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Mercado del jueves en Beas de Segura [1]
El jueves

Plaza Nueva
Localización
Localidad Beas de Segura
Dirección Avenida del Mercado
Datos generales
Apertura Todos los jueves del año
Cierre Ninguno
Desarrollador La mañana del jueves
Gerencia Ayuntamiento de Beas de Segura
Establecimientos Venta ambulante (diversos productos)
Tiendas ancla 66 puestos
Superficie 1,55 km²[2]

El mercado del jueves en Beas2 fue instituido por Juana I de Castilla, en Valladolid, el día 12 de julio de 1513, a través de una concesión en la que se hace merced y da licencia para celebrar un mercado franco, libre de alcabalas todos los jueves del año desde el amanecer hasta el anochecer; por los muchos y leales servicios que había hecho la villa de Beas a la corona. El lugar elegido para su celebración fue la Plaza Consistorial, y pasó a denominarse desde entonces Plaza del Mercado.[3]

La cédula otorgaba permiso a cualquier vecino o forastero para que vendiese o comprase cualquier género de mercadería. Eso supusó para la villa de Beas ser el centro neurálgico y comercial de toda la comarca de la Sierra de Segura, así como de otros pueblos colindantes, ya que, hasta la fecha era el único mercado que se celebraba semanalmente con carácter oficial en la zona.

La estructura antigua de la Plaza del Mercado se remodeló, lo que se conoce actualmente como Paseo, esto ocurrió a raíz de la inundación que sufrió gran parte del casco urbano tras el desbordamiento y posterior riada del río Beas en 1955, la ubicación del mercado se trasladó a la recién construida Avenida del Mercado.[4][5][6]

Contexto histórico[editar]

Portalillos junto a la Plaza Nueva donde durante algunos siglos se celebraba Mercado antes de la concesión por Juana I.
Vista del Paseo de Beas, donde se han sucedido varios nombres: Paseo del Mercado, Paseo del Generalísimo y actualmente Paseo de la Constitución.
Lugar elegido para celebrar el Mercado del jueves hasta el último tercio del siglo XX.
Juana I de Castilla
Feria no la tiene la dicha villa, salvo un mercado franco el jueves de cada semana, y es franco de alcabala, así para los vecinos, como para los forasteros, por merced especial de la serenísima reina doña Juana, madre del emperador Carlos V; la cual concedió a la dicha villa, estando en la ciudad de Valladolid a quince días del mes de jullio de mil quinientos trece años,[nota 1]​ en recompensa de muchos grandes e leales servicios que la dicha villa había hecho e hizo a la Corona de Castilla, e como consta del mismo título e merced del dicho mercado franco firmado de la dicha serenísima reina doña Juana.
Relaciones de Beas de 1575, capítulo LVIII.[7]

En julio de 1513 se celebró en Valladolid el Capítulo General de la Orden de Santiago, al que asistieron los Trece de la Orden, entre ellos, Íñigo López de Mendoza, I Marqués de Mondéjar y II Conde de Tendilla, no pudiendo asistir Gonzalo Fernández de Córdoba, I Duque de Sesa, más conocido como el Gran Capitán, ambos muy vinculados con Beas. También estuvo presente Miguel Pérez de Almazán, como Caballero y Secretario de la Orden de Santiago, y Comendador de Beas, encomienda que le fue otorgada en 1501 por el rey.[8][9]

La actividad de Juana I de Castilla en el verano de 1513 fue muy intensa; su padre, el rey Fernando el Católico, por esas fechas asume otras responsabilidades de la Corte, como los prolegómenos de la conquista de Navarra.[10]​ Dejó a su hija otros cargos, no menos importantes, como nombramientos y mercedes para Canarias. También presidió una Junta en Valladolid donde se acordó entre otras cosas que las nuevas conquistas fueran con autorización papal. La propia reina emitió las Leyes de Valladolid con fecha 28 de julio de 1513.[11][12][13][14]

