Carlismo electoral navarro (Restauración)

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Navarra

El Carlismo fue el movimiento político dominante en elecciones en Navarra durante el periodo comprendido entre la Tercera guerra carlista (finalizada en 1876) y la Dictadura de Primo de Rivera (iniciada en 1923). El movimiento, derrotado en 1876, durante el período de la Restauración recalibró su foco desde la acción militar hacia los medios de comunicación y las campañas políticas. Acomodándose con ello al marco político ofrecido por la monarquía alfonsina, los dirigentes de la organización consideraron las elecciones, y especialmente las elecciones a Cortes Generales, como el vehículo principal de movilización política. Navarra resultó ser el bastión electoral carlista; elegía al 35% de todos los diputados carlistas que se votaron para el Congreso durante estos casi 50 años de democracia liberal monárquica. Aunque el fenómeno era insignificante desde la perspectiva española general, la destreza política del Carlismo en la provincia fue clave para mantener su potencial hasta el momento de la recuperación del movimiento durante la Segunda República española.

Sistema electoral[editar]

Distritos electorales, siglo XIX

Durante todo el período de la Restauración, Navarra se dividió en 5 distritos electorales, que territorial, y aproximadamente, se correspondieron con los cinco partidos judiciales existentes; cuatro de ellos (Estella, Aoiz, Tafalla y Tudela) estaban categorizados como distritos rurales, con un representante por cada uno, y uno (Pamplona) disfrutaba del estatus de “circunscripción” con tres representantes disponibles.[1]​ Ambos tipos de representaciones de distritos se asignaron según el sistema de sufragio directo uninominal. En el siglo XX la comarca de las Améscoas se movió del distrito de Pamplona al de Estella.[2]

Hasta las elecciones de 1886 los votantes electorales (alrededor 19.000, un 6% de la población) era varones, mayores de 25 años de edad con una situación económica desahogada.[3]​ A principios de la campaña de 1891 se concedieron derechos a todos los varones mayores de 25 años, sin condicionante de la situación económica (sufragio universal masculino), lo que aumentó el número de potenciales votantes a unos 64.000 hombres (un 21% de la población).[4]

Las elecciones españolas de la Restauración estuvieron marcadas por dos características distintas: turnismo y caciquismo. Según el turnismo, las elecciones estaban organizadas por uno de los dos alternantes, conservadores y liberales, para asegurarse su mayoría parlamentaria; el objetivo este bipartidismo electoral se logró mediante una amplia gama de manipulaciones electorales conocidas como pucherazos.[5]​ El caciquismo era un sistema de corrupción política basada en redes clientelares de los partidos a nivel local.[6]​ En Navarra ambos sistemas estuvieron en vigor, aunque su eficacia mermó con el tiempo y varió a través de la provincia, con un entorno rural normalmente más propenso al fraude electoral.[7]

Navarra y España[editar]

Diputados carlistas. Navarra en azul

Navarra elegía el 35% (50 de 144) de los diputados tradicionalistas votados durante el Restauración, aunque la proporción varió a través del casi medio siglo en cuestión.[8]​ En el siglo XIX en los 80, la provincia se estaba quedando atrás sin ganar representante alguno, mientras que ocasionalmente se lograban escaños individuales en Guipúzcoa, Álava y Vizcaya. En los 90, y desde 1916 en adelante, los diputados navarros a Cortes supusieron un 30-40% de toda la minoría tradicionalista.[9]​ De 1903 a 1914 los navarros dominaban contundentemente el dominado grupo de diputados carlistas; en 1906 lograron el récord del 67% (4 de 6). En cifras absolutas los más exitosos fueron los años de 1907 y 1910, cuándo los tradicionalistas obtuvieron 6 de los 7 escaños navarros disponibles; durante estos plazos formaron 1,5% de todos los diputados (en otras ocasiones normalmente variaban entre 0,8% y 1,2%).

Como provincia llegó a los 50 diputados carlistas elegidos en conjunto; en términos de celo legitimista, ninguna otra zona de España tuvo comparación. Refiriéndose a las regiones entonces existentes, solo dos le iban a la zaga: las Vascongadas, que eligió 44 diputados, y Cataluña, con 23 diputados. Castilla la Vieja y Valencia obtuvieron 11 escaños cada una, y otros 5 se repartieron entre Asturias, León y Baleares. Ni un solo asiento se ganó en la capital, Madrid.

Con 22 diputados Pamplona encabeza la lista de distritos electorales españoles con mayor número de diputados carlistas elegidos; aunque los dos siguientes son distritos guipuzcoanos (Azpeitia y Tolosa), Estella (12 diputados) ocupa el cuarto lugar y Aoiz (8 diputados) el quinto. Tafalla (5 diputados) todavía lo sitúa entre los diez primeros, mientras que Tudela (3 diputados) se sitúa en la zona media, por delante de 18 distritos que en alguna ocasión eligieron 1 o 2 diputados tradicionalistas. El índice porcentual más alto de éxito se midió en los dos distritos de Guipúzcoa mencionados, estando Estella el tercer lugar (con un 65%), Aoiz, cuarto (con el 40%) y Pamplona, sexto (37%).

Etapas[editar]

En términos de historia electoral carlista en Navarra, la era de 1879-1923[10]​ muestra 4 etapas, marcados por condiciones diferentes, estrategias, y sobre todo, resultados diferentes.[11]​ El periodo de 1879-1890 produjo casi una ausencia electoral total, 1891-1902 fueron los años del ascenso, 1903-1917 proporcionó a los carlistas con dominio total y 1918-1923 mostró un gradual eclipse.[12]

Diputados navarros a Cortes

Etapa 1: 1879-1890[editar]

La derrota militar padecida en 1876 paralizó las actividades carlistas en el país, con la prensa suspendida, los círculos cerrados y los dirigentes exiliados. Aunque las estructuras del partido se fueron gradualmente reconstruyendo, hasta finales de la década de 1880 no había todavía centros electorales carlistas ni otro comités organizados que operaran en Navarra.[13]​ Su primer diario, El Tradicionalista, apareció ya en 1886,[14]​ y se complementó con La Lealtad Navarra[15]​ en 1888.[16]​ El partido no presentó candidatos oficiales, aunque hubo algunos que demostraron cierta simpatía por la causa carlista.[17]​ Los carlistas probaron su propia fuerza en las elecciones a Diputación Foral a partir de fines de 1870, pero no tuvieron éxito hasta fines de la década de 1880.[18]​ Primero reaparecieron como grupo político en las elecciones municipales locales, como en 1881[19]​ pudieron elegir 8 concejales para el Ayuntamiento de Pamplona.[20]

Etapa 2: 1891-1902[editar]

A partir de finales de la década de 1880, el carlismo asumió una forma moderna estructurada[21]​ y la división del tradicionalismo en 1888 entre carlismo jaimista (línea oficialista) e integrista produjo una política más agresiva de ambos grupos. Aunque la mayoría de candidatos de 1891[22]​ fueron fácilmente derrotados,[23]​ la elección de Sanz Escartín marcó el principio de la marcha carlista hacia el dominio posterior.[24]​ En 1893 los jaimistas mejoraron en dos escaños,[25]​ aunque para Vázquez de Mella la victoria fue marginal,[26]​ y la rama integrista ganó uno.[27]​ Las elecciones estuvieron marcadas también por el declive de los liberales.[28]1896 trajo 3 escaños. Durante la campaña de 1898 los carlistas estaban probablemente demasiado confiados;[29]​ Sanz y Mella tenía sus billetes confirmados,[30]​ pero Irigaray no.[31]​ En 1899 Carlos VII ordenó la abstención[32]​ y llamó al boicot;[33]​ ningún candidato individual se unió a la carrera.[34]​ En 1901 los carlistas recuperaron 2 escaños en Pamplona y Estella, mientras Irigaray registró su primera victoria en Aoiz.

