Usuaria:Mjblanco/prueba monacato femenino

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El monacato - del griego monachos, persona solitaria - femenino es la forma de vida organizada más o menos ascética, dedicada a una religión, que adoptan las mujeres en los monasterios. La palabra monja es el femenino de monje - del griego monos, solo, solitario - que significa alguien que vive solo, apartado de los demás. Monja es una mujer que ha sido consagrada dentro de una orden religiosa que sigue habitualmente una vida monástica acogiéndose a una serie de reglas, entre las cuales suelen estar el celibato, la obediencia, la pobreza, la castidad y, en algunos casos, aislamiento total de la vida civil.

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Antecedentes[editar]

Las niñas y las mujeres custodian -como vestales, vírgenes consagradas, monjas, místicas, según los ritos y mitos de cada religión,- el fuego purificador, fuego sagrado, la llama que ilumina, alumbra, Luz Divina.

Antes de la existencia de los monasterios, el precedente pagano de las vírgenes consagradas fueron las vestales, sacerdotisas consagradas a la diosa del hogar Vesta en la antigua Roma, cuya responsablidad era mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta en el Foro romano.
La castidad de las mujeres fue un valor esencial en muchas sociedades y se la consideró un elemento de bienestar y fecundidad de familias, pueblos y Estados.[2]

Existen estudios comparativos entre vestales y otras instituciones religiosas de mujeres, como las Acllacuna en la cultura precolombina de Perú.[3]

Pío XII hizo expresa mención a cómo las vírgenes llegaron a ser, no sólo una clase, sino un estado ya definido, de modo que comenzó a ejercitarse esta profesión de la virginidad:

La Iglesia, con sabia providencia, defendió en el orden exterior esta profesión cenobítica de las Vírgenes con leyes de clausura cada vez más severas. Y en cuanto al orden interno, de tal manera ordenó su género de vida, que casi insensiblemente fue delineando, en forma clara y perspicua, en sus leyes y en la ascética religiosa, el tipo de Monja o de Religiosa dedicada totalmente a la vida contemplativa, bajo una rígida disciplina regular.[4]

Santa Tecla de Iconio, Santa Petronila y otras vírgenes son, junto con los primeros ascetas, los antecedentes inmediatos del monacato cristiano. El Concilio de Elvira que se celebró en Hispania Baetica entre el 300 y el 324 atestigua la existencia de estas primeras comunidades religiosas. [5]

Existieron otros monacatos de mujeres como el de monjas budistas en el Templo del Shaolin, dentro del Parque Nacional chino de Shongshan, aunque Buda era reacio a admitir mujeres en los templos.

La existencia de monasterios no cristianos, paganos, en la Antigüedad clásica, los cuales estarían habitados por terapeutas y terapeutrices, fue sostenida por algunos autores.[6]

David Knowles afirma que :

Lo único cierto que podemos decir es que la vida monástica aparece en varias de las más importantes religiones del mundo civilizado, y que, por tanto, es una reacción normal y humana ante las aspiraciones morales y espirituales, y que fue la enseñanza de Jesús y no ninguna institución anterior la que dio nueva forma a esas aspiraciones engendrando así la existencia del monacato cristiano.[7]

Monacato femenino en el cristianismo[editar]

Se considera que la versión organizada del monacato cenobítico cristiano comenzó en Egipto durante el siglo IV. Los monjes cristianos en los siglos anteriores eran usualmente eremitas, especialmente en Oriente Medio. Esto fue lo común hasta el declive de la Cristiandad en Siria a finales de la Edad Media. Además de la vida monacal, las mujeres se organizaron como beatas y beguinas, dedicando su vida a la religión en los beaterios o béguinages o en otros centros espirituales como son los conventos, monasterios y, excepcionalmente, ermitas rupestres (vida eremítica). Otra forma de vida fué el empaderamiento.

Tenemos constancia de la existencia de monasterios en Egipto en el siglo III y IV. Amma María (hermana de Pacomio) fue la fundadora de estos cenobios femeninos. Cuando en el año 320, Pacomio organiza la vida cenobítica en la Tebaida, las monjas del monasterio de Panápolis eran más de cuatrocientas.[8]

En una celda se recluyó Thais, nacida en el siglo IV, con provisiones para tres años, después de haber sido aceptada por la Iglesia, tiempo durante el cual hizo penitencia por sus pecados. Cuando salió se dice que vivió entre las monjas del desierto egipcio sólo durante un breve período de quince días, luego murió.

En el año 325 el Concilio de Nicea I establece en el canon 3 la prohibición a todos los miembros del clero residir con cualquier mujer, excepto con su madre, una hermana o una tía.[9]

Se dice que San Antonio Abad encomendó su hermana a unas vírgenes de su confianza para que pudiera recibir la educación que consideró conveniente y que luego edificó un monasterio de mujeres al frente del cual puso a su hermana para dirigirlo.[10]

San Basilio, patriarca del monacato oriental en Capadocia, Turquía, fundó varios monasterios para mujeres jóvenes. A partir de entonces se multiplicaron en Oriente estos cenobios y a principios del siglo V algunos contaban con más de 200 monjas.

San Jerónimo da fe de los cenobios de mujeres en Occidente. En sus cartas relata la vida de Santa Paula de Roma que a los treinta y dos años de edad quedó viuda y aunque siguió dedicándose a su familia, se interesó más en la religión conforme fue pasando el tiempo. Paula conoció a Marcela y su grupo de mujeres medio monjas del que formó parte. Paladio afirma que Santa Paula había aprendido griego con su padre y hebreo en Palestina, atendió a San Jerónimo y le fue a éste de gran utilidad en sus trabajos bíblicos. Para ello, San Jerónimo la había iniciado en las cuestiones exegéticas. Paula y Eustoquio fundaron dos monasterios, uno de mujeres y otro de hombres.[11]

San Ambrosio dejó escrito que llegaban mujeres de lugares lejanos para recibir los hábitos. Bajo su dirección se fundaron varios bajo monasterios de mujeres, en uno de los cuales se recluyó su hermana Marcelina con su compañera Cándida.

En el siglo VI San Benito fundó en Montecassino, una comunidad, los benedictinos, y estableció reglas de convivencia que luego sirvieron de base para otras órdenes. También abrió cerca un convento con la misma regla, llamado Piumarola, del que, su hermana Santa Escolástica, que había sido consagrada al servicio divino desde niña, fue abadesa. La regla benedictina fue acogida por la mayoría de los monasterios fundados durante la Edad Media.

Coincidiendo con el movimiento religioso masculino vita apostólica, a lo largo del siglo XII, las mujeres aparecen de tal forma que los historiadores hablan de la cuestión femenina, cuyas necesidades espirituales y formas de organización provocarán constantes problemas organizativos a la iglesia.[12]

La orden cisterciense se fundó para restaurar la regla benedictina. Hacia 1125 algunas monjas benedictinas abandonan su priorato solicitando la protección del abad de Císter, Esteban Harding, que se las concede en 1132. Luego se crearon otros monasterios y se incorporaron a la orden. Hacia 1200 se contabilizan dieciocho monasterios de monjas cistercienses en Francia. Durante el siglo XII las monjas crean abadías en Bélgica, Alemania, Inglaterra, Dinamarca y España.
Varias monjas de esta orden que vivieron en el siglo XIII han sido canonizadas: Santa Lutgarda en Bélgica, Santa Eduviges en Polonia, las santas Gertrudis de Helfta y Matilde de Magdeburgo.

Entre las místicas cistercienses está santa Juliana de Cornillon, quien vivió entre 1191 y 1254 y fue la instigadora de la fiesta del Corpus Christi, fiesta instituida en la Iglesia por el papa Urbano IV en 1268.
Esta orden protegió con frecuencia a las beguinas, movimiento de mujeres que se reunían para rezar y para dedicar su tiempo al estudio. Con el tiempo se encargaron también de cuidar enfermos, cuidar de las parroquias mal atendidas, pobres y miserables o cuidar al párroco, pero siempre sin dejarse ver.

A finales del siglo XIII llegaron a ser mas de doscientas mil. No estaban sometidas a autoridad alguna. Fueron perseguidas y tuvieron que incorporarse a órdenes religiosas o abandonar las actividades. Algunas incluso fueron quemadas por la Inquisición.

Las beatas eran mujeres que habían realizado votos informales de castidad rechazando el matrimonio y dedicándose a obras de caridad. Algunas de estas agrupaciones de mujeres eran llamadas beguinas, mantellate, bizzocale (gazmoñas) o pinzochere (santurronas).[13]

En la literatura de Castilla y en la de Aragón, de la época medieval, se observa una tendencia a ridiculizar cualquier actividad femenina que rebasara los límites que la sociedad les imponía a las mujeres. Podemos encontrar referencias paródicas sobre las beatas y las beguinas, quienes tenían una consideración negativa en la literatura hispánica y europea medieval y solían ser representadas de forma caricaturesca identificándolas con la falsa espiritualidad y con la hipocresía. Tal es así que «beguina» significaba «falsa beata», alcahueta, hechicera, por ejemplo, en el Corbacho del Arcipreste de Talavera, en El conde Lucanor de Don Juan Manuel y en el Espill o Llibre de les dones o de Jaume Roig.[14]




  • Tanto en Oriente como en Occidente, fue común la existencia de comunidades mixtas, de hombres y mujeres. ARANA [15]​, en su libro "Mujeres sacerdotes ¿por qué no? hace referencia estos monasterios dobles que surgieron en los siglos V y VI,« por supuesto antes de definirse las diferencias entre las dos potestades, con una variedad organizativa enorme » [16]​ Algunas existen todavía.Hildegarda fue abadesa, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana. Todo esto lo hizo en su condición de monja, acogida en el monasterio de Disibodenberg que era masculino, junto a otras reclusas en una celda anexa bajo la dirección de Jutta de Sponheim. En 1115 la celda se transforma en un pequeño monasterio para poder albergar el creciente número de vocaciones.
  • El ingreso en la vida monacal de las mujeres era voluntario, aunque, en ocasiones, fuere una válvula de escape del matrimonio. Otras veces las mujeres eran depositadas, siendo niñas, por sus familiares. [17]​ En el caso de los monasterios femeninos cistercienses,[18]​las Fundadoras nombraban a "La Señora" para controlar así la marcha del convento o, incluso, obligaban a alguna hija a ingresar, para que, en su día, fuese nombrada abadesa.[19]​ </ref> Las reclusas [20]​ hacían voto de castidad, obediencia y estabilidad, pero no de pobreza, por lo que su reclusorio administraban sus propiedades o que con su dinero hacían obras de caridad.
  • En los siglos XIV y XV se desarrolla el fenómeno conocido como emparedamiento.[21]​. ,estos es, la vida que una mujer dedicaba a la religión, introduciéndose en una celda cuya puerta se tapiaba, para hacer penitencia y entregarse a la contemplación. No obstante, se tiene noticia de emparedamientos forzados y penales, establecidos para castigo más o menos riguroso según la gravedad de la culpa.«[22]

mujeres religiosas que se encerraban entre cuatro paredes, a las que se les llamaba mujeres emparedadas

La Reforma y Contrarreforma[editar]

Mapa de Europa en 1525

La Reforma Protestante suprimió el monacato. El fundador de la Reforma Protestante fue el monje católico agustino alemán Martín Lutero, quien ingresó en 1507 en la orden religiosa de los agustinos. En el convento católico prosiguió sus estudios y se convirtió en un experto en la Biblia y en los autores cristianos medievales. Lutero hacía un llamamiento a la nobleza alemana para que negase obediencia al Papa y apoyase una reforma de la Iglesia Católica alemana; afirmaba también, de acuerdo a su interpretación de la Biblia, que todos los cristianos eran sacerdotes sin necesidad de ninguna ordenación especial y negaba la autoridad suprema del Papa sobre la cristiandad universal. El 13 de junio de 1525 contrajo matrimonio con Catalina de Bora, monja católica alemana que se convirtió al protestantismo, quien había huído junto con otras monjas más del monasterio cisterciense en Nimbschen. Después de casada, ella se mudó al antiguo monasterio agustino en Wittenberg donde vivió con su marido y sus hijos.