Desde Valladolid, entre todo ese trasiego, la reina mandó a su secretario Lope de Conchillos redactar la cédula de concesión de un mercado franco para la villa de Beas, tomando razón de la misma Francisco de los Cobos. Resaltando entre otras cosas los leales servicios que ofreció la villa en otro tiempo:

Doña Juana por la gracia de Dios reyna de Castilla, de León, etcétera, por hazer bien e merced a vos el conçejo, alcaldes, regidores, caballeros, escuderos, oficiales e omes buenos de la vylla de Veas que es de la provinçia de Castilla e de la Orden de Santiago, por los muchos e buenos e leales serviçios que me avedes fecho e fazedes de el cada día en alguna enmienda e remuneraçion de ellos e por que de aquí delante esa vylla se pueble, enoblesca más e sea mejor probeyda e abastada de los mantenimientos e cosas necesarias. Tengo por bien e es mi merced que desde oy dia de la dada desta mi carta en adelante para syempre jamás, aya en ella vn mercado franco por el día del jueves de cada semana, (sic).
Fragmento de la cédula de concesión. Valladolid, 12 de julio de 1513.[15]

Leales servicios de la villa de Beas[editar]

En el último capítulo de las relaciones, dice así:

Y ten, respondiendo a lo que su Majestad manda, que se le dé algunas de las demás cosas en particular que en la dicha villa hay, que sean dignas de memoria, se dicen y certifican a Su Majestad que en el levantamiento y rebelión del Reino de Granada, en general todos los vecinos de esta villa tuvieron en ir, como fueron muchos pobladores, con armas al campo de Su Majestad y del Marqués de los Vélez, como al Duque de Sessa, en el que murieron muchos pobladores vecinos de esta villa. Y en general fue muy vejada de los asientos ordinarios de compañías que por esta dicha villa pasaban, sustentando a los soldados y capitanes, y dándoles bagajes a costa de los dichos vecinos populares. Y fue tanta la costa que a esta dicha villa iba dándoles, sin poder, que se entiende y ha visto haber mucha quiebra en las haciendas de los dichos vecinos, y algunos totalmente perdidos y pobres, llevándoles sus bestias y perdiéndolas, y no poderlas haber, ni obrar. Porque como esta villa era paso para el dicho Reino de Granada vino tiempo de juntarse en ella once compañías en que venían más de mil quinientos hombres que fue del tercio de Francia, y estuvo en la dicha villa a consta de los vecinos seis o siete días en todo lo cual y lo que los vecinos perdieron de sus labranzas y crianzas seria en más cantidad de cincuenta mil ducados.[7]

Por lo que Juana I de Castilla se refería a estos acontecimientos en que estuvieron vinculados los vecinos de Beas. La buena diplomacia, y la amistad que unía a Miguel Pérez de Almazán con la reina, fue el detonante para tal concesión, además de los propios intereses del Comendador respecto a Beas.

Encomienda de Beas[editar]

En la encomienda de Beas, los derechos de la jurisdicción, las carnicerías, los monopolios, diversos censos inmuebles y raíces, estaban reservados al comendador. La principal partida la constituían los diezmos, en especial los del ganado, el cáñamo y el lino, duplicándose su valor en 1525; el maestre sólo se llevaba el pedido. La iglesia se reedificó en 1495, estando dedicada a Nuestra Señora de Gracia, y las seis ermitas existentes estaban bajo la advocación de San Sebastián y Santa Rufina, San Juan, San Agustín, Santa María y San Miguel. Hubo un monasterio de franciscanos y un convento de Clarisas. En 1468, llegó a tener cuatro mil habitantes, ocupando el tercer lugar en importancia de toda la Provincia, siendo la mejor villa, después de Ocaña, pero en años posteriores empezó a perder población; solo en 1575 logró recuperar el tope inicial. El número de Caballeros de premia era el mayor de las actuales localidades giennenses, solo en pugna con Siles, lo que se corresponde con el número posterior de hidalgos. Sin embargo, la mayoría de la población era pobre, y solo unos pocos privilegiados superaban los 7000 ducados de cuantía. Existía la encomienda al menos desde 1329. Cuatro importantes linajes se sucedieron en ella: Valderrábanos, Enríquez, Almazán y Suárez de Figueroa.[16]