Etapa 3: 1903-1917[editar]

Durante los años entre 1903-1917 ambas ramas del tradicionalismo ganaron 29 de los 42 representantes posibles (69%) y el períoodo está claramente marcado por su supremacía. La única área más alejada del claro control carlista fue Ribera Baja navarra, ya que en el distrito de Tudela ganaron solo 2 de 6 representantes.[35]​ Surgieron como un árbitro en la escena política regional, con otros partidos buscando su apoyo. En muchas elecciones de esa época, los opositores ni siquiera se molestaron en competir.[36]​ La etapa se cierra con las elecciones de 1916, cuando los carlistas cambiaron la estrategia de alianzas para recuperar los distritos de Tudela y Tafalla;[37]​ tuvieron éxito sólo parcialmente.[38]

Etapa 4: 1918-1923[editar]

La etapa final recae en los años de 1918-1923. Está marcado por la desaparición de los integristas y una estrategia de alianzas tácticas fundamentales a expensas de una línea política clara, que desencadenó un conflicto interno dentro del carlismo oficial.[39]​ La estrategia no produjo los resultados esperados; la secesión mellista añadió perjuicio al daño, y el surgimiento de nuevos partidos nacionalistas vascos, republicanos y socialistas contribuyeron a la mengua electoral del carlismo. Durante la última campaña de la Restauración en 1923, Jaime III ordenó la abstención, citando la desilusión con la corrupta democracia.[40]​ De 4 candidatos relacionados con los carlistas que decidieron postularse individualmente,[41]​ solo fueron elegidos 2.

Programa[editar]

Monumento a los Fueros, Pamplona

Inicialmente, los carlistas preferían no competir en un programa altamente partidista e impulsado por la ideología. En cambio, su propaganda fue calibrada para demostrar que solo el tradicionalismo sería un representante genuino de los intereses locales y provinciales en Madrid.[42]​ Fue la parte de los "Fueros" de su ideario la que se puso a la vanguardia.[43]​ La defensa de los intereses locales siguió siendo la característica más constante de la acumulación electoral del carlismo navarro convencional, aunque incluso los llamamientos para la restauración de la situación anterior a 1841 nunca han significado el respaldo de diseños autónomos ni para la provincia ni para la región vasco-navarra en general. El tema siguió siendo una cuestión espinosa durante el período de vigencia de la Alianza Foral en la década de 1920, socavando la concordia carlista-nacionalista e incluso produciendo divisiones internas dentro del propio carlismo.[44]

Otra característica típica de la propaganda tradicionalista eran las constantes referencias a los valores cristianos,[45]​ con los principales carlistas que compiten contra otras agrupaciones de la derecha, principalmente los integristas, para obtener el apoyo de la jerarquía católica, y si eso fuera inviable, que, al menos, sirviera para confirmar sus credenciales católicas de una manera u otra. Después del Congreso Católico de Zaragoza en 1890, todos los candidatos que se postulaban como "católicos" se esforzaron por obtener la autorización de los obispos; los carlistas trataron de obtener dicha licencia exclusivamente y criticaron el supuesto abuso e inflación del término, otorgado por los obispos incluso a los candidatos liberales.[46]

Enseña carlista

En el siglo XX, la propaganda carlista estaba cada vez más saturada de diatribas dirigidas contra la corrupción política (presentada como consecuencia inevitable del liberalismo), e incluso contra el propio sistema electoral.[47]​ Otra corriente ascendente fue la defensa del legitimismo, aunque las referencias a reclamos dinásticos generalmente se velaron y el partido trató de evitar el desafío abierto al gobierno alfonsista.[48]​ Las campañas de los candidatos carlistas, siempre ultraconservadores y antidemocráticos, en el cambio de los siglos, se volvieron aún más reaccionarias e incluyeron llamadas cada vez más frecuentes a defender los valores tradicionales contra la "revolución roja".[47]​ A fines de la década de 1910 y principios de la década de 1920, con la política carlista de alianzas fundamentales en pleno apogeo, dejaron de lado los hilos ideológicos. Fueron los integristas los que sobresalieron al criticar a los jaimistas por aliarse con los archienemigos liberales.[49]​ Finalmente, los últimos años de Restauración estuvieron marcados por el rechazo externo del sistema político y la "farsa parlamentaria".[50]

Política de alianzas: amigos y enemigos[editar]

No hubo una política de alianza carlista concisa, firme y continua durante las elecciones navarras a las Cortes. La elección de amigos y enemigos surgió de la dinámica interna dentro del Carlismo en España, de los cambios políticos de los demandantes carlistas, de las circunstancias locales y de los desarrollos en la escena política provincial y nacional.

Durante la década de 1880 y la mayoría de las décadas siguientes, los liberales, victoriosos en los campos de batalla, continuaron siendo archienemigos carlistas también en las urnas. Absteniéndose de presentar candidatos, los seguidores de Carlos VII simpatizaron con algunos aspirantes a Cortes que representaban a otros grupos. Uno de esos grupos fueron los conservadores; el más destacado de ellos fue el marqués de Vadillo,[51]​ considerado un candidato semi-carlista[52]​ y su red de caciques ocasionalmente apodado carlo-vadillismo.[53]​ Otros candidatos amigos fueron los Fueristas, un grupo centrado en el programa autónomo y católico.[54]​ Con la reconstrucción de la organización carlista, la base electoral de los Fueristas fue gradualmente absorbida por los tradicionalistas a fines de la década de 1880.[55]

Carlos VII
Ramón Nocedal

La división de 1888 entre los Integristas separatistas de Ramón Nocedal y el Carlismo dominante leal a Carlos VII produjo una amarga rivalidad entre ambas facciones. Aunque inicialmente en Navarra los dos grupos consideraron el apoyo mutuo de sus hombres,[56]​ finalmente presentaron candidatos competitivos en 1891.[57]​ Durante la década de 1890, ambos grupos se consideraron enemigos primarios y lucharon con una hostilidad venenosa.[58]​ Cuando los Integristas no presentaron candidatos (como en 1898) se negaron a apoyar a los carlistas[59]​ e incluso respaldaron a sus oponentes.[60]​ La hostilidad se convirtió en un acercamiento a principios de 1899, cuando dos facciones acordaron cooperar en Guipúzcoa; la alianza carlointegrista pronto se extendió también a Navarra.[61]​ En 1899 ambas ramas boicotearon las elecciones, y en campañas posteriores trabajaron juntas.