La Contrarreforma, que no fue solo una reacción de la Iglesia Católica frente a la Reforma protestante, culminó en el Concilio de Trento, celebrado entre los años 1545 a 1563. El Concilio estableció reglas de clausura para los monasterios de mujeres que impidieron a las monjas seguir aprendiendo latín, filosofía y teología.[23]

El estudio de los fondos bibliográficos es fundamental para comprender la formación de las mentalidades y su evolución a lo largo de los siglos. Existe una radical diferencia entre lo que leen los hombres y las mujeres. Con la culminación del Concilio de Trento, la Iglesia Católica modeló un nuevo estilo de pensamiento y de semblante: el interés primordial se centró en reservar el saber teológico y filosófico a una elite restringida.[24]

Las monjas vieron así disminuir sus posibilidades de desarrollar una vida espiritual en el devenir de su vida cotidiana más cuanto que las bibliotecas monacales femeninas se vieron apartadas de la Biblia y de los principales tratados teológicos y filosóficos del momento a partir de la promulgación del Índice, mientras que las bibliotecas masculinas no tuvieron traba alguna para acceder a la Biblia y a sus comentarios, a las obras originales de todos los tratadistas de filosofía y teología, historia, medicina, ciencia, literatura e incluso a los autores protestantes -véanse las bibliotecas de El Escorial, Montserrat, el Convento de San Esteban (Salamanca) o el Convento de San Pedro (Pastrana)-.

Ellas tuvieron que conformarse con libros de espiritualidad, de oración, biografías de santos, la vida de la Virgen y de Cristo, comentarios sobre autores místicos, tratados sobre las virtudes de la mujer y determinados textos muy precisos de la Biblia.[25]

El misticismo fue una experiencia personal de mujeres, en un mundo en el que el poder y el saber eran masculinos.
Las mujeres no podían recibir la ordenación sacerdotal ni convertirse en miembros del clero secular, sólo pertenecían al mundo eclesiástico como monjas o religiosas de segundo orden.

Elena Anguissola. Retrato, Sofonisba Anguissola, pintora renacentista. Elena que recibió como su hermana, clases del pintor Bernardino Campi, abandonó la pintura cuando tomó los hábitos.

Los monasterios, mientras eran abolidos por las iglesias de la Reforma, formaban la columna vertebral de la cristiandad católica.[26]

El catolicismo, a diferencia de la Reforma, reforzó el celibato incondicional de los sacerdotes e intensificó la reglamentación de la vida monacal controlando la observancia del voto de castidad.

El esfuerzo apuntaba a contener la explosión y enorme aumento del elemento femenino dentro de la Iglesia, cuyo número superaba holgadamente el del clero masculino, y a eliminar las formas religiosas que practicaban predominantemente las mujeres: la vida semirreligiosa de algunas reclusas, las beguinas, pinzocchere o hermanas de vida en común, seglares, beatas, terciarias de orden tercera regular y otras mujeres consagradas a dios que, por ejemplo, en los Países Bajos septentrionales, llegaban a sumar una vez y media el número de eclesiásticos masculinos.[26]

Ya en el Concilio de Tarragona, celebrado en febrero de 1317, se había prohibido a las beguinas, bajo pena de excomunión, hacer vida comunitaria y predicar sin autorización.[27]

Las medidas disciplinarias que impuso el Concilio de Trento tendían principalmente a restablecer el modo de vida comunitario y a romper el vínculo con la familia de origen de la religiosa.[26]

La discusión se daba en el campo jurídico en relación al derecho sucesorio, ya que, hasta el momento, las cómodas celdas confortablemente amuebladas en las cuales vivían las religiosas ricas eran legadas a otro miembro de su familia.[26]
La boda con Cristo requería una ceremonia, que en los Virreinatos de Córdoba y Granada, se conoce como la "coronación" si bien la consumación del desposorio mísitico era el momento de la muerte en el de Granada. De hecho, surgieron retratos al óleo de "monjas coronadas".[28]
También era habitual la entrega de la dote.[26]​ Las religiosas provenientes de familias acomodadas vivían según su rango social y en compañía de una hermana, hija o sobrina a modo de pupila, y comían aparte pues poseían su propio huerto y gallinero.
El padre de la desposada con Cristo recibía ciertos ingresos cuando aseguraba para su hija una función directiva, la comunidad recibía exenciones tributarias y otros privilegios por lo que la elite de la ciudad y las familias tenían interés en defender el contacto con las religiosas internadas.

Por eso hubo mucha resistencia a la aplicación de los decretos del Concilio de Trento que recluían a las religiosas, pero las medidas se impusieron y terminaron aportando cambios muy profundos.
Al comienzo de la era moderna casi todas las comunidades de mujeres consagradas a dios ya estaban institucionalizadas y se atenían a la regla monacal.[26]

Las medidas lograron que los conventos funcionaran cada vez más abiertamente en beneficio de la política eclesiástica central. De ahora en adelante la Iglesia era la heredera y no la familia. Los lazos con la comunidad se rompían.
Las monjas debían dormir solas o en grupos porque ya no les permitían tener a una familiar más joven en su celda, con lo cual desaparecía la posibilidad de cultivar los vínculos afectivos. Se prohibían las limosnas, el ingreso esencial de la economía de las monjas.
Son conocidas las resistencias de las mismas monjas que, en algunos casos, llegaron a arrojar sillas a la cabeza del visitador y, en otros, hicieron tal escándalo que tuvo que intervenir la policía.[26]
Muchas se fugaron y en Roma incluso llegaron a suicidarse.

Al debilitarse el vínculo con sus familias y entre ellas, el lazo más personal que mantenían era con su confesor, su guía espiritual, un sacerdote varón. El peligro que significaba esa situación trajo como consecuencia que se modificara la forma del confesionario: se introdujeron las celosías que impedían todo contacto o intercambio de miradas entre la penitente y su padre confesor.[26]

Para la mayoría de las mujeres, tanto de las clases altas como bajas, las únicas opciones de vida eran el casamiento o la entrada a un convento. Las mujeres de las capas medias, las que tenían acceso a las actividades profanas, eran las que estaban menos representadas en los conventos.
Se sabía que en la mayoría de los casos no había habido elección voluntaria de la mujer de entrar en un convento aunque muchas veces era un refugio para las mujeres casadas que escapaban de la violencia conyugal.[26]
Las fundadoras protomodernas de órdenes religiosas fueron muchas veces viudas con varios hijos, como Ludovica Torelli, Juana Francisca Frémyot de Chantal o Luisa de Marillac.

Monacato femenino en Hispania[editar]

La perspectiva historiográfica en torno a la mujer impulsó, en la década de los 80 y 90, la investigación y el estudio del monacato femenino en España.[29]​ En Hispania también está documentado que las vírgenes consagradas a Dios, fueron una institución reconocida por el Obispado. El monacato hispano estuvo paralizado durante el s.V,por la invasión de los vándalos, suevos y visigodos. Después, el paulatino ascenso hasta el esplendor en el s.VII de monasterios tiene las siguientes peculiaridades. Una, los monasterios dúplices [30]​, cuyo origen posiblemente sea que la administración de los monasterios femeninos la llevaba un monje, según dispone el Concilio II de Sevilla en su canon XI y varios capítulos de la Regla Común (XV;XVI y XVII)

Mandamos que en el monasterio de monjas habiten los monjes lejos de las celdas; y éstos han de ser pocos y perfectos, de modo que de entre muchos se elegirán aquellos bien experimentados que casi hubieren envejecido desde bastante tiempo en el monasterio, a quienes siempre les recomendó su vida casta y a quienes los cargos de acusación no les obligaron a quedar fuera de la iglesia como excomulgados. Por tanto, deben habitar en el monasterio de vírgenes aquellos que o bien deban cumplir algún servicio de carpintería, o bien deban preparar a los monjes que llegan de hospedaje, y han de ser como guardianes de esos vasos en cuanto a los jóvenes de ambos sexos. Las monjas no tendrán autorización alguna para salir; y sin la bendición de la abadesa no deben buscar después ocasión en manera alguna de dar el ósculo de paz o hablar con los varones. Y, si obraren de otro modo, quedarán sujetas a la regla.
Regla Común o de los Abades,Regla Común o regla de los abades

[31]

Dos, los monasterios familiares que tuvieron gran difusión en la época de la Reconquista y favorecieron la repoblación de grandes extensiones despobladas. Es lo que se conoce como monacato repoblador [32]

Surgían edificando una iglesia en medio de una propiedad rústica, (cenobio) convirtiéndose en monjes los familiares y siervos quienes convivían con el dueño. Estos monasterios admitían que pudieran donarse matrimonios con sus hijos y esclavos siempre que se sometieran a la pobreza monástica y a la obediencia al abad.

Suelen efectivamente algunos organizar monasterios en sus propios domicilios por temor al infierno, y juntarse en comunidad con sus mujeres, hijos, siervos y vecinos bajo la firmeza de juramento, y consagrar iglesias en sus propias moradas con título de mártires, y llamarlas bajo tal título monasterios. Pero nosotros a tales viviendas no las denominamos monasterios, sino perdición de almas y subversión de la Iglesia. De ahí provino la herejía y el cisma y gran controversia por los monasterios. Y de ahí dicha herejía, por el hecho de que cada cual elija a su gusto lo que le pareciere, y crea que lo elegido es santo y lo defienda con sofismas. Cuando encontrareis a estos tales, habéis de tenerlos no por monjes, sino por hipócritas y herejes; y éste es nuestro deseo y lo que rogamos encarecidamente a vuestra santidad y mandamos: que no tengáis trato alguno con esos tales ni los imitéis; y porque viven a su capricho, no quieren estar sometidos a ningún superior; no entregan a los pobres nada de sus bienes, sino que incluso tratan de quedarse con lo ajeno, como si fueran pobres, para lograr con sus mujeres e hijos mayores lucros que en el siglo

[33]

La Regla común establecía también cómo deben vivir en el monasterio sin peligro los varones con sus mujeres e hijos.Debían abandonarlo todo y vivir en el monasterio como huéspedes y viajeros bajo obediencia al abad.