Comendadores[editar]

La posición privilegiada que ocupó Miguel Pérez de Almazán en la Corte y la confianza que gozó de los reyes, le otorgó el favor de la concesión de un mercado franco para la villa de Beas de la que era comendador. Eso supuso el incremento del comercio agrícola y ganadero, y en especial de la industria textil, que empezaba a despuntar con la fabricación de paños y la manufactura del lino y el cáñamo, lo que representaba unos pingües beneficios que llevó a posicionar la encomienda de Beas como una de las más principales de la Orden de Santiago dentro del Campo de Montiel.[16]

Con fecha 6 de noviembre de 1510 Juana I de Castilla dio una Real Provisión que hace merced a Miguel Pérez de Almazán del oficio de fundidor y marcador del oro de la isla de la Española.[17]​ Asimismo el 20 del mismo mes se da orden a Diego Colón para la entrega de los aparejos y pertrechos para la fundición.[18]​ Ese título era de carácter hereditario, y no es hasta el 11 de abril de 1540 cuando Carlos V se lo transmitió a Juan Pérez de Almazán. [19]​ Dicho cargo también lo ostentó desde 1527 Francisco de los Cobos.[20]

Blasón de los Figueroa.

A la muerte de Almazán en abril de 1514, su mujer, Gracia de Albión y sus dos hijos, Miguel y Juan, cayeron en el olvido, pues el rey murió en 1516, y no fue hasta que Carlos V, reconoció la valía de Almazán, y se preocupó del único hijo que quedaba, Juan, al cual le otorgó la encomienda de Beas en 1525, que la mantuvo hasta su muerte acaecida en 1547, año en que el rey entregó la encomienda a la casa Feria, a su titular Gómez Suárez de Figueroa.[21]

Cuando le fue concedida la encomienda de Beas a Gómez Suárez de Figueroa, ésta ocupaba un modesto lugar dentro del conjunto de la Orden de Santiago, con unos ingresos alrededor de 2558 ducados. La provisión de la entrega de la encomienda por Carlos V ya hace mención de la media anata que consistía al vacar la encomienda los dos años siguientes la mitad de las rentas pasarían a ser gastadas en obras, reparaciones y mejoras de edificios y propiedades de la encomienda. Dentro de las rentas, estaban los diezmos del cereal, del ganado lanar y caprino y los del cáñamo y lino, entre los principales.[22]

Aspectos económicos[editar]

Los Reyes Católicos advirtieron el enorme patrimonio económico y por tanto la gran capacidad de influencia que habían acumulado las Órdenes Militares, en especial la de Santiago. Con el doble propósito de reducir el poder nobiliario y de paliar la ruina económica y patrimonial de la Corona de Castilla (causada por las continuas concesiones regias a los nobles), Fernando e Isabel incorporaron a la Corona los Maestrazgos de las Órdenes de Calatrava (1487), Santiago (1493) y Alcántara (1494), por concesión vitalicia del pontífice Inocencio VIII. Años más tarde (4 de mayo de 1523), una bula del papa Adriano VI vinculaba los Maestrazgos de estas tres Órdenes Militares a la Corona castellana con carácter perpetuo.[23]

Una vez que se reconquistó Granada y unificado el territorio castellano, ya sin enemigos, las Órdenes Militares dejaron de ser necesarias, lo que supuso su declive, quedando cumplida su misión, transfiriendo de esta forma los cuantiosos bienes que habían acumulado durante la reconquista a la autoridad real, así las tierras, villas, lugares y castillos pasan a formar parte de la Corona, y con ello la nobleza tuvo que someterse al poder real. Las Órdenes llegaron a ser una institución honorífica, y una vez incorporados los Maestrazgos a la Corona, se creó el Consejo de las Órdenes Militares, concediendo en ocasiones sus bienes en encomiendas o señoríos de la Orden de Santiago, como es el caso de Beas.