Desde principios del siglo XX, los carlistas surgieron como árbitros en la escena política regional, y otros partidos competían entre sí en busca de su apoyo. Las más estables resultaron ser las alianzas con los Integristas[62]​ y que los Mauristas, generalmente formados bajo un amplio paraguas monárquico-católico-regional. Como parte del acuerdo, los tres mandatos de Pamplona disponibles se compartieron entre un carlista, un integrista y un conservador,[63]​ mientras los aliados carlistas disfrutaban del privilegio de un "segundo voto ".[64]

Alrededor de 1915, la política de la alianza carlista comenzó a cambiar, como resultado del regateo complejo en las elecciones locales.[65]​ En 1916, los carlistas modificaron su estrategia y prefirieron antes a los liberales que a los integristas como socios de la alianza para recuperar los distritos de Tudela y Tafalla.[37]​ El año también marcó una nueva estrategia de alianzas tácticas fundamentales concluyó a expensas de una línea política clara.[66]​ La que enfureció a muchos fue una coalición con los liberales. Un acuerdo con los nacionalistas, inicialmente destinado a elecciones locales[67]​ pero que finalmente se aplicó a las elecciones generales,[68]​ y también levantó muchas cejas.[69]​ Finalmente, la secesión mellista dividió el carlismo más adelante.[70]

Geografía[editar]

El núcleo: de Artajona a Estella

El análisis de la distribución geográfica del apoyo carlista en Navarra revela algunas reglas generales aplicables durante la mayor parte del período de Restauración, aunque hubo pocos patrones cambiantes rastreables en partes específicas de la provincia. En general, el Carlismo registró la mayor tasa de éxito en el distrito electoral de Estella (ganó el 60% de los mandatos disponibles), seguido de Aoiz (40%), Pamplona (37%), Tafalla (25%) y Tudela (15%).[71]

El carlismo gozó del mayor apoyo en la zona central de Navarra, cubriendo el cinturón de las Sierras Occidentales, Tierra Estella, Pamplona de Cuenca, Navarra Media, Baja Montaña y parcialmente Prepireneo, con el núcleo formado por confluencia de los distritos de Pamplona, Estella y Tafalla, alrededor de Artajona,[72]Mendigorría, Larraga, Val de Mañeru[73]​ y Valdizarbe.[74]​ Un cambio importante dentro de esta zona central fue el deterioro gradual del voto carlista en el borde sur del cinturón, en Ribera Estellesa,[75]​ municipios del norte de la Ribera Arga y en Sierra de Ujué.[76]

Asidero suelto: Pirineos

La ciudad de Pamplona estaba a principios de la década de 1890 dominada por los carlistas,[77]​ aunque a finales de siglo su rivales acortaron la distancia y Sanz dejó de ser el diputado más popular de la ciudad;[78]​ también Vázquez de Mella más tarde, en el siglo XX, tuvo que conceder el primer lugar a un candidato maurista. La tendencia demostró ser estable y en algún momento el carlismo perdió su control sobre la capital, ya que en 1931 Pamplona fue uno de los pocos lugares en Navarra donde la coalición carlista-nacionalista perdió contra la izquierda.[79]​ La ciudad de Estella fue testigo del patrón opuesto: inicialmente los carlistas sufrieron fuertes derrotas[80]​ y conquistó la ciudad solo a principios del siglo XX, para seguir ganando también durante el triunfo democrático general de 1931.[81]

El cinturón del norte de la provincia (los valles cantábricos, valles meridionales, precantábrico, Pirineos) era de forma consistente menos entusiasta con el tradicionalismo. Hasta finales de la década de 1890, al movimiento le fue bastante mal en las montañas;[82]​ en los Pirineos Orientales, dominado por caciques como Gayarre con base en Roncal,[83]​ los carlistas sin incluso molestarse en presentar un candidato. Con el tiempo ganaron fuerza en valles meridionales, parcialmente en prepirenáicos[84]​ y de los Pirineos Orientales,[85]​ aunque su control fue menos que firme.[86]​ El Corredor del Araquil, en la década de 1890 fiel a la causa legitimista,[87]​ fue conquistado más tarde por los demócratas.[88]​ Los valles cantábricos siguió siendo la fortaleza integrista,[89]​ Con el tiempo fueron los nacionalistas vascos los que pusieron el pie en la zona. En general, hasta el final de Restauración, los carlistas no dominaron el cinturón septentrional,[90]​ y era escasa la densidad de población de esta región montañosa que trabajó a su favor al agregar el voto a los distritos de Pamplona y Aoiz.

Dando la espalda: Ribera

El área que fue testigo del cambio más visible en términos de preferencias políticas fue el cinturón sur (Ribera Alta, Ribera Arga, Ribera Aragón, Bardenas Reales, Ribera Baja). Los municipios a lo largo del Ebro superior comenzaron a alejarse del carlismo a finales de la década de 1890.[91]​ Los municipios del sur de los distritos de Estella y Tafalla, Ribera Arga y Ribera Aragón, incluidas las ciudades de Olite y Tafalla, solían ser tibios para el carlismo, con la única excepción de los años alrededor de 1910, cuando Bartolomé Feliú invirtió brevemente el patrón.[92]​ Las municipalidades a lo largo del Ebro inferior no mostraron preferencias claras hasta la década de 1910,[93]​ aunque en la Ribera Baja el carlismo mantuvo durante décadas su fortaleza insular en la capital Tudela,[94]​ perdiendo la ciudad después de 1910[95]​ para no volver a tomarlo.[96]​ A partir de entonces, toda la Ribera Oriental estaba cayendo irreversiblemente en manos de enemigos carlistas, en su mayoría republicanos, aunque también socialistas.[97]

Personalidades[editar]

Joaquín Lloréns

Fueron 20 los individuos elegidos como diputados carlistas por Navarra durante la Restauración, más un número no especificado de candidatos que, al menos, una vez se postularon para las Cortes, pero que nunca tuvieron éxito.[98]​ Los dos primeros que encabezan la lista no son navarros: Joaquín Lloréns Fernández[99]​ y Juan Vázquez de Mella,[100]​ que sirvieron 8 legislaturas cada uno como diputados navarros en las Cortes.

Joaquín Lloréns Fernández (1854-1930) fue un levantino y soldado, al mando de la artillería carlista durante la Tercera guerra carlista.[101]​ Comenzó su carrera parlamentaria en otro lugar, pero a partir de 1901 fue elegido 8 veces seguidas por Estella; su posición en el distrito fue tan dominante que nadie se atrevió a confrontarle en el período 1910-1916;[102]​ sin embargo, fue derrotado en Estella por un candidato cerralbista en 1919.[103]​ Juan Vázquez de Mella (1861-1928) fue un asturiano y destacado teórico carlista. Aunque estuvo presente en 8 legislaturas navarras a las Cortes,[104]​ fue elegido solo 7 veces (3 veces de Estella y 4 veces de Pamplona), ya que en 1903 él reemplazó al candidato exitoso, Miguel Irigaray. Ambos no eran típicos cuneros (a veces también llamados paracaidistas),[105]​ ya que con el tiempo se involucraron profundamente en los problemas locales.