Ni los padres han de estar pendientes de sus hijos, ni los hijos de los padres, ni se han de entretener en mutuas conversaciones, excepto si lo permitiere la autoridad del abad. Sin embargo, los tiernos pequeñitos, que todavía se entretienen con juguetes, tendrán licencia, por piadosa concesión, para acudir a su padre o madre cuando quieran, con el fin de que no vayan a caer los padres en el vicio de la murmuración por causa de ellos, porque suele haber mucha murmuración en el monasterio con motivo de esos parvulitos. Mas deben ser cuidados por ambos padres hasta que conozcan algún tanto la regla, y en ella han de ser instruidos, para que tanto los niños como las niñas se sientan atraídos al monasterio donde habrán de habitar. Vamos a mostrar el método llano de cómo deben ser alimentados los niños en el monasterio, si el Señor nos diere licencia. Ha de elegirse un despensero experimentado en bondad y paciencia por la conferencia de la comunidad, y debe estar libre de todo servicio del monasterio y del oficio de cocinero; de ese modo tendrá siempre a su cargo la despensa para atender a los niños, ancianos, enfermos y huéspedes; y, si el grupo fuere numeroso, se le concederá un joven para atender al mismo servicio, de modo que a la orden de éste se reúnan a sus horas oportunas los niños y reciban el alimento. Desde la Pascua santa hasta el 24 de septiembre comerán cada día cuatro veces. Desde el 24 de septiembre hasta el 1 de diciembre, tres veces. Desde el 1 de diciembre hasta la Pascua santa quedará al arbitrio del despensero. Pero, por otra parte, deben ser instruidos, de modo que sin la bendición y permiso no han de llevar nada a la boca. También los dichos niños han de tener su decano, que se cuidará de ellos más que nadie para observar la regla sobre los mismos y para ser advertidos siempre por él de que no hagan ni hablen nada prescindiendo de la regla y, desde luego, no caigan en mentira, hurto o perjurio. Por lo que, si fueren cogidos en alguno de los delitos predichos, sin demora han de ser castigados por su mismo decano con la vara. El despensero les lavará por sí mismo los pies y los vestidos y les enseñará con todo interés a aprovechar en la santidad, para que del Señor reciba todo el galardón; y siga las lecciones de la Verdad cuando dice: Dejad a los niños que se lleguen a mí; no se lo impidáis, pues de ellos es el reino de los cielos17.La regla común, http://personales.ya.com/mrgreyes/ermita/monacato/regl-com.htm#106

Tres, El pacto documento jurídico de la profesión monástica, otorgado en dos fases, una colectiva entre el abad y la comunidad que lo había elegido y otra fase individual, entre el abad y cada monje incorporado. Surgió en el noroeste peninsular y sobrevivió a la invasión musulmana, perdurando casi hasta la celebración del Concilio de Coyanza (1050)[34]

Cuatro, la tardía recepción de la regla de San Benito.[35]

Santa Eufemia de Cozuelos[36]​ es el primer monasterio femenino perteneciente a La Orden Militar de Santiago, única Orden de Caballería religiosa en que los freiles podían contraer matrimonio libremente: sólo el Maestre debía ser célibe. Mientras los frailes estaban ausentes, en tiempo de guerra, las mujeres e hijas vivían en estos conventos. Por otra parte las mujeres, viudas en su mayoría que quisieran ingresar en la Orden como religiosas, encauzaban su vocación santiaguista femenina. Esto suponía para la Orden ser la donataria de todos los bienes que las freilas donaban cuando ingresaban, para después de su fallecimiento.

Misticismo monacal femenino hispano[editar]

El misticismo hispano es el resultado de la influencia de la herencia cristiana, judía, musulmana, germánica y mediterránea en el contexto del final de La Reconquista y del descubrimiento, civilización y cristianización del Nuevo Mundo.[37]​Desde Castilla, donde se originó y fortaleció, llegó en el siglo XVI a expandirse por toda España, Iberoamérica y Filipinas.

La mística española era el verdadero núcleo desde donde se expandían como de un fuego central todas estas aventuras. La aventura de los místicos era esa intensa búsqueda de Dios antes descrita; pues bien, esta búsqueda corre paralela con la de nuevas tierras, mares, hombres, universidades. Un hábito común, universal y cristiano, las traspasa a todas ellas como manifestaciones de im mismo espíritu. Valga como muestra un pequeño ejemplo. En medio de sus noches internas y su soledad claustral, Santa Teresa sigue con enorme interés las peripecias de sus hermanos que se embarcaron a América y mientras uno de ellos perdía su vida en las reyertas de Pizarro en el Perú, la Santa se debatía en la reforma del Carmelo. Estaban luchando por los mismos ideales, en la misma empresa, aunque hubiese por medio un océano y miles de kilómetros de distancia.

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MONACATO FEMENINO[editar]

Las niñas y las mujeres custodian -como vestales, vírgenes consagradas, monjas, místicas, según los ritos y mitos de cada religión,- el fuego purificador, fuego sagrado, la llama que ilumina, alumbra, Luz Divina.

El Monacato femenino es una forma de vida religiosa (y por lo tanto ascética)[39]​ propia de cenobitas (nombre común,epiceno esto es, de personas de sexo femenino o, lo que es lo mismo, mujeres, que conviven en cenobios, monasterios y otros lugares sagrados, sometiéndose a reglas comunes. David Knowles afirma que:

Lo único cierto que podemos decir es que la vida monástica aparece en varias de las más importantes religiones del mundo civilizado, y que, por tanto, es una reacción normal y humana ante las aspiraciones morales y espirituales,[40]

Cuando estas reglas son conformes a lo ordenado por la autoridad, elevan la vida monástica a la categoría de institución. En otro caso, o bien se les niega su naturaleza monacal, o incluso se las persigue, condena y somete a la autoridad. En el devenir histórico, se viene promoviendo el diálogo interreligioso. En este marco, [41]​, la organización internacional monástica DIMMID [42]​ que `promueve el diálogo a nivel de experiencia religiosa y su práctica, entre las monjas y monjes cristianos y los seguidores de otras religiones, también hay un espacio para mujeres [43]

Las cenobitas son conocidas también como monjas, término que gramaticalmente es el femenino de monje y que, conceptualmente, designa, individuos con potestades y deberes diferentes.

ORIGENES[editar]

La virginidad y castidad de las mujeres ha sido un valor esencial en muchas sociedades, considerándolo elemento de bienestar y fecundidad de familias, pueblos y Estados. [44]

Antes de la existencia de los monasterios, el precedente pagano de las vírgenes consagradas fueron las vestales, sacerdotisas consagradas a la diosa del hogar Vesta en la antigua Roma, cuya responsablidad era mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta en el Foro romano.
Existen estudios comparativos entre vestales y otras instituciones religiosas de mujeres, como las Acllacuna en la cultura precolombina dePerú.[45]

También se ha investigado los monasterios no cristianos, paganos, en la Antigüedad clásica, en los que convivían los y las terapeutas y terapeutrices, según sostienen algunos autores.[46]​ Existieron otros monacatos de mujeres como el de monjas budistas en el Templo del Shaolin, dentro del Parque Nacional chino de Shongshan, aunque Buda era reacio a admitir mujeres en los templos.

Pío XII hizo expresa mención a cómo las vírgenes llegaron a ser, no sólo una clase, sino un estado ya definido, de modo que comenzó a ejercitarse esta profesión de la virginidad:

La Iglesia, con sabia providencia, defendió en el orden exterior esta profesión cenobítica de las Vírgenes con leyes de clausura cada vez más severas. Y en cuanto al orden interno, de tal manera ordenó su género de vida, que casi insensiblemente fue delineando, en forma clara y perspicua, en sus leyes y en la ascética religiosa, el tipo de Monja o de Religiosa dedicada totalmente a la vida contemplativa, bajo una rígida disciplina regular.[47]

Santa Tecla de Iconio, Santa Petronila y otras vírgenes son, junto con los primeros ascetas, los antecedentes inmediatos del monacato cristiano. El Concilio de Elvira que se celebró en Hispania Baetica entre el 300y el 324 atestigua la existencia de estas primeras comunidades religiosas. [48]

MONACATO FEMENINO EN EL CRISTIANISMO[editar]

David Knowles afirma que:

fue la enseñanza de Jesús y no ninguna institución anterior la que dio nueva forma a esas aspiraciones engendrando así la existencia del monacato cristiano.[49]

Orígenes[editar]

Se considera que la versión organizada del monacato cenobítico cristiano comenzó en Egipto durante el siglo IV. Los monjes cristianos en los siglos anteriores eran usualmente eremitas, especialmente en Oriente Medio. Esto fue lo común hasta el declive de la Cristiandad en Siria a finales de la Edad Media. La Constitución Sponsa Christi, explica el Monacato primitivo [50]

7. Las mujeres que profesaban virginidad, las cuales tendían ya desde antes a una vida común, apartada lo más posible del trato con los hombres, así por el amor a la soledad como por defenderse contra los gravísimos peligros que les amenazaban de todos lados en la corrompida sociedad romana, muy pronto imitaron la vida cenobítica, y se refugiaron a ella casi todas, favoreciendo a esto las circunstancias, y dejando generalmente para solos los varones el género de vida solitaria. 8. La Iglesia recomendaba en general a las Vírgenes la vida común, tomada en sentido lato; pero por mucho tiempo no quiso imponer estrictamente la vida monástica, ni aun a las Vírgenes consagradas, a quienes dejó que continuasen libres en el mundo, pero rodeadas siempre del honor y del respeto conveniente. Cada vez, sin embargo, eran más raras y escasas las Vírgenes que litúrgicamente consagradas viviesen en sus propias casas, o con vida común más libre; y finalmente en muchos lugares quedaron extinguidas de derecho, y en todas partes de hecho; y aún más, no fueron restablecidas de nuevo, y últimamente hasta fueron prohibidas. ”

Además de la vida monacal, las mujeres se organizaron como beatas y beguinas, dedicando su vida a la religión en los beaterios o béguinages o en otros centros espirituales como son los conventos, monasterios y, excepcionalmente, ermitas rupestres (vida eremítica). Otra forma de vida fué el empaderamiento.

16. ..ya desde antiguo se admitiesen ciertas figuras y variedades,... Las cuales variedades de Monjas parecen haber nacido de las mismas que son propias de las Ordenes y Religiones de varones, a las cuales fueron en cierto modo agregadas las Ordenes de las Monjas. Realmente casi todos los monjes, Canónigos regulares y, sobre todo, los Mendicantes, procuraban establecer segundas Ordenes, las que conservaban, es cierto, el tipo común de Monjas, pero eran tenidas como diversas lo mismo que las Primeras Ordenes. Por semejante manera, más recientemente, muchas Ordenes de Clérigos regulares, y no pocas Congregaciones de varones, han fundado Ordenes de Monjas correspondientes a su propio Instituto

.[51]

Tenemos constancia de la existencia de monasterios en Egipto en el siglo III y IV. Amma María (hermana de Pacomio) fue la fundadora de estos cenobios femeninos. Cuando en el año 320, Pacomio organiza la vida cenobítica en la Tebaida, las monjas del monasterio de Panápolis eran más de cuatrocientas.[52]

En una celda se recluyó Thais, nacida en el siglo IV, con provisiones para tres años, después de haber sido aceptada por la Iglesia, tiempo durante el cual hizo penitencia por sus pecados. Cuando salió se dice que vivió entre las monjas del desierto egipcio sólo durante un breve período de quince días, luego murió.

En el año 325 el Concilio de Nicea I establece en el canon 3 la prohibición a todos los miembros del clero residir con cualquier mujer, excepto con su madre, una hermana o una tía.[53]

Se dice que San Antonio Abad encomendó su hermana a unas vírgenes de su confianza para que pudiera recibir la educación que consideró conveniente y que luego edificó un monasterio de mujeres al frente del cual puso a su hermana para dirigirlo.[54]

San Basilio, patriarca del monacato oriental en Capadocia, Turquía, fundó varios monasterios para mujeres jóvenes. A partir de entonces se multiplicaron en Oriente estos cenobios y a principios del siglo V algunos contaban con más de 200 monjas.