El descubrimiento del Nuevo Mundo repercutió también en todos los aspectos, generando con este acontecimiento la entrada de nuevos cultivos adaptándose bien al clima y al terreno, y con ello un cambio de hábitos alimenticios con la introducción de nuevos productos como el tomate, maíz, tabaco, etc, que en pocos años estaban integrados plenamente en las costumbres cotidianas. No ocurrió lo mismo con la patata, que no fue hasta el siglo XIX cuando empezó a adaptarse a la gastronomía. El siglo XVI fue testigo de un espectacular fenómeno económico llegando a todos los rincones de Castilla.

Beas desde su reconquista estaba regida por el Fuero de Cuenca desde el siglo XIII, otorgando una serie de derechos y exenciones que facilitarían la venida nuevos pobladores, quedando estos libres de cargas e impuestos mientras tuviesen casa habitada, a excepción del pago en los arreglos de murallas. Respecto a los gremios de comerciantes que reconocen dicho fuero son los que se encargan de la venta de productos básicos: panaderos, taberneros, especieros y carniceros entre otros. Dos siglos más tarde el panorama solo se ve afectado a los vendedores de textiles, ejemplo claro son los tributos pagados de viento, así el forastero pagaría un maravedí por cada vara de tela vendida.

Ordenanzas[editar]

Los mayordomos fieles o almotacenes eran los encargados de revisar periódicamente los pesos y medidas, verificando su exactitud de conformidad con el patrón establecido para cada ciudad o villa por su Concejo. La unidad de pesos y medidas era puramente local y variaba de un lugar a otro, lo que creaba serios inconvenientes cuando el comercio se ejercía en un ámbito de acción mayor que el de cada término. Pronto tuvieron los monarcas que dictar leyes comunes a todo el territorio para acabar con la anarquía que reinaba en este terreno. Con ese fin, en 1347 ordenaba Alfonso XI que en sus reinos los pesos y medidas (fueran) todos uno, dando al mismo tiempo las unidades correspondientes: el marco de Colonia de ocho onzas, para el oro y la plata; para las restantes mercancías que se vendían al peso, el marco de teja de ocho onzas. Para los paños se tomaba como modelo la vara castellana, tal y como lo poseía Burgos, prescribiéndose, además, según la medida de Toledo, la fanega de doce celemines y la cántara de ocho azumbres, para el pan, el vino y las otras cosas que se suelen medir. Poca aplicabilidad, sin embargo, debieron tener esta serie de disposiciones a juzgar por su continua repetición y confirmación por parte de Enrique II, Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos.

El marco de la vida urbana. Policía urbana.

1. Urbanismo: murallas y fortificaciones, licencia de obras, calles: pavimentación, fachadas, orden en las construcciones. Caminos y puentes. Los alarifes municipales o maestros de obras. 2. La limpieza de plazas, calles, fuentes y otros lugares públicos.— Alcantarillado. 3. El emplazamiento de actividades malsanas o sucias; mataderos, tenerías, cría de cerdos, palomares, basureros. 4. Regulación de ciertas actividades y servicios; mesones, baños, mancebías.

El abastecimiento y sus condiciones.

1. Las prohibiciones de exportación o «saca». 2. El abasto de productos básicos: — Agua. Cursos de agua. Fuentes y abrevaderos. — Pan y harina. Hornos, tahonas, molinos. — Carne. Carnicerías. Venta de caza. — Pescado. Pescaderías. — Vino. Entrada de vino de vecinos y de forasteros. — Aceite. — Cal, teja, ladrillo. Madera. — Otros productos: sal, miel y cera, queso, azúcar, hortalizas y frutas. 3. Control y fijación de precios, pesas y medidas.

Comercio y mercado urbano.