Juan Vázquez de Mella

El diputado local más notable fue Romualdo Cesáreo y Sanz Escartín, el general carlista de Pamplona; fue el primer diputado carlista elegido en la provincia durante Restauración, exitoso en su ciudad natal 5 veces[106]​ y más tarde sirvió también en el Senado.[107]​ El candidato integrista más elegido fue José Sánchez Marco, representando a Pamplona en 1907, 1910 y 1914; los otros Integristas elegidos fueron Ramón Nocedal y Arturo Campión. El único diputado elegido como carlista independiente fue Justo Garrán Moso, que se postuló cuando los jaimistas e integristas no presentaron candidatos oficiales.[108]​ Dos casos en los que los líderes carlistas nacionales compitieron en Navarra fueron estos de Bartolomé Feliu Pérez en 1910[109]​ y Luis Hernando de Larramendi en 1920,[110]​ aunque había líderes locales navarros en pie, como Simón Montoya Ortigosa (sin éxito) en la década de 1890,[111]​ o Gabino Martínez Lope García (con éxito) en la década de 1910.[112]​ Dos condes de Rodezno dieron el único ejemplo de dos generaciones: padre e hijo, sirviendo como diputados carlistas navarros.

El candidato que obtuvo el mayor número de votos fue de Mella en 1907 (13.341) y en 1914 (11.338); el marco de 10.000 votos también fue excedido por Sánchez Marco en 1907 (10.166) y por Sanz en 1891 (10.003); Debido al tamaño de la circunscripción, todos fueron casos del distrito de Pamplona. En términos del porcentaje de votos ganados, la primacía recae en Llórens Fernández, quien recibió el apoyo del 99,51% de los votantes en Estella en 1907.[113]​ En total hubo 8 casos de carlistas que obtuvieron su acta de acuerdo con el notorio artículo 29, es decir, sin oposición de candidatos contrarios: Lloréns de Estella en 1910, 1914 y 1916, Tomás Domínguez Romera de Aoiz en 1914, Vázquez de Mella y Sánchez Marco en 1910, Víctor Pradera en 1918 y Joaquín Baleztena en 1920 (todos de Pamplona).

Diputados navarros (1879-1923)

Factores de éxito[editar]

Campesinos vascongados

El grupo de teorías más popular que evalúa la popularidad carlista (o la falta de ella) apunta a condiciones socioeconómicas,[114]​ aunque los académicos de esta escuela pueden presentar conclusiones contradictorias.[115]​ La teoría prevaleciente afirma que el carlismo prosperó en áreas rurales con grandes bienes comunes y dominado por propiedades de tamaño mediano, al menos autosustentables pero generalmente capaces de ingresar al intercambio de mercado.[116]​ Este tipo de unidades proporcionaban bases económicas para los propietarios campesinos, la base social del carlismo, y era frecuente en el cinturón norte de España, típico en la mayoría de Navarra.[117]​ Cada vez que este grupo social daba paso a propietarios de pequeñas parcelas no sostenibles, campesinos sin tierra,arrendatarios, trabajadores rurales y jornaleros - como fue el caso en la Ribera navarra, hogar de muchos terratenientes - El carlismo estaba perdiendo su base. En el extremo opuesto de la provincia, en los Pirineos, la baja fertilidad del suelo y los cortos períodos de vegetación redujeron la eficiencia de las explotaciones de tamaño mediano, lo que provocó la escasez de tierras y la tensión resultante, parcialmente desactivada por la emigración. En caso de que las áreas rurales se industrializaran, la consiguiente movilidad social estaba socavando los patrones de vida tradicionales[118]​ y socavando la popularidad carlista, como se supone que es el caso del Corredor del Araquil.[119]

Romería en Navarra

Otro grupo de determinantes enumerados está relacionado con la cultura y la religión. Se observa que el carlismo estaba fuertemente relacionado con la religiosidad, más ferviente en las provincias del norte, y una densa red parroquial, servida principalmente por clérigos provenientes de la misma área, mantuvo el movimiento.[120]​ Grupos de población que demuestran indiferencia religiosa u hostilidad externa, como profesionales de clase media socialmente móviles que dominan cultural y políticamente en comunidades urbanas , son responsables de rastrear la popularidad carlista en las ciudades y sus alrededores,[121]​ que conduce incluso a la aparición de un hilo antiurbano dentro del Carlismo.[122]​ La influencia liberal de emigrados o retornados en el Norte, combinada con la experiencia de primera mano del estado francés secular en los Pirineos, se cita como una posible razón para el control tradicionalista en los municipios montañosos.[123]

Emblema de Euzko Mendigoizale Batza

Uno de los temas más controvertidos es la correlación entre carlismo y nacionalismo vasco. No cabe duda de que hasta cierto momento el carlismo y la identidad étnica vasca se sostenían mutuamente, lo que ayuda a comprender el apoyo limitado al carlismo en la parte sudoriental de Navarra.[124]​ La discusión es principalmente sobre cuándo los dos comenzaron a separarse,[125]​ en qué medida el nacionalismo vasco debe algo de su características[126]​ para el carlismo, y en qué medida el declive del Carlismofue el resultado de que su electorado fuera tomado por los partidos vascos.[127]

La historiografía carlista de las últimas décadas parece marcada por un creciente escepticismo hacia las condiciones socioeconómicas que se ponen a la vanguardia, ahora sospechosas de darwinismo esquemático y simplificaciones excesivas. Un revisor subraya la aparición de trabajos centrados en "microsistemas de la vida cotidiana", como mentalidad colectiva, valores religiosos y morales, factores antropológicos, costumbres, patrones de interacción familiar, etc.[128]​ Otro historiógrafo pregunta si la nueva ola de obras marca un retorno a la política como clave principal de análisis.[129]​ Este enfoque aún debe contribuir a comprender los patrones de los resultados electorales carlistas en Navarra.

Véase también[editar]

Notas y referencias[editar]