San Jerónimo da fe de los cenobios de mujeres en Occidente. En sus cartas relata la vida de Santa Paula de Roma que a los treinta y dos años de edad quedó viuda y aunque siguió dedicándose a su familia, se interesó más en la religión conforme fue pasando el tiempo. Paula conoció a Marcela y su grupo de mujeres medio monjas del que formó parte. Paladio afirma que Santa Paula había aprendido griego con su padre y hebreo en Palestina, atendió a San Jerónimo y le fue a éste de gran utilidad en sus trabajos bíblicos. Para ello, San Jerónimo la había iniciado en las cuestiones exegéticas. Paula y Eustoquio fundaron dos monasterios, uno de mujeres y otro de hombres.[55]

San Ambrosio dejó escrito que llegaban mujeres de lugares lejanos para recibir los hábitos. Bajo su dirección se fundaron varios bajo monasterios de mujeres, en uno de los cuales se recluyó su hermana Marcelina con su compañera Cándida.

En el siglo VI San Benito fundó en Montecassino, una comunidad, los benedictinos, y estableció reglas de convivencia que luego sirvieron de base para otras órdenes. También abrió cerca un convento con la misma regla, llamado Piumarola, del que, su hermanaSanta Escolástica, que había sido consagrada al servicio divino desde niña, fue abadesa. La regla benedictina fue acogida por la mayoría de los monasterios fundados durante la Edad Media.

Coincidiendo con el movimiento religioso masculino vita apostólica, a lo largo del siglo XII, las mujeres aparecen de tal forma que los historiadores hablan de la cuestión femenina, cuyas necesidades espirituales y formas de organización provocarán constantes problemas organizativos a la iglesia.[56]

La orden cisterciense se fundó para restaurar la regla benedictina. Hacia 1125 algunas monjas benedictinas abandonan su priorato solicitando la protección del abad de Císter, Esteban Harding, que se las concede en 1132. Luego se crearon otros monasterios y se incorporaron a la orden. Hacia 1200 se contabilizan dieciocho monasterios de monjas cistercienses en Francia. Durante el siglo XII las monjas crean abadías en Bélgica, Alemania, Inglaterra, Dinamarca y España.
Varias monjas de esta orden que vivieron en el siglo XIII han sido canonizadas: Santa Lutgarda en Bélgica, Santa Eduviges en Polonia, las santas Gertrudis de Helfta y Matilde de Magdeburgo.

Entre las místicas cistercienses está santa Juliana de Cornillon, quien vivió entre 1191 y 1254 y fue la instigadora de la fiesta del Corpus Christi, fiesta instituida en la Iglesia por el papa Urbano IV en 1268.
Esta orden protegió con frecuencia a las beguinas, movimiento de mujeres que se reunían para rezar y para dedicar su tiempo al estudio. Con el tiempo se encargaron también de cuidar enfermos, cuidar de las parroquias mal atendidas, pobres y miserables o cuidar al párroco, pero siempre sin dejarse ver.

A finales del siglo XIII llegaron a ser mas de doscientas mil. No estaban sometidas a autoridad alguna. Fueron perseguidas y tuvieron que incorporarse a órdenes religiosas o abandonar las actividades. Algunas incluso fueron quemadas por la Inquisición.

Las beatas eran mujeres que habían realizado votos informales de castidad rechazando el matrimonio y dedicándose a obras de caridad. Algunas de estas agrupaciones de mujeres eran llamadas beguinas, mantellate, bizzocale (gazmoñas) o pinzochere (santurronas).[57]

En la literatura de Castilla y en la de Aragón, de la época medieval, se observa una tendencia a ridiculizar cualquier actividad femenina que rebasara los límites que la sociedad les imponía a las mujeres. Podemos encontrar referencias paródicas sobre las beatas y las beguinas, quienes tenían una consideración negativa en la literatura hispánica y europea medieval y solían ser representadas de forma caricaturesca identificándolas con la falsa espiritualidad y con la hipocresía. Tal es así que «beguina» significaba «falsa beata», alcahueta, hechicera, por ejemplo, en el Corbacho del Arcipreste de Talavera, en El conde Lucanor de Don Juan Manuel y en el Espill o Llibre de les dones o de Jaume Roig.[58]

  • Tanto en Oriente como en Occidente, fue común la existencia de comunidades mixtas, de hombres y mujeres. ARANA [59]​, en su libro "Mujeres sacerdotes ¿por qué no? hace referencia estos monasterios dobles que surgieron en los siglos V y VI,« por supuesto antes de definirse las diferencias entre las dos potestades, con una variedad organizativa enorme » [60]​ Algunas existen todavía. Hildegarda fue abadesa, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana. Todo esto lo hizo en su condición de monja, acogida en el monasterio de Disibodenberg que era masculino, junto a otras reclusas en una celda anexa bajo la dirección de Jutta de Sponheim. En 1115 la celda se transforma en un pequeño monasterio para poder albergar el creciente número de vocaciones.
  • El ingreso en la vida monacal de las mujeres era voluntario, aunque, en ocasiones, fuere una válvula de escape del matrimonio. Otras veces las mujeres eran depositadas, siendo niñas, por sus familiares. [61]​ En el caso de los monasterios femeninos cistercienses,[62]​las Fundadoras nombraban a "La Señora" para controlar así la marcha del convento o, incluso, obligaban a alguna hija a ingresar, para que, en su día, fuese nombrada abadesa.[63]​ </ref> Las reclusas [64]​ hacían voto de castidad, obediencia y estabilidad, pero no de pobreza, por lo que su reclusorio administraban sus propiedades o que con su dinero hacían obras de caridad.
  • En los siglos XIV y XV se desarrolla el fenómeno conocido como emparedamiento. [65]​. ,estos es, la vida que una mujer dedicaba a la religión, introduciéndose en una celda cuya puerta se tapiaba, para hacer penitencia y entregarse a la contemplación. No obstante, se tiene noticia de emparedamientos forzados y penales, establecidos para castigo más o menos riguroso según la gravedad de la culpa.«[66]

mujeres religiosas que se encerraban entre cuatro paredes, a las que se les llamaba mujeres emparedadas

18. En los tiempos más recientes, sobre todo después del siglo XVI, se introdujeron nuevas formas de Ordenes de Monjas, y poco a poco eran aprobadas por la Iglesia; como por ejemplo, el Instituto de Santa Ursula, el de las Angélicas, la Orden de la Visitación, la Congregación de las Religiosas de Nuestra Señora, la Compañía de Nuestra Señora, las Monjas de Nuestra Señora de la Caridad y otras muchas. Estas nuevas fundaciones, aunque se veían precisadas, o moralmente obligadas, ya en su principio mismo, ya más tarde, a aceptar el derecho común vigente para las Monjas para que pudiesen profesar la verdadera vida religiosa, única entonces reconocida para mujeres, preparaban, sin embargo, por diversos modos, la renovación de ese mismo derecho

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Cuestión femenina[editar]

Coincidiendo con el movimiento religioso masculino vita apostólica, a lo largo del siglo XII, las mujeres aparecen de tal forma que los historiadores hablan de la cuestión femenina, cuyas necesidades espirituales y formas de organización provocarán constantes problemas organizativos a la iglesia.

El movimiento religioso del que estamos hablando no fue, ni mucho menos, un fenómeno exclusivamente masculino. Muy al contrario, las mujeres participaron activamente en este tipo de experiencias, y su repentina aparición en el campo de la reivindicación espiritual ha llamado poderosamente la atención de los historiadores, dando lugar a numerosos estudios en los últimos años. A lo largo del siglo XII, la llamada "cuestión femenina", representada por un número cada vez mayor de mujeres que no encuentran en los monasterios tradicionales una respuesta satisfactoria para sus necesidades espirituales, provocará constantes problemas organizativos a la Iglesia

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Desde el siglo VI, las monjas tenían que saber leer y escribir.En los conventos, durante la Alta Edad Media, se educaban monjas y otras mujeres. A partir del siglo XIII en varias ciudades europeas se crearon escuelas comunales. La enseñanza era gratuita e incluía lectura, cálculo, canto, escritura y enseñanza religiosa. Se crearon las primeras universidades, la mayoría de las cuales eran fundaciones eclesiásticas y estuvieron prohibidas a las mujeres.Con la aparición del libro impreso, la cultura se extendió mucho más rápidamente y propagó a través de toda Europa las ideas y los ideales renacentistas pero ya no alcanzó más que a los varones. El mundo intelectual y artístico se abre a nuevas influencias y a nuevos horizontes, pero excluye definitivamente a la mujer y se reduce a la parte masculina de la humanidad. El «renacimiento» es la muerte intelectual y artística de la mujer.

Sin embargo, el ambiente intelectual y el afán de saber existían entre la población femenina, hasta el punto de que en Polonia, en el siglo XIV, una joven se disfrazó de hombre para ir a seguir los cursos de la universidad de Cracovia; al cabo de dos años, se descubrió el fraude y fue expulsada. Sin embargo, en Salerno, Italia, funcionó a partir del siglo X una escuela libre de medicina que otorgaba sus diplomas a mujeres, concediéndoles licencia para practicar la medicina y la cirugía. En Bolonia y en Montpellier también hubo gran número de estudiantes femeninas en medicina, algunas de ellas dejaron escritos tratados de ginecología. A partir de final del siglo XIII, se señala la presencia de mujeres practicando la medicina, la cirugía y la oftalmología en las grandes ciudades europeas, París, Londres, etc. La mujer, sin embargo, se vio poco a poco sustituida por el varón en la práctica del arte de la medicina y cirugía, para desaparecer finalmente de esta profesión en el siglo XVI. De ésta y de todas las demás...No podemos olvidar, por ejemplo, que a finales del siglo XIII, había en Florencia unos 8 a 10.000 niños y niñas aprendiendo a leer, de una población total aproximativa de 90.000 habitantes

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La Constitución sponsa christi hace referencia a que el Instituto de las Monjas comprende diversas Ordenes con sus peculiares reglas y constituciones y a la división en ellas; entre las Ordenes y monasterios por una parte, que seguían sólo la vida contemplativa, y las Ordenes y Monasterios, por otra, que a la vida contemplativa agregaban obras de apostolado canónicamente aprobadas, sea por ley peculiar de su constitución, sea por las subsiguientes concesiones de la Sede Apostólica. http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/apost_constitutions/documents/hf_p-xii_apc_19501121_sponsa-christi_sp.html

Abadesas: Cuestión de poder y jurisdicción[editar]

Es conocida la rebeldía de la abadesa de Las Huelgas de Burgos y de la de Palencia en el siglo XIII así como la confiscación de sus rentas y la excomunión. [70][71]

La Doctora Arana [72][73]​ha investigado esta cuestión y afirma que no fueron las únicas en ostentar grandes poderes. hubo más abadesas que ” lo que está bien claro en ambos textos es que tanto las Abadesas del siglo VIII como las del siglo XIII se arrogaban unas atribuciones que tenían que ver, más o menos directamente, con el sacramento de la Penitencia, y que las autoridades, civil en el segundo caso y eclesiástica en el primero, no estaban dispuestas a seguir consintiéndolos. " El poder se describe como "abuso",

Así, la Abadesa Jotrense,la de Montvilliers, la de Notre Dame de Troyes y la del Monasterio de Fontevrault que ejercía el "poder de jurisdicción". Las Abadesas inglesas de Shaftesbury o Whitby tuvieron también un poder no mucho menor. En las ciudades alemanas de Magdeburgo y de Hildesheim las abadesas también tenían ese "abuso". A la Abadesa cisterciense de Conversano (Italia) incluso se la ve bajo el baldaquino, revestida de mitra, báculo y estola y recibiendo el homenaje incluso del clero. La mayoría de estas Abadesas ejercían el derecho a la excomunión y otros poderes eclesiásticos y civiles.