1. Ferias y mercados. Seguridad en el transporte de productos. 2. Venta en tiendas, plazas y otros lugares reservados. 3. La reventa; regatones y regateras. 4. Corredores. 5. Abastecedores oficiales o «mercaderes de mantenimientos». 6. Condiciones de venta, regulación y vigilancia del comercio, en general.— Venta en días festivos.

Actividad y ordenanza de los diversos oficios.

1. La organización gremial. Veedores y alcaldes de oficios. 2. Textil: producción, distribución y venta. 3. Construcción. 4. Cuero. 5. Metal. 6. Barro, tonelería y cestería. V. Artes: plateros y orfebres. Candeleros y cereros. 8. Medicina. Especería. Botica. 9. Hostelería. 10. Transporte: carreteros, acemileros. Régimen de navíos. 11. Jornaleros y otros trabajadores. 12. Esclavos.[24]

Los productos[editar]

Mercado de abastos, situado junto donde se hace el mercado los jueves.

Beas, a mediados del siglo XV, era un municipio con una sólida estructura económica, donde además de la agricultura y la ganadería, tenía un buen impacto la industria manufacturera, atestiguándolo la cantidad de molinos, batanes y aceñas que había en la villa. También contaba con un importante negocio de paños y tintes, debido al fructífero cultivo del lino y del cáñamo, que eran dos productos esenciales en la economía de Beas, ello acarreaba una considerable industria textil, empleando para ello batanes, telares, tendederos, etc, en la fabricación de paños, telas y otros productos; e incluso la ganadería ocupaba un lugar importante, y con ella el curtido de pieles empleando en su elaboración el zumaque y el tanino, extraído de la corteza de algunos árboles, lo que viene a llamarse la tenería, donde se usaba el cuero para hacer odres, aljabas, botas, sandalias, aderezos para los animales de labor, etc. Esto supuso un importante comercio acompañado de importantes ingresos.

Los principales productos que se comercializaban aparte del lino y del cáñamo, eran el trigo, la cebada, el centeno, escaña y avena, que se iban rotando en la tierra. En el siglo XV, existían cuatro hornos de pan: el del Mercado, el del Arrabal, el del Repullete y el de la Morería.

Los frutales y las huertas o cañamares (que también se les llama así), eran abundantes gracias a la buena vega de tierra fértil y abundancia de agua que hay, se criaban productos hortofrutícolas de excelente calidad, aunque poco a poco han ido dando paso al olivar o a ser abandonadas, quedando en la actualidad poco terreno cultivable. Otros productos que se elaboraban eran el queso, lana, vino, miel, cera, enjambres, etc. Respecto al ganado, becerros, bueyes, caballos, yeguas, potricos y borricos; ganado lanar y cabrío, pollos y lechones, etc.

En la parte baja del término de Beas la tierra es arcillosa, y por tanto propicia para la fabricación de tejas, ladrillos, tubos de arcilla, etc, que se elaboraban desde principios de la primavera hasta la finalización del verano, así quedan topónimos como Las Tejeras o La finca de la Teja. Últimamente iban asociados estos trabajos a las campañas de aceituna y al finalizar la molturación se empezaban a fabricar, principalmente en la Orujera de Beas y la Fábrica de Santa Isabel, aunque ya existían tejares. En la construcción de viviendas se empleaban mucho los adoves, que se hacían artesanalmente a pie de obra con un molde, mezclando barro y paja y era muy utilizada también la toba por su gran abundancia y fácil manejo.

La abundancia de yesares en la zona y cerca de la población, facilitaba la extracción del yeso para cerca construir caleras y hacer la cal. De las canteras se extraía una piedra de muy buena calidad.