  1. Layana Ilundáin, César (1998). Elecciones generales en Navarra [1876-1890]. Universidad Pública de Navarra. pp. 65-92. ISBN 84-95075-17-2. OCLC 41301860. Consultado el 15 de marzo de 2020. , Mina Apat, María Cruz (1985). «Elecciones y partidos en Navarra (1891-1923)». La España de la Restauración: política, economía, legislación y cultura: I Coloquio de Segovia sobre Historia Contemporánea de España (Siglo XXI de España): 111-113. ISBN 978-84-323-0511-5. Consultado el 15 de marzo de 2020.  pp. 111-113, Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 186-187
  2. Aunque ninguno de los estudios consultados habla sobre prácticas de manipulaciones ventajosas de las circunscripciones electorales (gerrymandering).
  3. Es decir, aquellos que pagaban las cuotas anuales conocidas como "contribución territorial" (en las áreas rurales, aproximadamente 17.500 cotizantes en 1886) o "subsidio industrial" (residentes urbanos, alrededor de 1.500 cotizantes en 1886).
  4. Ver población y números de electorado mencionados por Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 178, 199.
  5. Gutiérrez, Rosa Ana; Zurita, Rafael; Camurri, Renato (2003). Elecciones y cultura política en España e Italia (1890-1923). Universitat de València. ISBN 84-370-5672-1. OCLC 55074746. Consultado el 12 de marzo de 2020. 
  6. Varela Ortega, 2001, pp. 11-12
  7. p.ej. en el distrito urbano de Pamplona la participación electoral en los 1890 era habitualmente menor que zonas rurales, lo cual parece un contrasentido. La explicación más probable es que en las localidades y pueblos más pequeños la participación se vio inflada por el fraude electoral, Zaratiegui Labiano, 1996, p. 198. Ver también García-Sanz, 1992
  8. Datos completos disponibles en el Índice Histórico de Diputados, ver aquí. En algunos casos hay diputados cuya adscripción política se describe de forma diferente, p.ej. Ángel García-Sanz Marcotegui da el número de 48 diputados carlistas e integrista; ver García-Sanz, 1992, p. 313
  9. Excepto en 1899, cuando el pretendiente Carlos VII ordenó la abstención y el partido como organización evitó tomar parte; sólo candidatos individuales fueron admitidos: “no habrá diputados carlistas en las próximas elecciones, pero podrá haber carlistas diputados”; ver José María Remírez de Ganuza López, Las Elecciones Generales de 1898 y 1899 en Navarra, [en] Príncipe de Viana 49 (1988), ISSN 0032-8472, p. 382
  10. Durante el período en que el Carlismo participó en las elecciones como una fuerza organizada, es decir, durante 1891-1923, todas las ramas del Carlismo formaron el 38% de todos los diputados navarros y el 29% de todos los senadores navarros, ver Larraza Micheltorena, María del Mar (2001). «Navarra». El poder de la influencia: geografía del caciquismo en España (1875-1923). Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. p. 444. ISBN 84-259-1152-4. OCLC 52271788. Consultado el 22 de julio de 2020. ,
  11. Revisiones detalladas de las campañas indicadas en Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 177-224 (1886 y 1891), Remírez de Ganuza, 1988, pp. 359-400 (1898 y 1899), Larraza Micheltorena, 1988, pp. 215-227, Cerro Guerrero, 1988, pp. 93-106, Fuente Langas, 1990, pp. 947-960, pp. 93-106; también vale la pena estudiar García Umbón, 1989, pp. 221-262, Garde-Imízcoz, 1988, pp. 147-154, Serrano Moreno, 1988, pp. 457-464, Serrano Moreno, 1989, pp. 687-776, García-Sanz, 1990, pp. 441-488, Ángel García-Sanz Marcotegui, Las elecciones municipales de Pamplona en la Restauración (1891-1923), Pamplona 1990, ISBN 978-84-235-0906-5
  12. Se propone una periodización ligeramente diferente para las elecciones locales para la Diputación Foral: 1890-1903 (carlismo oficialista -o jaimista- e integrista controlaban el 35% de los representantes), 1905-1916 (68%) y 1917-1923 (25%), ver García-Sanz, 1992, p. 311; otra propuesta (en "caciquismo pleno" hasta 1896 y luego en "caciquismo parcial") en Stanley G. Payne, Navarra y el nacionalismo vasco en perspectiva histórica, [en:] Príncipe de Viana 47 (1984), pp. 103-4
  13. Zaratiegui Labiano, 1996, p. 180
  14. Este diario pamplonés fue tomado por los rebeldes Integristas dos años después; apareció entre 1886 y 1893, Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 182-183, para ser reemplazado por La Tradición Navarra (1894-1932), ver Garde-Imízcoz, 1988, p. 149
  15. transformado en 1897 en El Pensamiento Navarro
  16. Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 181-182
  17. Zaratiegui Labiano, 1996, p. 187, Remírez de Ganuza, 1988, pp. 361, 373
  18. García-Sanz, 1990, pp. 456, 459, 480
  19. Participación en alianza con los Fueristas como Unión Pamplonesa.
  20. Contra 3 liberales y 1 demócrata, ver en la Gran Enciclopedia Navarra la entrada «Partido Fuerista». 
  21. El trabajo acreditado por algunos a Ramón Nocedal, ver Jacek Bartyzel, Umierac ale powoli, Krakow 2006, ISBN 8386225742, pp. 273-274, y por otros a marqués de Cerralbo, véase Román Oyarzun Oyarzun, Historia del carlismo, Madrid 2008, ISBN 8497614488, 9788497614481, p. 433
  22. 4 jaimistas e 1 integrista, Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 198-199
  23. excepto Estella, donde el candidato carlist perdió marginalmente, Zaratiegui Labiano, 1996, p. 199
  24. En términos del número de votos en toda Navarra, los principales carlistas perdieron ante los conservadores a un ratio de 1:1,5. Conjuntamente con los integristas, los tradicionalistas perdieron ante los conservadores 1:1,2, datos en Zaratiegui Labiano, 1996, p. 199
  25. Por primera vez presentaron 5 candidatos en los 5 distritos, El Heraldo de Madrid, 6.3.1893: Cesáreo Sanz (Pamplona), Bartolomé Feliú (Aoiz), Juan Vázquez de Mella (Estella), Miguel Irigaray (Tafalla) y Eduardo Castillo Pineiro (Tudela)
  26. Larraza Micheltorena, 1988, p. 218; El Heraldo de Madrid, 6.3.1893 initialmente informó de su fracaso
  27. El Heraldo de Madrid, 6.3.1893
  28. Organizando las elecciones, no pudieron producir los resultados deseados, Larraza Micheltorena, 1988, p. 217. La autora considera también 1893 (no 1891) como un punto de inflexión para los carlistas, p. 227.
  29. ya que sus candidatos no visitaron las circunscripciones hasta tarde
  30. Mella perdió en la ciudad de Estella; su victoria en el distrito fue asegurada gracias a los votos del campo.
  31. Irigaray no pudo prolongar su mandato en Tudela perdiendo por un ratio de 1:1,3, Remírez de Ganuza, 1988, p. 372