Algunas reglas monásticas dan también amplísimo poder a la figura de la Abadesa. Por ejemplo, San Cesáreo y San Donato de Besançon

LLegaron incluso a asistir a algunos Concilios. Por ejemplo, en el año 694, asistieron cinco Abadesas al Concilio de Bacanieldy; el año 705, fue una al de Nidd (Inglaterra).

La mayoría de los monasterios citados son monasterios dobles.

Como es sabido, este tipo de estructura monacal surge en los siglos V-VI, por supuesto antes de definirse las diferencias entre las dos potestades, con una variedad organizativa enorme.

La cuestión según la Doctora Arana es:

¿por qué el Papa prohíbe también a las Abadesas leer el Evangelio, hacer la homilía e impartir bendiciones si, al parecer, estaba admitido incluso por las autoridades intelectuales”. ¿por qué se ha ido desposeyendo más y más a las mujeres de todo ello? ¿Por qué éstas han intentado mantener, recuperar e incluso conquistar lo que pensaban que era justo? ¿Defendían un derecho o se encaramaban en una pretensión abusiva? Por tanto, ¿hay que leer los hechos en clave de ambición o también lo hemos de hacer en la de la justicia? Hoy en día, y todo según el nuevo Derecho Canónico de 1983, las mujeres no pueden ser ni siquiera lectoras ni acólitas... (Can. 230). Tampoco pueden, según el mismo Código, gozar de la facultad de "plena cura de almas..." (Can. 120). La homilía continúa reservada, según la legislación, a los clérigos (Can. 764 y 767)... Datos todos ellos que pueden hacernos reflexionar.

La Reforma y Contrarreforma[editar]

El monacato femenino cristiano, durante estas etapas históricas, se comprende mejor si se tiene en cuenta el mapa religioso en el contexto bélico europeo.El conflicto religioso que se planteó con La Reforma y la Contrarreforma, fue también un conflicto político que se intentó solucionar con la http://es.wikipedia.org/wiki/Paz_de_Augsburgo, (1.555) que reconocía el derecho de los príncipes a elegir la confesión que se practicaría en sus territorios. Ahora bien, la elección, no incluía confesiones como el calvinismo francés. Ni esta paz ni el Concilio de Trento solucionaron el conflicto. De hecho, fue una de las causas de la guerra de los 30 años y la de los 80 años a las que se les puso fin con la firma de los Tratados (1.648) que se conocen comohttp://es. wikipedia. org/wiki/Paz_de_Westfalia#Religiosas. Después de estos tratados, la religión ya no podía alegarse como una justa causa para la guerra.

La Reforma Protestante suprimió el monacato y el Tribunal del Santo Oficio procesó a monjes y monjas afines al protestantismo.

Mapa de Europa en 1525

La Reforma Protestante suprimió el monacato. El fundador de la Reforma Protestante fue el monje católico agustino alemánMartín Lutero, quien ingresó en 1507 en la orden religiosa de los agustinos. En el convento católico prosiguió sus estudios y se convirtió en un experto en la Biblia y en los autores cristianos medievales. Lutero hacía un llamamiento a la nobleza alemana para que negase obediencia al Papa y apoyase una reforma de la Iglesia Católica alemana; afirmaba también, de acuerdo a su interpretación de la Biblia, que todos los cristianos eran sacerdotes sin necesidad de ninguna ordenación especial y negaba la autoridad suprema del Papa sobre la cristiandad universal. El 13 de junio de 1525 contrajo matrimonio con Catalina de Bora, monja católica alemana que se convirtió alprotestantismo, quien había huído junto con otras monjas más del monasterio cisterciense en Nimbschen. Después de casada, ella se mudó al antiguo monasterio agustino en Wittenberg donde vivió con su marido y sus hijos.

La Contrarreforma, que no fue solo una reacción de la Iglesia Católica frente a la Reforma protestante, culminó en el Concilio de Trento, celebrado entre los años 1545 a 1563. El Concilio estableció reglas de clausura para los monasterios de mujeres que impidieron a las monjas seguir aprendiendo latín, filosofía y teología.[74]

Mapa Reforma Protestante
El estudio de los fondos bibliográficos es fundamental para comprender la formación de las mentalidades y su evolución a lo largo de los siglos. Existe una radical diferencia entre lo que leen los hombres y las mujeres. Con la culminación del Concilio de Trento, la Iglesia Católica modeló un nuevo estilo de pensamiento y de semblante: el interés primordial se centró en reservar el saber teológico y filosófico a una elite restringida.[75]

Las monjas vieron así disminuir sus posibilidades de desarrollar una vida espiritual en el devenir de su vida cotidiana más cuanto que las bibliotecas monacales femeninas se vieron apartadas de la Biblia y de los principales tratados teológicos y filosóficos del momento a partir de la promulgación del Índice, mientras que las bibliotecas masculinas no tuvieron traba alguna para acceder a la Biblia y a sus comentarios, a las obras originales de todos los tratadistas de filosofía y teología, historia, medicina, ciencia, literatura e incluso a los autores protestantes -véanse las bibliotecas de El Escorial, Montserrat, el Convento de San Esteban (Salamanca) o el Convento de San Pedro (Pastrana)-.

Ellas tuvieron que conformarse con libros de espiritualidad, de oración, biografías de santos, la vida de la Virgen y de Cristo, comentarios sobre autores místicos, tratados sobre las virtudes de la mujer y determinados textos muy precisos de la Biblia.[76]

El misticismo fue una experiencia personal de mujeres, en un mundo en el que el poder y el saber eran masculinos.
Las mujeres no podían recibir la ordenación sacerdotal ni convertirse en miembros del clero secular, sólo pertenecían al mundo eclesiástico como monjas o religiosas de segundo orden.

Elena Anguissola. Retrato, Sofonisba Anguissola, pintora renacentista. Elena que recibió como su hermana, clases del pintor Bernardino Campi, abandonó la pintura cuando tomó los hábitos.

Los monasterios, mientras eran abolidos por las iglesias de la Reforma, formaban la columna vertebral de la cristiandad católica.[26]

El catolicismo, a diferencia de la Reforma, reforzó el celibato incondicional de los sacerdotes e intensificó la reglamentación de la vida monacal controlando la observancia del voto de castidad.

El esfuerzo apuntaba a contener la explosión y enorme aumento del elemento femenino dentro de la Iglesia, cuyo número superaba holgadamente el del clero masculino, y a eliminar las formas religiosas que practicaban predominantemente las mujeres: la vida semirreligiosa de algunas reclusas, las beguinas, pinzocchere o hermanas de vida en común, seglares, beatas, terciarias de orden tercera regular y otras mujeres consagradas a dios que, por ejemplo, en los Países Bajos septentrionales, llegaban a sumar una vez y media el número de eclesiásticos masculinos.[26]

Ya en el Concilio de Tarragona, celebrado en febrero de 1317, se había prohibido a las beguinas, bajo pena de excomunión, hacer vida comunitaria y predicar sin autorización.[77]

Las medidas disciplinarias que impuso el Concilio de Trento tendían principalmente a restablecer el modo de vida comunitario y a romper el vínculo con la familia de origen de la religiosa.[26]

La discusión se daba en el campo jurídico en relación al derecho sucesorio, ya que, hasta el momento, las cómodas celdas confortablemente amuebladas en las cuales vivían las religiosas ricas eran legadas a otro miembro de su familia.[26]
La boda con Cristo requería una ceremonia, que en los Virreinatos de Córdoba y Granada, se conoce como la "coronación" si bien la consumación del desposorio mísitico era el momento de la muerte en el de Granada. De hecho, surgieron retratos al óleo de "monjas coronadas".[78]
También era habitual la entrega de la dote.[26]​ Las religiosas provenientes de familias acomodadas vivían según su rango social y en compañía de una hermana, hija o sobrina a modo de pupila, y comían aparte pues poseían su propio huerto y gallinero.
El padre de la desposada con Cristo recibía ciertos ingresos cuando aseguraba para su hija una función directiva, la comunidad recibía exenciones tributarias y otros privilegios por lo que la elite de la ciudad y las familias tenían interés en defender el contacto con las religiosas internadas.

Por eso hubo mucha resistencia a la aplicación de los decretos del Concilio de Trento que recluían a las religiosas, pero las medidas se impusieron y terminaron aportando cambios muy profundos.
Al comienzo de la era moderna casi todas las comunidades de mujeres consagradas a dios ya estaban institucionalizadas y se atenían a la regla monacal.[26]

Las medidas lograron que los conventos funcionaran cada vez más abiertamente en beneficio de la política eclesiástica central. De ahora en adelante la Iglesia era la heredera y no la familia. Los lazos con la comunidad se rompían.
Las monjas debían dormir solas o en grupos porque ya no les permitían tener a una familiar más joven en su celda, con lo cual desaparecía la posibilidad de cultivar los vínculos afectivos. Se prohibían las limosnas, el ingreso esencial de la economía de las monjas.
Son conocidas las resistencias de las mismas monjas que, en algunos casos, llegaron a arrojar sillas a la cabeza del visitador y, en otros, hicieron tal escándalo que tuvo que intervenir la policía.[26]
Muchas se fugaron y en Roma incluso llegaron a suicidarse.

Al debilitarse el vínculo con sus familias y entre ellas, el lazo más personal que mantenían era con su confesor, su guía espiritual, un sacerdote varón. El peligro que significaba esa situación trajo como consecuencia que se modificara la forma del confesionario: se introdujeron las celosías que impedían todo contacto o intercambio de miradas entre la penitente y su padre confesor.[26]

Para la mayoría de las mujeres, tanto de las clases altas como bajas, las únicas opciones de vida eran el casamiento o la entrada a un convento. Las mujeres de las capas medias, las que tenían acceso a las actividades profanas, eran las que estaban menos representadas en los conventos.
Se sabía que en la mayoría de los casos no había habido elección voluntaria de la mujer de entrar en un convento aunque muchas veces era un refugio para las mujeres casadas que escapaban de la violencia conyugal.[26]
Las fundadoras protomodernas de órdenes religiosas fueron muchas veces viudas con varios hijos, comoLudovica Torelli, Juana Francisca Frémyot de Chantal o Luisa de Marillac.

Inquisición[editar]

La Contrarreforma prohibió el protestantismo en los monasterios. Un ejemplo de ello son las monjas de belen, en Valladolid [79]

En la península, varias visionarias renombradas fueron investigadas por el Santo Tribunal. Una de ellas fue la abadesa del Convento de Santa Clara en Córdoba, Magdalena de la Cruz, que influyó en un grupo de la élite española hasta el nivel de la emperatriz y del inquisidor general. Como consecuencia del proceso llegó a confesar que el diablo la había poseído.

