclavista, y tanto su economía como su estructura social se basaba en un sistema de clases donde el esclavo constituía el escalón más bajo de la sociedad. Esto se potenció enormemente debido a los cambios sufridos en la economía romana durante la época de expansión, en especial en el sector agrario, donde se multiplicaron las grandes propiedades, especialmente en las nuevas provincias y colonias de la República primero y del Imperio después.[3]

A mediados del siglo XVI, ya dentro del contexto de los corsarios berberiscos y sus múltiples razias, existen cantidad de ejemplos que recogen la importancia de las redes comerciales del Mediterráneo, así como el entramado entre familiares y personas unidas por lazos afectivos que se dedicaban a comerciar con todo tipo de bienes en Mallorca, incluyendo el rescate de cautivos, hecho que les proporcionaba grandes fortunas.[4]

Siglo I Antes de Cristo

Durante el siglo I antes de Cristo, fue necesaria una importante mano de obra esclava para llevar a cabo la romanización del archipiélago balear, proceso que en Mallorca ocurrió con mayor celeridad que en las islas vecinas dada la intensidad de migración y la influencia ejercida por las nuevas ciudades romanas, Palma y Pollentia.[5]​ El municipio de Calviá cuenta con un yacimiento de la que se estima la primera villa romana de Mallorca, denominado Sa Mesquida, donde se localizan restos de una casa rural con estancias para esclavos, separadas de las del personal que se encargaba de la gestión y explotación de la finca.[6]

Siglos XIII y XIV

La nueva sociedad feudal se nos muestra en esta miniatura, en una letra capitular, de un manuscrito medieval mostrando un siervo, con un instrumento de trabajo observando a dos señores, un noble y el otro eclesiástico, que discuten.

Habiendo conquistado el rey Jaime I Mallorca para los reinos cristianos, ya en 1232, los señores feudales catalanes y barones aragoneses que heredaron los nuevos territorios comenzaron a hacer uso de la esclavitud como forma de hacer frente al hecho de haber evitado hacer prisioneros de guerra, unido a la sumisión por parte de los musulmanes vencidos, por lo que inicialmente se trató de un tipo de esclavitud basada en la expansión y colonización, en lugar de la captura y comercio de esclavos tradicional.[7]​ Esta forma de esclavitud primaria basada en las necesidades colonizadoras de los repobladores fue la que propició las fórmulas venideras, cuando ya extinguida la mano de obra esclava autóctona más la experiencia adquirida y perfección de los hábitos y métodos por parte de los descendientes, se generó una demanda de cautivos que afectó a las sociedades futuras.[8]​ Esta serie de hechos propiciaron una serie de capturas humanas tanto en campañas bélicas a otras islas del Mediterráneo, como Cerdeña y Córcega, donde se nutrían de corsos, así como en operaciones de comercio llevadas a cabo por mercaderes catalanes dentro de las rutas mediterráneas.[8]​ Uno de los principales puntos de exportación de esclavos desde Mallorca era Cataluña, principalmente Barcelona, donde existía una notable demanda que no solo se abastecía desde Mallorca, sino desde muchos otros puntos del Mediterráneo.[9]​ El comercio de mano de obra humana entre Mallorca y Cataluña se mantuvo consistente a hasta mediados del siglo XV, momento en que se produjo su decadencia.[9]

Aunque ya el derecho romano hacía mención al crimen de tratar con personas libres mediante su secuestro y venta como esclavas, no se conocen en Mallorca registros ni procesos o sentencias que durante esa época penalizasen esta actividad, al menos hasta 1653 donde en una carta enviada al rey, se hacía mención a que se estaba llevando a cabo una conducta sobre algunas personas cuya crueldad no era propia de los habitantes de esas tierras.[10]​ Sin embargo, bien es probable que la insularidad de la isla dificultase la comisión de este tipo de delitos.[10]​ Por tanto, dentro de este escenario, siendo digna la mención de que no toda captura prisionera convierte a la persona en esclava, las islas Baleares, aunque especialmente Mallorca, terminaron por convertirse en uno de los centros de comercio de esclavos más importantes del Mediterráneo, y se estima que también un importante punto entre la difusión de esclavos desde dicho mar hasta el continente americano durante su colonización.[11][12]​ También cabe destacar que, a pesar de que muchos cautivos eran comprados por gentes de la isla, la mayoría de los que pasaban por Mallorca lo hacían simplemente de paso hacía la península ibérica, Italia o el norte de África, dirigidos por mercaderes tanto cristianos como judíos.[13]