  32. Los líderes carlistas consideraron realizar otro levantamiento y, de hecho, algunos ya habían comenzado con los preparativos. El gobierno de Silvela reacción con detenciones preventivas y expulsiones, lo que provocó que la red organizadora carlista se debilitara. Finalmente Don Carlos decidió abstenerse, Remírez de Ganuza, 1988, p. 382
  33. El análisis de los votos sobre los candidatos carlistas en 1898 y el porcentaje de abstención entre 1898 y 1899 revela una correlación material, especialmente en la ciudad de Pamplona, aunque también en las Améscoas, Tierra Estella y Valdizarbe, esto es, en el núcleo carlista de Navarra, Remírez de Ganuza, 1988, p. 392
  34. Sanz inicialmente anunció que competiría, pero luego se retiró, Remírez de Ganuza, 1988, p. 382
  35. En 1907 y en 1910; en el distrito parcialmente ribero de Tafalla, los carlistas ganaron 4 de 6 representantes.
  36. Fueron declarados victoriosos según el famoso artículo 29.
  37. a b Fuente Langas, 1990, p. 950-951
  38. De ahora en adelante, toda la Ribera Oriental, incluida la ciudad de Tudela, se estaba volviendo firme en manos de los rivales carlistas, en su mayoría republicanos, con la irrupción de los socialistas. Los carlistas recibieron el castigo en 1931 (1:3), García, 1989, p. 238
  39. Garde-Imízcoz, 1988, pp. 148-149
  40. Ver la carta de Jaime III a de Villores, ABC 13.03.1923; podría sospecharse que el pretendiente prefirió evitar la humillante derrota del partido, muy debilitada por la secesión mellista.
  41. ABC 23.3.1923
  42. Zaratiegui Labiano, 1996, p. 197
  43. Como muestra de la simpatía por los Fueristas en la década de 1880, ver Zaratiegui Labiano, 1996, p. 181
  44. Las dos facciones contendientes eran cuarentaiunistas moderados y antitrentainuevistas radicales, ver Fuente Langas, 1996, p. 419
  45. Enrique Gil Robles declaró en 1891: "la política de un diputado sinceramente católico no debe ser otra que la de Jesucristo Rey", citado después de Zaratiegui Labiano, 1996, p. 180
  46. Remírez de Ganuza, 1988, p. 365
  47. a b Remírez de Ganuza, 1988, p. 366
  48. Remírez de Ganuza, 1988, pp. 366-367
  49. Fuente Langas, 1990, p. 954
  50. Carta de Don Jaime a De Villores, ABC ' '13.03.1923
  51. Francisco Javier González de Castejón y Elío (1848-1919)
  52. Algunos estudiosos afirman que el carlismo navarro de finales del siglo XIX sufrió dos secesiones: esta de integristas, pero también de sectores más pragmáticos de la clase dirigente, que se orientaron hacia la realineación con el régimen y fue simbolizada por el marqués de Vadillo, ver Remírez de Ganuza, 1988, p. 361
  53. Zaratiegui Labiano, 1996, p. 187, Remírez de Ganuza, 1988, p. 373; para un perfil detallado, ver Mercedes Vázquez de Prada Tiffe, El Marqués del Vadillo. Figura clave del partido conservador en Navarra, [en:] Estudios de historia moderna y contemporánea: homenaje a Federico Suárez Verdeguer , Madrid 1991, ISBN 8432127485, pp. 469-480
  54. Zaratiegui Labiano, 1996, p. 181
  55. Ver en la Gran Enciclopedia Navarra la entrada «Partido Fuerista». ; su diario Lauburu dejó de aparecer en 1886, ver Zaratiegui Labiano, 1996, p. 183
  56. los Integristas cambiaron de opinión una vez que "El Tradicionalista" filtró una supuesta instrucción de Don Carlos sugiriendo alinearse con los liberales en lugar de los secesionistas, Zaratiegui Labiano, 1996, p. 197
  57. Romualdo Cesáreo Sanz y Escartin (Pamplona), Simón Montoya Ortigosa (Estella), Miguel Irigaray Gorría (Tafalla) y Eduardo del Castillo Piñeyro (Tudela). El candidato de Integrist fue Juan Manuel Ortí y Lara (Pamplona), Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 195-197
  58. Los Integristas instruyeron a sus seguidores que "antes que carlista, cualquier cosa: republicano, fusionista, conservador, cualquier cosa antes que Carlista, Zaratiegui Labiano, 1996, p. 181; Carlos VII emitió instrucciones similares contra los traicioneros nocedalistas, Zaratiegui Labiano, 1996, p. 197
  59. Remírez de Ganuza, 1988, pp. 367, 370
  60. Remírez de Ganuza, 1988, p. 368
  61. Remírez de Ganuza, 1988, p. 384
  62. , la alianza se vio reforzada por la oposición conjunta a la llamada Ley del Candado, ver Juan Ramón de Andrés Martín, ' 'El caso Feliú y el dominio de Mella en el partido carlista en el período 1909-1912' ', [en:]' 'Historia contemporánea' '10 (1997), p. 100
  63. Cerro Guerrero, 1988, pp. 93-94
  64. En el distrito electoral de Pamplona había 3 mandatos disponibles, aunque un votante tenía derecho a solo 2 votos. Los partidarios carlistas emitieron su primera votación para un carlista y una segunda, si lo deseaban, para un candidato recomendado por los carlistas, compárelo Zaratiegui Labiano, 1996, p. 187, Remírez de Ganuza, 1988, p. 373
  65. En las elecciones locales de Pamplona, en noviembre de 1915, los jaimistas se quedaron solos y fueron destrozados por una amplia coalición izquierdista de Álvaro de Figueroa, socialistas, demócratas, republicanos y datistas; durante las elecciones suplementarias a Cortes en el distrito de Pamplona de diciembre de 1915, los jaimistas acordaron que un candidato maurista y un datista liberal se retirarían, y a cambio, durante las elecciones parciales a Diputación Foral en Estella en febrero de 1916, apoyaron a un candidato liberal, lo que resultó en la expulsión de un furioso carlista disidente, Francisco Errea, Fuente Langas, 1990, p. 950.
  66. Esto desencadenó también conflictos internos dentro del tradicionalismo, ver Garde-Imízcoz, 1988, pp. 148-149
  67. conocido como Alianza Foral. Ver también cuarentaiunistas y antitrentainuevistas, Fuente Langas, 1996, p. 419
  68. Esto ayudó a garantizar un mandato de Pamplona para el nacionalista Manuel Irujo desde 1918 en adelante. La alianza carlista-nacionalista causó desconcierto también entre los conservadores y los liberales, ver Garde-Imízcoz, 1988, p. 150
  69. Garde-Imízcoz, 1988, p. 150
  70. Vázquez de Mella, desde 1914 en desacuerdo con el pretendiente, en 1918 abandonó a la carlista ortodoxa Estella y prefirió huir (con éxito) de su Asturias natal, ver Carolyn P. Boyd, Covadonga y el regionalismo asturiano, [en:] Ayer 64 (2006), p. 167
  71. El patrón de la mayoría del apoyo carlista proveniente de mediados de Navarra ya era claramente visible durante la Tercera Guerra Carlista. En la llamada Zona Media, los combatientes carlistas formaron el 12,54% de toda la población; para el tercio norte, llamado "Montana", la cifra fue del 4,97%; en el tercio sur, llamado "Ribera", la cifra era del 4,73%, Eduardo Martínez Lacabe, Aproximación prosopográfica a los soldados carlistas en la guerra de 1872-1876 , [en:] Huarte de San Juan . Geografía e historia 9 (2002), p. 125