La Feria[editar]

La concesión de la feria de Beas fue en 1782, un año después que la de Alcaudete.[25]

Empezó celebrándose los días 17, 18 y 19 de septiembre, agregándole posteriormente un día más, el 20. Giraba en torno a la agricultura y la ganadería, ejes principales del soporte del municipio. Se trataban asuntos de aparcería, que se corroboraban para el día de San Miguel, coincidiendo con el final del año agrícola. También se vendían o intercambiaban productos del campo y artesanos o enseres para el hogar. Y de vital importancia era el terreno textil, paños, curtidos, telas, etc. En el talante ganadero, se hacía una feria de ganado, -que se perdió en la década de los 70-, donde se trapicheaban, vendían o cambiaban animales, que junto a la feria de ganado de La Puerta de Segura, que se celebra continua a la de Beas, del 20 al 23 de septiembre para San Mateo, eran las dos más importantes de toda la Comarca de Segura y su entorno. Entrada la década de los 80, la feria empezó a perder ese carácter comercial, convirtiéndose más bien en lúdica, e incluso cayeron en decadencia aquellas verbenas amenizadas por los cantantes y grupos musicales más famosos del momento.

El 16 de septiembre de 1873, quedó inaugurada la ermita de la Villa, con advocación a la Virgen de la Paz, haciéndose al mismo tiempo estatutos y saliendo la Virgen en procesión ese mismo día, aunque años más tarde se trasladó la procesión al 18 de septiembre.[26]​ Desde ese año pasó a intitularse la Feria de Beas en honor a la Virgen de la Paz. Era típico el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, bailar Los Cristos, coincidiendo con el Cristo de la Vera Cruz en vísperas de la feria, -tradición que ha resurgido-.


Estructura social[editar]

Nobleza

Desde la reconquista, Beas estuvo marcada por una capa social dominante, que durante siglos ejerció su supremacía y poder, si bien, la villa en un principio fue una donación hecha por Fernando III a Juan de Osma y posteriormente permutada a la Orden de Santiago en 1239. Al ser por entonces un territorio de frontera, se concedieron una serie de exenciones y privilegios, que propiciaron la llegada de nuevos moradores acogiéndose a dichas ventajas, muchos de ellos favorecidos por ciertas prebendas y servicios a la corona. Aunque Beas estaba bajo el dominio de la Orden de Santiago, no fue impedimento para que desde el siglo XIII se estableciera una nobleza de segunda clase muy influenciada por otra de más alto rango.

Es a partir de la entrada en Castilla de la Casa de Trastámara, cuando se suceden en Beas familias como Negrete, Ulloa, Figueroa, Godínez, Moya, Bedoya, Sandoval, entre otros, y van adquiriendo una cierta facultad y dominio propiciados por amistades y parientes cercanos al poder. En el siglo XVII esta hegemonía va desapareciendo poco a poco, producto en gran medida por la extinción de algunos privilegios y una agravada crisis económica que llevó a la decadencia española, perdiéndose así ese feudalismo que imperaba, por un nuevo movimiento cultural e ideológico como fue la Ilustración, generando otro grupo social que dio paso a una oligarquía con importantes recursos, que por su influjo se hizo pronto del dominio local.

Clero

Durante parte del siglo XV y todo el siglo XVI en adelante, hubo en Beas un importante número de frailes y monjas, tanto de franciscanos, como de clarisas, que se incrementó en 1575 con la fundación de un nuevo Convento de la Orden de Carmelitas, y en 1578 con los descalzos que moraron en el sitio del Calvario de la misma Orden. Pasando por Beas Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, dejando impregnada una huella a su paso, que aún perdura con la presencia de la comunidad que sigue activa.

Con la entrada de las tropas francesas en Beas tras la guerra de la Independencia ocasionó graves trastornos siendo quemados los edificios más emblemáticos, entre ellos el convento de franciscanos y el de las clarisas, corriendo mejor suerte el de las Carmelitas Descalzas, que fueron echadas, sirviendo de almacenamiento y acuartelamiento para las tropas. Con la Desamortización de Mendizábal el convento de franciscanos fue clausurado en Beas por no reunir el número suficiente de frailes, y los que quedaron fueron distribuyéndose por otros conventos de la Orden. El de clarisas pasó a manos privadas, mientras el de Carmelitas, su iglesia sirvió de Parroquia, y éstas volvieron a su convento a principios del siglo XX que fue cuando se restauró.