La reconquista generó una fuerte actividad de comercio de esclavos que proporcionaba mano de obra no solo a los nuevos pobladores, sino también a la península y a otros enclaves del Mediterráneo, como Palermo y Montpellier, además de otras ciudades italianas y occitanas, ya que muchos de los prisioneros durante la contienda era vendidos para este menester, aparte de los que quedaban en la isla, cuyo destino eran las labores agrícolas, transporte y carga.[14]​ Sin embargo, esta situación comenzó a cambiar a partir de 1260, cuando la población autóctona se extinguió, por lo que hubo que recurrir a la exportación desde el reino de Granada y el norte de África, mediante incursiones de piratería en altamar o tierra, cuyas presas se consideraban incluso de mayor valía mediante su posterior rescate.[14]​ Luego de diez o doce años de trabajo y cautiverio, cuando finalmente alcanzaron la libertad, alrededor de 4.500 musulmanes abandonaron la isla entre 1311 y 1330.[15]​ Asimismo, debido a la importante influencia de esclavos que llegó a generarse, sobre la década de 1370 comenzaron una serie de problemas y conflictos entre cautivos y personas libres que, posteriormente, siglos después terminarían en hostilidades que llevaron a la muerte de muchos esclavos.[16]​ De una manera u otra, en 1428 se contabilizaron 8,082 esclavos en la isla, calculando también esta cifra como al menos el diez por ciento de la población, o incluso más.[17]

siglos XV y XVI

Imagen representando el interior de un barco de esclavos, por el pintor alemán Mauricio Rugendas
Grupo de hombres, mujeres y niños capturados para ser llevados a un mercado de esclavos.

Una vez instalado este sistema de venta y demanda los esclavos era adquiridos por nobles, comerciantes y por todo tipo de ciudadanos cuya intención era asegurarse principalmente una inversión a largo plazo, ya que el gobierno permitía que el esclavo pudiese comprar su libertad mediante el trabajo realizado, y gravar mediante una serie de impuestos la estancia de los que fuesen musulmanes libertos, o el impuesto de salida para los que deseaban abandonar la isla y regresar a sus hogares.[18]​ Ambos impuestos consistían en importantes ingresos a las arcas reales, por lo que la administración mantenía un riguroso control de entradas y salidas.[18]​ No obstante, aquellos esclavos libertos que fueran o se hubiesen convertido al cristianismo, quedaban exentos de pago, ya que eran considerados extranjeros residentes que habían quedado en libertad.[18]​ Las tareas que les eran encomendadas a los esclavos solían ser siempre de esfuerzo físico, pues en contadas ocasiones se les permitía llevar a cabo oficios en los que pudieran desarrollar aprendizaje que pudiera suponer una amenaza para el reino, como por ejemplo aprender a construir embarcaciones.[15]​ De este modo, algunos de los oficios que les fueron permitidos estaba el de aprendiz de yesero, calero o ligador de alfombras.[15]

Durante la etapa de colonización y muchos años después la mayoría de los esclavos eran musulmanes, hecho que cambió a partir de 1349, habiendo ya pasado la gran plaga de peste bubónica que azotó a la isla, momento en el que comenzó la importación de mano de obra humana desde varios enclaves mediterráneos, como Rodas, Sicilia o Venecia.[19]​ A mediados del siglo XV, las nacionalidades de los esclavos, aunque el origen quedaba clasificado no por su lugar de nacimiento, sino por el pueblo de sus ascendientes, se dividía en dos grupos definidos por gentes de Europa oriental: rusos, abcasos, tártaros, circasianos, o aquellos de origen balcánico: búlgaros, y en menor medida griegos, albaneses y Serbios.[19]​ Por último, se encontraban los musulmanes procedentes del norte de África y los negros de Guinea, o de otros lugares, y que eran adquiridos tras haber cruzado el desierto del Sáhara.[19]​ Después, durante el siglo XV, se consolidó un nuevo e importante punto de compra de esclavos por parte de los mercaderes mallorquines, así como de otras provincias españolas e italianas; las islas Canarias, donde se adquirían para luego distribuirlos en las plazas de las ciudades de destino.[20]