El jesuita Miguel Godínez en su Práctica de la teología mística, argumentó:

Las mujeres de ordinario tienen un natural blando, apacible y amoroso, y como el agua se acomoda a la figura del vaso, así el regalo del espíritu se acomoda al natural blando y apacible de las mujeres... y como es tan amigo Dios de honrar a sus amigos, siendo las mujeres incapaces del sacerdocio, predicación apostólica, y otros semejantes favores, las suele honrar con estos favores de las visiones, raptos, y revelaciones

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Monacato femenino en Hispania[editar]

La perspectiva historiográfica en torno a la mujer impulsó, en la década de los 80 y 90, la investigación y el estudio del monacato femenino en España.[81]​ En Hispania también está documentado que las vírgenes consagradas a Dios, fueron una institución reconocida por el Obispado. El monacato hispano estuvo paralizado durante el s. V,por la invasión de los vándalos, suevos y visigodos. Después, el paulatino ascenso hasta el esplendor en el s.VII de monasterios tiene las siguientes peculiaridades. Una, los monasterios dúplices [82]​, cuyo origen posiblemente sea que la administración de los monasterios femeninos la llevaba un monje, según dispone el Concilio II de Sevilla en su canon XI y varios capítulos de la Regla Común (XV;XVI y XVII)

Mandamos que en el monasterio de monjas habiten los monjes lejos de las celdas; y éstos han de ser pocos y perfectos, de modo que de entre muchos se elegirán aquellos bien experimentados que casi hubieren envejecido desde bastante tiempo en el monasterio, a quienes siempre les recomendó su vida casta y a quienes los cargos de acusación no les obligaron a quedar fuera de la iglesia como excomulgados. Por tanto, deben habitar en el monasterio de vírgenes aquellos que o bien deban cumplir algún servicio de carpintería, o bien deban preparar a los monjes que llegan de hospedaje, y han de ser como guardianes de esos vasos en cuanto a los jóvenes de ambos sexos. Las monjas no tendrán autorización alguna para salir; y sin la bendición de la abadesa no deben buscar después ocasión en manera alguna de dar el ósculo de paz o hablar con los varones. Y, si obraren de otro modo, quedarán sujetas a la regla.
Regla Común o de los Abades, Regla Común o regla de los abades

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Dos, los monasterios familiares que tuvieron gran difusión en la época de la Reconquista y favorecieron la repoblación de grandes extensiones despobladas. Es lo que se conoce como monacato repoblador [83]

Surgían edificando una iglesia en medio de una propiedad rústica, (cenobio) convirtiéndose en monjes los familiares y siervos quienes convivían con el dueño. Estos monasterios admitían que pudieran donarse matrimonios con sus hijos y esclavos siempre que se sometieran a la pobreza monástica y a la obediencia al abad.

Suelen efectivamente algunos organizar monasterios en sus propios domicilios por temor al infierno, y juntarse en comunidad con sus mujeres, hijos, siervos y vecinos bajo la firmeza de juramento, y consagrar iglesias en sus propias moradas con título de mártires, y llamarlas bajo tal título monasterios. Pero nosotros a tales viviendas no las denominamos monasterios, sino perdición de almas y subversión de la Iglesia. De ahí provino la herejía y el cisma y gran controversia por los monasterios. Y de ahí dicha herejía, por el hecho de que cada cual elija a su gusto lo que le pareciere, y crea que lo elegido es santo y lo defienda con sofismas. Cuando encontrareis a estos tales, habéis de tenerlos no por monjes, sino por hipócritas y herejes; y éste es nuestro deseo y lo que rogamos encarecidamente a vuestra santidad y mandamos: que no tengáis trato alguno con esos tales ni los imitéis; y porque viven a su capricho, no quieren estar sometidos a ningún superior; no entregan a los pobres nada de sus bienes, sino que incluso tratan de quedarse con lo ajeno, como si fueran pobres, para lograr con sus mujeres e hijos mayores lucros que en el siglo

[84]

La Regla común establecía también cómo deben vivir en el monasterio sin peligro los varones con sus mujeres e hijos. Debían abandonarlo todo y vivir en el monasterio como huéspedes y viajeros bajo obediencia al abad.

Ni los padres han de estar pendientes de sus hijos, ni los hijos de los padres, ni se han de entretener en mutuas conversaciones, excepto si lo permitiere la autoridad del abad. Sin embargo, los tiernos pequeñitos, que todavía se entretienen con juguetes, tendrán licencia, por piadosa concesión, para acudir a su padre o madre cuando quieran, con el fin de que no vayan a caer los padres en el vicio de la murmuración por causa de ellos, porque suele haber mucha murmuración en el monasterio con motivo de esos parvulitos. Mas deben ser cuidados por ambos padres hasta que conozcan algún tanto la regla, y en ella han de ser instruidos, para que tanto los niños como las niñas se sientan atraídos al monasterio donde habrán de habitar. Vamos a mostrar el método llano de cómo deben ser alimentados los niños en el monasterio, si el Señor nos diere licencia. Ha de elegirse un despensero experimentado en bondad y paciencia por la conferencia de la comunidad, y debe estar libre de todo servicio del monasterio y del oficio de cocinero; de ese modo tendrá siempre a su cargo la despensa para atender a los niños, ancianos, enfermos y huéspedes; y, si el grupo fuere numeroso, se le concederá un joven para atender al mismo servicio, de modo que a la orden de éste se reúnan a sus horas oportunas los niños y reciban el alimento. Desde la Pascua santa hasta el 24 de septiembre comerán cada día cuatro veces. Desde el 24 de septiembre hasta el 1 de diciembre, tres veces. Desde el 1 de diciembre hasta la Pascua santa quedará al arbitrio del despensero. Pero, por otra parte, deben ser instruidos, de modo que sin la bendición y permiso no han de llevar nada a la boca. También los dichos niños han de tener su decano, que se cuidará de ellos más que nadie para observar la regla sobre los mismos y para ser advertidos siempre por él de que no hagan ni hablen nada prescindiendo de la regla y, desde luego, no caigan en mentira, hurto o perjurio. Por lo que, si fueren cogidos en alguno de los delitos predichos, sin demora han de ser castigados por su mismo decano con la vara. El despensero les lavará por sí mismo los pies y los vestidos y les enseñará con todo interés a aprovechar en la santidad, para que del Señor reciba todo el galardón; y siga las lecciones de la Verdad cuando dice: Dejad a los niños que se lleguen a mí; no se lo impidáis, pues de ellos es el reino de los cielos17.La regla común, http://personales.ya.com/mrgreyes/ermita/monacato/regl-com.htm#106

Tres, El pacto documento jurídico de la profesión monástica, otorgado en dos fases, una colectiva entre el abad y la comunidad que lo había elegido y otra fase individual, entre el abad y cada monje incorporado. Surgió en el noroeste peninsular y sobrevivió a la invasión musulmana, perdurando casi hasta la celebración del Concilio de Coyanza (1050)[85]

Cuatro, la tardía recepción de la regla de San Benito.[86]

Santa Eufemia de Cozuelos[87]​ es el primer monasterio femenino perteneciente a La Orden Militar de Santiago, única Orden de Caballería religiosa en que los freiles podían contraer matrimonio libremente: sólo el Maestre debía ser célibe. Mientras los frailes estaban ausentes, en tiempo de guerra, las mujeres e hijas vivían en estos conventos. Por otra parte las mujeres, viudas en su mayoría que quisieran ingresar en la Orden como religiosas, encauzaban su vocación santiaguista femenina. Esto suponía para la Orden ser la donataria de todos los bienes que las freilas donaban cuando ingresaban, para después de su fallecimiento.

El misticismo hispano[editar]

Es el resultado de la influencia de la herencia cristiana, judía, musulmana, germánica y mediterránea en el contexto del final de La Reconquista y del descubrimiento, civilización y cristianización del Nuevo Mundo.[88]​Desde Castilla, donde se originó y fortaleció, llegó en el siglo XVI a expandirse por toda España, Iberoamérica y Filipinas.

La mística española era el verdadero núcleo desde donde se expandían como de un fuego central todas estas aventuras. La aventura de los místicos era esa intensa búsqueda de Dios antes descrita; pues bien, esta búsqueda corre paralela con la de nuevas tierras, mares, hombres, universidades. Un hábito común, universal y cristiano, las traspasa a todas ellas como manifestaciones de im mismo espíritu. Valga como muestra un pequeño ejemplo. En medio de sus noches internas y su soledad claustral, Santa Teresa sigue con enorme interés las peripecias de sus hermanos que se embarcaron a América y mientras uno de ellos perdía su vida en las reyertas de Pizarro en el Perú, la Santa se debatía en la reforma del Carmelo. Estaban luchando por los mismos ideales, en la misma empresa, aunque hubiese por medio un océano y miles de kilómetros de distancia.

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LAS MONJAS EN LA AMÉRICA COLONIAL[editar]

Durante dos siglos los conventos fueron exclusivamente para españolas y criollas, bien por vocación religiosa, bien por necesidad económica, pues careciendo de dote para el matrimonio, la vida más digna era la monástica. La situación la describió en 1561 el ayuntamiento de Guatemala en una carta a Felipe II: "En esta ciudad hay muchos conquistadores y pobladores antiguos muy pobres y con muchas hijas sin ningún remedio sino el de Dios y el de V. M., y para su amparo sería necesario se fundase en esta ciudad un monasterio de monjas donde se recogiesen, y, por no le haber, muchas doncellas se han perdido"

Se desconfiaba de la idoneidad de las indígenas para ser monjas. Surgió así la vida monástica de las “donadas”

"Las donadas son, por lo regular, personas que, teniendo vocación religiosa, por alguna causa no pueden llegar a adquirir plenamente el estado religioso. Llevaban una vida de religiosas, pero sin votos, y consumían su vida en el servicio de las religiosas sin recibir paga alguna. Constituían este grupo casi siempre las indias y las mestizas, excepcionalmente algunas española"

[ÁNGEL MARTÍNEZ CUESTA, O. R. A http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/50/TH_50_123_594_0.pdfhttp://cvc. cervantes. es/lengua/thesaurus/pdf/50/TH_50_123_594_0.pdf ]

Barroco de Indias[editar]

El Barroco no es solo una escuela de arte. Si el renacimiento supuso la muerte intelectual de las monjas, el barroco fue la censura y la clausura de las monjas que representaban, así, un ideal de mujer, una mística diferente a la del conocimiento.

Frente a esa censura, la imaginación e inspiración de mujeres religiosas como Francisca de los Ángeles dió ejemplo de cómo podía, en México, una mujer pobre y con ascendencia indígena, estar en la cumbre de la cultura de su pueblo.

Su sexo le impidió una labor misionera y el oficiar en el ritual eclesiástico, pero Francisca siguió el ejemplo de su mentor fray Margil y predicó la palabra de Dios en su propia interpretación. El mundo mexicano de la época barroca evidentemente fue un lugar abierto y vivo en el que una mujer excepcional podía dejar su huella. [90]

Sor Juana Inés de la Cruz, obligada a desprenderse de su biblioteca y vivir estrictamente sus votos religiosos, dejó escrito:

"Entréme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado de las cosas, de las accesorias hablo, no de las formales) muchas repugnancias a mi genio, con todo para tal negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación, a cuyo primer respeto (como al fin más importante) cedieron y sujetaron la cerviz todas las impertinencillas de mi genio, que eran de querer vivir sola, de no tener ocupación obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros".

Otras monjas, María de San José, la Madre Castillo y Úrsula Suárez experimentaron la condena al cuerpo, pero también se sirven de ella para hablar desde el silencio.