Pueblo llano

Representando un gran estrato social de Beas, que estaba formado por campesinos, ganaderos, comerciantes, artesanos y un reducido número de musulmanes y judíos, que poco a poco tuvieron que adaptarse a la sociedad, por una serie de edictos y rebeliones, que al final culminó con la expulsión y persecución a todos aquellos que no abrazaran la fe cristiana y no cejaran en sus rituales y costumbres. Otra parte de la población era de pobres que vivían de la caridad y limosna, solían ser niños huérfanos, viudas, lisiados y ancianos que se quedaban solos.

Los artesanos estaban formados por maestros artesanos, dueño del taller y herramientas, oficiales y aprendices, constituidos en gremios, y así había tundidores, herreros, carpinteros, tejedores, talabarteros, etc, otro grupo estaban los peones o jornaleros, carboneros, yeseros, tejeros, albañiles y también los molineros, bataneros, tintoreros, obreros de la seda, etc, los comerciantes eran tenderos, venteros, taberneros, recoveros, carniceros, etc, de ganaderos había gañanes, porqueros, pastores, muleros, etc, y los campesinos que combinaban las labores agrícolas con otras actividades que iban alternado durante todo el año. El cultivo del cáñamo y lino estaba muy arraigado en Beas, pero lo combinaban con el cereal, algunas aranzadas de olivar y productos de huerta, así como forrajeros para el ganado que tenían para su consumo, la recolección de miel. Este grupo social era considerado como pecheros, y los que pagaban los pechos, sisas, moneda forera y otras prebendas.

Evolución del mercado[editar]

Fachada del Juzgado de Paz de Beas de Segura, anteriormente había sido Carnicería del Concejo

El siglo XVII fue decadente para el municipio, que inmerso en la crisis general de España vio como su pasado esplendoroso se iba apagando. La falta de una política sólida, la subida de los precios por las malas cosechas, la injusta presión fiscal para guerras, la corrupción, los privilegios del Clero y la emigración a Indias fueron algunos de los factores que contribuyeron a esa merma. Todo ello fue provocando el empobrecimiento local, agravando las diferencias sociales y aumentando la miseria de la mayoría de los vecinos.[27][28]

La realidad de la época se hizo patente a principios del siglo XVIII, con el comienzo de la Guerra de Sucesión. Sus aportaciones en armamento, bestias, moneda y tropas fueron continuas, a pesar de la hambruna y los infortunios que padecía.[29]​ La dinámica actividad de cueros y paños también sufrieron un notable receso a causa de la deficiente ganadería local, sin tierras para pastos, concentradas en manos de poderosos y de pesadas cargas de impuestos difíciles de soportar que gravaron a industriales y ganaderos.[30]

Ubicaciones[editar]

Paseo de la Constitución, llamado antiguamente Paseo del Mercado

Con anterioridad a la reconquista de Beas, ya existía en época islámica el zoco (del árabe, سوق sūq), desarrollando sus habitantes actividades y transacciones comerciales casi a diario en el tejido urbano y principalmente en los alrededores de su Mezquita Mayor, (lo que es hoy la Iglesia Parroquial), siendo el centro neurálgico, y en ocasiones extendiéndose a plazas cercanas, como la Plaza Nueva, no faltando un buen surtido de productos. Esto continuó al menos durante los siglos XIII y XIV, donde convivieron en Beas varias etnias, aportando distintas culturas como fueron la Musulmana, Judía y Castellana, manteniendo un perfecto equilibrio, teniendo cada una de ellas un estatus social legal y tolerante.

En 1351 Pedro I nombró un alcalde de sacas teniendo jurisdicción entre Ontur y Beas, sin depender de la Orden, pero actuando en su demarcación, con el fin de impedir la extracción de géneros, productos y mercaderías, para así evitar abusos.[31]​ A comienzos del siglo XVI los Reyes Católicos nombraron un Juez de los Estancos y Nuevas Imposiciones recorriendo las villas de la Orden de Santiago y suspendiendo hornos y portazguillos ilegales,[32]​ (de ahí el nombre de Portalillos, a los soportales junto a la Plaza Nueva).