A modo de impedir la huida de los cautivos o la ayuda que pudieran recibir para poder escaparse se instauraron toda una serie de medidas y prohibiciones mediante edictos reales.[21]​ Principalmente se estableció el toque de queda durante las noches, dejándolos encadenados para que no pudieran marcharse, así como la prohibición de que portasen armas, llevasen a cabo reuniones con otros esclavos y que se acercarsen a zonas que propiciasen la huida, como la orilla del mar o el puerto, especialmente Portopí.[22]​ Sin embargo, en algunos oficios, como el de pastor, arriero o estibador, se encontraban exentos de cumplir la normativa.[22]​ Por otro lado, se implementaron castigos y multas de todo tipo, como propinarles latigazos, cuya cuantía aumentaba con los días fugado, pero si estos superaban los veinte o treinta días se les cortaba el talón de Aquiles o se les amputaba un pie.[22]​ Si la fuga duraba más de un mes se le condenaba a muerte.[22]​ Las normas para favorecer la evasión eran también muy estrictas, pues contemplaba la horca para quien vendiese una embarcación a fugitivos, y la muerte por descuartizamiento a quien fuese apresado en un barco con esclavos huidos en altamar.[22]​ Para luchar contra esto, también se implementaron medidas de seguridad que contemplaban el uso de vigilantes, así como el control de aparejos que pudieran usarse para escapar de la isla en una embarcación.[22]

Siglos XVII y XVIII

Debido a la cantidad de incursiones de piratas berberiscos y a la cercanía de la isla con Argel, desde donde se temía una posible invasión, Felipe IV, en 1652, llegó a comunicar al gobernador de Ibiza que se expulsasen todos los esclavos moros que allí residían mediante su venta en los dos meses siguientes de recibir dicho comunicado.[21]

A pesar de que durante el siglo XVI quedó establecida una importante existencia de esclavos negros, se estima que a partir del siglo XVII comenzó la desaparición de la práctica, con la aparición de las medidas abolicionistas, y aunque se puede afirmar que la esclavitud en la España peninsular desapareció en 1766 con la compra de la libertad de los esclavos musulmanes de Barcelona, Cádiz y Sevilla, por parte de un sultán marroquí, existe la hipótesis de que la esclavitud se transformó en formas serviles, dando paso a criados con ciertos derechos, que probablemente no se cumplían a rajatabla, y que contaban con gran dependencia de sus señores.[23]

Las primeras décadas del siglo XIX, se encuentran nuevamente definidas por la participación catalana en el tráfico de personas esclavas debido a la fuerte demanda y presión de la industria algodonera de esa provincia, así como respuesta eficaz a la crisis del tráfico de esclavos tradicional, entramado en el que negociantes isleños implementaron una serie de estrategias adoptadas por varias familias mallorquinas.[24]

En la edad moderna había en Mallorca un elevado número de esclavos de tipo rústico, pero al no realizar la mayoría de las tareas de la producción, no se la ha considerado una sociedad esclavista, ya que para poder clasificarla como tal es necesario que esta dependa de la mano de obra esclava para llevar adelante la producción.[25]