  72. Artajona registró una de las tasas más altas, si no la más alta, de voluntarios para la milicia carlista Requeté durante la Guerra Civil española; 400 hombres se ofrecieron como voluntarios de una comunidad de 2.500, ver Javier Ugarte Tellería, La nueva Covadonga insurgente: orígenes sociales y culturales de la sublevación de 1936 en Navarra y el País Vasco, Madrid 1998, 9788470305313, pág. 108; , proporciona números algo diferentes (probablemente referidos a todo el municipio) en Oscar Elía Mañú, Memoria del Requeté, [en:] Libertad Digital 15.07.10, disponible aquí
  73. con la excepción en principio de Cirauqui. La ciudad, que votó más consistentemente a los carlistas incluso a principios de la década de 1980, véase MacClancy, 2000, p. 218 - a principios de la década de 1890 estaba dominado por una familia local de caciques liberales de Lacalle, Zaratiegui Labiano, 1996, p. 201
  74. para 1890 ver Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 220-222, para 1910 ver el mapa en Remírez de Ganuza, 1988, pp. 369,374
  75. aunque Viana tendió para favorecer el carlismo hasta principios del siglo XX, ver Remírez de Ganuza, 1988, p. 376, Garde-Imízcoz, 1988, p. 153
  76. ver tablas Serrano Moreno, 1989, pp. 760-763, mapas Serrano Moreno, 1989, pp. 771-772
  77. En 1891 los carlistas dominantes destrozaron a los conservadores (ratio 3,2:1), Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 202-206
  78. En 1898 los principales carlistas lideraron a los conservadores (ratio 1,6:1), Remírez de Ganuza, 1988, pp. 373-375
  79. Ver detalles en Serrano Moreno, 1989, p. 766
  80. con un ratio de 1:3,7 en 1891, Zaratiegui Labiano, 1996, p. 219
  81. Serrano Moreno, 1989, p. 761; Para un análisis geográfico de la fuerza carlista en Navarra en la década de 1930, incluyendo excelentes mapas, véase Juan Jesús Virto Ibáñez, "La Navarra que fue a la guerra", [en:] "Historia" 16 (1989), pp. 12-20
  82. Obtuvo alrededor del 10-15% de los votos. En el municipio urbano de Baztán registraron un resultado desastroso, derrotado por un ratio de 1:5,6, Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 220-221
  83. Su influencia persistió hasta principios de la década de 1920, ver Fuente Langas, 1990, p. 955-956.
  84. Principalmente alrededor de Lumbier; en 1910, en el área de Aoiz, los carlistas permanecieron en minoría, ver Cerro Guerrero, 1988, pp. 102-103.
  85. Irigaray ganó en el distrito de Aoiz, cubriendo los Pirineos Orientales, apenas en 1901; para 1910 ver Cerro Guerrero, 1988, pp. 102-103, para 1916 ver Fuente Langas, 1990, p. 956
  86. En el Valle de Roncal los carlistas obtuvieron solo alrededor del 15% de los votos alrededor de 1910, ver Cerro Guerrero, 1988, pp. 102-103, en 1916 Rodezno ganó en un ratio marginal 1,1:1, Fuente Langas, 1990, p. 956
  87. Remírez de Ganuza, 1988, pp. 369, 374
  88. Fuente, 1990, p. 955
  89. También los valles meridionales, fracciones menores de Valdizarbe, Pirineo Central y la ciudad de Pamplona, Fuente Langas, 1996, p. 418. Para un análisis detallado de la fuerza interistiana en las Provincias Exentas vecinas, ver Javier Real Cuesta, "El Carlismo Vasco 1876-1900", Madrid 1985, ISBN 8432305103, pp. 113-127
  90. Véase mapas Serrano Moreno, 1989, pp. 771-772, tablas Serrano Moreno, 1989, pp. 758-760
  91. Para 1891 ver Zaratiegui Labiano, 1996, p. 219, para 1898 ver Remírez de Ganuza, 1988, p. 376, para 1931, véase Serrano Moreno 1989, págs. 760-763
  92. Cerro Guerrero, 1988, p. 105, luego el área tendió a dividirse; el Norte votando a los carlistas y el Sur contra ellos, ver Fuente Langas, 1990, p. 956, para la década de 1930 ver tablas Serrano Moreno, 1989, pp. 767-770 y mapas Serrano Moreno, 1989, pp. 771-772
  93. En 1890 La caridad era minoritaria, ver Zaratiegui Labiano, 1996, p. 223, en 1910 la mayoría del área optó decisivamente por el carlismo, ver Cerro Guerrero, 1988, p. 104
  94. Derrotando a los conservadores 2,1: 1 en 1891, ganando también en 1898 y 1910, Cerro Guerrero, 1988, p. 104. La posición carlista en Tudela fue resultado de las actividades y el posicionamiento de Blas Morte Sodornil, empresario local.
  95. En 1910, los carlistas todavía ganaron en Tudela, aunque fue por un margen extremadamente pequeño; La disputa resultante fue finalmente resuelta por el Tribunal Supremo, Cerro Guerrero, 1988, p. 99.
  96. En 1916 el candidato carlista Kleiser ganó en las ciudades generalmente hostiles de Corella, Fitero y Cintruénigo, pero no pudo retomar Tudela, ver Fuente Langas, 1990, p. 956
  97. la derecha retomó brevemente la ciudad de Tudela en 1933, véase García Umbón, 1989, pp. 255-257
  98. Como Simón Montoya Ortigosa en 1891, Luis Martínez Kléiser en 1916, Esteban Martínez Vélez en 1923 o los integristas Juan Manuel Ortí y Lara en 1891, Canuto Mina y Guelbenzu en 1893, Mariano Bayona Arteta en 1893.
  99. Ver Índice Histórico de Diputados disponible aquí
  100. Ver Índice Histórico de Diputados disponible aquí.
  101. Ver "Lloréns y Fernández de Córdoba, entrada de Joaquín Archivado el 30 de julio de 2014 en Wayback Machine." en Gran Enciclopedia Navarra, disponible aquí Archivado el 30 de julio de 2014 en Wayback Machine., y Joaquín Lloréns Fernández de Entrada de Córdoba en Auñamendi Eusko Entziklopedia, disponible aquí
  102. En 1916 su oponente inicialmente declarado, Félix Andoño, se retiró antes del balotaje, ver Fuente Langas, 1990, p. 953
  103. Juan Ramón de Andrés Martín, El cisma mellista. Historia de una ambición política, Madrid 2000, ISBN 9788487863820, p. 175
  104. Vázquez de Mella en 1916 fue de su Asturias natal.
  105. «'Cunero', término del ámbito electoral». La Vanguardia. Consultado el 21 de julio de 2020. 
  106. Probablemente también habría ganado fácilmente las elecciones de 1899, pero prefirió obedecer las órdenes de Carlos VII y se abstuvo.
  107. "Romualdo Cesáreo Sanz Escartin" entrada en "Auñamendi Eusko Entziklopedia", ver aquí
  108. se postuló como independiente, aunque fue recomendado por los Jaimistas e Integristas, ver entrada de Justo de Garrán Mosso en Auñamendi Eusko Entziklopedia
  109. Cuando fue elegido en 1907 todavía no era el líder carlista nacional.
  110. Larrasoaña entrada en Auñamendi Eusko Entziklopedia ; Los líderes carlistas también se postularon en Navarra en la década de 1930 (con éxito) y en la década de 1970 (sin éxito)