Con el nuevo privilegio del mercado franco, éste en un principio se estableció en los arrabales de la villa, extendiéndose a calles adyacentes y plazas, siempre en el núcleo del municipio. Con el aumento poblacional su ubicación fue cambiando paulatinamente de emplazamiento hasta llegar a instalarse en lo que se conoce como el Paseo, llegando a llamarse Paseo del Mercado.

Después de la última riada de 1955, y por los años 60, se hicieron dos canales en ambas laderas del municipio, también se emplazó el curso del río Beas, todo ello para evitar nuevas catástrofes; quedando la zona de huertas aledañas al río aderezadas como parque, y en la parte opuesta al río, una gran avenida, denominada del Mercado, donde se celebra el mercado los jueves por la mañana.[33][34][35][36]

Actualmente[editar]

En la actualidad hay 66 puestos con diversos productos, que dan trabajo a 143 personas.[2]​ La parte de alimentos se ubica en frente del Mercado de Abastos y luego siguen los puestos en línea al curso del río de Beas, donde hay gran cantidad de ropa y calzado principalmente y en menor proporción utensilios para el hogar, flores, bisutería, artículos de decoración, etc. La gran mayoría de los vendedores ambulantes son forasteros, exceptuando algunos que venden principalmente productos de la huerta y prendas de vestir, que son vecinos del municipio.

Notas[editar]

  1. Fue el 12 de julio de 1513

Referencias[editar]

  1. Empresa Pública para la Gestión del Turismo y del Deporte de Andalucía, S. A. Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía, ed. «Mercadillo de Beas de Segura». Consultado el 17 de abril de 2013. 
  2. a b juntadeandalucia.es, ed. (2003). «El comercio ambulante en Andalucía». Consultado el 24 de abril de 2013. 
  3. RGS 1513-7-143
  4. ABC (18 de septiembre de 1955). hemeroteca.abc.es, ed. «Noticia recogida por el diario ABC de la riada de Beas en el año 1955.». Consultado el 15 de junio de 2013. 
  5. La voz de la Villa. Año IV, n º V. Pág. 32. (Véase bibliografía)
  6. La voz de Sierra de Segura. Cincuenta aniversario de las riadas en la población. Enero 2006. Nº 15. Año III. Pág. 13 (Véase bibliografía)
  7. a b Universidad de Murcia, ed. (1992). «Relaciones topográficas de los pueblos del Reino de Murcia (1575-1579)». p. 75. Consultado el 17 de abril de 2013.  Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «relaciones» está definido varias veces con contenidos diferentes
  8. Cebrián Abellán, Aurelio y Cano Valero, José (1992). Universidad de Murcia, ed. Relaciones topográficas de los pueblos del reino. p. 59. Consultado el 5 de abril de 2014. 
  9. Prieto Bances, Ramón (1976). Universidad de Oviedo, ed. Obra escrita, Volumén 2. pp. 499 y 500. Consultado el 5 de abril de 2014. 
  10. (Esarte, 2001. Págs: 159 162)
  11. Eduardo Pedro García (27 de enero de 2013). La Gaveta de Aguere, ed. «Historia de Canarias». Consultado el 24 de abril de 2013. 
  12. Ana Manero Salvador. Centro de Estudios Iberoaméricanos, ed. «La controversia de Valladolid». Consultado el 21 de abril de 2013. 
  13. Archivo General de Indias (Sevilla) (ed.). «Leyes de Valladolid de 1513, emitidas por la Reina Juana.». Consultado el 21 de abril de 2013. 
  14. Gonzalo Fernández de Oviedo. Real Academia de Historia. Madrid 2000, ed. «Batallas Quinquenales. Tomo II». Consultado el 21 de abril de 2013. 
  15. AGS 1513-7-143
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  17. ES.41091.AGI/22.15.412//INDIFERENTE,418,L.2,F.151R-152R.
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Bibliografía[editar]

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Enlaces externos[editar]

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