Véase también

Referencias

  1. Paul Bohannan. «Para raros, nosotros». p. 179. Consultado el 10 de febrero de 2018. 
  2. a b Ricard Soto Company. «¿Una oferta sin demanda? La esclavitud rural en Mallorca antes de la peste negra (ss. XIII-XIV)». p. 2. Consultado el 6 de febrero de 2018. 
  3. Roldán Hervás, José Manuel (2005). Historia de Roma. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca. pp. 158 y ss. ISBN 9788474818239. 
  4. José Antonio Martínez Torres. «Un Mediterráneo en movimiento. Esclavos y comercio en el continente africano, (Siglos XVI, XVII, XVIII)». p. 6. Consultado el 8 de febrero de 2018. 
  5. Enrique García Riaza. «Las ciudades romanas de Mallorca y su diversidad estatutaria». p. 79. Consultado el 14 de febrero de 2018. 
  6. M. A. Cau Ontiveros. «Patrimonio arqueológico de época romana y tardoantigüa (123 a.C.-902 d.C.)». p. 374,378. Consultado el 14 de febrero de 2018. 
  7. Gabriel Jover Avellà, Antoni Mas i Forners i Ricard Soto Company. «Colonització feudal i esclavitud, Mallorca 1230-1350». p. 22. Consultado el 5 de febrero de 2018. 
  8. a b Antoni Mas i Forners. «La incidencia del mercado de esclavos en la estructura productiva de Mallorca (aprox. 1300-1450)». Consultado el 6 de febrero de 2018. 
  9. a b Francisco Javir Marzal Palacios. «La esclavitud en Valencia durante la baja Edad Media (1375-1425)». p. 200, 203, 204. Consultado el 7 de febrero de 2018. 
  10. a b Antonio Planas Rosselló. «El derecho penal histórico de Mallorca: (siglos XIII-XVIII)». p. 130. Consultado el 6 de febrero de 2018. 
  11. Ricard Soto y Company. «La conquista de Mallorca y la creación de un mercado de esclavos». Consultado el 6 de febrero de 2018. 
  12. Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Barcelona. «Índice Histórico Español». p. 146. Consultado el 8 de febrero de 2018. 
  13. David Abulafia. «A Mediterranean Emporium: The Catalan Kingdom of Majorca» (en inglés). p. 14. Consultado el 8 de febrero de 2018. 
  14. a b Manuel Chust. «De la cuestión señorial a la cuestión social». p. 37. Consultado el 6 de febrero de 2018. 
  15. a b c Jaume Sastre Moll y María Llompart Bibiloni. «La tesorería del Reino de Mallorca durante su época de esplendor». p. 161. Consultado el 7 de febrero de 2018. 
  16. Iván Armenteros Martínez. «La esclavitud en Barcelona a fines de la Edad Media (1479-1516)». p. 163. Consultado el 7 de febrero de 2018. 
  17. Jocelyn N Hillgarth. «A Greek slave in Majorca in 1419-26: new documents» (en inglés). Consultado el 8 de febrero de 2018. 
  18. a b c Universidad de ses Illes Balears. «Mayurqa, 21». p. 102. Consultado el 7 de febrero de 2018. 
  19. a b c Onofre Vaquer Bennasar. «Una inmigración forzada: Esclavos en Mallorca(1448-1499)». p. 65,66. Consultado el 7 de febrero de 2018. 
  20. Francisco de Solano, Agustín Guimerá Ravina. «Esclavitud y derechos humanos: la lucha por la libertad del negro en el siglo XIX». p. 51. Consultado el 8 de febrero de 2018. 
  21. a b Ubaldo de Casanova Todolí. «Algunas anotaciones sobre el comportamiento de los esclavos moros en Mallorca durante el siglo XVII y un ejemplo de intercambio con cautivos cristianos.». p. 324. Consultado el 12 de febrero de 2018. 
  22. a b c d e f Antonio Planas Rosselló. «El Mestre de Guaita y la custodia de los esclavos en Mallorca». p. 98,99. Consultado el 7 de febrero de 2018. 
  23. Antumi Toasijé. «Comerciantes mallorquines ante el esclavismo tardío: Elementos para un estudio». p. 194. Consultado el 12 de febrero de 2018. 
  24. Carles Manera. «Mallorca y el comercio con América, 1730-1830. Por una recapitulación general». p. 255. Consultado el 12 de febrero de 2018. 
  25. Maria Teresa Renom i Ferrer. «Miquel Ferrer i Bauçà: protagonista en la sociedad de Mallorca». p. 264. Consultado el 15 de febrero de 2018.