  111. Zaratiegui Labiano, 1996, p. 196
  112. Fuente Langas, 1990, p. 946
  113. Aunque solo el 43% de los que tenían derecho a votar.
  114. Revisión historiográfica en Manuel Ledesma Pérez, Una lealtad de otros siglos (en torno a las interpretaciones del carlismo) '[en:]' 'Historia social' '24 (1996), pp. 139-149. En estudios de literatura no española centrados en los determinantes económicos del carlismo comenzaron a aparecer en la década de 1960, ver Gerald Brennan, "El laberinto español", Cambridge 1962. En España se hicieron populares después de la caída de Franquismo, para la muestra más madura ver Josep María Sole i Sabate (ed.), "El carlismo i la seva base social", Barcelona 1992, para una muestra temprana ver José María Donézar, "La desamortización de Mendizabal en Navarra", 1836-1851, Madrid 1975, para una muestra posterior, ver Francisco Javier Asín Remírez de Esparza, Alfonso Bullón de Mendoza, Carlismo y sociedad 1833-1840, Zaragoza 1987
  115. Algunos señalan que el carlismo floreció en áreas con bajo nivel de tensión social, ya que en Navarra fue "sobre todo un movimiento de personas económicamente satisfechas", ver Martin Blinkhorn, Carlism and Crisis in Spain, 1931-1939, Cambridge 2008, ISBN 978-0-521-20729-4, ISBN 9780521086349, pág. 17. Para una breve revisión de puntos de vista opuestos, presentando el Carlismocomo movimiento de protesta social ("fue una gran protesta social y una auténtica lucha de clases"), ver p. Ej. José Carlos Clemente, "El carlismo en el novecientos español (1876-1936)", Madrid 1999, ISBN 8483741539, 9788483741535, p. 47
  116. El tema de los bienes comunes subrayado en Steven Henry Martin, "The Commonality of Enemies: Carlism and anarchism in modern Spain, 1868-1937" [Tesis de maestría], Peterborough 2014, pp. 26-47, MacClancy, 2000, p. 38, Renato Barahona, "Vizcaya en la víspera del carlismo: política y sociedad, 1800-1833", Reno 1989, ISBN 0874171229, 9780874171228, p. 170.
  117. Ver María Cruz Rubio Liniers, María Talavera Díaz , "Bibliografías de Historia de España", vol. XII: El carlismo , Madrid 2012, ISBN 8400090136, 9788400090135, capítulos Sociología del carlismo. Bases sociales , pp. 100-112, especialmente el subcapítulo Sociedad agraria. Campesinado Clases populares, págs. 108-110.
  118. Compara una visión popular sostenida por los enemigos carlistas, quienes los consideraban cuellos de botella. Probablemente, la manifestación más famosa de tal visión es una frase atribuida al líder socialista Indalecio Prieto: “El carlista es un animal con la parte superior roja que vive en las montañas, come la comunión y ataca a las personas”, ver p. Ej. María Eugenia Salaverri, Lecciones de historia, [en:] El País 22.08.2014
  119. Donde la construcción de la concurrida línea ferroviaria transformó rápidamente los municipios adyacentes.
  120. José Andrés-Gallego, Génesis de la Navarra contemporánea, [en:] Príncipe de Viana 6 (1987), pp. 195-234, Anton Pazos, El clero Navarro (1900-1936). Origen social, procedencia geográfica y formación sacerdotal, Pamplona 1990, ISBN 8431310979, 9788431310974
  121. Aunque en el caso de la ciudad de Pamplona es difícil encontrar una clara dependencia entre el voto carlista y la estructura social del electorado. Para fines del siglo XIX, parece que al carlismo le fue peor en los distritos donde la fracción más baja de artesanos y obreros se combinó con la fracción más alta de empleados y profesiones liberales (sección IV: Plaza de la Constitución y sección V, la Ciudadela), aunque la correlación no puede revertirse, Zaratiegui Labiano, 1996, pp. 204-205. Los patrones del siglo XX son más claros, véase Serrano 1989. Véase también una interesante comparación estadística de Vitoria y Pamplona en Ugarte 1998, pp. 216-217.
  122. Francisco Javier Caspistegui Gorasurreta, “Esa ciudad maldita, cuna del centralismo, la burocracia y el liberalismo”: la ciudad como enemigo en el tradicionalismo español, [en:] Actas del congreso internacional "Arquitectura, ciudad e ideología antiurbana ", Pamplona 2002, ISBN 8489713510; sin embargo, uno debe tener cuidado de no aplicar este anti-urbanismo universalmente; en algunas regiones, como Galicia, el carlismo resultó ser un fenómeno principalmente urbano, ver José Ramón Barreiro Fernández, "El Carlismo Gallego", Santiago de Compostela 1976, ISBN 8485170105, pp. 264-266
  123. Serrano Moreno, 1989, p. 735
  124. Lista completa en Cruz Rubio, Talavera Díaz 2012, capítulo Fueros y nacionalismo vasco, pp. 194-207, para muestras ver Beltza (Emiliano López de Adán), Del Carlismo al nacionalismo burgués, San Sebastián 1978, Javier Corcuera Atienza,Orígenes, ideología y organización del nacionalismo vasco, Madrid 1979, Vicente Garmendia, La ideología Carlista (1868-1876), San Sebastián 1984, Ángel García Sanz-Marcotegui,Navarra. Conflictividad social a comienzos del siglo XX y noticia del anarcosindicalista Gregorio Suberviola Baigorri (1896-1924), Pamplona 1984, MacClancy, 2000. Para el último trabajo ver García-Sanz Marcotegui, Ángel; Mikelarena Peña, Fernando; Iriarte López, Iñaki (2002). Historia del navarrismo (1841-1936): sus relaciones con el vasquismo. Universidad Pública de Navarra. ISBN 978-84-95075-90-1. Consultado el 14 de marzo de 2020. 
  125. Eventualmente condujo a la confrontación militar durante la Guerra Civil; sin embargo, vale la pena señalar que la sección navarra del PNV,Napar Buru Batzar, optó por unirse a la insurgencia carlista en 1936
  126. O supuestas características, como la intransigencia, el estilo político de confrontación y la predilección por la violencia, véase, por ejemplo, Robert P. Clark, "Los vascos, los años de Franco y más allá", Reno 1979, ISBN 0874170575 , 9780874170573, pp. 107-189, Diego Muro, "Etnia y violencia: el caso del nacionalismo vasco radical", Routledge, 2013, ISBN 1134167695, 9781134167692, pp. 39-115
  127. Un eslogan popular en Navarra en la década de 1970 fue "hijo de carlista batasunero es", el hijo del carlista es un batasunero (activista de Herri Batasuna, un partido nacionalista vasco), ver MacClancy, 2000, p. 237
  128. Manuel Martorell-Pérez, Nuevas aportaciones históricas sobre la evolución ideológica del carlismo, [en:] Gerónimo de Uztariz 16 (2000), pp. 95-108
  129. Eduardo González Calleja, Historiografía reciente sobre el carlismo.¿El carlismo de la argumentación política?, [en:] Ayer 38 (2000), pp. 275-288

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]