" De esta manera, al dar cabida en su obra a las distintas estrategias desde las que las mujeres lucharon durante el Barroco de Indias para romper el cerco de censura y de silencio del que daba cuenta Fray Luis, Sor Juana Inés de la Cruz está articulando la más revolucionaria de sus maniobras: la que sustituye en el linaje de mujeres sabia[91]

CONSTITUCION SPONSA CHRISTI Y ESTATUTO[editar]

Decreto de Pio XII [92]​ que declara los principales y los circunstanciales del Instituto de las Monjas, e introduce acomodaciones a las modernas circunstancias. Establece que los monasterios de Monjas, a diferencia de las otras casas religiosas de mujeres, son sui iuris. En los monasterios se desarrolla la forma de vida religiosa monástica que se conoce como vida contemplativa canónica:

[[cita la profesión exterior de vida religiosa ordenada de tal modo a la contemplación interior, ya por la clausura, ya por los ejercicios de piedad, de oración y mortificación, ya en fin por los trabajos en que las Monjas deben ocuparse, que toda la vida y toda la actividad pueden fácilmente y deben eficazmente estar imbuido el deseo de la misma.]]

Las monjas están obligadas, por deber de conciencia, no sólo a ganarse “ honestamente con el sudor de la frente el pan con que viven” sino también a hacerse cada día más hábiles para las diversas obras según lo exigen los tiempos. [93]

Notas[editar]

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Referencias[editar]

  1. Referencia vacía (ayuda) 
  2. Martínez López, Cándida. «Virginidad-fecundidad: en torno al suplicio de las vestales». España, Ediciones Universidad de Salamanca, 1988, OCLC 703715275. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  3. Alberti Manzanares, Pilar. «Mujer y religión: Vestales y Acílacuna, dos instituciones religiosas de mujeres». Madrid, Revista Española de Antropología Americana, nº XVII. Editorial Universidad Complutense deMadrid, 1987. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  4. PÍO XII. «Sponsa Christi, Constitución Apostólica». Vaticano. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
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  6. Fernández-Galiano, Dimas. «Un monasterio pitagórico: los terapeutas de Alejandría». Madrid, Gerión, 11. 1993- Editorial Complutense de Madrid. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  7. Knowles, David. «El monacato cristiano, pp 9-24». Madrid, Guadarrama, 1969, OCLC 630236367. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  8. Regazzoni, Quinto. «La cultura de las Ammas de Egipto». Revista Umbrales,. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  9. Leclercq, H. «The First Council of Nicaea» (en inglés). New York, The Catholic Encyclopedia, volúmen 11, 1911, Robert Appleton Company. Consultado el 10 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  10. Obispo san Atanasio. «La vocación de san Antonio, cap 2-4». Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. Consultado el 10 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
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  12. Rodríguez Nuñez, Clara. Nájera, Actas VI semana de estudios medievales, 1995 [http://www.vallenajerilla.com/berceo/clararodriguez/conventualismofemenino.htm título=El conventualismo femenino las clarisas http://www.vallenajerilla.com/berceo/clararodriguez/conventualismofemenino.htm título=El conventualismo femenino las clarisas]. Consultado el 10 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda).  Falta el |título= (ayuda)
  13. King, Margaret (1991). Mujeres renacentistas: la búsqueda de un espacio. Madrid, Alianza Universidad. ISBN 978-842-062-741-0. 
  14. Santonja, Pedro. «Mujeres religiosas: beatas y beguinas en la Edad Media.». 2003-2006, Revista de historia medieval nº 14, pp 209-227, ISSN 0212-2480. Consultado el 11 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  15. religiosa del Sagrado Corazón. Doctora en Teología. Profesora de la Facultad de Teología de Vitoria. Presidenta Consejo Religiosos/as de Vizcaya. Pertenece a grupos de mujeres http://www.publicacionesclaretianas.com/autores_dos.php?id=6
  16. En la mayor parte de los casos, consta de dos comunidades, una de varones y otra de mujeres, en proporciones y formas distintas y, esto es lo que nos interesa, con un poder abacial pluriforme. Unas veces, cada comunidad tiene su propio Abad para varones y Abadesa para monjas y normalmente en igualdad de condiciones y poderes; otras, las dos comunidades están bajo el Abad, y otras veces, hay muchísimos casos registrables, las dos comunidades están bajo el poder de la Abadesa, con verdadero poder abacial, en cuyo caso era enorme. Después de siglos de funcionamiento, los monasterios dobles fueron, en diversas ocasiones y concilios, prohibidos por la Iglesia, pero ahí estaban y no cabe duda de que fueron reconocidos como tales durante mucho tiempo, también los que tenían a la Abadesa por cabeza, y su auge corresponde precisamente a épocas en las que estaba aún muy lejos el esclarecimiento teórico del "poder de jurisdicción"… España, Francia, Inglaterra, Países Bajos, Italia..., contaban con este tipo de monasterios, muchos de ellos con Abadesas al frente. No creo que se pueda generalizar sin más y decir de ellos que "han existido al margen de la ley", ni que se pueda hablar como "de la extraña existencia de los monasterios dobles en los que todo el poder radicaba en la Abadesa" (35). Que no fuera siempre del gusto de las autoridades eclesiásticas y que abunde la legislación bien para controlarlos bien para lograr la debida disciplina y castas relaciones entre varones y mujeres, no impidió su existencia y no quiere decir que no estuvieran reconocidos, permitidos y valorados e incluso mantuvieran, durante muchísimo tiempo, una relación normal con la Jerarquía. Y de lo que no cabe duda es de que todos estos casos que vamos enumerando presentan problemas a la hora de querer eliminar completamente a las mujeres del poder de jurisdicción.
  17. La cuestión sobre el rol de la mujer en la sociedad secular y eclesial durante el medioevo es un tema histórico muy espinoso; tema que ha dado pie a interpretaciones diversas y acerca del cual los investigadores llegan a conclusiones que, frecuentemente, se nos presentan diametralmente opuestas. A mi modo de ver, y en comparación con otros aspectos de la historia medieval -tanto secular como eclesial-, el de la mujer medieval es un tema poco estudiado aún.La mujer en la edad media.Ricardo Walter Corleto.http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/corleto/mujeredadmedia.htm
  18. Fuente:TIPOLOGÍA DE LAS IGLESIAS Y ESTANCIAS CLAUSTRALES EN LOS MONASTERIOS FEMENINOS CISTERCIENSES DE CASTILLA Y LEÓN. ESTADO DE LA CUESTIÓN. ELENA CASAS CASTELLS.Universidad Autónoma de Madrid<http://usuaris.tinet.cat/absc/catala/arxiu/publi/2publi/simposi%201/casas.pdf>
  19. ·El título de Señora es la figura que mejor expresa la sistemática injerencia nobiliaria en los monasterios del Císter.http://uniovi.academia.edu/RAlonso/Papers/848288/Los_promotores_de_la_orden_del_Cister_en_los_reinos_de_Castilla_y_Leon_familias_aristocraticas_y_damas_nobles sLas<
  20. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/corleto/mujeredadmedia.htm
  21. Fuente: Junta de Castilla y León<http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1352.htm>
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  24. «Veinticuatro horas en la vida de un monasterio de los siglos XVI y XVII». 2009, Cuadernos de Historia Moderna, volúmen VIII, página 218. ISBN 978-84-669-3073-4. Consultado el 10 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  25. «Veinticuatro horas en la vida de un monasterio de los siglos XVI y XVII». Cuadernos de Historia Moderna. Anejos, 2009, volúmen VIII, pp 199-227. ISBN 978-84-669-3073-4. Consultado el 10 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  26. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q Elisja Schultz van Kessel (1993). «Las cristianas en la primera Edad Moderna, pp 180». Historia de las mujeres. Santillana, S.A, Taurus minor. ISBN 84-306-0390-2 |isbn= incorrecto (ayuda).  Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «Kessel» está definido varias veces con contenidos diferentes
  27. José María Pou, Martí; Antolín Abad Pérez; Juana Mary Arcelus Ulibarrena; José Martí Mayor (1991). Visionarios, beguinos y fraticelos catalanes: siglos XIII-XV. Madrid, Colegio Cardenal Cisneros. ISBN 978-847-047-045-5. 
  28. Monjas coronadas
  29. Como se ha podido apreciar a lo largo de estas páginas son numerosos los campos abordados en torno a los monasterios de clausura femeninos. Sin embargo, quedan numerosos vacíos por rellenar para llegar a un conocimiento integral de la claustra femenina. Líneas de investigación, enfoques diversos que apenas han sido esbozados y que necesitan un vigoroso impulso para conocerlos y establecer estudios comparativos entre comunidades de la misma orden, de diferentes ramas, con influencias del entorno exterior, su adecuación al marco urbano o rural, la procedencia social de las profesas, la edad media de vida y un largo etc.Cuadernos de Historia Moderna 2000, 25, monográfico: 279-335 Manon Reder Gadow Las voces silenciosas de los claustros de clausura.<http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/02144018/articulos/CHMO0000220279A.PDF>
  30. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/morenonunez/monacatohispanovisigodo.htm
  31. <http://personales.ya.com/mrgreyes/ermita/monacato/regl-com.htm#115>
  32. http://www.vallenajerilla.com/berceo/florilegio/alvarezpalenzuela/expansionordenesmonasticas.htm Estos monasterios nacen como respuesta particular a unas inquietudes religiosas y también como medio de atender las necesidades espirituales de las poblaciones que repueblan un determinado territorio. Todas las familias importantes de la época, incluyendo la familia real, con quienes aquéllas están tan íntimamente relacionadas, consideran como una parte más de su obra repobladora y de gobierno, la fundación de monasterios; en ellos profesa alguno de sus hijos, se sepulta a los difuntos de la estirpe y se rezan sufragios por sus almas. Ningún noble de los siglos altomedievales, como también seguirá sucediendo después, concibe el ejercicio de funciones de gobierno sobre un determinado territorio sin realizar fundaciones monásticas, tanto por inquietud espiritual, en muchas ocasiones, como por considerarlo, siempre, como una manifestación de sus funciones y del prestigio de su estirpe. Ninguna de las grandes familias es ajena a la repoblación, más aún, sólo las familias que desarrollan actividad repobladora se configuran como primera nobleza del reino, y ninguna de ellas deja de fundar uno o varios monasterios a los que se une la historia familiar. Naturalmente, los monasterios realizan una misión repobladora, que necesitan para atender a su propia subsistencia y cumplir sus propias normas sobre el trabajo, y, en muchas ocasiones, devuelven la vida a centros religiosos desaparecidos, hecho tantas veces recogido en los documentos fundacionales. El primitivismo de la organización social y política confiere unas características propias a este monacato. El marcado origen patrimonial de la mayor parte de los monasterios hace que sea el fundador, o sus herederos, quienes designen directamente al abad y que sean, con gran frecuencia, miembros de la propia familia fundadora los que se sucedan en el gobierno del monasterio.
  33. <http://personales.ya.com/mrgreyes/ermita/monacato/regl-com.htm#101>
  34. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/morenonunez/monacatohispanovisigodo.htm
  35. (*) Maté Sandorniz, Lorenzo, Gran Enciclopedia de España. Dir. Guillermo Fatás Cabeza. Ed. Enciclopedia de España, Zaragoza, 1991.<http://usuarios.multimania.es/sinelabe/monacato/mon-art-02.htm#antes>
  36. Santa Eufemia de Cozuelos: un monasterio femenino de la Orden Militar de Santiago.338 María Soledad Ferrer Vidal y Díaz del Reguero.<http://revistas.ucm.es/ghi/02143038/articulos/ELEM8282120337A.PDF>
  37. A su vez la expansión política era hermana de la misionera. Ese país semipoblado que era España fue capaz de regalar a América 15.000 inisioneros que dieron su saber y su vida por aquellos indígenas. Civilización y cristianización fueron inseparables en el nuevo mimdo. El misionero español en América es una de las grandes realizaciones humanas de las historia tmiversal. Trabajó gratuitamente, respetó las conciencias, promovió el contacto pacífico. hubiese por medio tm océano y miles de kilómetros de distancia.Manuel Suances Marcos Dpto. de Filosofía Uned.Éndoxa:Series Fibséficas, n° 6,1995, UNED http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:Endoxa-1996EC94399B-D273-891B-E0B5-60D8C564CE43&dsID=fuentes_contexto.pdf
  38. Fuentes y Contexto del misticismo español del siglo de oro.Manuel Suances Marcos Dpto. de Filosofía Uned.Éndoxa:Series Fibséficas, n° 6,1995, UNED http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:Endoxa-1996EC94399B-D273-891B-E0B5-60D8C564CE43&dsID=fuentes_contexto.pdf
  39. El ascetismo, régimen de vida fundamentado en astenciones (ayunos, vigilias, retiro, silencio ) es uno de los elementos esednciales de la vida religiosa.Dukherim, Émile (2003). Las formas elementales de la vida religiosa. Alianza Editorial. p. 479. ISBN 804-206-5532-5 |isbn= incorrecto (ayuda). 
  40. Knowles, David. «El monacato cristiano, pp 9-24». Madrid, Guadarrama, 1969, OCLC 630236367. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
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  43. http://monasticdialog.com/a.php?id=868
  44. Martínez López, Cándida. «Virginidad-fecundidad: en torno al suplicio de las vestales». España, Ediciones Universidad de Salamanca, 1988, OCLC 703715275. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
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  51. http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/apost_constitutions/documents/hf_p-xii_apc_19501121_sponsa-christi_sp. html
  52. Regazzoni, Quinto. «La cultura de las Ammas de Egipto». Revista Umbrales,. Consultado el 3 diciembre|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
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  59. religiosa del Sagrado Corazón. Doctora en Teología. Profesora de la Facultad de Teología de Vitoria. Presidenta Consejo Religiosos/as de Vizcaya. Pertenece a grupos de mujeres http://www.publicacionesclaretianas.com/autores_dos.php?id=6
  60. En la mayor parte de los casos, consta de dos comunidades, una de varones y otra de mujeres, en proporciones y formas distintas y, esto es lo que nos interesa, con un poder abacial pluriforme. Unas veces, cada comunidad tiene su propio Abad para varones y Abadesa para monjas y normalmente en igualdad de condiciones y poderes; otras, las dos comunidades están bajo el Abad, y otras veces, hay muchísimos casos registrables, las dos comunidades están bajo el poder de la Abadesa, con verdadero poder abacial, en cuyo caso era enorme. Después de siglos de funcionamiento, los monasterios dobles fueron, en diversas ocasiones y concilios, prohibidos por la Iglesia, pero ahí estaban y no cabe duda de que fueron reconocidos como tales durante mucho tiempo, también los que tenían a la Abadesa por cabeza, y su auge corresponde precisamente a épocas en las que estaba aún muy lejos el esclarecimiento teórico del "poder de jurisdicción"… España, Francia, Inglaterra, Países Bajos, Italia..., contaban con este tipo de monasterios, muchos de ellos con Abadesas al frente. No creo que se pueda generalizar sin más y decir de ellos que "han existido al margen de la ley", ni que se pueda hablar como "de la extraña existencia de los monasterios dobles en los que todo el poder radicaba en la Abadesa" (35). Que no fuera siempre del gusto de las autoridades eclesiásticas y que abunde la legislación bien para controlarlos bien para lograr la debida disciplina y castas relaciones entre varones y mujeres, no impidió su existencia y no quiere decir que no estuvieran reconocidos, permitidos y valorados e incluso mantuvieran, durante muchísimo tiempo, una relación normal con la Jerarquía. Y de lo que no cabe duda es de que todos estos casos que vamos enumerando presentan problemas a la hora de querer eliminar completamente a las mujeres del poder de jurisdicción.
  61. La cuestión sobre el rol de la mujer en la sociedad secular y eclesial durante el medioevo es un tema histórico muy espinoso; tema que ha dado pie a interpretaciones diversas y acerca del cual los investigadores llegan a conclusiones que, frecuentemente, se nos presentan diametralmente opuestas. A mi modo de ver, y en comparación con otros aspectos de la historia medieval -tanto secular como eclesial-, el de la mujer medieval es un tema poco estudiado aún.La mujer en la edad media. Ricardo Walter Corleto. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/corleto/mujeredadmedia.htm
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  64. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/corleto/mujeredadmedia.htm
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  78. Monjas coronadas
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  80. Una visionaria barroca de la provincia mexicana: Francisca de los Ángeles (1674-1744)Ellen GunnarsdottirMonjas y beatas: la escritura femenina en la espiritualidad barroca novohispana: siglos XVII y XVIIIAsunción Lavrin y Rosalva Loreto L., editoras
  81. Como se ha podido apreciar a lo largo de estas páginas son numerosos los campos abordados en torno a los monasterios de clausura femeninos. Sin embargo, quedan numerosos vacíos por rellenar para llegar a un conocimiento integral de la claustra femenina. Líneas de investigación, enfoques diversos que apenas han sido esbozados y que necesitan un vigoroso impulso para conocerlos y establecer estudios comparativos entre comunidades de la misma orden, de diferentes ramas, con influencias del entorno exterior, su adecuación al marco urbano o rural, la procedencia social de las profesas, la edad media de vida y un largo etc. Cuadernos de Historia Moderna 2000, 25, monográfico: 279-335 Manon Reder Gadow Las voces silenciosas de los claustros de clausura.
  82. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/morenonunez/monacatohispanovisigodo.htm
  83. http://www.vallenajerilla.com/berceo/florilegio/alvarezpalenzuela/expansionordenesmonasticas.htm Estos monasterios nacen como respuesta particular a unas inquietudes religiosas y también como medio de atender las necesidades espirituales de las poblaciones que repueblan un determinado territorio. Todas las familias importantes de la época, incluyendo la familia real, con quienes aquéllas están tan íntimamente relacionadas, consideran como una parte más de su obra repobladora y de gobierno, la fundación de monasterios; en ellos profesa alguno de sus hijos, se sepulta a los difuntos de la estirpe y se rezan sufragios por sus almas. Ningún noble de los siglos altomedievales, como también seguirá sucediendo después, concibe el ejercicio de funciones de gobierno sobre un determinado territorio sin realizar fundaciones monásticas, tanto por inquietud espiritual, en muchas ocasiones, como por considerarlo, siempre, como una manifestación de sus funciones y del prestigio de su estirpe. Ninguna de las grandes familias es ajena a la repoblación, más aún, sólo las familias que desarrollan actividad repobladora se configuran como primera nobleza del reino, y ninguna de ellas deja de fundar uno o varios monasterios a los que se une la historia familiar. Naturalmente, los monasterios realizan una misión repobladora, que necesitan para atender a su propia subsistencia y cumplir sus propias normas sobre el trabajo, y, en muchas ocasiones, devuelven la vida a centros religiosos desaparecidos, hecho tantas veces recogido en los documentos fundacionales. El primitivismo de la organización social y política confiere unas características propias a este monacato. El marcado origen patrimonial de la mayor parte de los monasterios hace que sea el fundador, o sus herederos, quienes designen directamente al abad y que sean, con gran frecuencia, miembros de la propia familia fundadora los que se sucedan en el gobierno del monasterio.
  84. &

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    lt; http://personales.ya.com/mrgreyes/ermita/monacato/regl-com.htm#101>

  85. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/morenonunez/monacatohispanovisigodo.htm
  86. (*) Maté Sandorniz, Lorenzo, Gran Enciclopedia de España. Dir. Guillermo Fatás Cabeza. Ed. Enciclopedia de España, Zaragoza, 1991.
  87. Santa Eufemia de Cozuelos: un monasterio femenino de la Orden Militar de Santiago.338 María Soledad Ferrer Vidal y Díaz del Reguero.
  88. A su vez la expansión política era hermana de la misionera. Ese país semipoblado que era España fue capaz de regalar a América 15.000 inisioneros que dieron su saber y su vida por aquellos indígenas. Civilización y cristianización fueron inseparables en el nuevo mimdo. El misionero español en América es una de las grandes realizaciones humanas de las historia tmiversal. Trabajó gratuitamente, respetó las conciencias, promovió el contacto pacífico. hubiese por medio tm océano y miles de kilómetros de distancia. Manuel Suances Marcos Dpto. de Filosofía Uned. Éndoxa: Series Fibséficas, n° 6,1995, UNED http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:Endoxa-1996EC94399B-D273-891B-E0B5-60D8C564CE43&dsID=fuentes_contexto. pdf
  89. Fuentes y Contexto del misticismo español del siglo de oro. Manuel Suances Marcos Dpto. de Filosofía Uned. Éndoxa: Series Fibséficas, n° 6,1995, UNED http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:Endoxa-1996EC94399B-D273-891B-E0B5-60D8C564CE43&dsID=fuentes_contexto.pdf
  90. Una visionaria barroca de la provincia mexicana: Francisca de los Ángeles (1674-1744)Ellen Gunnarsdottir Monjas y beatas: la escritura femenina en la espiritualidad barroca novohispana: siglos XVII y XVIIIAsunción Lavrin y Rosalva Loreto L., editoras[1] biblioteca miguel de cervantes
  91. pdfhttp://cositextualitat.uab. cat/web/wp-content/uploads/2011/03/Porque_fuimos_monjas.pdf Porque fuimos monjas. Mujer y silencio en el Barroco de Indias Beatriz Ferrús Antón Universitat Autònoma de Barcelona Grupo de Investigación Cuerpo y Textualidad
  92. http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/apost_constitutions/documents/hf_p-xii_apc_19501121_sponsa-christi_sp.html
  93. Beatriz Ferrús Antón. ">http://cositextualitat.uab.cat/web/wp-content/uploads/2011/03/Porque_fuimos_monjas.pdfhttp://cositextualitat.ub-cat/web/wp-content/uploads/2011/03/Porque «Porque fuimos monjas. Mujer y silencio en el Barroco de Indias». Grupo de Investigación Cuerpo y Textualidad Universidad Autónoma de Barcelona. Consultado el 11 de enero de 2012. 

Enlaces externos[editar]

  • .http://www.womenpriests.org/sp/aran_sal/aran05.asp Mujeres Sacerdotes ¿Por qué No...? reflexiones históricas, teológicas y ecuménicas. Mª José Arana y María Salas. Publicaciones Claretianas, Madrid 1994; ISBN: 84-7966-078-3.Aranas es Religiosa del Sagrado Corazón. Doctora en Teología. Profesora de la Facultad de Teología de Vitoria. Presidenta Consejo Religiosos/as de Vizcaya. Pertenece a grupos de mujeres. En las páginas de este libro se intenta entrar, dialéctica y lo más profundamente posible en la debida presencia o ausencia de la mujer en las funciones sacerdotales. No se debe eludir la polémica, que a veces será dolorosa pues, sin duda, resultaría mucho más gratificante situarse en la "línea oficial" de una Iglesia a la cual -de todo corazón- se ama. Mas este libro nace como expresión de amor a esa Iglesia así como solidaridad con las mujeres de la Iglesia.